Capítulo 48
1206palabras
2023-02-22 00:01
"¡Achú! ¡Achú! ¡A-Achú!".
En la mansión Scott, Tommy, quien estaba a media clase de equitación, estornudó tres veces seguidas e incluso el pony que montaba se asustó tanto con el ruido que empezó a moverse erráticamente, por eso, el entrenador de equitación se acercó rápidamente para controlar al animal.
"Ay, Tommy. ¿Estás bien?". Cuando Isabelle escuchó los estornudos, uno tras otro, corrió hacia su nieto con preocupación.

"Sí, no pasa nada, pero ya no tengo ganas de montar", dijo Tommy con voz mimada. Después de todo, el arte de la equitación no era cosa fácil, ya que requería de mucho esfuerzo.
"Está bien, entonces, bájate del caballo y ayúdame a recoger algunas rosas".
"¡Claro, vamos!".
.....
Aunque fue un día agitado, todo salió según lo planeado. El trabajo de Hannah fue impecable, ya que no cometió un solo error. Como la chica tradujo cada oración utilizando los términos más apropiados, dejó a todos muy satisfechos.
William y el presidente de Fliysau salieron de la Universidad de Oakleaf cuando ya había anochecido y se fueron a cenar juntos. Posteriormente, el visitante abordó su avión privado para abandonar Lecharia y dirigirse hacia su próximo destino.

Cuando él vio a Hannah por última vez le dio un regalo, al tiempo que le decía que estaba encantado de haber conocido a una muchacha tan joven y hermosa como ella, pero sobre todo tan capaz en su trabajo.
Al ver la caja perfectamente envuelta, adornada con un hermoso moño rojo, ella sintió que no debía recibirla, pero después de lo que él dijo no pudo negarse, así que la aceptó con una sonrisa y a él le dio un abrazo amistoso.
Una vez que concluyeron las despedidas, Hannah se subió al auto y abrió el regalo. Eran unos guantes de cuero con pelo de visón, tan delicados y hermosos, que ella dedujo que tenían que ser muy caros.
Sashie era conocido por sus inviernos tan fríos, además, la mano de la chica seguía lastimada y el presidente de Fliysau estaba al tanto de ello. Por consiguiente, el mandatario extranjero había tenido una gran atención al regalarle esos guantes para que se protegiera las manos.

