Capítulo 62
1364palabras
2023-03-04 00:01
Avergonzada por sus pésimas habilidades para el ajedrez, Hannah miró a Frankie y, con timidez, susurró: “Es mi turno.”
TFrankie torció los labios en una sonrisa, mientras la miraba, y volviéndose hacia el tablero, sin vacilar, levantó a la reina blanca, que aún no había movido, y la desplazó hasta amenazar directamente al rey de Tommy.
Se suponía que Hannah habría de perder el juego y, sin embargo, seis o siete minutos después la partida había terminado en un empate.

Tommy se quedó un rato mirando la partida que ninguno de los dos había podido ganar, y tras hacer un puchero, dijo: “Muy bien. Pero ahora, ella y yo, nos enfrentaremos contra ti. ¿Qué te parece?”
Mirando a Hannah, quien había permanecido en silencio, viéndolos jugar, y mirando luego su reloj, con una sonrisa, se excusó: “Bueno, se ha hecho tarde. Creo que lo mejor es que descanses, Tommy. Ya jugaremos la próxima vez.”
“¿Eso es todo? ¡Ay, no…!” gruñó Tommy, decepcionado.
“Así es”, asintió Frankie, recogiendo el tablero de ajedrez y las piezas que estaban sobre la alfombra y le dijo: “Ya son más de las once de la noche; recuerda que estás enfermo y que necesitas descansar… Ahora mismo.”
“¡Pero si no tengo sueño…!”, protestó Tommy.
Frankie terminó de guardar las piezas y el tablero dentro de un estuche y, poniéndose de pie, le explicó: “Puede que tú no tengas sueño, pero Hannah necesita descansar porque debe presentarse a trabajar por la mañana. No puedes esperar que se quede despierta toda la noche por culpa tuya, ¿verdad?”

Comprendiendo la insinuación de Frankie, Hannah se puso de pie de inmediato y con una sonrisa le dijo: “Tu tío tiene razón. Realmente se ha hecho tarde, así que lo mejor será que me vaya ahora. Procura descansar.”
“¡Oh, Frank; estás aquí!” Isabelle acababa de entrar a la habitación, mirándolos mientras se excusaba. “Lo siento tanto, Hannah. Me olvido del tiempo cuando estoy ocupada. No me había dado cuenta de lo tarde que es ya. ¿Por qué no pasas la noche aquí? Le diré a alguien que te lleve al trabajo por la mañana.”
Mirando que Isabelle se le aproximaba, Hannah se apresuró a rechazar la invitación, con una sonrisa en los labios: “Gracias por el ofrecimiento, pero le dije a mi amiga que regresaría pronto.”
La verdad es que le había enviado un mensaje a Tiana, avisándole que regresaría tarde a casa aquella noche.

