Capítulo 51
2264palabras
2023-04-26 06:23
Todo este tiempo se mantuvo desconectada de las redes sociales y tuvo el celular apagado o en silencio. Así que por muchos días no supo nada de Liam o sus amigos.
Pero, aquella llamada la desconcertó, ¡era Liam!
No sabía si contestar o no, aunque, de un impulso contestó.
—¿Sí? —dijo en un hilo de voz.
—Hola, Eva, ¿cómo sigues?
—¿Ah? —Quedó confundida.
—Sebastián me dijo que estabas enferma, por lo mismo no contestas los mensajes —explicó Liam.
—¿Sebastián? —Eva quedó mucho más confundida.
—Sí.
—Ah… Sebas —Eva contestó como si supiera todo, pero, deseaba estar pensando mal—. ¿Qué te dijo Sebas?
—Que estabas enferma, ¿todavía estás muy mal? Han pasado dos semanas.
—Sí, ya estoy mejor —respondió la joven.
Eva llevó una mano a su rostro al no soportar el estrés que estaba sintiendo en aquel momento.
—Qué bien —dijo el joven—. Te llamaba para informarte que viajaré a Santa Marta el viernes, tengo la entrevista en la universidad el lunes a las diez de la mañana. Sebas dijo que él me llevaría a la U desde el hotel, como no conozco nada de allí, deberás entender que estaré totalmente perdido. Pero me gustaría que nos viéramos en persona ese día después de la entrevista, claro, si ya te sientes mejor.
Eva sintió que su presión cayó al piso. Liam le hablaba como si ella estuviera enterada de todo, claro, de seguro Sebastián le echó una gran mentira que, Liam, al no conocerlo, se la creyó rotundamente. Conociendo a su amigo, imaginaba la magnitud de la mentira.
—No lo sé, Liam —soltó Eva confusa—. Viajaré con mis padres el fin de semana para la finca de unos familiares, ya sabes que he estado muy enferma y ellos dicen que un cambio de ambiente me sentará muy bien.
—Ah… vaya —soltó Liam con tono desanimado—. Qué mal, creía que podríamos vernos antes de regresar. —Hubo un pequeño silencio en la línea—. Pero te irás el fin de semana y yo viajo este viernes, iré en avión, así que llegaré ese mismo día, podríamos vernos.
A ese Liam no se le escapaba ninguna oportunidad. Eva volvió a llevar su mano a su rostro para frotarlo por el gran estrés que la consumía.
—Claro, claro, no hay ningún problema el viernes, perfecto —aceptó.
—Qué bien, entonces, cuando llegue a Santa Marta te llamo.
—Bien.
—Bien, mañana nos vemos —se despidió Liam.
Eva colgó la llamada teniendo la palabra “mañana” en sus labios, la susurraba una y otra vez mientras miraba por su cuarto, buscaba un calendario.
Rápidamente miró la fecha en su celular.
—¡Ay, no! —gritó al ver que ese día era jueves.
Caminó en círculos por su habitación totalmente desesperada, ¿cuándo le sucedió semejante desgracia?
Corrió a bañarse y después se cambió con rapidez. Debía hablar con Sebastián, lo iba a matar, juraba que lo mataría cuando lo viera.
Eva salió de la casa sin decir alguna palabra a la niñera de a dónde se dirigía. Su furia la estaba haciendo perder la noción de todo.
Caminó con rapidez hasta la avenida, cruzando el parque cerca de su casa y esperó un bus en la parada de autobús sentada con mucha ansiedad. Pensaba una y otra vez cuándo Sebastián tuvo la oportunidad de hacerle semejante traición, ¿en qué momento se hizo amigo de Liam?
Al llegar a la casa de Sebastián, tocó el timbre desesperadamente y el joven, descamisado y en pantaloneta, fue a recibirla con una enorme sonrisa desplegada en su rostro.
—Así que saliste de tu cueva —dijo mientras abría el portón.
—¡¿Qué rayos te pasa, Sebastián?! —gritó la joven enfurecida.
—Oye, cálmate, relájate —pidió el joven tornando su rostro serio.
—¿Cómo me pides que me calme? ¡Liam acaba de llamarme diciéndome que mañana se viene!
Sebastián soltó una gran carcajada burlona, pero, la cortó cuando vio que su amiga se abalanzaba para golpearlo.
—¡Ay, Eva, basta! —gritó mientras trataba de defenderse—. Yo te llamé varias veces para decirte que el tipo pasó el examen de conocimiento y haría la entrevista, pero no, tú, como una buena loca, te encerraste en tu cueva y no contestaste las llamadas y los mensajes casi por un mes.
—Deja de exagerar, solo fueron dos semanas.
