Capítulo 10
1176palabras
2023-02-16 00:59
Emmet y yo estábamos en su auto mientras él conducía, me había contado a donde nos dirigíamos y aunque no quería hacer esto, él tenía razón, era necesario para que ellos me dejaran en paz por el momento, sin embargo, cuando él me dijo que íbamos a ir a un restaurante para ver a mi padre y a mi abuela los nervios se apoderaron de mí, no sabía cómo actuar o que decir y Emmet tenía razón en decírmelo después del desayuno, porque lo más seguro era que no hubiese comido nada si es que me lo decía antes.
-Si quieres podemos regresar al internado- Me dice con su mirada fija en el camino- No tenemos la obligación de ir.
-Tenemos que hacerlo- Le digo tratando de tranquilizarme- Si no lo hago estoy segura de que todo se va a complicar aún más y ya en cualquier momento las clases van a empezar y no quiero que ellos me distraigan de mis estudios, me queda un año y medio aún y lo quiero disfrutar.
Ambos nos quedamos callados y me puse a pensar en lo que habíamos hablado en la habitación después del beso que nos habíamos dado, un beso, que, aunque habíamos dicho que no lo íbamos a repetir, yo deseaba repetirlo, pero no podía pensar en eso en este momento, lo importante era pensar en lo que Emmet había dicho.
Mi abuela quería verme para decirme lo disconforme que estaba conmigo y mi padre iba a estar con nosotros para controlar el temperamento de mi abuela, aunque Emmet me dijo que dudaba que lo consiguiera.
-Llegamos- Me digo Emmet y yo lo miré asustada- No tienes por qué temer, ella no te va a dañar entre tanta gente.
- ¿Estás diciendo que si me encuentro a solas con ella si me va a dañar?
Él no me contesto y sabía que si seguía insistiendo en que me contestara no me iba a gustar ni un poquito su respuesta por lo que opte salir del auto y lo espere para entrar juntos al restaurante en el cual nos esperaba lo que se suponía una parte de mi familia.
Emmet me agarro de la mano, entrelazándola con la mía como últimamente venía haciendo y así los dos empezamos a caminar hacia el restaurante, cuando entramos nadie le pregunto nada a mi amigo, simplemente lo habían dejado pasar e hicieron una reverencia como si se tratara de un rey.
-Te explicaré luego esto- Me dice en un susurro y yo asiento- Primero nos tenemos que encargar de lo que sea que quiera tu abuela.
No dije nada, pero concordaba con él, primero lo más importante era tratar con la loca y después hablaríamos de todo lo demás.
Llegamos a una mesa, en la cual estaba sentada una señora que a pesar de ser mayor no se notaba, yo le daba unos cuarenta, cosa que no podía ser.
-Lilith- Me dice la señora con cara seria- No tendrías que andar de la mano así con ningún chico y menos uno que no es tu novio o prometido.
-Estoy así con él porque precisamente es mi novio- Dije sin pensarlo- Pero si no lo fuera y yo aún quiero darle la mano, es mi problema, no el de usted.
-Pequeña insolente- Gruñe la señora asombrada de que le hablara así- Se nota que tu madre ni siquiera a hablar con tus mayores te enseño.
-Madre- Le advierte un hombre que estaba sentado lo más lejos posible de la señora y es en ese momento donde me percato de el- Te agradecería que no hablaras mal de mi mujer.
-Una mujer que está muerta.
-Es mejor que nosotros nos vayamos- Dice Emmet- No creo esto haya sido una buena idea traer a Lilith con ustedes.
La cara del hombre que se suponía era mi padre se tensó ante las palabras de Emmet y la señora que se suponía que era mi abuela puso una cara de enfado que jamás había visto en ninguna otra persona.
-Siéntense- Ordeno la señora- Tenemos que hablar.
Miré a Emmet y asentí, ya quería sacarme esta conversación de encima lo antes posible para después respirar tranquila, por lo que ambos nos sentamos aún agarrados de la mano.
- ¿Desde cuándo estás de novia con Emmet?
-Desde hoy- Le respondí- Él gusta de mí y yo de él, por lo que no vi el problema de ponernos de novios
-En Nueva Orleans soy yo la que decide eso.
-Puede que si para las demás personas querida abuela- Le digo con una sonrisa y Emmet me aprieta la mano para que no siga, pero ya había empezado y no podía parar- No soy de Nueva Orleans, puede que naciese acá y que mi familia sea de acá, sin embargo, no crecí acá y mi madre me enseño que nadie puede decidir por mí, ni siquiera las personas que son sangre de mi sangre pueden decidir por mí.
-Por ti- Me dice señalándome mi abuela- Sin embargo, si puedo decidir por él.
Emmet apretó mi mano y miro furioso a mi abuela, ambos sabíamos a lo que nos ateníamos cuando ideamos este plan y la verdad tenía miedo de que mi amigo me dejara sola para no sentir la furia de mi abuela sobre él o sobre su familia, sin embargo, aún se aferraba a mi mano, sin importarle que mi abuela lo señalara.
-No puedes madre- Hablo mi padre- Ellos ya tuvieron relaciones íntimas, al parecer tu plan de que se acostara con Cassiel te jugó en contra madre y con el que termino acostándose mi hija fue con Emmet.
Así que la loca que había orquestado que yo me acostara con el idiota, ese había sido mi abuela y seguramente ese tal Cassiel sabía esto.
La señora no dice nada y yo me levanto de mi lugar, ella no merecía ni mi tiempo ni el de nadie, tampoco parecía que con este almuerzo me iba a dejar de molestar, por lo que era mejor que Emmet y yo nos fuéramos, porque estaba segura de que ni siquiera íbamos a poder comer.
-Gracias por tomarse el tiempo de venir para que los conociera- Dije y le hice una seña a Emmet para que se parara- Pero necesito llamar a mi abogado para que comience con los trámites de emancipación, no necesito nada de ustedes y les agradecería que me dejaran tranquila por el resto de lo que me queda de vida.
-Eres una Clutterbuck y tienes que comportarte como tal.
-Jamás fui una Clutterbuck- Les dije- Yo soy Johnson sin importar el hecho de que ustedes me cambiaron el apellido sin mi consentimiento
Con eso último dicho me alejé de la mesa con Emmet a mi lado, este almuerzo no había sido para nada productivo, y estaba segura de que me había ganado una enemiga al enfrentarme a mi abuela así, pero ya lo había decidido, no iba a estar por mucho tiempo acá y mientras menos era mejor.
Me tenía que ir, cueste lo que cueste