Capítulo 24
1465palabras
2023-02-09 15:19
"Papá, ¿por qué Gafas Negras se encuentra aquí sola? ¿Qué le pasa?", preguntó el niño trepando inmediatamente a la ventana; e inclinándose para observar a Hannah con los ojos muy abiertos. Entonces, justo cuando estaban a punto de pasar a su lado, y antes de que William pudiese decir algo, le gritó al conductor: "¡Para el coche!".
Y como era de esperar, el mayor se detuvo; buscando ser amable con el pequeño. Así mismo, otros varios quienes le seguían y fungían como guardaespaldas también lo hicieron.
En ese momento, William levantó los ojos; contemplando al chófer frente a él con una mirada profunda y fría. A continuación, bajó la cabeza y continuó leyendo su correo electrónico.
"¡Gafas Negras!", gritó el chiquillo; abriendo la puerta para salir.
Sin embargo, justo cuando levantaba la pierna, fue sorprendido por William, quién ingeniosamente le dijo en voz baja: "Quédate en el coche".
Con el ceño fruncido, Tommy lo miró fijamente. A punto de enojarse, le escuchó ordenar al asistente frente a él: "Fletcher, baja y echa un vistazo".
"Sí, señor", asintió Witt. Seguidamente, abrió la puerta y se dispuso a cumplir lo que se le había encomendado.
A pocos metros, Hannah oyó una voz familiar. Cuando se giró y visualizó varios autos estacionados frente a ella, no pudo evitar quedarse atónita.
Era... El Señor Scott.
"Oh, eres tú, Hannah. Por favor, sube", dijo el caballero apenas reconoció a la nueva intérprete del Presidente. No logró evitar sonreír y hacer un gesto de invitación.
"Fletcher, yo...", empezó la joven.
"No perdamos tiempo. No es seguro para nosotros quedarnos aquí por mucho", le interrumpió; cuando percibió su deseo de negarse.
Así pues, con las cejas entrecerradas, no tuvo más remedio que subir al coche; ya que no podía rechazarle más.
No obstante, cuando recordó que el Sr. Scott estaba allí, su corazón perdió el control por completo; y comenzó a latir aceleradamente apenas se encaminó hacia la versión extendida del Cadillac. Incluso las palmas se encontraban llenas de un sudor frío.
"¡Gafas Negras, adelante!", chilló Tommy con entusiasmo entretanto le abría la puerta y le saludaba con una de sus manitas.
En efecto, su acción casual levantó de inmediato la vigilancia de todo el personal de seguridad, especialmente la de Fletcher, quien inmediatamente bloqueó con su cuerpo la posición más potencialmente peligrosa.
En todo caso, al darse cuenta del nerviosismo del hombre, Hannah aceleró el paso y se embarcó en el automóvil.
Tan pronto como ingresó, Fletcher cerró la puerta; apresurándose al asiento del copiloto. Tras subirse él también, el conductor encendió el motor nuevamente.
Si bien el riesgo de que William se encontrase en peligro era mínimo cada vez que viajaba por Lecharia; ellos, como su escuadrón de protección, no bajarían la guardia ni por un segundo.
"Gafas Negras, ya es muy tarde. ¿Por qué estás aquí sola?", interrogó el niño con curiosidad.
Sucede que, mientras le ojeaba, sus labios se levantaron en una sonrisa. Luego, se volvió para mirar a William.
De hecho, ya le había notado; pero se hallaba demasiado nerviosa sin saber qué hacer. Así que, solo se limitó a sentarse torpemente junto a la ventanilla, al lado de Tommy.
"Buenas noches, Señor Presidente", manifestó; una vez que se obligó a calmarse.
Y como si no se hubiese percatado de que ella había ingresado al coche, William continuó concentrado en la pantalla de su iPad; sin siquiera levantar la cabeza hasta que ella le saludó. Así pues, bajo la tenue luz, él la observó fijamente.
En efecto, el hombre poseía un arco de cejas alto, con ojos largos y estrechos; lo que ocasionaba que sus hermosos ojos negros fuesen aún más profundos. Inclusive, un leve atisbo de su parte daba esa insondable sensación de inspección. Era como un agujero negro, tratando de absorber a la gente. O quizás contenían el poder de husmear en todos los secretos más profundos del corazón.
Es por ello que, con un solo vistazo, desvió su atención con pánico; no atreviéndose a regresarle el gesto.
"Gafas Negras, ¿por qué tienes la mejilla izquierda hinchada? ¿Te intimidaron de nuevo?", cuestionó el pequeño acercándose a ella. Cuidadosamente, le revisó; para luego empujar suavemente el pómulo con su gordo y corto dedo índice. Entonces, angustiado, levantó sus finas y pequeñas cejitas y preguntó: "¿Te duele?".
Divisando a Tommy frente a ella, sintió una sensación de calidez en su corazón. Después, ella sonrió y respondió: "Solo un poco, así que está bien".
