Capítulo 3
1429palabras
2023-02-03 09:43
"¿Quién es esa mujer con anteojos de montura negra que estaba parada en la parte de atrás? ¿Puedo saber quién la contrató para trabajar aquí?", le preguntó William a Rya Brown, la gerente de su oficina, mientras él se quitaba el saco para sentarse en su silla.
"¿La mujer con armazones negros?", confirmó Rya.
La gerente, de casi cincuenta años, reflexionó un momento antes de responder respetuosamente. "Ah, sí ya sé quién es. Su nombre es Hannah Porter. Recientemente se graduó de la maestría. Hace algún tiempo, Bruno la recomendó como intérprete y usted aceptó contratarla en ese momento. Escuché que es muy competente, además de ser políglota. Su talento es poco común".
Cuando William, que estaba revisando un documento, escuchó las palabras de su gerente, dejó de leer y la miró para preguntar: "Entonces, ¿habla muchos idiomas?".
"¡Guau! ¡Qué talentosa! La buscaré para que me ayude con algunas palabras en finés que no sé pronunciar", dijo Tommy deslizándose desde el sofá para brincar hacia el suelo. Cuando estaba a punto de salir corriendo, escuchó la voz de su padre.
"¡Hijo, detente!".
Tan pronto como oyó la orden, el niño se quedó congelado en su lugar, sin atrever a moverse.
"Llévalo al salón de al lado para que complete las tareas que tiene en su lista; antes, no podrá irse", ordenó William mirando los documentos que tenía en la mano, sin siquiera voltear a ver a Tommy.
"Sí, señor", respondió Rya haciendo un movimiento de cabeza. Luego, se volvió hacia el niño con una sonrisa y dijo: "Anda, vamos".
Haciendo un puchero, el pequeño miró a su padre antes de agarrar su mochila para salir balanceando los brazos. De pronto, murmuró: "Definitivamente no soy su hijo".
"¿Qué dijiste?".
Resoplando, Tommy giró la cabeza y miró a William con cara de obstinación: "Dije que estoy seguro de que no soy tu hijo", gritó.
¡Le había dado una lista interminable de tareas! ¿Cómo quería que las acabara todas en un día, siendo que otros niños no podían terminarlas en una semana?
William levantó la cabeza, miró a Tommy y dijo sin expresión: "¡Claro que yo no te di a luz, porque soy un hombre! Pero no tengo ninguna duda de ser tu padre".
Mientras Tommy superaba el sentimiento de agravio que lo estaba inundando, hizo un puchero con los labios. "¡Me gustaría que mamá pudiera despertarse y hablar, porque ella no sería tan molesta como tú!".
William curvó sus delgados labios observándolo y ordenó: "Ve y haz tu tarea".
Tommy lo miró de arriba abajo resoplando una vez más con molestia.
....
"Bella, ese niño, ¿él es...?".
"¡Shh!", soltó la mujer tan pronto como escuchó a Hannah. Luego, susurró: "En la oficina, no se nos permite hablar sobre el señor Scott. Además de eso, no podrás mencionar nada de lo que veas o escuches en este lugar. ¿No firmaste un acuerdo de confidencialidad junto con tu contrato de trabajo?".
Mirando a Bella, quien mostraba una expresión severa, la chica asintió con cara de culpabilidad. "Lo siento".
"Está bien. Solo tenlo en mente", advirtió su compañera.
Así que ella sonrió dispuesta a seguir su consejo. "Así lo haré".
Volteando hacia todos lados para asegurarse de que no había nadie alrededor, Bella se inclinó para susurrarle al oído: "El niño es el hijo del señor Scott, se llama Tommy".
De cualquier modo, en la mansión del presidente todos lo sabían, así que no era un secreto, pero como Hannah acababa de conocerlo, Bella pensó que sería necesario aclararlo; sobre todo para que se le quitara la curiosidad.
"¿Él es hijo del señor Scott?", preguntó Hannah, sorprendida. "Él...".
Antes de continuar, ella se dio cuenta de que estaba pasando los límites, por lo que inmediatamente se tragó sus palabras.
"No comentes sobre esto con nadie, o te vetarán del círculo de intérpretes para siempre", insistió Bella mirando a su alrededor, para asegurarse de que nadie las estaba escuchando.
Asintiendo lentamente, Hannah respondió: "Gracias, seré discreta".
"Bueno, apresurémonos, ven te llevaré para que te familiarices con el lugar".
"¡Está bien, vamos!".
....
Una vez que la mujer terminó de enseñarle la mansión del presidente a Hannah, ellas se dirigieron a la oficina de William. Allí, Annabel le pidió a Bella que esperara afuera. "Señor, ella es la nueva intérprete, Hannah Porter".
