Capítulo 4
1293palabras
2023-02-03 10:05
En su primer día de trabajo en la mansión del presidente, lo único que hizo Hannah fue familiarizarse con el entorno y aprender unas cuantas reglas. Como no había nada más que pudiera hacer en ese momento, su jornada terminó a las seis de la tarde.
Aunque la chica creció en esa próspera metrópolis, no había regresado a esas tierras durante los últimos cinco años.
En esa época, ella usó al bebé que cargaba en el vientre para que sus padres accedieran a darle un millón del dinero que recibirían cuando naciera el niño. De modo que, mientras estuvo embarazada, la chica se dedicó a mandar solicitudes a las universidades extranjeras en las que le interesaba estudiar.

No mucho después de dar a luz, ella recibió la carta de aceptación de la Universidad de Hawking en Yothar. Así fue como viajó a ese lugar para inscribirse. Después de completar sus estudios de licenciatura, ella ingresó a la Escuela de Ciencias y Tecnología de la Universidad de Lakewood en Prouria, donde hizo su maestría.
Habían pasado cinco años y la ciudad en la que creció era próspera y estaba llena de actividades. Sin embargo, ella había pasado por muchas cosas desde entonces.
Cuando Hannah regresó a su apartamento, Tiana Dawson, su mejor amiga y compañera de vivienda la recibió entusiasmada. "¡Regresaste temprano! Voy a preparar unos fideos instantáneos. ¿Te gustaría que haga un plato para ti?".
La chica se quitó las gafas y las puso en la mesita de entrada, mientras se cambiaba los zapatos; entonces respondió: "¿Fideos instantáneos? ¡No comas eso! Cocinaré algo decente".
"Sé muy bien que no eres miope, ¿por qué usas esos anteojos tan horrendos? Al menos deberías escoger otros, porque esos están pasados de moda y su grueso armazón es feísimo", dijo Tiana acercándose a ella. Luego, levantó la barbilla de su compañera con la mano y entrecerrando los ojos, evaluó sus facciones. "Mira nada más que cara tan bonita tienes, mientras que esos lentes la cubren por completo".
Mirándola de soslayo, Hannah sonrió y le apartó la mano. "¡A mí me gustan y no me importa lo que opinen los demás!".

"Además, mira tu ropa. Es tan anticuada como la de una mujer de cincuenta años. ¡Incluso si fueras una mujer de esa edad, no necesitarías abotonarte la camisa hasta el cuello!". Mientras decía eso, Tiana tiró ligeramente la tela de la camisa de Hannah y, con una sonrisa maliciosa, preguntó: "¿Qué pasa? ¿Hay un pervertido en la mansión del presidente?".
Hannah, quien no quería que la ridiculizara constantemente, explicó con paciencia mientras caminaba hacia la cocina: "No es eso. Solo que no quiero llamar demasiado la atención, pues soy nueva en ese trabajo. Me dieron una gran oportunidad al contratarme en la mansión del presidente y, probablemente, muchas personas estarán descontentas por mi presencia en ese lugar".
Siguiendo a su amiga, Tiana levantó las cejas comprendiendo lo que quería decir. "Tienes razón. Sería natural que tus compañeros se sintieran intimidados con tu trabajo, porque además de ser hermosa, eres muy competente".
"¡Gracias por tu opinión!", dijo Hannah agarrando la jarra para servirse un poco de agua.

