Capítulo 46
1636palabras
2023-03-01 11:00
Capítulo 46: Sariah, la poderosa Luna.
***
Desde el salón de actos, las élites discutían sobre Sariah. Taurus y Cadmus conversaban sobre su embarazo.
"He dicho que su majestad no puede estar en guerra. Dará a luz Cadmus. Le estaríamos dando a los cazadores y rebeldes, una señal para atacar su punto débil", sentenció Taurus.
"Ella ya lo planeó todo. No podemos ir en contra de sus designios. Es la futura reina del Alfa, la futura gobernante del reino", soltó Cadmus serio.
El mencionado se limitó a negar; con la frustración plasmada en su rostro. Dijo: "No podemos arriesgarle; ni a ella, ni al heredero del Alfa".
Pero, poco sabían que la muchacha se paseaba por allí; y les oyó hablar de su persona. Tal parecía que no confiaban.
Así pues, intrigada su frente se arrugó.
"¿Me están diciendo que están en contra de la decisión del Alfa?", habló la recién llegada desde sus espaldas.
Ambos le miraron con asombro.
"N-No lo estamos... su majestad. Solo nos encontramos asustado por su situación. Bien sabe de su estado", trató de explicar Taurus. No obstante, sus palabras fueron interrumpidas por una Sariah peligrosa, fría y superior: "No soy reina en este reino, pero puedo transformarme en una en mi poder, solo para dirigir la guerra que se aproxima".
Entonces, levantó la mano; mostrando su poder. Una luz brillante aturdió a las dos élites; sus ojos abriéndose de par en par cuando comenzó a tocar el pequeño destello con sus palmas.
"T-Tú... tienes el poder de la Diosa de la Luna. ¿C-Cómo ha ocurrido?", tartamudeó Taurus; demasiado atónito por lo que avistaba
Cadmus siquiera se sorprendió. El lo sabía; ya que el libro de profecía lo dictaba. También creía que Sariah era la Luna que ejercía el poder de dicha deidad con mayor intensidad.
La fémina miró a Taurus, sin expresión.
"Porque soy la poderosa Luna, puedo matar en un instante", sentenció.
El susodicho contempló a Cadmus. Confundido, interpeló: "¿Es... cierto?".
El hombre asintió con la cabeza; pero aún así, sus ojos se dirigieron a Sariah: "La profecía lo dice. Ella es superior; quién tiene el poder más potente de ésta divinidad".
Taurus seguía en sus treces. Parpadeó dos veces y nuevamente visualizó a la dama. La luz en su palma era maravillosa, aunque tenía una mezcla de elementos de fuego. Ardía entretanto el alumbrado se concentraba a su alrededor.
"Desafíame; y no se te dará piedad. No soy una reina, pero tengo el poder", rugió estruendosamente.
Y en un instante, la luz de su palma se desvaneció; mostrándose inexpresiva, y hasta sombría. Les dedicó una sonrisa peligrosa.
"Su majestad, lamento lo que dije antes. Simplemente no quiero arriesgar su vida y la del heredero del Alfa. No podemos; y aún así, tampoco debí haber cuestionado lo que presencié hoy", anunció Taurus inclinando la cabeza; esperando las palabras de la joven.
"No me hallaría aquí si el Alfa no estuviese seguro de que yo los guíe. Aprecio lo preocupado que están; sin embargo, no soy una reina y tampoco tengo poder si no me uno a la batalla", expresó.
Cadmus suspiró, cuando enunció: "Lamento el acto imprudente de mi compañero, su majestad. Por favor, discúlpenos; debemos prepararnos y charlar algunas lagunas que pueden destruir la barrera del palacio".
Saríah asintió con la cabeza; observándoles alejarse del salón de actos. Entonces, suspiró y se sentó. Una vez allí, examinó sus palmas; cuestionándose el poder que le había otorgado la Diosa de la Luna.
De repente, una luz apareció en su palma. Jugó con ella, pero fue interrumpida por el Beta: "Sariah... E-Estoy sin habla ante tu poder. Fue increíble. Todavía no logro creerlo".
Entonces, sintió que algo andaba mal con Dillon Parecía sudoroso y nervioso. Arrugó su puño y colocó los brazos sobre su pecho.
"¿A dónde fuiste?", preguntó ella con frialdad.
"Al bosque... Todo era un caos. De hecho, vi cazadores y rebeldes dispersos... Les oí, Sariah", contestó.
Frunció la frente, y con curiosidad interpeló: "¿Qué escuchaste? ¿Por qué estabas en ese lugar, Dillon?".
"Asesinarán al Alfa, y planean advertirnos para que nos retiremos de la guerra", anunció.
Sariah apretó los puños, y golpeó la mesa con las manos. Estaba molesta; deseaba matarles a todos, pero se hallaba preocupada por Archer.
"No dejes que las élites sepan de esto. Vayamos allí esta noche. Mientras desviamos su atención, quiero presenciar cómo los aniquilan mis manos", ordenó.
"¿Cuál es tu plan para ello?", interrogó el Beta.
"Hacer que paguen, jugar con ellos", dijo con una mueca peligrosa. Incluso Dillon le temió.
A continuación, el caballero asintió con la cabeza y manifestó: "De acuerdo. Eres peligrosa, Sariah".
"Oh. No lo soy", se jactó.
El Beta cerró los ojos, y lanzó un suspiro. Añadió: "Buscaré a Leia. Ella nos acompañará".
Sariah sacudió la cabeza; encaminándose hacia la cámara del rey. Al entrar, un aroma varonil y un entorno real le dieron la bienvenida. Así pues, acariciando su redondeado vientre, habló: "Hola, cariño. ¿Te gusta los aposentos de tu padre?".
