Capítulo 52
1331palabras
2023-02-25 00:02
......
Como se encontraba libre, Hannah no pudo evitar recordar que Tommy le había prometido ir a verla aquel día.
Sin embargo, pasaban ya de las cinco de la tarde, la mitad del día se había ido ya y aún no había rastro de Tommy en toda la mansión presidencial.

¿Sería posible que William hubiera escuchado la conversación telefónica que ella y Tommy habían sostenido la noche anterior y, deliberadamente, él le hubiera impedido al niño que fuera a la mansión del presidente para encontrarse con ella?
Estos pensamientos terminaron por arrancarle un hondo suspiro.
Era bastante posible que esa fuera la razón. Después de todo, ella no era más que una simple intérprete y Tommy era el preciado hijo del presidente. ¿Cómo podría permitírsele salir con ella con tanta frecuencia?
Antes de que Hannah saliera del trabajo, concluyó la traducción de algunos documentos que debían ser enviados a la oficina de William, por lo que aprovechó la oportunidad para ver si casualmente Tommy se encontraba en su oficina.
No obstante, en el momento en que Hannah iba a entrar a la oficina de William para entregarle en persona los documentos, Annabel la detuvo, indicándole que en aquel momento se encontraba en una importante reunión con varios de sus ministros. Le dijo que ella se encargaría de entregarle más tarde los documentos a William.
Ante las palabras de Annabel, la secretaria de William, a Hannah no le quedó más remedio que entregarle a ella los documentos y salió de su oficina.

Por fortuna, cuando iba saliendo de la oficina se encontró con Rya, quien se dirigía hacia ella.
Era sabido por todo que, cuando Tommy se encontraba en la mansión del presidente, Rya era la encargada de cuidarlo. Hannah caminó apresuradamente hacia ella para saludarla: “¡Buenas tardes, Rya!”
“¡Qué tal, Hanna; buenas tardes!”, saludó Rya con una amplia y amable sonrisa y le preguntó: “¿Qué haces aquí? ¿El señor presidente mandó llamarte?”
“No, solo vine a entregarle las traducciones de unos documentos”, dijo Hannah, moviendo negativamente la cabeza, con una leve sonrisa. Luego, cambiando de tema, le dijo: “Por cierto, Rya: Tommy me hizo una vez una pregunta acerca de la gramática filandesa y en ese momento no pude responderle apropiadamente pues estaba un poco confundida. ¿Se encuentra él aquí ahora? Me gustaría aclarar sus dudas y darle la explicación correcta.”