—¿Dos semanas? —inquirió el joven—, vas a cumplir tres semanas. ¿Eso son para ti vacaciones? ¿Pasar tanto tiempo encerrada en tu cuarto?
—Deja de salirte del tema. ¿Cómo hiciste para hablar con Liam?
—Lo busqué, fue muy fácil, ese tipo es un pro en lo que hace —explicó el joven con una sonrisa de suficiencia—. Nunca imaginé tener un amigo famoso, publicará un libro y todo, oye, y nunca en mi vida me había leído un libro hasta que revisé los de él. Tiene una saga fenomenal, voy por el libro tres —contó Sebastián emocionado—. Bueno, y como te decía, Liam fue fácil de encontrarlo, le envié la solicitud de amistad con un mensaje de que era amigo tuyo, así que, me aceptó enseguida.
Eva se lo imaginaba, la había utilizado todo este tiempo para hablar con Liam.
—Y bueno, le dije que tú me habías comentado sobre él —prosiguió Sebastián— que yo sabía que quería estudiar en otra ciudad y le recomendé estudiar aquí Literatura, que había la carrera que tanto estaba buscando, al principio no estaba tan convencido, decía que no tenía tanta plata, y ahí fue cuando le dije que en la Universidad Andes justo estaban abiertas las inscripciones con la beca de excelencia académica y que podía hacer el examen de conocimiento allí en su ciudad para que no viajara hasta aquí, lo asesoré en todo; obvio él no desaprovecharía semejante oportunidad e hicimos todo el papeleo justico el día que se cerraban las admisiones, después hizo el examen allá en su ciudad y mucha suerte de ese man pasar a la entrevista, ¿ah? No… más animado no podía estar. Le mandé unas fotos de las playas para que se animara más y el tipo, al no conocer el mar, obviamente aceptó venirse —Sebastián soltó una gran carcajada—. Sabes que ese es el punto débil de ellos, no conocer el mar —Sebastián trató de tornar su rostro serio al ver que Eva estaba rabiosa—. Pero no te enfades, eso ya fue decisión suya, él quiere conocer lugares nuevos y no estar siempre metido en un lugar frío, sabes que aquí es mejor con el calor y la cosa… Bueno, yo no sé qué le ven de interesante al calor, pero debemos tratar de entenderlo. Además, al saber que tú vives aquí, se siente más confiado. Se nota que le gustas bastante.
—¿Qué?
—Sí, me estuvo preguntando mucho por ti —Sebastián recostó un brazo al portón y miró fijamente a Eva—. El por qué no le respondías los mensajes y me tocó decirle que estabas enferma, que no podías ni levantarte de la cama para que no viera eso raro. Liam es genial, qué calidad de persona, me agrada mucho, no sé cómo tú puedes andar de pendeja evitándolo. Es un gran partido para ti.
—No es bueno engañar a una persona de esa manera, Sebastián —regañó Eva.
—¿Cuál engañar? Yo solo le di la oportunidad que tú le negabas al no contarte sobre la beca —replicó el joven—. Ese Liam es un cerebrito, sacó un puntaje de ochocientos noventa en el examen de admisión, ¿sabes lo alto que es? Eso pasó fue volando. Ya la entrevista es pan comido, tiene un pie adentro, ese pasa…
Eva hizo silencio, a ella no le sorprendía el puntaje de Liam, ella había sacado novecientos setenta en el examen de admisión, al menos sentía que le había ganado a Liam en esto.
Aquella noche Eva no pudo dormir, estuvo pensando en las muchas cosas que sucederían en su vida ahora que conocería Liam en persona. ¿Cómo debía actuar? ¿Inventaría una excusa para no tener que verlo al día siguiente?
Les había dicho a sus padres que no viajaría con ellos a la finca de sus familiares a pasar año nuevo, pero, ahora estaba completamente segura que iría con ellos.
Y así llegó la mañana, y con ella, la misma rutina que se vivía en su casa. Los mismos regaños de su madre, su padre ignorando lo que todos en la casa, y su hermano pequeño jugando con la comida. Aunque, Eva esta vez se sentía muy ansiosa y el desayuno no lograba pasar por su garganta.
—Voy a ir con ustedes a la finca —informó.
El comedor se llenó de un gran silencio y Eva se sintió muy incómoda.
—¿Y eso? —inquirió su madre perpleja—. ¿No te quedarías en casa de Mariana?
—¿Discutieron? —indagó su padre curioso.
—¿Ahora no puedo viajar con mi familia? —cuestionó la joven un tanto molesta.
—Bueno… entonces, organiza tu maleta esta noche para que mañana no nos retrases —pidió la señora.
Eva, como nunca, organizó el apartamento dejándolo lo más pulcro posible y organizó su maleta. La niñera de su hermano estaba tan confundida como lo hubiera estado cualquier persona que conociera bien a la joven.
