Capítulo 34
1900palabras
2023-02-09 14:32
Los dos hombres escondidos detrás de las columnas de cemento se miraron y no tuvieron más remedio que salir.
En el sótano oscuro, el ambiente se sentía un poco incómodo. Al final, Qi fue la primera en romper el silencio.
"¿Qué piensan de la escena de ahora?", preguntó ella. Los dos muchachos estaban muy inquietos. Uno de ellos se preparó para responder.
"Es bastante buena. Sra. Bo, usted es buena en artes marciales", comentó él.
"Ustedes dos están casi a punto de perder sus trabajos, ¿no?", sonrió la joven.
Desde el primer día de su matrimonio, ella sabía que estos dos hombres la seguían de cerca. También sabía que eran guardaespaldas contratados por Bo Yanxi.
Frente a los cuatro mafiosos, ella no fingió ser débil ni esperó a que los guardaespaldas actuaran porque no estaba segura de las verdaderas identidades de los facinerosos. Si resultaban espías o asesinos de otro país, no quería involucrar a su esposo ni a esta gente común.
Aunque había resuelto el asunto, ella aún necesitaba hacer algunas cosas más.
"Sra. Bo... Usted es muy poderosa", la elogió con sinceridad uno de los guardaespaldas.
Los dos la habían estado protegiendo por un tiempo. Siempre habían pensado que ella era una estudiante débil. A veces, ella pasaba un semáforo en rojo demasiado rápido y a ambos les preocupaba que pudiera lastimarse.
Sin embargo, en ese momento, reconocían que no debían juzgar un libro por su portada, pues esa chica había resultado demasiado despiadada.
"Si el Sr. Bo se entera de lo sucedido este día, ustedes dos podrían perder sus trabajos. El Sr. Bo es tan rico que debe pagarles mucho dinero, ¿verdad?", insinuó ella.
De hecho, a la muchacha no le importaban mucho las opiniones de los guardaespaldas. Ella solo quería tratar el problema principal lo antes posible.
......
Sin tener nada para decir, los dos hombres se quedaron callados.
En realidad, había sido su culpa que los mafiosos la atacaran. Si no hubiera sido por las excelentes habilidades de la chica, las consecuencias habrían sido inimaginables.
Ella parpadeó; luego, sonrió y propuso:
"¿No estaría bien si no le avisaran al Sr. Bo? Su responsabilidad es protegerme. Creo que he estado muy segura este día. ¿Qué piensan?".
Los dos guardaespaldas no tardaron en entender la sugerencia: ella tenía la intención de ocultarle al marido lo que había sucedido ese día.
Uno de los guardaespaldas pensó por un momento antes de hablar.
"Señora Bo, se preocupa demasiado", expuso él, con todo respeto. "El Sr. Bo solo nos pidió que nos ocupáramos de su seguridad personal. No nos pidió que le informáramos de su paradero todos los días. Una y otra vez, él nos ha reiterado que la protejamos, pero que no violemos su libertad personal".
"¿De verdad?", se sorprendió la joven. Su estado de ánimo se volvió inexplicablemente complejo. No esperaba que aunque su esposo fuera tan autoritario, le guardara consideración.
Ella sonrió y a la ligera agregó: "Entonces no hay necesidad de que el Sr. Bo sepa lo que sucedió este día".
Así dio por terminado el asunto del intento de secuestro.
De vuelta en Bo Villa, Qi abrió su computadora portátil tan pronto como cerró la puerta de su habitación.
Después de una serie de operaciones complicadas, llegó a un misterioso sitio web, accedió a su cuenta y se metió en el sitio dedicado a todo el personal especial del País A, incluido el ejército y la Agencia de Seguridad Nacional.
Desde el día de su ingreso, el selecto personal dedicado a trabajos especiales podía acumular puntos de mérito; a mayor cantidad de puntos, más derechos obtenían. Ya sea en funciones o después de jubilados, todos los empleados podían iniciar sesión en ese sitio web a través de sus cuentas personales, para canjear sus puntos por distintos beneficios: cargos, dinero, acciones y hasta las últimas drogas especiales desarrolladas por el país; también podían ayudar a otros a solicitar beneficios.
