Capítulo 28
1503palabras
2023-02-21 17:06
Capítulo 28: Preocupado como una bestia indómita.
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Se sintió pesada apenas despertó; luego de esa alucinante y dolorosa relación sexual. La cabeza le daba vueltas.

Incluso sintió frío; no obstante, trató de levantarse de la cama más no lo logró. Así que, cuando sus ojos se posaron en el reloj de pared, se masajeó y se obligó a bañarse.
“J*der, ¿por qué duele?”, se regañó a sí misma.
Entonces, recordó claramente lo sucedido la noche anterior. Fue un coito duro. De hecho, aún le ardía su feminidad; sintiéndole estirado por algo enorme.
"Maldita sea. Ahora, ¿cómo podré olvidar estar con el Alfa?", enunció por debajo de su pesada respiración.
Y luciendo coja mientras salía del cuarto, encontró a Lilac con una expresión de asombro en su rostro.
“¿Qué pasa con tu cuerpo? ¿Por qué caminas así?, preguntó.

Saríah negó con la cabeza, y replicó con agresividad: “N-Nada... Me resbalé en el baño”.
Curiosa, Lilac asintió y se despidió. A continuación, nuestra protagonista bajó las escaleras; encaminándose al comedor.
Oyó voces, conversaciones y gorjeos. Trató de asomarse, pero alguien le arrastró por detrás; lo que provocó que la gente se detuviese y mirase en su dirección.
“Le atrapé, Alfa. Estaba espiando fuera del comedor", se quejó el desconocido.

