Capítulo 25
1026palabras
2023-02-09 16:05
En el camino, Hannah y Tommy conversaban entre ellos por medio de la iPad. Nadie sabía el contenido en ella. De todos modos, el pequeño se habría estado cubriendo la boca con la mano mientras sonreía; luciendo muy feliz. Cada vez que accidentalmente soltaba una risita, William levantaba la vista y les observaba.
Bajo los tenues faros, ambos se hallaban sentados uno cerca del otro. Y el hombre no pudo dejar de notar la similitud indescriptible entre ellos.
A excepción de Isabelle, el chiquillo nunca había estado tan cerca de ninguna mujer.
El coche circuló suave y rápidamente por la carretera; el tráfico siempre despejado. Inconscientemente, pronto llegaron a la entrada del jardín número uno de Marin Residence.
"Hannah, hemos llegado", anunció Fletcher; sin la intención de enviarle directamente a su puerta, y deteniendo el automóvil cerca de la entrada a la residencia.
"¡Ah! Estamos aquí", exclamó Tommy con un puchero; antes de que ella volviese en sí y lograse responder.
"Efectivamente, hemos llegado", dijo ella; sonriéndole con calidez. A continuación, ojeó a William, quien ya había convertido su iPad en algunos documentos. Así pues, curvando ligeramente los labios, le expresó: "Gracias, Señor Presidente. Yo me bajo primero. ¡Adiós!".
Sin embargo, el hombre levantó los ojos y la miró; solo para percatarse que su hijo luchaba a su lado.
"¿Qué estás haciendo?", le preguntó.
"Papá, necesito orinar", anunció.
"¡Aguanta!", demandó.
Inmediatamente, se lamentó: "No puedo contenerme más. Necesito orinar ahora".
Aunque William tenía muy claro sus trucos, no le desenmascaró. En su lugar, se limitó a contemplarle con frialdad sin decir nada.
En tanto, la fémina visualizó cómo el niño cruzaba las piernas y se retorcía como si realmente necesitase ir al baño. Así que, ojeó al caballero y sugirió con valentía: "¿Por qué no le llevo a orinar?".
"¡Está bien". Y efectivamente, tan pronto como se lo propuso, Tommy accedió encantado.
Sucede que, cuando William le atisbó con los ojos entrecerrados, inesperadamente, aceptó también: "Bajemos del coche entonces".
"Sí, gracias papá", manifestó. Así pues, con el permiso otorgado, se dispuso a salir con Hannah.
"Señor, ¿quiere...", comenzó Fletcher.
"Ustedes pueden irse primero. Solo dejen uno de los autos aquí para esperarnos", ordenó William; deteniendo las palabras del guardaespaldas.
Al oír ello, éste frunció el ceño; pero antes de que siquiera pudiera decir que sí, el Presidente ya habría abierto la otra puerta y salido del medio de transporte.
"¡Señor!", exclamó en voz baja; y le siguió.
"Gafas Negras, date prisa. No puedo aguantar más", chilló el pequeño; cogiendo la mano de la anfitriona.
Sin embargo, antes de que lograsen entrar a la casa, notaron la figura alta y delgada que se les acercaba: era William.
"Gafas Negras, rápido. Me hago pis", dijo; tirando de ella y materializando un puchero. Parecía como si realmente no pudiese sostenerlo más.
"¡Oh, vale!", replicó, sin tiempo para preocuparse por su jefe. Así pues, corrió con Tommy al vecindario. Aunque William se hallaba detrás de ellos, fácilmente les alcanzó con sus largas piernas.
Afortunadamente, el edificio de apartamentos de Tiana estaba cerca de la entrada de la residencia. En sólo un minuto, habían entrado en el ascensor.
Sin embargo, cuando observó que el Presidente les seguía, se sintió incómoda.
Aunque tenía claro que lo hacía porque estaba preocupado por su hijo, ella de pie junto a él en un espacio tan estrecho y confinado, no alcanzaría mantener los latidos del corazón ni la respiración a un ritmo normal en absoluto.
"Papá, ¿tú también tienes que mear?", interrogó el pequeño molesto. Finalmente que poseía la oportunidad de estar a solas con la dama, le arruinaba nuevamente.
Así pues, con una figura alta y erguida, William permaneció allí de pie con una mano en el bolsillo sin decir nada. A pesar de ello, cuando su mirada se paseó por encima de ella, notó claramente que, además del enrojecimiento de su mejilla izquierda, el otro lado de su rostro también se encontraba anormalmente rojo. En ese momento, su nariz recta y diminuta también estaba cubierta por una capa de sudor.
"¿No sería más difícil contenerle cuando hablas?", interpeló el hombre al chiquillo; dejándole en silencio.
"¡Ding Dong!". En ese instante, el elevador habría arribado al piso 13. Las puertas se abrieron lentamente.
"Date prisa, Gafas Negras", formuló Tommy; sacándole del lugar y corriendo familiarmente hacia el departamento de Tiana.
Entonces, la joven desbloqueó la entrada con su huella dactilar. Tal vez, si estaba realmente ansioso; ya que ingresó de manera apresurada escudriñando la localización del baño. Es más, siquiera tuvo la necesidad de preguntar, puesto que había realizado una visita previa a esta.
"Oh papá, date prisa y ayúdame. Se me ha atascado la cremallera", gritó Tommy desde el lavabo.
Apenas Hannah le oyó, se sorprendió. El rostro del mencionado se oscureció. Inicialmente, se habría parado en la puerta esperando al chico; sin embargo, al escucharle entró sin decir una palabra.
Y mientras ella les contemplaba, no pudo evitar sentir una sensación de paz y estabilidad inexplicables en su corazón. A continuación, sonrió.
"¡Tommy Scott!", bramó con rabia el caballero desde el baño.
Y sí, estaba bramando; sonando muy enojado.
Asombrada, la muchacha corrió al lugar. Encontrando que... Tommy se había orinado en los pantalones. Y no solo eso, sino que también en los de William; exactamente en la entrepierna. De hecho, era un parche enorme; y quien no lo supiese pensaría que era...
De repente, le entraron las ganas de reír. No obstante, cuando visualizó el rostro sombrío de ambos, que estaban de pie allí lastimosamente con su par de grandes ojos negros, ya no quiso hacerlo.
"No te preocupes. Es normal que un niño de su edad se orine en los pantalones", dijo la fémina; recordando que el hijo de Lana incluso mojaba la cama a sus diez años de edad.
Es por ello, que se acercó a sostener la diminuta mano de Tommy; y en voz baja sugirió: "Tengo una toalla limpia en mi habitación. Voy a por ella y te limpio".
"Vale", enunció; preocupado porque su padre realmente le golpease.
"Tráeme una también", solicitó Willow en voz suave y baja. Efectivamente, ya no sonaba molesto, sino sereno y tranquilo.