La razón por la que ella se había atrevido a jurar que Chi Rui podría ingresar al Hospital 401 fue porque contaba con suficientes puntos.
Apenas ingresó la información de Chi Rui, aparecieron las palabras "Solicitud exitosa" en la computadora.
No mucho después, sonó su antiguo teléfono con teclado, se trataba de una videollamada.
Ella corrió las cortinas para usarlas de fondo; apenas presionó el botón de respuesta, apareció un joven en el video.
De unos veintisiete o veintiocho años, el joven lucía un par de ojos agudos y un rostro hermoso. Llevaba una camisa blanca, con las mangas arremangadas hasta los brazos y algunos botones desabrochados en su pecho, lo que lo hacía parecer un poco arrebatado. Con pereza, se recostó en la silla de la oficina y cruzó las piernas sobre el escritorio.
Su nombre en clave era Fiend y su verdadero nombre era Gu Yitang. Se trataba del comandante de la 13ª División de la Agencia de Seguridad Nacional del País A.
Él era el superior inmediato de Nan Qi y también su compañero en las buenas y en las malas.
"Recibí tu solicitud. ¿Quién es ese tipo?", indagó él.
"El prometido arreglado por mi familia", contestó la joven; ella sabía que su superior se refería a Chi Rui.
"Ejem...", él se atragantó con su propia saliva. "La última vez, dijiste que te ibas a casar. ¿Es tu prometido?".
"Un esposo y un prometido son dos cosas diferentes. Ya estoy casada ahora", aclaró ella, dejando sin palabras a su comandante.
"Eres bastante buena en estas cosas", comentó él, después de un momento.
Sin más, ella puso los ojos en blanco y se justificó:
"¿De qué hablas? Encontré a mi esposo por mi cuenta, pero mi familia arregló conseguirme un prometido. Algo le sucedió a este hombre recientemente. Si me caso con otra persona, merece un resarcimiento". Ante semejante explicación, su superior chasqueó los labios.
"Incluso estás dispuesta a solicitar la Inmunoglobulina S. Estás tan decidida a devolver esos favores. Dime qué tipo de persona es tu esposo, que vale la pena que te esfuerces tanto", inquirió él.
De hecho, él quería ponerse al día desde la última llamada telefónica, pero como había estado en una misión en el extranjero, temía que las llamadas fueran monitoreadas.
Durante las misiones, tenían que usar dispositivos de cambio de voz mientras llamaban a otros; por lo que, por supuesto, solo se atrevían a hablar sobre cosas pertinentes durante la conversación.
De hecho, él quería ponerse al día desde la última llamada telefónica, pero como había estado en una misión en el extranjero, temía que las llamadas fueran monitoreadas. Durante las misiones, tenían que usar dispositivos de cambio de voz mientras llamaban a otros; por lo que, por supuesto, solo se atrevían a hablar sobre cosas pertinentes durante la conversación.
"Si de veras no tienes nada que hacer, ¿por qué no buscas un trabajo?", le aconsejó la muchacha, con sinceridad. Gu Yitang curvó los labios con aburrimiento.
"De verdad, me aburre que todos se retiren y se casen uno por uno, sin dejar que otros cuenten chismes sobre ustedes", replicó él.
"¿Ah? ¿Quién más se ha retirado y se ha casado en nuestra 13ª División?", indagó ella.
El joven comandante lanzó una mirada furtiva a su alrededor; luego, en voz baja, comenzó a contar:
"Hace unos días, cuando depuraba el sistema de seguridad en el instituto de investigación, escuché por accidente al médico del Departamento de Inteligencia Militar conversando con su asistente. Se dice que Devil King está casado". Se escuchó un resoplido... Qi, que bebía agua, la escupió de improviso. Tosió durante mucho tiempo antes de recuperarse.
"¿Ejem? ¿Quién? ¿De quién estás hablando?", preguntó ella.