Eva deseaba que su celular no sonara nunca, ya que, sabía que se trataba de Liam.
La joven soltó despavorida cuando escuchó su celular timbrar. Con bastante miedo se acercó a la cama y observó la pantalla. Su alma volvió a su cuerpo cuando vio que se trataba de Mariana, aunque, presentía que le hablaría de Liam.
—¿Qué quieres?, estoy ocupada —dijo al responder.
—Niña, ¿qué comiste hoy? —preguntó su amiga un tanto ofendida.
—Estoy empacando para irme con mi familia de vacaciones —informó Eva.
—¡¿Qué?! —gritó Mariana— habíamos acordado que te quedarías conmigo. ¡¿Qué rayos te pasa, Eva?!
—Amiga, mis padres me obligaron a ir estas vacaciones con ellos. Sabes cómo se pone mi madre cuando un tema se le mete a la cabeza.
—Ay, no… —se quejó Mariana— con Sebastián ya habíamos planeado un montón de cosas para que Liam la pasara genial este fin de semana. Eva, debiste informarme antes. Pero claro, como la niña se le dio por ser asocial casi por un mes… En serio, Eva, a veces no entiendo tu comportamiento.
—Ay, no, Mariana. Tú y Sebastián dan rabia, ¿para qué inventaron eso de contactarse con Liam y convencerlo en venirse a estudiar a Santa Marta? Me dan es rabia.
—Mira, mejor hablemos eso cuando lleguemos a tu casa. Liam ya viene en camino, debemos ir a recogerlo al aeropuerto. Espero que ya estés lista.
—¡¿Qué?!
—No me digas que ahora vas a ponerte en plan de grosera y no irás a recibirlo en el aeropuerto.
—¡Pero, Mariana!
—Ya estamos saliendo a recogerte, espero que cuando lleguemos ya estés lista.
Mariana colgó, dejando a Eva perpleja sin saber qué hacer. Lentamente llevó una mano a su cabeza y respiró profundo intentando no perder la compostura.
—No… —soltó—, no, no, no…
Comenzó a caminar de un lado a otro del cuarto sin saber qué hacer. Después, pareció que su mente funcionó por un minuto y corrió a bañarse. Por último, buscó en su closet algo de ropa.
Eligió un jean oscuro, una camisa blanca con pequeñas flores rojas y unas zapatillas negras. La idea era verse bien, pero que no se notara que se había preocupado por su apariencia.
Se vistió bastante rápido y después, al mirarse al espejo, decidió cambiarse la camisa. Eligió una negra también de flores que las mangas caían por debajo de sus hombros y le llegaba unos centímetros por debajo de su ombligo.
Así se veía un poco más femenina y la blusa la hacía ver con la cintura un poco más pequeña.
Esta vez se maquilló minuciosamente, pero, con un maquillaje suave. Pintó sus labios de un rojo oscuro mate y delineó sus ojos para darles más expresión.
Por primera vez en más de un mes se peinó, una gran tortura para un cabello tan rebelde como el de Eva que era de hebra delgada, no era cosa fácil, se enredaba creando nudos impeinables. Tuvo que usar un cuarto del pote de crema para peinar y humedecerlo totalmente para después secarlo con el secador (algo nada placentero para una persona que vive en clima caliente).
—Estúpido Liam, todo lo que me hace hacer —masculló la joven bastante aburrida.
En todo esto se gastó la hora de trayecto que por lo general se demoraba Sebastián y Mariana en llegar a su casa después de dar tantas vueltas para salir de casa.
Eva los esperó impaciente en la entrada de la casa. La boca de su estómago estaba hecha un ocho y no dejaba de comerse las uñas de sus manos.
Cuando vio acercarse una camioneta blanca se acercó al darse cuenta de que aquel vehículo le pertenecía al padre de Sebastián, seguramente el joven se la pidió prestada.
Se acercó a la camioneta e ingresó a los puestos de pasajeros con la respiración un poco agitada.
Sebastián la observó por el retrovisor con una sonrisa emocionada bien colgada en su rostro.
—Vaya, parece que alguien se arregló hoy —soltó el chico.
Eva vio que Vanesa estaba metida en todo el plan, perfectamente arreglada (como siempre se encontraba) y cargaba una sonrisa emocionada.
—Así que tú también participaste en todo esto —soltó Eva, comenzándose a enojar.
—¡Ay, amiga, es que ese hombre está demasiado guapo! —soltó Vanesa entusiasmada.
—No puede ser… —balbuceó Eva.
.
Y ahí estaba Eva, observando de lejos a aquel alto joven que se acercaba al grupo y posaba su mirada fijamente en la chica.
Sus caminos se habían cruzado, por más que Eva intentó alejarse de él, era como si la vida hubiera conspirado en su contra.