Hanna recordó la crema antiséptica para quemaduras que le dio Fletcher y, mientras observaba los guantes, sintió una inexplicable sensación de pérdida.
Ahora que el presidente de Fliysau se había ido, las cosas cambiarían en su trabajo, ya que el visitante a quien había sido asignada como intérprete había abandonado el país. Eso también significaba que dejaría de ver a William y ya no podría estar a su lado todos los días.
Mientras viajaba cómodamente en el asiento trasero del coche, Hannah miró pasar las luces brillantes a través de la ventana. Sopló una ráfaga de viento nocturno y, de repente, ella se dio cuenta de lo absurdo que eran sus pensamientos.
¿Cómo podía estar pensando en William cuando ella era una simple intérprete? ¡No debería hacerlo! Después de todo, él era el presidente de la nación e incluso estaba comprometido para casarse.
Si todas las mujeres que trabajaban en la mansión del presidente fueran como ella, quien pasaba los días pensando en estar cerca de él, y en tener una oportunidad de verlo, el trabajo en la oficina del mandatario sería un desastre. Incluso causarían que el sistema gubernamental se fuera por la borda.
¡Ay, Dios mío!
Hannah cerró los ojos y frunció el ceño. De repente se sintió ridícula por estar pensando en William. ¿Cómo podía siquiera haberse fijado en él?
Tenía que dejar de hacerlo. No importaba que ella fuera una excelente mujer, no estaban a la par. Por lo tanto, tenía que sacarlo de sus pensamientos, o solo se estaría buscando problemas.
¡Ella no podía enamorarse de él! ¡Ni aunque fuera el último hombre en la Tierra!
De repente, su teléfono empezó a vibrar, por lo que inmediatamente detuvo sus caóticos pensamientos y miró la pantalla de su dispositivo. Era un número desconocido.
"Hola, ¿quién habla?".
"Hannah, soy yo. ¿No me tienes registrado? Han pasado muchos años, pero nunca he cambiado mi número de teléfono". Cuando ella contestó, escuchó la voz de Kevin.
Entonces, Hannah movió la cabeza lentamente, con desaprobación, y sonrió con impotencia.
De hecho, antes ella sabía de memoria su número, pero hace tiempo que lo olvidó. ¿Por qué sería?
"No te tengo entre mis contactos".
"¡Qué mal!". Kevin estaba esperándola fuera del edificio de apartamentos, mirando constantemente hacia la ventana de Tiana, donde no había señales de luz. Él sonrió. "Bueno, está bien. Pero si lo habías olvidado, ahora tienes la oportunidad de registrarlo en tu celular".
Aparentemente incapaz de escuchar la tristeza en la voz de Kevin, ella preguntó con indiferencia. "¿Para qué llamaste?". 
"¿Te gustaron las rosas que te envié esta mañana?".
Hannah miró por la ventana con el ceño fruncido.
Al final, nunca miró la pequeña tarjeta. Después de ese día tan ajetreado, casi había olvidado que alguien le envió un gran ramo de rosas. Pero nunca imaginó que serían de parte de Kevin.
"Lo siento. Tuve que tirarlas. No vuelvas a enviarme rosas, por favor".
"¿Por qué? ¿No te gustaron?", la cuestionó con una gran tristeza y una decepción que su voz no podía ocultar.
La manera en que él habló, hizo que Hannah se percatara de que estaba siendo demasiado cruel. Después de todo, él no hizo nada malo. En tal situación, era normal que cualquier hombre se diera la vuelta y se fuera sin mirar atrás.
Era ella quien tenía altos requisitos en términos de relaciones, de todos modos, no podía dar a los demás lo mejor de sí misma. ¡Nunca lograría hacerlos felices!
"Alguien en la mansión del presidente es alérgico al polen de rosas, por eso tenemos completamente prohibido llevar ese tipo de flores a la oficina".
"¡Ah, ya veo!". Kevin dejó escapar un suspiro de alivio y sonrió. "Pensé que a ti no te gustaban".
"¿Por qué me llamaste?", volvió a preguntar ella con timidez.
"¿No dijiste que podíamos seguir siendo amigos?".
"Pues sí, pero solo eso".
Al otro lado del teléfono, Kevin sonrió. "Bueno, entonces quiero invitarte a cenar como amigos. Comeremos algo rico, platicaremos un poco... Será una simple cena entre dos camaradas. Te prometo que no te pediré otra cosa".
"Kevin...".
"Di que sí. ¡Has regresado después de tanto tiempo! ¿Te parece tan difícil aceptar una invitación a cenar?".
"Es que ya cené".
"¡Estás mintiendo! ¡No lo hiciste!". Tan pronto como ella habló, Kevin la expuso.
"¿Enviaste a alguien a espiarme?", preguntó la chica.
"No, pero sé que todavía no has comido nada". En ese momento, el tono de Kevin volvió a ser suave, como si estuviera suplicando. "Hannah, solo será una cena. Te prometo que no te invitaré de nuevo si tú no estás dispuesta a que lo haga".
Ella apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y miró las luces intermitentes fuera de la ventanilla del auto. Después de un momento de vacilación, respondió: "De acuerdo. ¿Dónde nos vemos?".
Si ella lo rechazaba, él seguiría insistiendo. Por lo tanto, sería mejor resolver el problema de una vez por todas, y no arrastrarlo interminablemente.
"Te espero en el Majestic Cavern Hotel. Escuché que sus platos de Fliysau son bastante sabrosos".
"Está bien, nos vemos ahí".