"¿Quién más podría ser?". Gu Yitang bajó un poco la voz y explicitó: "El Devil King que dedujo el bono de fin de año para nosotros en la 13ª División dos veces; el mismo que hizo que te encerraran en la cárcel". Frente a semejante referencia, ella se quedó atónita por un momento antes de soltar:
"¿Su esposa todavía está viva ahora?".
Ella no había tenido mucha interacción con Devil King; ni siquiera conocía su apariencia física. No obstante, cada vez que sus senderos se encontraban, ese hombre cruel y mojigato la hacía sufrir; por lo tanto, deducía que quienquiera que se casara con él tendría mala suerte toda su vida.
El comandante extendió las manos y confesó:
"Es posible que ya esté medio muerta. ¿Qué más da? ¿Qué tiene de bueno casarse con el Devil King? Supongo que también ella es una buena para nada".
"Achís...". La nariz de Qi le picaba tanto que estornudó dos veces seguidas.
"¿Qué sucede contigo?", reclamó él.
"No es nada. Seguro se debe a que la temperatura del aire acondicionado es demasiado baja".
"Vaya", comentó él y siguió con el chisme. "Sin embargo, Devil King es en realidad muy guapo y tiene una buena figura. Con su fuerza, siete veces por noche no es un problema. A su esposa puede gustarle que sea capaz".
"Achís, achís...", estornudó ella, sin poder parar. Se frotó la nariz porque tenía mucha curiosidad y preguntó: "¿Cómo sabes cómo se ve el Devil King? No te escuché decir eso antes".
"Cuando el presidente asumió, él fue al cuartel militar para una reunión y lo vi de lejos. Igual, se sentó al lado del presidente y yo me senté al final, así que no lo vi con claridad. De todos modos, él vestía un uniforme militar en ese momento. Su figura, su temperamento, su pequeña cintura...", comentó el comandante y chasqueó la lengua antes de continuar: "Incluso un hombre como yo estaría tentado".
"Presta atención a tu género", le recordó ella, inexpresiva.
Tan pronto como ella terminó de hablar, la manija de la puerta giró. Yanxi abrió la puerta y entró; como vio lo oscura que estaba la habitación, él frunció el ceño con tristeza.
"¿Por qué están corridas las cortinas a esta hora?", preguntó el esposo. Entonces, el corazón de la joven dio un vuelco. Rápido ella escondió su teléfono detrás de la espalda y se puso de pie.
"Señor Bo, ¿por qué regresaste tan temprano?", intentó ella. Yanxi, reservado, caminó hacia ella y abrió las cortinas.
"¿Acaso todavía es temprano?", mencionó él.
En cuanto ella miró hacia afuera, descubrió que ya era hora de salir del trabajo.
Antes de que poder responder, ella sintió la mirada sospechosa de su esposo. "¿A quién estás llamando?", preguntó el hombre.
"¿Ah? ¿Llamaba?", aventuró ella, muy inquieta.
"¿Es tu marido? Déjame echarle un vistazo. Somos amigos desde hace más de diez años. Fuimos novios de la infancia; incluso, solíamos dormir en la misma cama y comer del mismo plato. Él es solo un hombre, pero en realidad lo estás escondiendo", continuaba Gu Yitang, sin reconocer límite alguno, al otro lado del teléfono, aunque su voz se escuchaba con total claridad.
¿Novios de la infancia y dormían en la misma cama? ¿De dónde salió ese hombre? ¿Cómo se atrevía a coquetear con su esposa delante de él?
Una luz gélida relampagueó en los ojos de Yanxi; de repente, él extendió la mano para agarrar el teléfono de la mano de Qi. Como ella no esperaba ese movimiento, cuando reaccionó, él ya le había quitado el teléfono móvil.
"¿Dónde conseguiste este teléfono?", preguntó el esposo, atónito, pues no esperaba que ella usara ese tipo de teléfono móvil.
"¿Dónde conseguiste este teléfono?", preguntó el esposo, atónito, pues no esperaba que ella usara ese tipo de teléfono móvil.