Capítulo 27
1143palabras
2023-02-09 16:39
"Papá, ¿no crees que Gafas Negras es competente?", preguntó Tommy con sus grandes ojos negros brillantes; sosteniendo aún con su manos regordetas la toalla de baño. En su camino de regreso a la Mansión del Presidente, el chico se habría sentado junto a William en el coche. 
Así pues, centrándose en los documentos pero sin levantar la vista, el caballero interpeló: "¿Por qué sigues llamándola de esa forma? ¿No tiene un nombre?".
"Porque soy el único que la dice Gafas Negras, así que es especial. Además, cada vez que lo haga, sabrá que soy yo, ¡y siempre me recordará!", respondió inocentemente; con una sonrisa melancólica en el rostro.

Sin decir palabra, su progenitor levantó los ojos; contemplándolo con serenidad. 
"Papá, aún no has respondido a mi pregunta", le recordó el chiquillo con la cabeza en alto. 
"¿Qué pasa?", cuestionó. 
"¿No crees que Gafas Negras es muy competente?", repitió. Y tras una pausa, comenzó a enumerar sus puntos fuertes con familiaridad: "Quiero decir, domina cuatro idiomas diferentes y sabe cocinar bien. Así mismo, también puede ayudarme a lavar mis pantalones, y es tan hermosa. Nunca había visto una chica tan guapa como ella".
"¿Es guapa?", interpeló.
"Lo es, e incluso mucho más que mamá", dijo; tan seguro de ello que ni siquiera se lo pensó dos veces.

William, en cambio, frunció el ceño de repente; mirándole de soslayo.
"Por cierto, papá, ¿dónde están mis pantalones?", preguntó. 
"No los tengo", respondió el hombre. 
"¡Papá, me mentiste nuevamente!", chilló el chico. 