Al comprender que Hannah estaba por marcharse, Tommy se incorporó frenéticamente en la cama, acercándose a ella y aferrándose a su mano, suplicando: “No te vayas. Quédate. A ti solo puedo verte cuando estoy enfermo. ¡Por favor, quédate solo un poco más!”
Al mirar de nuevo a Tommy, Hannah se sintió triste y renuente a marcharse. Hizo falta un momento de vacilación, al cabo del cual Hannah asintió: “Está bien. Ve a ducharte y, después de eso, quiero que te metas en la cama y leeremos un libro juntos. ¿Qué te parece?”
“¡Increíble!... Espérame… Voy a tomar la ducha ahora…”, respondió Tommy, emocionado. Sabía que Hannah había hecho una concesión, por lo que no debía mostrarse codicioso o, de lo contrario, ella podría cambiar de opinión.
“Bien, ve. Yo te esperaré”, dijo Hannah, dirigiéndole una sonrisa luminosa.
“De acuerdo”, respondió Tommy, accediendo con tal felicidad que corrió de inmediato hacia el baño por lo que no pareciera que estuviera enfermo en lo absoluto.
Frankie, quien se encontraba de pie junto a Hannah, no pudo evitar que sus labios se curvaran en una sonrisa al observar la dulzura en el rostro de Hannah, y dirigiéndose a Isabelle, le dijo: “Bueno, mamá. Me voy a mi habitación.”
“Muy bien. Buenas noches.”
“Me da gusto saber que Tommy te hace caso. A veces ni siquiera su papá puede hacer que lo obedezca”, comentó Isabelle tras un suspiro, luego de que Tommy se fuera al baño y Frankie fuera a su habitación.
“Tal vez solo se trata de que acaba de conocerme y, por el momento, todo le parece divertido o interesante en relación conmigo”, respondió Hannah.
Isabelle asintió, como para demostrarle que compartía su opinión, aunque, mejor que nadie, ella sabía que Tommy no solía mostrarse tan amigable e informal con nadie. Ni siquiera se sentía cercano a Iris, su propia madre, a quien nunca mencionaría, según lo había acordado para sí mismo.
Pero Hannah había sido en verdad una excepción.
“Ya será muy tarde cuando Tommy al fin se duerma. ¿Estás segura de que no quieres pasar la noche aquí?”, volvió a preguntar Isabelle.
“Sí, estoy segura. No tardaré mucho en volver.”
“Como quieras. En ese caso, iré a pedirle al conductor que se prepare. Luego de que Tommy se haya dormido te llevará de regreso a tu casa.”
"Gracias."
......
Durante todo aquel tiempo, William, Wayne y Frankie habían seguido trabajando, discutiendo juntos algunos asuntos, luego de lo cual todos hicieron algunas llamadas telefónicas, terminando poco después de la media noche.
Mientras Tommy siguiera con él, William iría a verlo todas las noches, sin importar lo ocupado que estuviera. Era un hábito que había desarrollado a lo largo de los años. Pero aquella noche las circunstancias eran bastante especiales.
"Adelante."
La sirvienta, que había estado esperando junto a la puerta, entró apresuradamente al escuchar la voz de William invitándola a entrar.
“¿Cómo siguió Tommy?”, preguntó Willian, como sin darle importancia, recostado contra el respaldo de su silla ejecutiva, al tiempo que cerraba los ojos, masajeando su dolorida cabeza.
“Su fiebre ha disminuido. Hace poco que se quedó dormido.”
“¿Y Hannah? ¿Se ha marchado ya?”, preguntó William, abriendo los ojos para mirar a la sirvienta.
“Todavía no, señor. Estuvo con Tommy todo el tiempo hasta que se durmió”, respondió respetuosamente la sirvienta, con la cabeza inclinada hacia abajo.
“Muy bien. Puedes retirarte a descansar ahora.”
“Muy bien, señor”, respondió la sirvienta, asintiendo, antes de retirarse.
William se levantó entonces de su asiento y se dirigió directamente a la habitación de Tommy.
Sin embargo, apenas se encontraba saliendo de su estudio, cuando vio una figura alta y esbelta saliendo de puntillas de la habitación de Tommy.
Era Hannah.
De pie junto a la puerta de su estudio, William arqueó las cejas mientras observaba a Hannah cerrando con suavidad la puerta del cuarto de Tommy, para luego dar la vuelta, avanzar por el pasillo y comenzar a descender por las escaleras.
Al ver que la figura de Hannah desaparecía tras doblar una esquina, de camino hacia las escaleras hasta perderse de vista, hizo que William sintiera deseos de seguirla. 
“La señora Scott me ha pedido que prepare para usted la habitación de invitados e incluso ha preparado una muda de ropa para usted. ¿Está segura de que no desea pasar la noche aquí?”, escuchó abajo la voz de una sirvienta, insistiendo en que se quedara, y la voz de Hannah, insistiendo en irse a pesar de lo tarde que era.
Hannah le dirigió a la sirvienta una mirada de agradecimiento, pero una vez más confirmó su decisión: “No, gracias. ¿Sería tan amable de decirle al conductor que me llevará a casa que saldré en unos minutos? Y, por favor, despídame de la señora Scott; y dele las gracias en mi nombre.”
Al ver que Hannah persistía en su propósito, la sirvienta se limitó a fruncir los labios con impotencia y le dijo: “El auto la espera ya afuera. Por aquí, por favor.”
“Gracias”, respondió Hannah, asintiendo, mientras seguía a la sirvienta hacia la salida.
De pie, junto a las escaleras, en el segundo piso, William permaneció de pie, observando a Hannah abandonar la casa en silencio, lo que hizo que sus delgados y sensuales labios se curvaran en una inexplicable sonrisa de placer de la que él mismo no era consciente.
William se quedó observando hacia la entrada, viendo a Hannah salir de la casa hasta perderla de vista y entonces se dio la vuelta y siguió hacial la habitación de Tommy.
Se detuvo junto a la puerta, la cual abrió con mucho cuidado. En una esquina de la habitación había una lámpara encendida, con un bombillo que arrojaba una pálida luz amarillenta, iluminando el rostro de Tommy, quien dormía tranquilamente en su cama.