Capítulo 35
1494palabras
2023-02-09 16:00
"Yo lo compré", aseguró Qi, con apariencia despreocupada, pero en su interior se sentía muy inquieta.
Aunque ese teléfono móvil parecía viejo y desactualizado, en realidad era un producto de alta tecnología desarrollado por ellos mismos dentro de la empresa; era resistente al agua, al fuego y a las explosiones; además, se cargaba en forma automática. Como funcionaba con su propio sistema de pequeños satélites, contaba siempre con señal plena.
En momentos críticos, incluso podía ensamblarse para ser utilizado como una bomba; tenía tantas funciones que no podía ser delgado ni liviano; esa constituía su única debilidad. 

Los investigadores solo habían decidido que el dispositivo pareciera un teléfono antiguo para evitar robos.
"¿Qué modelo de teléfono te gusta?", preguntó Yanxi, de improviso. En medio de sus pensamientos, la joven apenas reaccionó:
"¿Ah?".
"¿Qué modelo de teléfono te gusta?", repitió el esposo.
Dado que ella usaba un teléfono con teclado antiguo, sin ningún logotipo de marca, él dedujo que se trataba de un teléfono de imitación barata. Su capa exterior estaba cubierta de rasguños, e incluso había algunas partes que estaban pegadas. Él ni siquiera podía imaginar dónde ella había encontrado esa antigüedad. Lo más sorprendente era que todavía le sirviera para hablar.
La joven respiró aliviada. Resultó que su marido solo había pensado que el teléfono móvil era demasiado viejo y no había dudado de nada. Entonces, ella sacó su teléfono móvil habitual del bolso y lo agitó frente a él.

"Tengo un teléfono móvil", aclaró ella.
"En ese caso, ¿por qué llamaste con este teléfono celular desvencijado?", preguntó él. Por supuesto, sabía que ella tenía un teléfono móvil, pero solo sospechaba que no funcionaba.
"Mi amigo ha estado pidiendo chismes día tras día. Le pedí que buscara un trabajo, pero no quiere ir. Trató de llamar para ver cómo te ves. ¿Crees que puedo dejar que te vea?", mintió ella, con los ojos bien abiertos, le echaba toda la culpa a Gu Yitang.
De todos modos, antes de que le quitaran el dispositivo, ella había colgado el teléfono. Su marido no podía desbloquear la contraseña y él no sabía que acababan de usar la función de videollamada. Sin pensar mucho en eso, Yanxi le devolvió el teléfono a su esposa. Después de pensar por un momento, él preguntó:

"¿Qué formación académica tiene tu amigo? Nuestro Grupo Bo tiene docenas de fábricas...". Él le había creído. 
Las comisuras de la boca de Nan Qi se torcieron un poco; con cierto tono de superioridad moral, ella manifestó:
"Aunque soy la esposa del presidente, no podemos permitir ningún nepotismo. Mi amigo de la infancia abandonó la escuela y ni siquiera puede escribir su nombre. Es mejor dejarlo ser agricultor". Ante esos argumentos, el marido empresario abandonó ese tema. Luego, levantó la cabeza y la miró fijo.
"¿Por qué no dijiste que Bo Yuqian te había acosado?", preguntó él, al fin. Ella no se sorprendió de que su esposo lo supiera; así que solo se encogió de hombros y contestó: 
"Simplemente, él ha sido golpeado por mí. No es bueno que me queje de nuevo". Sin embargo, una luz peligrosa brilló en los ojos de Yanxi. 
"¿Quién te dijo que las mujeres embarazadas pueden pelear a voluntad?", refunfuñó él.
"¿Eh?", se sorprendió la muchacha.
"Acuéstate allí", le ordenó él, mientras le señalaba su cama.
"¿Qué haces? ¡Todavía es de día!". De repente, Qi tuvo un mal presentimiento, se agarró con fuerza su ropa y retrocedió.
"Si te portas mal, debes ser castigada", se justificó él, insensible. Los ojos de la joven esposa se abrieron muy grandes, ella se abrazó con fuerza y le recriminó:
"Sr. Bo, ¿por qué pensaste en una forma tan extraña de castigo? No deberías ver ese tipo de películas o tu mente se volverá anormal". Cuando escuchó esas palabras, el hombre puso una expresión todavía más inquietante; con displicencia, él aclaró:
"¿En qué estás pensando? Si te portas mal, recibirás unas nalgadas". 
"¿Ah? ¿Eso... eso... así?", balbuceó ella, avergonzada. 
"¿Qué más sería?", preguntó él.
"Oh...", murmuró ella, renuente a acostarse en la cama.
Durante el examen prenatal, el médico le había indicado evitar el ejercicio extenuante. De hecho, golpear a Bo Yuqian había sido un comportamiento peligroso para ella, por lo que su esposo de todos modos la castigaría. 
En lugar de ser atrapada y derrotada, era mejor ser castigada en buena ley; ella había aprendido a ser una buena chica. 
Con cara de desprecio, el marido la azotó en el trasero sin piedad.
"Ah...", gritó ella de dolor.
"¿Conoces el dolor? ¿Por qué no pensaste en las consecuencias antes de hacer cosas peligrosas?", sermoneaba él, en tanto le daba otra nalgada.
"Lo he pensado...", se justificó ella, sintiéndose agraviada. 
Conocía bien su propia condición física; se trataba de una persona con entrenamiento formal de las fuerzas especiales. 
¿Podría ella compararse con las estudiantes débiles normales? Sin mencionar haber vencido a Bo Yuqian, incluso si les hubiera dado una buena paliza a los cuatro mafiosos, no habría resultado herida en absoluto.
"Entonces, ¿por qué hiciste algo peligroso?", le reclamó él.
"Fue Bo Yuqian quien me provocó primero...", replicó ella.
"¿Cómo te atreves a discutir?".
"¡Bua, bua...!", sollozó la muchacha, pues sus nalgas le ardían de dolor. 
¿Por qué tenía que ser azotada si ella ya era adulta? 
Antes, se había compadecido de la esposa del Devil King. ¿Quién se compadecería de ella ahora? 
Aunque no era seguro que la esposa del Devil King fuera maltratada, a ella sí la golpeaban.
"Veamos si todavía te atreves a hacer tal cosa...". Despiadado, Bo Yanxi continuó con las nalgadas, pues esta chica no recordaba en absoluto que estaba embarazada. 
No era gran cosa que ella fuera imprudente, pero atreverse a pelear con otros... 
Si él no le daba una lección, ella podría hacer algo más peligroso en el futuro.
Qi fue azotada hasta que se echó a llorar. 
Por fortuna, el teléfono de Yanxi sonó a tiempo. Ni bien vio el nombre en la pantalla, él frunció el ceño y presionó el botón de respuesta. Al otro lado del teléfono, Bo Haodang sonaba muy disgustado.
"¿Le pediste a alguien que enviara a Yuqian a la estación de policía? Incluso le ordenaste al equipo de legales que consiguiera la sentencia más severa, ¿no es así? Él es solo un playboy que espera la muerte. No es gran cosa para ti. ¿Acaso tienes que matarlo así?", protestó el hombre. Cuando él terminó, Yanxi con una mirada gélida en su rostro, respondió con indiferencia: 
"También di órdenes para que el departamento de finanzas dedujera todos sus dividendos este año y compensara a las empleadas acosadas por él".
Yanxi siempre había sabido que su primo quería recibir un salario sin trabajar; por lo que no esperaba que hiciera cosas buenas por la compañía, pero tampoco esperaba que acosara a sus empleadas. 
Si no hubiera sido por la golpiza propinada en los pasillos de la empresa y por los testimonios de las mujeres acosadas, no habría creído que Yuqian fuera capaz de cometer tales crímenes. Igual, una vez enfrentado al problema, él no lo toleraría.
"Bo Yanxi, has ido demasiado lejos. Después de todo, él es tu primo. ¿Cómo pudiste...", bramó Haodang, enfurecido.
"Él acosó a Nan Qi", se justificó el empresario. Al instante, el hombre al otro lado del teléfono se atragantó. Después de un largo tiempo, habló con vergüenza.
"Ese b*stardo carece de cualquier tipo de prudencia. Si algo le sucediera a mi precioso bisnieta... Pues, que lo encierren por unos días", sentenció el anciano. 
Yanxi se burló de corazón; le parecía correcto; como su primo había acosado a las empleadas, sin hacer nada de mayor gravedad, permanecería detenido unos quince días como máximo. 
Ni bien colgó, llamó a Tang Yan.
"Cuando salga Bo Yuqian, rómpele las manos, en especial la mano derecha. Quiero que no pueda moverse durante un año", puntualizó. 
Él había observado el video de vigilancia de Yuqian acosando a su esposa; allí, se veía con claridad que él casi la había agarrado de la manga con la mano derecha.
Qi, que estaba acostada en la cama, tragó saliva en silencio y enterró la cabeza en la colcha, sin atreverse a hablar. 
La ira de su esposo era demasiado horrible; aquellos que habían hecho algo malo hubieran preferido haber sido honestos.
Al día siguiente, durante el desayuno, como ella todavía sentía un dolor sordo en el trasero, se sentó en la silla con el ceño fruncido. 
Su marido la ignoró y bajó la cabeza para leer las noticias. Luego, sin expresión en su rostro,  le preguntó:
"¿Todavía te atreverás a hacer cosas peligrosas en el futuro?". En respuesta, ella murmuró algunas palabras para sí misma; puso las manos sobre las rodillas obediente y sacudió la cabeza. 
"No, no me atreveré", respondió ella, con inocencia. En ese momento, Yanxi no pronunció una palabra, pero empujó una pequeña caja rosa frente a ella. Qi la abrió con sospecha; cuando vio lo que había dentro, casi se quedó ciega.