Capítulo 50
1278palabras
2023-02-24 00:02
“Pensé que habías dicho que se trataba solo de una comida”, dijo Hannah, mirándolo y dejando escapar un leve suspiro. “Lo siento, pero ya he comido suficiente. Hay algo que debo hacer primero.”
Luego de decir esto, ella retiró con brusquedad su mano de la de él y recogió su bolso para irse.
“Ana…”, dijo Kevin casi de inmediato, poniéndose de pie y deteniéndola. Un momento después había sacado de su bolsillo una caja de diseño exquisito, hecha de terciopelo azul. Ante la mirada de todo el mundo, Kevin se arrodilló frente a Hannah, abrió la caja y, mirándola con profundo cariño le preguntó: “¿Quieres casarte conmigo, Ana?”
Ante esto, ella se quedó unos segundos de pie, mirándolo atónita.
“Oh, Ana, si te casas conmigo te daré las mejores cosas en el mundo. Te amaré por el resto de nuestras vidas y cuidaré de ti”, continuó él, mirando a Hannah, quien seguía impactada, mirándolo sostener la sortija de diamantes en su mano y quien con voz aún más cariñosa dijo:
"¡Oh, di que sí!"
Al percatarse de que Hannah seguía todavía congelada por aquel gesto súbito de Kevin y parecía no reaccionar, los otros comensales en el restaurante comenzaron a aplaudir y vitorear, animándola.
Antes de que la situación se volviera aún más incómoda y se le saliera de las manos, Hannah se dio la vuelta y comenzó a alejarse con rapidez y con el ceño fruncido, como si estuviera huyendo de una catástrofe.
"¡Ana...!"
Antes de que Kevin pudiera decir otra palabra, fue interrumpido por el gerente del hotel, quien parecía haber salido de la nada, impidiéndole ir tras de Hannah, al decirle con seriedad: “Buenas noches, Sr. Byrne. Lamento interrumpirle, pero nuestro presidente quiere verlo de inmediato. Tiene algo muy urgente que discutir con usted.”
“¡Apártese del camino!”, exclamó Kevin, sin darse por vencido y haciendo a un lado al gerente para ir tras de Hannah.
Kevin había dado apenas un paso cuando el gerente se situó frente a él y deteniéndolo, le dijo: “Lo siento mucho, Sr. Byrne, pero se trata de un asunto realmente urgente. Por favor…”
Con el ceño fruncido, Kevin no pudo sino ver como Hannah se alejaba y, furioso, golpeó la mesa que se hallaba frente a él, sorprendiendo a todos los comensales.
¡Maldita sea! ¡Aquella había sido la oportunidad y, de no aprovecharla en ese momento sabía que sería muy difícil tener éxito más adelante!
“Lamento insistir, Sr. Byrne, pero el asunto que el presidente desea tratar con usted es de la máxima urgencia”, dijo el gerente con insistencia, de pie aún frente a Kevin.
Kevin no pudo sino dirigirle una mirada fulminante, comprendiendo que su plan había fracasado y, apretando los dientes, preguntó en voz baja: “De acuerdo. ¿Qué es lo que pasa?”
“No estoy seguro, Sr. Byrne, pero ya se enterará usted cuando vea al presidente. Por aquí, por favor”, dijo el gerente, mostrándole el camino.
Tras dirigirle una última mirada al gerente, Kevin respiró profundamente y se alejó en compañía de él, dando grandes zancadas.
......
"Lo he conseguido, William. El hotel Majestic Cavern ahora es nuestro".
Después de la cena, de regreso en Scott Manor, William se encontraba en su estudio, leyendo varios documentos. Faltaban pocos minutos para las diez cuando Frankie llegó a verle, con una gran sonrisa en su rostro, para compartir con él las buenas noticias.
Al ver a Frankie frente a su escritorio, William dejó el documento que tenía en la mano y con una leve sonrisa y un tono de satisfacción y aprecio le respondió: “Hiciste un gran trabajo.”
Dicho eso, abrió uno de los cajones de su escritorio, de donde sacó un paquete de cigarrillos y un encendedor, colocó un cigarrillo entre sus labios y lo encendió.