“¡Ay, Tommy…!”, dijo Rya y, al escuchar su nombre en boca de Hannah, una expresión de preocupación ensombreció de inmediato su rostro y, suspirando, le respondió: “No, él no está aquí ahora. Se encuentra en Scott Manor. Escuché que está enfermo.”
“¿Se ha enfermado?”, preguntó Hannah sorprendida y, frunciendo el ceño, dijo: “Qué extraño; me pareció que se encontraba bien el día de ayer. ¿Por qué enfermó de forma tan repentina hoy?”
Hannah recordó que, cuando llamó a Tommy la noche anterior, su voz le pareció nítida y clara. ¡No parecía en absoluto que estuviera enfermo!
“¿Estuviste con él ayer?” preguntó Rya con curiosidad, ya que ella misma no había visto a Tommy en varios días. ¿Cómo era posible que se hubieran encontrado?
Al observar la mirada de Rya, Hannah se dio cuenta de que había hablado de más y, sonriendo, se apresuró a dar una explicación: “Ayer lo escuché cuando llamaba al señor presidente, y nada en su voz parecía indicar que estuviera enfermo.”
“Oh, por supuesto”, dijo Rya asintiendo, y agregó: “Esta mañana recibí una llamada de Scott Manor informándome que hoy había amanecido enfermo.”
En un principio Hannah quiso preguntarle si Tommy se encontraba bien o si era algo grave, pero un segundo después decidió que sería mejor no hacerlo.
Cuando, minutos antes, había mencionado que le parecía que Tommy se encontraba bien el día anterior, aquello parecía haber sido suficiente para despertar las sospechas de Rya. Hannah pensó que, si demostraba estar preocupada por Tommy, todos podrían comenzar a especular que ella tenía motivos ocultos y que probablemente su intención era llamar la atención de William.
Desde el día en que pasó a formar parte del personal de la mansión presidencial, alguien le había dejado muy claro que la primera regla a recordar era que jamás debía coquetear con William. Por lo tanto, nunca se le ocurrió ver a William como un objetivo.
“Bueno, en ese caso hablaré con Tommy cuando tenga la oportunidad. Espero que se sienta mejor”, dijo Hannah al final, sonriendo.
“Está bien. Estoy seguro de que pronto estará bien.”
“Bueno, hay algo que tengo qué hacer todavía”, dijo despidiéndose.
"Bien."
......
En la habitación de los niños, en el segundo piso de Scott Manor, Tommy, quien todavía se encontraba vivo y coleando el día anterior, permanecía en la cama, inmóvil como una berenjena congelada, con sus ojos cerrados. Daba la apariencia de encontrarse al borde de la muerte. Su tierno rostro lucía de un color rojo ardiente y sus labios estaban resecos y sin humedad.
Aquella mañana, cuando fue a asearse, se había levantado de buen humor. No obstante, durante el desayuno, William le hizo saber que estaba castigado y que aquel día no podría ir a ninguna parte. Al darse cuenta de que, por más que se resistiera, su situación no habría de cambiar, se molestó mucho. Apenas había comido la mitad de su desayuno, pero se negó a seguir comiendo. Malhumorado, prefirió encerrarse con llave en su habitación, sin molestarse en salir, sin importar quién llamara a la puerta.
Tommy pasó así toda la mañana, encerrado en su habitación y sin abrir la puerta ni una sola vez. De hecho, parecía que en el interior no se escuchaba la menor señal de movimiento. William dio la orden de que nadie le prestara atención y de que tampoco lo llamaran a almorzar, hasta que él decidiera salir por su cuenta. También debía, por su propia voluntad, admitir su error y permanecer el resto del día en Scott Manor, excepto para asistir a clases.
No obstante, a Isabelle aquello le rompía el corazón, de modo que, cerca de las once de la mañana, se acercó a la habitación de su nieto para ver cómo estaba. La puerta seguía cerrada y no se escuchaba el menor sonido al otro lado, por lo que decidió enviar a alguien por las llaves.
Tan pronto como abrieron la puerta entró en pánico al encontrar a Tommy inconsciente sobre la alfombra, al lado de su cama, junto a lo que parecía un montón de vómito junto a él.
Sin importar que estuviera sucio de vómito, se apresuró a abrazarlo mientras repetía su nombre en voz alta, sin obtener respuesta. De inmediato mandó llamar al médico de Scott Manor, quien llegó apresuradamente, pocos minutos después, y de inmediato lo examinó para establecer su condición.
Mientras el médico examinaba la condición de Tommy, Isabelle se apresuró a llamar a William, secando sus lágrimas con una mano mientras le pedía que regresara a casa de inmediato.
El corazón de William latió apresuradamente al escucharla llorando, pero se dijo a sí mismo que, por fortuna, contaba con un excelente médico, quien al cabo de un rato lo tranquilizó al informarle que su condición no era grave, sino que simplemente se trataba de una gripe que había contraído en las últimas horas.
William se sintió más tranquilo al escuchar la explicación del médico.
No era algo inusual que un niño se resfriara, así que no había por qué preocuparse, a menos que su vida estuviera en peligro. Además, había mucha gente en Scott Manor y los médicos siempre estaban alerta, por lo que tampoco valía la pena preocuparse al respecto.
Luego de que el médico le asegurara que la elevada fiebre de Tommy se debía nada más que a un resfriado, Isabelle también respiró aliviada. Después de todo, Tommy había tenido una fiebre similar cuando era más chico.
El médico le recetó a Tommy un medicamento que, al principio, acaso porque había pasado tanto tiempo sin comer, tuvo dificultades en tomar. Acaba de tomar el medicamento cuando volvió a vomitar de nuevo.