Capítulo 47
1115palabras
2023-04-12 00:02
Después de que terminó su sesión fotográfica, Teresa salió del estudio, ya que tenía que realizar un cambio de vestuario para la siguiente toma. Sin embargo, cuando regresó al camerino, se encontró con la asistente de Jenny que montaba guardia en la puerta, y miraba a Teresa con un aire provocativo.
"El señor Potter está adentro. Por favor, espera un momento".
Teresa la miró con toda tranquilidad, la apartó de su camino e ingresó al vestidor. 

Una vez dentro vio a Jenny sentada en la falda de Aston, aferrada a él de forma apasionada, tal cual los había descubierto aquella noche en la que tenían una aventura en la cama. En aquella oportunidad ellos habían continuado como si nadie estuviera presente, triunfantes; en esta, Jenny ya no pudo continuar cuando la vio, no esperaba que irrumpiera de ese modo. 
Teresa contempló la escena sin ira ni dolor, sí sintió desprecio.
"Seguimos esta noche en el hotel", sugirió Aston, que también expresó su rechazo.
"Te amo, Aston", Jenny le confesó su amor, victoriosa, como si hubiera conseguido arrebatarle a Aston. Por supuesto, eso era lo que ella creía.
"Yo también, cariño". Después de mimar a la mujer en sus brazos, Aston se puso de pie y advirtió mirando a Teresa: "Chicas, en un rato, estarán juntas en la sesión de fotos, tienen que cooperar la una con la otra, y esto va para las dos. No busquen problemas ni hagan comentarios desagradables, ¿entendido?".
"Aston, ¿todavía no te das cuenta de que ella está aquí para causarnos problemas? No te preocupes, la vigilaré".

Teresa no emitió palabra en ningún momento, se limitó a conversar en un tono amable con la maquilladora y la vestuarista, y continuó con su actividad. Aston salió del camerino con una expresión de enfado y se dispuso a averiguar sobre el trabajo que Jenny había realizado en el estudio. Las respuestas que obtuvo fueron todas buenas, prometedoras y contundentes; diferentes eran las reacciones que tenían ante la labor de Teresa: los miembros del equipo sonreían sin hacer ningún comentario, y sí, el resultado era perfecto, indescriptible. Aunque, a los ojos de Aston, Jenny había dejado una mejor impresión. 
Había llegado el momento de fotografiarse juntas para la portada de la revista, y el vestuarista preparó un vestido blanco para una y uno negro para la otra, ya que tenían que escenificar a dos hermanas. Al principio, los tonos oscuros estaban pensados para Jenny, era más adecuado dada la actitud seductora en ella, mientras que con la dulzura de Teresa iba mucho mejor los tonos claros. Sin embargo, como el blanco era más llamativo, Jenny se empecinó en usar ese; y el vestuarista, bastante avergonzado, no sabía cómo reaccionar.
"Dáselo a ella, pero no se puede arrepentir", cedió Teresa sin mostrar ningún tipo de oposición.
"¿Eres adicta a robarlo todo?", estalló Brittny iracunda mientras escoltaba a Teresa.

"Tu jefa está de acuerdo, eres solo su asistente, no tienes poder de decisión", presumió Jenny y recogió el vestido blanco. 
Brittny mostró su descontento zapateando, pero Teresa se volvió hacia ella y le dijo: "Ese vestido le queda perfecto".
Al escucharla, Brittny comprendió al instante que Teresa se traía algo entre manos, era imposible que se lo cediera así como así, de modo que se tranquilizó poco a poco. 
Así pues, intercambiaron la ropa, eran "cheongsams". Jenny estaba en verdad satisfecha por la conquista obtenida, y no hubo quien dejara de admirarla, en especial por el aire angelical que le otorgaba el bordado de su bata, era el complemento ideal para ella.
Jenny no era tonta, sabía que los colores brillantes de ese atuendo eran más llamativos, por lo que no resignaría esa opción, y consideraba que el negro era monótono y acartonado, tal como ella veía a Teresa. 
"El negro te sienta muy bien", la halagó Jenny, que creía que podría destacarse mucho más si hacía que Teresa vistiera tonos oscuros y hacía que permaneciera detrás de ella.
"Y a ti el blanco", Teresa la elogió con amabilidad.
"¡Estamos por comenzar! Por favor, prepárense, señoras", gritó el asistente del fotógrafo del otro lado de la puerta.
Jenny miró a Teresa con frenesí, era la primera vez que compartirían el estudio y tenía una gran oportunidad para mostrar sus habilidades, quería que todos supieran que cada centímetro de su cuerpo era mejor que el de esa mujer. 
Luego, ambas entraron al espacio donde trabajarían, cuya ambientación mostraba una calle moderna y concurrida. 
Ni bien las vio, el fotógrafo tuvo la impresión de que Teresa no solo era buena modelando, sino que también tenía algunos conocimientos de fotografía, ya que sabía qué ángulo la favorecía y tenía un buen dominio de la luz, sin duda, estaba al tanto de qué se trataba la armonía cromática.
¿Y por qué el fotógrafo había pensado en eso? En el escenario de fondo, los colores que predominaban eran los típicos de una locación maltrecha, aunque el color blanco prácticamente invadía el cuadro. Era como un trozo de papel donde ningún otro elemento del mismo color llamaría la atención. 
Pero ¿cómo se vería si hubiera un pequeño punto negro? Por insignificante que fuera, no dejaría de ser el centro de atención del espectador.
"¿Teresa nos vio cambiar el decorado?", el fotógrafo le consultó a su asistente para probar su hipótesis.
"Creo que solo nos vio cambiar el fondo...", le respondió.
Por supuesto, como buena profesional sabía aprovechar la situación, el lugar y las personas; era imposible que una modelo así no fuera famosa. Después de su análisis, el fotógrafo apreció a Teresa aún más, dado que Jenny lo único que tenía en mente era competir para alcanzar el éxito y superarla; en cambio, Teresa había accedido a los pedidos y había satisfecho los deseos de la mujer.
"Vamos, prepárense... Estamos a punto de empezar. En esta escena, la señorita Simonson estará adelante y la señorita Holland en el fondo. Tienen que mostrarse muy entusiasmadas ante su primera experiencia en esta calle".
Al escucharlo, Jenny se glorió porque la elección del vestuario había sido la más indicada, estaba segura de que esa tapa de revista sería un éxito. Con total arrogancia, se dio la vuelta y tomó con desdén la mano de su colega, en tanto que hacía un ademán de urgencia.
Pero ¿cómo reaccionó Teresa? Se quedó observando el puesto de un pequeño vendedor en el fondo, que tenía todo tipo de telas hermosas. Parecía que disfrutaba mucho lo que veía, no quería alejarse de allí, y eso lograba transmitirlo. Estaba cómoda en ese espacio y le permitía mostrar su hermoso perfil: la actitud animada que tenía atrajo la atención de todos.
De este modo... Jenny... Pasó a ser parte del paisaje.