"Por cierto, ¿cómo te sentiste en tu primer día de trabajo? ¿Conociste al presidente?", preguntó Tiana con los brazos cruzados, apoyándose en el refrigerador.
Después de beber un sorbo de agua, Hannah asintió. "Sí, hoy lo vi. Se ve aún más guapo en la vida real que en la televisión, pero...".
"¿Pero qué?".
Después de una breve pausa, ella sonrió. "No me atreví a mirarlo a los ojos, mucho menos a hablar con él".
Al escuchar eso, Tiana no pudo guardarse lo que pensaba. "Él es un simple ser humano, como cualquiera de nosotras. Quiero decir, él es el presidente, pero ¿temes que te haga daño? No podría matarte, aunque cometieras el peor de los errores. ¿O piensas que sí?".
Ante eso, ella se quedó sin palabras, así que se acercó y empujó a Tiana para abrir la puerta del refrigerador.
Si William se hubiera comportado de la manera tan amable como lo hacía cuando estaba en la televisión, ella le habría concedido la razón a su compañera.
"¿Por qué no hay nada? ¡El refri está vacío!", exclamó Hannah cuando abrió la puerta. ¡No encontró nada, más que cervezas y un par de jugos!
"Por lo general, pido comida para llevar o preparo alimentos de sobre". Sonriendo astutamente, Tiana se apresuró a abrazarla. "Ya que has vuelto a vivir conmigo, mi estómago vivirá una feliz etapa a partir de hoy".
Hannah se la quedó mirando sin decir nada y sacudió la cabeza.
Apenas hacía dos días que ella había regresado al país. Como era imposible quedarse en la residencia de su familia y no pudo encontrar un lugar adecuado en tan poco tiempo, había optado por quedarse con su buena amiga. Afortunadamente, su apartamento tenía dos habitaciones.
"Ve a cambiarte, tenemos que salir", dijo Hannah cerrando la puerta del refrigerador, mientras veía a su compañera por el rabillo del ojo.
"¿A dónde vamos?".
"A comprar verduras, de hoy en adelante prepararé comida sana y nutritiva".
Tiana se arrojó sobre Hannah abrazándola de nuevo con entusiasmo. "Ay, no me voy a cambiar. Así estoy bien, ¡vamos!".
La chica examinó sus pantalones cortos de mezclilla que dejaban al descubierto sus muslos y sin decir nada sonrió antes de salir por la puerta de la cocina.
“Según las últimas noticias, tras el fallecimiento de Natan Byrne, presidente de Canics Group, su único hijo, Kevin Byrne, se hará cargo de la organización. La empresa anunció oficialmente el día de hoy que el joven reemplazará a su padre como presidente del consorcio empresarial".
Justo cuando las chicas entraron en la sala y estaban a punto de salir de la casa, apareció una cara familiar en la televisión. Tan pronto como Tiana lo vio, agarró el control remoto y apagó el aparato resoplando con indignación. "Ese idiota prometió casarse contigo, pero ahora...".
"Vámonos, o se nos hará tarde", intervino Hannah, antes de que su compañera continuara quejándose. Luego la tomó del brazo para que la siguiera hacia afuera del apartamento.
Ella sabía que no quería hablar del pasado, así que la respetó y no dijo nada más. Antes de seguirla, tomó su bolso y salió atrás de su amiga.
....
Afortunadamente, Tiana tenía un hermoso Audi A5 de color rojo y como el centro comercial estaba a solo dos kilómetros de distancia, llegaron allí en un abrir y cerrar de ojos.
En el supermercado, Hannah se dirigió al departamento de verduras, donde escogió los ingredientes que utilizaría para cocinar, además de algunas frutas para el postre. Mientras tanto, Tiana se encargó de escoger algunos artículos que eran de uso diario, tales como bocadillos, bebidas, cerveza y todo lo que a ella le gustaba. Después de que cada una completó sus tareas, se reunieron en la caja.
Al ver que Tiana estaba sacando su cartera para pagar, Hannah, quien estaba clasificando los artículos, rápidamente se acercó a entregarle su tarjeta bancaria al empleado de la caja. "Yo pagaré".
Al ver eso, la otra chica le apartó la mano. "¡Ni lo pienses! Yo me haré cargo de esta cuenta. Estoy segura de que no has recibido tu salario. ¡Hoy fue tu primer día de trabajo!".
Sin embargo, Hannah insistió en entregarle su tarjeta al cajero. "Sé que no te falta dinero, ¡pero no es correcto que yo viva en tu casa sin cooperar con algo!".
Entrecerrando los ojos, Tiana replicó: "¿Quién dijo que podrías vivir y comer en mi casa gratis? Yo pagaré las cuentas este mes y tú las pagarás el próximo. Solo espera a recibir tu primer salario. De esa manera, nos turnaremos".
Hannah sonrió satisfecha y contestó: "Está bien, ¡esa me parece una buena idea!".
....