“¿Cuándo comenzaste a fumar, William?”, dijo Frankie, mirando a William con el ceño ligeramente fruncido. Tal vez los demás no se daban cuenta de ello, pero, al observar la mirada tranquila y sombría de William, supo que algo andaba mal.
Tras darle una profunda calada a su cigarrillo, William se reclinó en su silla, expulsando un denso chorro de humo blanquecino y con indiferencia, respondió: “Creo que no hace mucho.”
Frankie lo observó a través de la nube de humo que lo rodeaba, pero no quiso preguntarle nada a William acerca de sus problemas porque sabía que no había manera de sacarle la verdad, ni siquiera siendo él su hermano menor, de modo que se limitó a preguntarle: “¿Necesitas alguna otra cosa?”
Sin embargo, William daba señales de encontrarse insatisfecho. Dio otra profunda calada al cigarrillo y con lentitud le respondió: “Ve y tráeme los detalles de todos los clientes que se han hospedado esta noche en el hotel. Quiero echarles un vistazo.”
“Claro, haré que alguien los traiga de inmediato”, le respondió Frankie y salió del estudio.
William entrecerró los ojos, observando con una mirada amplia y profunda cómo Frankie se alejaba. En ese momento comenzó a fumar ferozmente, como si fuera lo único capaz de llenar el vacío que sentía en su corazón. Sin embargo, cuanto más fumaba, más vacío se sentía.
William pensó que la eficacia de su hermano era incuestionable, pues le tomó nada más que un par de minutos regresar con los documentos, los cuales entregó.
William apagó el cigarrillo en el cenicero que tenía al lado y, apoderándose de los documentos, comenzó a hojearlos con una aguda mirada de águila, revisándolos con detenimiento uno por uno.
“¿Están aquí todos los nombres de los huéspedes?”, preguntó William, levantando la vista de los papeles para mirar a Frankie, cuando no pudo encontrar el nombre que buscaba.
“Así es. Ahí está la información de todos los adultos que se encuentran hospedados esta noche en el hotel”, respondió Frankie de inmediato.
“Bueno, entonces eso es todo. Puedes retirarte.”
“Muy bien”, respondió Frankie, quien antes de salir se detuvo junto a la puerta y, sin poder evitar mirar a su hermano le preguntó: “¿Hay algo que te preocupa, William?”
William lo miró fijamente unos segundos y luego, esbozando una sonrisa, y mientras estrujaba los papeles con la mano hasta convertirlos en una bola de papel que arrojó en la papelera, de manera súbita le preguntó: “¿Estás enamorado de alguien, Frank?”
Con el ceño ligeramente fruncido, y sin comprender por qué su hermano le hacía aquella pregunta, con total franqueza le respondió: “No. No en este momento.”
William asintió comprensivamente con la cabeza y luego le preguntó: “¿Cómo se siente cuando estás enamorado de alguien?”
Con el ceño fruncido, y tras pensarlo durante unos segundos, Frankie le respondió: “Bueno, creo que cuando eso pasa quieres ver todo el tiempo a la mujer de la que estás enamorado. Tampoco quieres que tenga contacto con otros hombros, ni verla lastimada o agraviada…”
William se limitó a asentir y, sonriendo, le dijo: “Gracias, eso es todo lo que quería preguntarte. Buenas noches, entonces.”
Frankie lo miró en silencio durante unos segundos, sin poder imaginar lo que podía estar sucediendo, pero, a pesar de todo, se retiró sin preguntarle nada más a su hermano.
Un momento después, cuando Frankie ya se había marchado, William se quedó solo un momento y luego, levantándose se dirigió hacia la habitación de Tommy.
“¡Gafas Negras! Te he visto en la televisión durante los últimos dos días. Hiciste un gran trabajo y todos están elogiándote. Incluso mi abuela ha dicho que eres hermosa y competente.”
Por lo general, a las diez de la noche Tommy ya estaría durmiendo, por lo que, cuando William llegó frente la puerta de su habitación, y, para evitar despertarlo, abrió la puerta con cuidado.
Sin embargo, mientras abría la puerta, pudo escuchar su dulce y tierna voz.