"¿Siempre eres molestada por alguien? Dime quién es y te vengaré", replicó.
"¡Tommy!". Tan pronto como su voz airada cayó, una fría advertencia resonó en el coche.
Sin embargo, a él no pareció importarle. Por otro lado, Hannah volvió a enfocar sus ojos en los profundos y feroces de William. Y no logró evitar sentir, un escalofrío recorriéndole todo el cuerpo; bajando rápidamente la cabeza.
"Gafas Negras, tu cara está tan hinchada... ¿Cómo puede ser solo un poco de dolor? Vamos, permiteme que te sople", demandó. Ahora bien, mientras hablaba, el niño se arrodilló en el sillón de cuero y luego giró el trasero encarando a su padre. La mitad de su cuerpo estaba apoyado contra ella, y se cernía cerca de su costado entretanto espiraba suavemente aire caliente sobre el lado maltrecho
Su acción fue como un par de manitas suaves que sostenían su corazón herido; ocasionando que sus ojos se llenasen de lagrimas inexplicablemente. Su vista empezó a volverse borrosa.
En tanto, en el lado opuesto, William notó como el líquido brotaba repentinamente debajo de sus largas pestañas.
Y en ese instante, no pudo evitar fruncir el ceño al sentir una sensación extraña en el fondo de su corazón.
Sin embargo, al mismo tiempo, recordó algo y sopesó: '¿Hannah no usaba anteojos?'. Y es que tampoco pareció encontrarle lentes de contacto.
"¿Todavía duele?", preguntó Tommy; tras soplar su mejilla hinchada durante unos dos minutos aproximadamente.
Felizmente, la fémina contuvo las lágrimas y sonrió. Inmediatamente, sacudió la cabeza y respondió: "Es tan mágico... Ya no".
Lleno de alegría, el pequeño dijo con orgullo: "Por supuesto. Cuando era más joven, me caí y me lastimé. En ese entonces, la abuela también sopló sobre mi herida de esta manera, y pronto dejó de doler".
Mientras escuchaba su historia, solo pudo sonreír en señal de contestación; porque temía que William pensase que ella era demasiado ruidosa si hablaba.
"Oye, Gafas Negras. Mírate, ya eres un adulto, pero siempre estás siendo acosada. ¿Qué pasará en el futuro si lo sigues permitiendo?", interrogó. Así mismo, mirando hacia arriba, y con un par de grandes ojos negros vidriosos que echaban chispas, Tommy de repente suspiró y enunció con seriedad: "Tienes que aprender a protegerte. Si no puedes ganar, huye. O simplemente grita solicitando apoyo. Seguro que alguien te escucha y viene en tu auxilio".
Entonces, al percibir cómo él actuaba como Tiana, quien siempre se había exasperado por su fracaso, no pudo evitar reir. Luego, asintió y anunció: "De acuerdo, lo entiendo. La próxima vez, si no puedo derrotar al matón, huiré y no me permitiré sufrir más pérdidas".
En su lugar, William continuaba revisando su correo electrónico cuando de repente detuvo la acción; y sus ojos oscuros, que eran tan profundos como el cielo nocturno, se posaron en el rostro de ella.
Tal vez su mirada era demasiado profunda; pero cuando la percibió, dejó de reír y cerró la boca. Sin atreverse a decir nada más.
"Papá, me gustaría solicitar cambiar a otro coche con Gafas Negras", solicitó Tommy; apenas se dio cuenta de que su progenitor la había estado observando. No muy contento.
No obstante, cuando la mirada de William les recorrió nuevamente, inmediatamente se detuvo y ya no se atrevió a mostrarse arrogante otra vez.
"Siéntate, y cállate", dijo.
Hannah notó entonces que realmente habría perturbado su trabajo. Por ello, buscó permanecer en silencio; con las mejillas sonrosadas levemente.
"¡Hmph! Papá, me estás privando de mis derechos personales", manifestó Tommy molesto; frunciendo los labios. Su rostro estaba lleno de un sentido de rectitud, pero su corazón temblaba de miedo.
"Sí, te estoy privando de tus derechos personales", repitió.
Sin saber que decir, el chiquillo lo miró fijamente; sus pequeñas cejas hechas un ovillo.
No obstante, al cabo de unos segundos, inmediatamente se sintió aliviado. Seguidamente, sacó un iPad de su bolso, lo desbloqueó y le manifestó emocionado a la joven: "Gafas Negras, tecleemos aquí nuestra conversación. Así, mi padre no sabrá lo que estamos charlando".
Sorprendida por la idea, ella se quedó sin palabras.
Entonces, cuando salieron de la carretera, Fletcher preguntó respetuosamente a William: "Señor, ¿Tenemos que mandar a Hannah a casa?".
"Sí, envíenla a casa", respondió Tommy antes que su padre. Y por una vez, ambos compartían una opinión.
Con voz profunda, el Presidente dijo: "Envíala de vuelta".
"Sí, señor", contestó el guardaespaldas.
......