En ese instante, el heredero del Alfa pateó; lo que le lastimó. Pero ella solo se rió, disfrutando de la sola presencia del pequeño. Era como si él estuviese de acuerdo con lo dicho.
"Sé que te gusta, cariño... Y aún más cuando tu papá esté aquí", susurró.
Nuevamente, su hijo pateó; como si desease salir ya de su barriga.
"Oh cariño, sé que estás emocionado", agregó.
La muchacha yacía boca arriba en la cama; atisbando hacia el lado derecho, donde se encontraba la ventana. Cerró los ojos, pensando de nuevo en su compañero y futuro esposo.
**
En otro lugar, Archer sintió un dolor insoportable en el estómago entretanto los cazadores continuaban golpeándole.
"¡Oye, vamos! Sé el Alfa despiadado de siempre. ¿Dónde está tu valentía?", gruñó el príncipe de los rebeldes.
Jadeando, en busca de aire, cerró los ojos; sintiendo la sola presencia de su corazón latiendo.
No obstante, cuando les abrió, estaban rojo sangre. Ya no era el Alfa débil de hace un momento. Ahora se mostraba frío, oscuro, misterioso y peligroso; haciendo retroceder al monarca enemigo.
De hecho, siquiera intentó de librarse de la cadena. Simplemente lució su peligrosa sonrisa ladeada.
"Me tienes miedo. Así que, no necesito mostrarte mi valentía. Eres solo una criatura inútil. Es más, tampoco importa cuán golpeado o castigado esté mi cuerpo... sigo intimidándote. ¿Te acabas de mear en los pantalones? ¿Un miembro de la realeza? Das asco", murmuró fríamente.
Entonces, el príncipe rebelde gruñó producto de la ira. Golpeó a Archer.
"¡Cómo te atreves a faltarme el respeto!", gritó.
Archer intentó sonreír diabólicamente. Se mofó: "No eres un miembro respetado de la realeza. ¿Por qué habría de mostrar respeto con una criatura inútil como tú?".
"Te mataré. Mataré a tu heredero", chilló.
La expresión de Archer se tornó fría y oscura. Expresó: "Si te atreves a lastimar a mi heredero... evita que te persiga hasta el infierno y te encuentre allí con mi demonio".
"¡No le tengo miedo a Satanás!", replicó.
"Pero a mi sí. Tengo el ojo del diablo... lo que significa que soy el mismo Satanás", expuso.
El soberano de los rebeldes tembló. De hecho, retrocedía entretanto le señalaba con el dedo índice. Ordenó a sus cazadores que lo torturasen y se alejó.
A Archer le dolió el cuerpo. Jadeaba por aire mientras el látigo plateado tocaba su espalda. Sintió sangre en ella correr, pero intentaba luchar con todas sus fuerzas un poco más.
"U-Una vez que esté fuera de estas cadenas… todos ustedes se reunirán con Satanás”, advirtió.
La tortura se detuvo; y con ello, los cazadores del recinto se retiraron. El Alfa inhaló y exhaló; tratando de conectar su mente con la de Sariah.
"M-Mi descarriada...", le llamó.
Saríah apareció: 'Oye... ¿estás bien? ¿Te lastimaron? ¿te torturaron?'.
'Estoy bien, cariño... es sólo que no puedo respirar...', mintió Archer.
Sariah comenzó a sollozar: 'Estás mintiendo, Alfa. Fuiste torturado, ¿no? Deja de mentirme'.
El chico cerró los ojos, y le aseguró: 'Todavía estoy bien, mi descarriada... aunque me torturen mil veces, estaré bien'.
Los labios de la fémina temblaron; preocupada por él. Ni siquiera lograba pensar correctamente.
'Yo… iremos al bosque esta noche, Archer; y quiero que confíes en mí', dijo finalmente.
La frente de Archer se arrugó. Su voz tronó: 'Sariah, tengo miedo... serás mi muerte definitivamente'.
'Necesito alertarles, para destruir sus planes. Dillon me informó que están dispersos por el bosque; y no me quedaré aquí sentada cuando pueda ayudar y destruirles. Te matarán esta noche', informó.
'Matarme... ¿qué? No entiendo, cariño... por favor, no hagas estupideces.. te lo ruego', demandó con voz preocupada.
'No puedo perderte, Archer. Si soy tu verdadera reina, déjame hacer mi papel. Déjame ser tu reina', insistió.
El hombre maldijo; y es que ella tenía la razón. Llegado a este punto, sabía que no podía hacer nada al respecto. Suspiró.
'Por favor, mantente a salvo mi descarriada; y dile a Dillon que te proteja a toda costa. Incluso a tu loba. Enviaré a algunos de los míos para que te vigilen', anunció.
El corazón de Sariah se derritió. Aún cuando el Alfa no estaba a su lado, siempre se mostraba atento y protector. Definitivamente estaba ansioso por cuidar de su reina; ahora más todavía que estaba a punto de dar a luz.
'Tengo el poder de la Diosa de la Luna, Archer. No arriesgaré mi vida porque sé que ella está conmigo', dijo concienzudamente.
Él lo sabía. Las élites ya le habían informado sobre el poder de la diosa de la luna; que habría una Luna con dichas facultades ligada a su persona.
"Lo sé, mi descarriada... lo sé muy bien. Estamos destinados a encontrarnos. De hecho, estoy obligado a casarme con la poderosa Luna que tiene el poder de la Luna'. Tras una pausa, agregó con dulzura: 'Y esa eres tú; tú serás mi reina'.