Cuando ellas entraron, William estaba reflexionando parado frente a la ventana mientras bebía su taza de café. Al escuchar a Annabel, él desvió la mirada hacia la nueva intérprete.
"Buenos días, señor Scott. Soy Hannah. Hoy es mi primer día de trabajo", se presentó inclinando la cabeza, ya que no se atrevía a mirar a William a los ojos.
Con sus enormes anteojos negros y sus largos mechones de cabello que caían sobre sus hombros sin ningún estilo, se veía rígida y anticuada. Sin mencionar lo aburrida que era su camisa blanca abotonada hasta el cuello.
Si Bruno no la hubiera recomendado, nadie habría sospechado que dominaba cuatro idiomas.
Después de mirarla de arriba abajo, William dijo con tono frío. "Mucho gusto, puedes irte".
"Sí, señor". Annabel sonrió, antes de volverse hacia Hannah para indicarle que saliera.
Entonces, la chica salió por la puerta.
William le dio un sorbo a su taza de café y preguntó si ya había llegado el ministro de Hacienda. "Si ya está aquí, que pase, por favor", agregó.
"En seguida, señor".
....
“Caracteristique, caracteristique”.
Mientras Hannah salía de la oficina del presidente, escuchó la tierna voz de un niño, no muy lejos de ella. "¡Ey, Gafas Negras, espera!".
Intrigada ella volvió la cabeza para mirar en esa dirección y tan pronto como vio a Tommy, quien asomaba su cabecita redonda por la rendija de la puerta, lanzó una alegre risita.
"¡Ven aquí, Gafas Negras!", dijo el niño haciendo señas con la mano, al darse cuenta de que ella ya lo había visto.
¿La estaba llamando Gafas Negras?
Se rio al darse cuenta de que le había puesto un apodo y se dio la vuelta para ir con él.
"Gafas Negras, escuché que dominabas el finés. Esta palabra me parece muy difícil de pronunciar, ¿podrías ayudarme?", preguntó el niño señalándole una frase de su cuaderno.
Entonces, Hannah lo miró boquiabierta, ya que era asombroso que un pequeño de su edad estuviera aprendiendo idiomas. Sin embargo, pensó que era natural que el hijo del presidente fuera diferente a otros niños.
Mirando la manita regordeta de Tommy que señalaba la palabra que tanto le interesaba, ella rio divertida. Luego, se puso en cuclillas y dijo con seriedad: "Se dice ‘caracteristique’. Cuando la pronuncias, debes doblar la punta de la lengua y presionarla contra los dientes de arriba. Mira cómo lo hago yo, así, de esta manera", explicó pacientemente.
"Caracteristique, Caracteristique...", repitió él siguiendo las indicaciones de la chica. De modo que el niño curvó levemente su lengua y la presionó contra sus dientes, repitiendo la palabra una y otra vez. "¿Lo hice bien?", preguntó.
Asombrada por su gran inteligencia, Hannah respondió con una sonrisa: "¡Felicidades, lo hiciste muy bien!".
"¿Y esta otra palabra?".
"¡Tommy!", dijo una majestuosa y grave voz varonil a corta distancia de él.
Entonces, Hannah miró a William, sintiendo que se le erizaba el pelo de la nuca. Al instante, se puso de pie y saludó respetuosamente: "¡Señor Scott!".
En el momento en que Tommy vio la cara de disgusto de su padre, hizo una mueca y contestó de mala gana: "¿Qué quieres, papá?".
"Ven aquí".
"Ahí voy", respondió haciendo un puchero y caminó de mala gana hacia William. Cuando se detuvo frente a él, pensó en Hannah, así que se giró y sonrió. "Adiós, Gafas Negras. Te buscaré en cuanto pueda hacerlo".
Al mirar a ese niño tan inocente, Hannah sonrió, pero no se atrevió a hablar bajo la presión de la energía tan poderosa de su padre, por lo que únicamente agitó la mano para decirle adiós.
Eufórico, Tommy le devolvió una amplia sonrisa, revelando dos filas de dientes pequeños y pulcros. Después de eso, siguió a su padre hacia su oficina.
Cuando la pequeña figura desapareció de su vista, Hannah pensó en el bebé que dio a luz cinco años atrás.
Ese niño tenía más o menos la misma edad. ¿Sería él o ella tan adorable como Tommy? ¿Podría conocer a su hijo algún día?
Al pensar en eso, Hannah se rio de sí misma.
Ni siquiera sabía el género del bebé, así que, si se encontraran algún día, ella no lo reconocería.
Ante esa idea, la chica decidió dejar de pensar en ello. Después de todo, ese bebé no tenía nada que ver con ella.