Sariah se zafó del agarre; y en un abrir y cerrar de ojos, Archer se encontraba frente a ellos, con su expresión oscura y fría habitual.
"¿Quién demonios te crees para tocar a la descarriada?", gruñó.
Así pues, apartó el brazo de ésta de su guerrero. Estaba furioso; podía verle temblar...
Entonces, la gente dentro del recinto comenzó a susurrar.
"¿Es tu esposa, Alfa?", cuestionó el tipo de abrigo negro.
“No, ella es solo una descarriada...”, contestó. Con el ceño fruncido, añadió: “...no le den interés, no es más que una basura que casualmente me vendió su alma”.
En ese instante, Sariah sostuvo el brazo de Archer, llamando su atención.
“Alfa”, llamó.
El caballero la miró, y replicó: "¿Qué descarriada?". 
“Debería salir; tal parece que tienes una discusión importante”. enunció.
A Archer no le importó lo que dijo, y la empujó; haciéndola tropezar ligeramente en el suelo.
"Fuera; aquí no te necesitan", ordenó. Seguidamente, agregó: "¿Y qué d*ablos llevas puesto?".
Sariah parpadeó dos veces, y contestó: "Ropa, ¿supongo?".
El hombre apretó la mandíbula y los puños al sentir los ojos de aquella élite en ella.
“Miren hacia abajo, caballeros. Es más, un vistazo hacia su persona, y no dudaré en arrancarles los put*s ojos”, siseó. 
La fémina se mordió el labio inferior. Deambuló alrededor; percatándose que los allí presentes acataban la orden.
"Debería irme... Lamento haberlos molestado”, dijo en voz baja y débil.
Y así, no esperó a que él hablase; le dio la espalda y se marchó.
Trató de caminar correctamente; ya que podía sentir la mirada de Archer detrás de ella. Suspiró aliviada cuando un aire fresco la recibió fuera de la casa real.
En este punto, Sariah tarareaba; mientras paseaba por el jardín y se detenía para visualizar las flores florecer.
“Tan bonita... Si yo fuese bonita y boyante como tú...", susurró.
Se sobresaltó cuando alguien habló a sus espaldas. Dándose la vuelta, notó al Beta de Archer.
“Las flores no hablan”, se mofó Dillon. Agregó: “¿Por qué estás aquí, Sariah? Si el Alfa te viese en este lugar, te arrastraría dentro de la casa real”.
La muchacha sonrió amargamente, cuando contestó: “He venido a tomar un poco de aire fresco. Regresaré y comenzaré a hacer mis quehaceres. Solo necesito calmarme y descansar un poco”.
Beta Dillon se inquietó tras su acción. Interpeló: “¿Estás bien? Te ves pálida. ¿Has comido?".
Ella sacudió su cabeza, y anunció: “Todavía no tengo hambre, pero estoy bien. Puedo arreglármelas".
Sin embargo, no le convenció. Por ello, observó sus acciones. Incluso su forma de andar y expresiones faciales.
"¿Está segura?", cuestionó. 
“Sí, no te preocupes por mí. Si me disculpa, debo irme Beta”, dijo.
'¡D*monios! Claro que no estoy bien. Al parecer tengo algo de fiebre', pensó.
Limpiando la biblioteca, se sintió indispuesta y mareada. Lloraba en el suelo de mármol; sin lograr ponerse en pie.
Sostuvo y masajeó su sien para aliviar el dolor de cabeza, pero no sirvió de nada. Por lo que se recostó en el suelo, y cerró los ojos. Pero, al escuchar el crujir de la puerta y percibir el aroma de Archer, se levantó. 
"¡Maldita descarriada!", gritó furioso.
Y antes de que siquiera pudiese alcanzarla, ella se enderezó y lo miró fijamente; aunque fuera en su estado débil.
"Sabes qué, Archer, estás haciendo un gran trabajo al hacerme sufrir", espetó con frialdad. Tras una pausa, añadió: "Ya estoy harta de tus mi*erdas. Sí, quieres embarazarme para tener un heredero; pero ¿no puedes ser un poco considerado?".
El color de los ojos del mencionado cambió a rojo nuevamente. Estaba furioso y deseaba estrangularla hasta que suplicase. No obstante, se limitó a apretar los puños, y la mandíbula.
“No provoques mi ira, descarriada… ¿Y qué d*ablos llevabas puesto? ¿En serio? ¿Camisones frente a las élites?, se burló.
Entonces, escaneó todo su cuerpo.
Sariah tragó saliva. El deseo y la lujuria envolvieron su sistema.
"Yo... lo siento, Alfa", murmuró débilmente.
Archer caminó en su dirección; deteniéndose frente a ella con una expresión oscura y fría. Su frente se arrugó al verle temblar; no obstante, su ira y orgullo sobresalieron.
“Limpia mi habitación, y después, usaré tu cuerpo de nuevo”. anunció; para luego acariciar su cabeza como un perro.
La chica se limitó a asentir con la cabeza como respuesta. 
De hecho, incluso en su estado débil, acató la orden y se dirigió a su destino. Tenía hambre cuando Leia penetró en sus pensamientos...
'Estoy cansada. ¿Qué hice para merecer todo esto?', dijo con voz quebrada.
'Oh, mi pobre Sariah. Está bien, querida. Podrás ganar todas las batallas de la vida; yo estoy aquí. No te mereces tal sufrimiento, pero debes ser fuerte', manifestó Leia.
'Tengo fiebre; y aún así no tengo comida ni agua que beber'. 
'Después de lo que el Alfa le hizo a tu cuerpo, ¡¿aún no has desayunado ni almorzado?!', gruñó Leia.
'Era una orden que debía obedecer', respondió ella.
Leia gruñía de tanta ira; sin embargo, Sariah la calmó.
'Terminaré mi trabajo, Leia. ¡Cuídate', enunció. 
Y tan pronto como el vínculo entre ambas se desvaneció, su cuerpo tembló profundamente. Convulsionaba, su cabeza se sentía mareada.
Entonces, caminó hacia el mini sofá de Archer y reposó su cuerpo. Cerró los ojos, y no los abrió hasta que se quedó dormida.
Archer, quién se encontraba ocupado leyendo algunos escritos, echó un vistazo al gran reloj de pared. Ya eran casi las seis de la tarde, pero ni siquiera había visualizado a Sariah bajar las escaleras.
Arrugó la frente, y llamó a Beta Dillon para que la ubicase.
"Busca a esa descarriada. Repórtame inmediatamente; ¡La quiero aquí!", ordenó.
Dillon tragó saliva, y abrió la boca para hablar: "¿No estaba limpiando tu habitación? Será que, ¿se quedó dormida en tu cama?".
Archer dio un golpe a la mesa y se enderezó al pensar en él y Sariah en sus aposentos. Sabía que estaba cansada; se había asegurado de ello.
"Ya no importa, iré a mi habitación", dijo; sin importarle los destellos de sonrisa en Dillon.
Cuando llegó allí, todo estaba oscuro y frío; y un olor familiar le dio la bienvenida a sus fosas nasales. Así que, prendió las luces.
Archer recorrió los alrededores, hasta que sus ojos alcanzaron el mini sofá. Entonces, la vio dormir pacíficamente mientras abrazaba su cuerpo tembloroso de frío.
Acercándose rápidamente a ella, sintió algo extraño en su pecho; le preocupaba.
"¡Maldita descarriada! ¿Cómo es que tienes fiebre?", murmuró enojado.
Estaba inquieto; no sabía qué hacer. Se mordió el dedo índice entretanto observaba a Sariah.
Pero de repente, al rememorar su sumisión y orgullo de hacerla sufrir, se reprendió a sí mismo.
“¡Debería irme a la mi*rda! ¡No tengo piedad en absoluto!”, se maldijo.
Acariciando la cabeza de la chica, la contempló fijamente. Lucía muy mal; arrepintiéndose de sus rudas acciones.
“Oye, extraviada... Lo siento. Te hice sufrir, mi*rda. No sé qué es este extraño sentimiento; pero, j*der Sariah. Estoy muy preocupado”, murmuró.
“J*der, nena...”, dijo él; acariciándole la mano y depositando pequeños besos en ella. Agregó: “Soy un idiota tan despiadado...”.
Tal parece que su corazón se habría derretido en solo un segundo al ver la condición de la joven. Levantándose, tomó su edredón para cubrirle cuerpo.
Entonces, la miró fijamente un momento; luego se inclinó lentamente hacia abajo y le besó suavemente en la frente.
"Cariño... recupérate pronto, por favor”, suplicó.
Se hallaba inquieto; no sabía qué hacer. Su acción era muy diferente de las duras palabras que le dijo.
"Mi*rda, ¿soy demasiado cruel contigo?", susurró; con las manos en los bolsillos. 
“¿Por qué me siento así, descarriada? ¿Qué me has hecho? ¿Me embrujaste? Porque estoy enloqueciendo con este extraño sentimiento”, expresó; con la pura lástima brillando en su rostro.
'¡Me estoy preocupando como la mi*rda!', maldijo dentro de su cabeza.
"Nena... No te mueras", manifestó finalmente.