Y sin darle una resolución, William permaneció en silencio.
......
A la mañana siguiente, justo después del desayuno, el hombre abandonó la Mansión Presidencial con Tommy; dirigiéndose a un lujoso sanatorio en las afueras.
"Papá, ¿a dónde vamos?", interrogó emocionado; inclinándose sobre la ventana y observando la ciudad que a poco se iba animando.
En su lugar, William se recostó con sus largas piernas cruzadas contemplando a su pequeño hijo con una mirada profunda. Preguntó débilmente: "¿Recuerdas cuánto tiempo pasó desde la última vez que visitamos a tu madre?". 
Y aunque Tommy se encontrase un poco excitado en primer lugar, apenas le oyó, su rostro decayó de inmediato; dejando su labor. Se sentó lentamente, y respondió: "Un mes y dos días".
"¿No quieres visitarla?", quiso saber el mayor. 
"Yo...", se detuvo. Por supuesto que no quería. 
Sin embargo, cuando miró a William, se tragó sus palabras y enunció: "Me preparas tantos deberes cada día que siquiera tengo tiempo de ir a saludarla".
En silencio, el hombre ojeó a Tommy, que apenas tenía cinco años; para luego desplazarse gradualmente hacia el paisaje exterior.
¡Él estaba en lo correcto! Iris habría estado inconsciente durante tanto tiempo que jamás logró conversar con el pequeño. De hecho, ni siquiera estaban relacionados biológicamente, entonces, ¿cómo podría él tener sentimientos profundos por ella?. 
Si no fuera por el hecho de que a Tommy se le había inculcado la idea de que la mujer era su madre, presumiblemente, no estaría dispuesto a tomarla como tal o inclusive visitarla.
"Papá, ¿estás enfadado?", preguntó el niño; al percatarse de los labios apretados de William. Sintió un poco de miedo porque había estado en silencio durante un tiempo. 
"¿No quieres visitarla?", insistió.
Así pues, se lamió sus diminutos labios rojos y tímidamente interpeló: "Si te digo la verdad, ¿te enfadarás aún más?".
"Sólo dime la verdad", replicó el padre con calma. Despreocupadamente, apoyó la mano sobre su rodilla y tamborileó con sus largos dedos. En efecto, no estaba enojado en absoluto.
"Padre", llamó súbitamente con una voz dulce; observándole. 
"¿Sí?", respondió. 
"Papá, si mamá no despertase en el futuro, ¿me buscarías una nueva?", interrogó con una sonrisa; como si quisiese complacerle tanto como pudiese.
En tanto, William lo miró y sus cejas bonachonas se fruncieron de repente.
"Creo que Gafas Negras es una buena candidata. Me gusta mucho. De hecho, quiero hacerla mi novia. Pero le he preguntado a Rya, y me ha explicado que ella ya tiene 24 años, y yo solo tengo cinco. Creo que ni el abuelo, ni la abuela, ni ustedes me permitirían tener una relación a una edad tan joven. Pero, me gusta mucho y quiero estar con ella para siempre. Así que, si no puede ser mi pareja, no me importaría tenerla como mi madre. De esa manera, podríamos pasar el rato a diario", balbuceó; concretamente todos los pensamientos coquetos que habría reflexionado la noche anterior. No obstante, no se dio cuenta de que el rostro de su padre iba ensombreciéndose gradualmente. Continuó: "Papá, ¿tú también piensas que es una buena idea?".
"Abre tu libro de texto Feannish y repasa todas las palabras que has aprendido", demandó; antes de que Tommy pudiese terminar su última oración. Tomando el iPad y arrojándosela.
Aterrado, el niño tembló e inmediatamente se calló. Con un par de inocentes ojos negros brillantes, se encogió de hombros y miró tímidamente a William. No dispuesto a darse por vencido, volvió a preguntar: "Papá, ¿no te gusta Gafas Negras?".
"Así es, no me gusta", espetó sin dudarlo.
Sin palabras, Tommy hizo un puchero mientras sopesaba por unos interludios; y sin miedo insistió: "Me alivia oírte decir ello. En ese caso, esperaré a crecer y me casaré con ella".
Su respuesta dejó a William sin habla. 
......
El sanatorio donde vivía Iris estaba a mitad de camino de la montaña; poseyendo los mejores paisajes a las afueras de Sashie. Aunado a un equipo médico especial encargado de cuidarla y ayudarla con su recuperación.
Cuando William y Tommy llegaron a la sala, un masajista experto acababa de darle a la fémina un masaje de cuerpo completo, y una enfermera profesional acaba de limpiarle su cuerpo y cuidar de su piel; además de cambiarle un nuevo juego de ropa antes de volver a acostarla. 
Aunque Iris llevaba más de seis años postrada en cama, lucía exactamente igual; salvo que parecía más pálida que la gente corriente. De hecho, parecía una muñeca de porcelana que yacía tranquilamente en sus aposentos porque no podía hablar, sonreír, moverse ni abrir los ojos.
"¿Cómo está ella?", cuestionó William al especialista, tras mirarla por un momento.
"La condición de la Señorita Hood ha mejorado ligeramente en comparación con hace medio año. Después de monitorear de cerca su cerebro, descubrimos que una pequeña cantidad de células en él han empezado a activarse. Quizás ella está comenzando a recobrar la conciencia lentamente", respondió el especialista respetuosamente.
Entonces, William asintió. Agregó: "¿Está diciendo que se despertará pronto?". 
"Eh...". El experto dudó unos instantes y contestó: "No Señor Presidente, me temo que pasará mucho tiempo para ello".
"¿Mucho tiempo?", repitió; y sus cejas largas y estrechas se fruncieron ligeramente. Añadió: "¿Cuánto?". 
"Podría tomar de cuatro a diez años, o incluso más. Por ahora, no hay forma de que sepamos el tiempo exacto necesario", contestó. 
Asintiendo levemente, enunció: "Lo entiendo. Ya puede marcharse".
"Sí Señor", asintió el especialista; retirándose cortésmente.