Capítulo 6
1093palabras
2023-04-12 05:51
Me hundí en la silla y levanté mi cuaderno para cubrir mi cara mientras aquel empezaba a hablar.
-Buenos días muchachos, espero que hayan tenido unas excelentes vacaciones y también espero que hayan abierto los cuadernos en sus días libres. Lo que no se practica se olvida. Y la matemática es una materia que hay que estarla estudiando constantemente.
-Ya me empezó a caer mal –dije en voz baja.

Él destapó el marcador y comenzó a escribir en el pizarrón varios números y signos extraños que mi vista no quería leer.
-¿Quién va a pasar a resolver el ejercicio? –Preguntó y varias muchachas levantaron la mano.
Solté el lápiz sobre el cuaderno, coloqué mi codo sobre la mesa y apoyé mi cabeza sobre mi mano- Esperaré a que resuelvan el ejercicio, y luego lo copiaré todo -dije en mi posición de reposo.
-A ver… pasa tú.
Entre mis ojos semi cerrados por el aburrimiento detallé que todos voltearon a mirarme. Abrí mis parpados y me erguí en el asiento. En efecto, el profesor se dirigía a mí. Los nervios arroparon mi cuerpo, sabía que algún día él tenía que reconocerme. – ¡Pero no ahora!- Exclamé pensando en alguna rápida estrategia.
-¡La chica nueva es penosa!

Ante el comentario vergonzoso de un compañero supe que no debía quedarme sentada en el puesto. Voltee a mi lado derecho y visualicé a Valeria.
-Valeria préstame tus lentes.
-¿Qué? -Preguntó aquella con extrañeza.
-Sí, es que tengo problema en la vista y no veré bien el pizarrón.

-No sabes cuál es el número de aumento que tengo yo, dudo que te funcionen bien.
-Préstamelos que el profesor me está esperando –Insistí hasta que me los entregó.
-No lo tomes personal, trato siempre de pasar al que menos sabe para que aprenda –dijo Darwin cuando percibió que me acerqué con una cara seria sin dirigirle la mirada.
Tomé el marcador de su mano mirando hacia el pizarrón, o eso trataba de hacer, como me advirtió Valeria, los cristales tenían un super aumento que impedía que viera con claridad.
-¿Cómo te llamas?
-Nathalia –respondí yo, me puse nerviosa al notar que intentaba ver mi rostro.
-¿Sabes cómo resolverlo?
-‘‘Como voy a saberlo teniendo los lentes puestos’’ –dije mentalmente.
-Baja los primeros números ¿qué signo se le colocaría?
El profesor trataba de ayudarme, entendí que para retirarme debía resolver el ejercicio, no había otra opción.
De frente al pizarrón, cuando el profesor se situaba a espaldas de mí, me quité los lentes para leer los números con claridad y empecé a seguir sus indicaciones.
-¿Observaste lo fácil que fue? –Expresó él cuándo tapé el marcador al terminar.
-Si profesor –Afirmé antes de retirarme. Siendo mentira, ni siquiera puse atención a lo que estaba haciendo. Mi mente solo analizaba que ese hombre expresaba una personalidad distinta a aquel personaje en la disco. Quizá la diferencia habrá sido por los efectos del alcohol.
-Pásame los lentes, no he copiado nada, sabes que no veo –dijo Valeria con insistencia cuando regresé a mi puesto, se los entregué con una cara de extrañeza al notar su desesperación porque el ejercicio no lo tenía escrito en su cuaderno.
-Escribe tú y luego me lo pasas, estoy cansada y no quiero copiar.
-¿Cómo puedes estar agotada? Es la primera materia del primer día de clases –Expresó ella.
-Pasar a la pizarra cansa, además de que es fastidioso.
Tapé media cara con mi cabello cuando el profesor hablaba y empezaba a mirarnos a todos.
-Todos estos ejercicios son un repaso del año pasado. Deben irlos estudiando para empezar a entrar en materia –Y bla, bla, bla.
-Que fastidio -susurré.
Minutos más tarde al acabarse la clase recogía mis cosas para ver la siguiente materia en otra aula.
-Nathalia, te quedas un momento, necesito hablar contigo.
Yo fruncí mi ceño. Las sifrinas me veían con una cara de burla y repulsión asumiendo que el profesor me echaría un regaño.
-¿De qué querrá hablar conmigo? –Surgió la interrogante antes de intentar acercarme –Es sobre lo que pasó entre nosotros –Asumí.
-¡Dios mío y ahora qué hago! –Expresé luego de que Valeria se fuera sin prestarme los lentes- Tenderé que dar la cara- dije sin hallar más opción- ¿Qué es lo peor que pudiera pasar?... Que se avergüence y ya no me dirija más la palabra -Me pregunté y me respondí a los tres segundos. ¡Excelente! -Exclamé con una sonrisa- Así no me pasará más al pizarrón.
Los nervios me envolvían, respiré profundo y me dirigí despacio hacia su escritorio donde él me esperaba.
Nathalia –dijo levantándose del asiento y colocando su libro sobre el escritorio.
-Dígame –expresé en tono seco y lo miré con cara seria, eché la inseguridad a un lado y me dispuse a escucharlo. Al final él fue quién me sedujo aquella noche…
-Noté que no supiste hacer el ejercicio –Continuó- Ni siquiera sabías como empezaba –Yo lo escuchaba atentamente- Estos ejercicios son de la clase del año pasado. Todos ya deberían saberlo.
Jamás me habían agradado los regaños, y como ser contestona era una conducta de mi personalidad, no me cohibí en justificarme.
-Sí. ¡Pero usted tiene que explicar bien antes de mandarme a mí a resolverlo! ¡El año pasado fue el año pasado y todo se olvida! ¡Además, yo no estudié el año pasado!
-No has sido mi alumna antes ¿verdad? No me acuerdo de tu rendimiento. Aunque sé que no eres nueva, tu cara me parece conocida.
-No soy nueva en esta escuela, solo me atrasé dos años por enfermedad.
-Apenas tengo un año aquí. Probablemente le di clases a una hermana tuya.
Ante su mirada de extrañeza, me di cuenta en que dilataba en reconocerme. Así que aproveché a desviar el tema antes de que su cabeza encontrara el parecido.
-En una tienda. Probablemente nos vimos en una tienda cuando trabajé como vendedora. ¿Y tengo que practicar los ejercicios? ¿Habrá examen?
-Claro, lo expliqué en clases, habrá una evaluación al final de semana. Sobre todo lo que se vio en segundo año. Puedes conseguir los cuadernos prestados con tus compañeros para tu mejor entendimiento.
Me despedí y salí de esa aula con un odio por dentro, unas de las cosas que siempre he detestado de la escuela, son los profesores fastidiosos. Te obligan a aprenderte cosas que son inentendibles para el indefenso cerebro adolescente.
A Darwin no podía percibirlo como un simple profesor de matemáticas, porque quizás haya algo más que nos una, que una simple noche de pasión, pero… ¿Será él? ¿El dueño de la billetera encontrada? ¿O me estaré equivocando?