Capítulo 44
2079palabras
2023-04-19 06:16
Actualidad:
Harry cerró el libro bruscamente:
—Ahí está la clave, Leanor tenía una copia de las llaves del colegio, entró y puso la bomba en el salón —dijo el detective León.

—No sabíamos que Leanor tenía un novio, ¿por qué nadie sabe sobre su existencia? —preguntó el detective Henrique.
—Ella en realidad no quería que nadie supiera de él, ¿por qué no puso su nombre? ¿Quién es? —masculló Harry.
—Todos dicen que tú eras el novio, que seguramente la ayudaste a cometer la masacre, por eso eres el único sobreviviente del diez cinco. ¿Por qué les dijiste que eran novios? —preguntó el detective León.
—¡Ya se los dije, que yo nada más era el mejor amigo de Leanor! —protestó Harry—. ¡No sé por qué todos terminaron creyendo que tenía algo con Leanor! —Los ojos del joven se llenaron de lágrimas—. ¿Por qué me ocultó tantas cosas? No lo entiendo… ¿Es que acaso nunca me consideró de utilidad? —Soltó un jadeo mientras negaba ligeramente—. Parece que para Leanor yo no era del todo un amigo confiable en quien pudiera apoyarse. —Harry soltó el llanto. Los detectives empezaron a sentir un momento incómodo—. Lo siento, no puedo seguir leyendo más. No me siento bien.
—¿Le ayudaste a Leanor a cometer el atentado? —interrogó el detective Henrique.
—No… Ya les dije a todos que yo no tenía ni idea… Hay pruebas, personas que vieron que yo nunca entré al colegio. Se suponía que ella y yo nos íbamos a escapar, pero ahora… Ella me engañó, Leanor me utilizó para hacer todo esto. Ella… No lo puedo creer —Harry se levantó de la silla y puso sus manos en su cintura, respiró hondo y miró a todas partes.

—Tenemos una prueba, Leanor y tú tenían una llave de la puerta trasera del colegio —dijo el detective Henrique.
—Esa llave la mayoría de los estudiantes la tiene. Se la pasan unos a otros. Así el que quisiera podía entrar y salir del Liceo podía hacerlo —explicó Harry.
—Voy a seguir leyendo —el detective León tomó el libro.
—La policía ya leyó esa mierda, dijeron que no encontraron ninguna pista —soltó Harry antes de irse.

El detective Henrique dejó ir sus ojos junto a Harry, quien al entrar a la casa lo hizo dando un fuerte portazo.
—Parece que realmente estaba ilusionado con esa chica —masculló.
—Leanor solo lo quería como un amigo. Pero el punto aquí es que… ¿por qué nadie sabe sobre ese Dulces Locos?, Leanor sabía guardar muy bien los secretos —dijo el detective León mientras pasaba las páginas del libro.
“Llegamos a la feria, estaba el lugar inundado de personas y la hora de los fuegos artificiales llegó, me encanta esa lluvia de colores encendidos en el cielo. Me recuerda el pasado donde con toda mi familia veníamos a la feria y yo me quedaba viendo los fuegos artificiales mientras apretaba con fuerza la mano de mi padre” leyó en voz alta el detective León.
—Esto es muy raro, Leanor aparenta ser una chica triste por los problemas que tiene, pero también se muestra muy normal. Alguien que solo desea volver a ser como antes, por eso escribe una y otra vez su pasado. ¿Cuándo es que toca fondo?, no nos da ninguna clave —dijo el detective León pasando detenidamente las hojas.
—Ese es el libro que encontraron en el río antes de que Leanor tomara las pastillas y se ahogara en el mar. No encontraron nada más que al final una nota donde le pide perdón a sus padres por lo que hizo. Lo único que la delata es el mensaje en su perfil de Facebook donde habla sobre las personas buenas y malas —explicó Henrique.
—Pero ¿por qué cuando encontraron el libro no preguntaron sobre el novio que ella tenía?, siempre dijeron que Leanor era novia de Harry, y aquí claramente dice no lo amaba a él. Debemos encontrar a Dulces Locos. Él fue quien le ayudó a cometer el atentado —dijo el detective León.
Leanor:
Al volver a casa, Harry decidió comprar unas sodas y me pidió sentarme en una banca del parque que queda en la esquina de mi casa antes de despedirnos.
—Leanor… ¿te sientes bien? —preguntó de repente.
—¿Qué? —pregunté volteando a verlo mientras apretaba con fuerza el pote de la soda.
—Es que en el colegio te están maltratando mucho y yo… Quiero hacer algo al respecto, pero no sé qué. Se supone que el hombre es quien debe de proteger a la mujer. Tú eres tan frágil y ahora todos te molestan.
—Harry, no te preocupes, estoy bien. Realmente estoy bien, me encanta que seas así de atento conmigo, pero no te involucres en esto. Yo voy a solucionar este problema, solo necesito pruebas que demuestren mi inocencia. Solo eso —desplegué una sonrisa para que él se sintiera mejor.
—Bueno, está bien —me dio un beso en la frente.
En ese momento muchas personas empezaron a acercarse a un edificio y de la nada todo se llenó de muchos gritos. La muchedumbre miraba hacia la punta de un edificio.
—¡Se va a tirar! —gritaban todos.
Nos levantamos de la banca y caminamos hasta estar cerca del edificio, había un muchacho de pie en el bordillo del edificio con intención de lanzarse desde allí, eran unos veinte pisos aproximadamente. Harry y yo quedamos impresionados por aquella escena que estábamos viendo.
—Vámonos, no quiero ver cuando se lance —dije un tanto alterada.
—Espera… ¿En serio se va a tirar? ¿O estará llamando la atención? —preguntaba Harry sin dejar de mirar al joven.
—Tiene un cuchillo en su mano, se va a suicidar de verdad. Vámonos de aquí, sabes que estas cosas me ponen los pelos de punta, Harry —le insistí, tomándolo de un brazo para poder arrastrarlo.
—Impresionante, mira como las personas se quitan la vida así de fácil. ¿Por qué? —decía Harry, mordió su labio inferior bastante expectante.
En el momento en que volví mi mirada al joven pude ver como cortaba sus venas y después dejó salir un grito mientras sacudió su brazo y la sangre empezó a caer a las personas que estaban observando la escena. Algunos jóvenes grababan el espectáculo con sus celulares.
Mi piel se erizó cuando una gota de sangre cayó en mi rostro.
—¡Puta vida, váyanse al demonio todos! —gritó el muchacho mientras sacudía su brazo con fuerza y a las personas les seguía cayendo la sangre encima.
Después pasó, se aventó.
Nadie corrió a detenerlo. O al menos, no llegaron a tiempo. Simplemente se quedaron observando el espectáculo. Me di cuenta de que algunos hasta soltaban gritos de emoción mientras grababan en vivo.
—Se tiró de espaldas para que el golpe lo matara de una —escuché detrás de mí.
—Si se tiraba de espaldas o de frente igual iba a morir —respondió una muchacha y después dejó salir una pequeña risita—. Mira los comentarios, ¡son muchos! Es que la gente es tan cobarde que decide quitarse la vida.
A nadie le importa si vives o mueres, igual te seguirán odiando, porque vives y le estorbas con tu presencia y depresión. Si decides morir, te llamarán cobarde porque no querías vivir. ¿Quién entiende a la humanidad?
Actualidad:
El celular de Eva sonó cuando estaba bajo el sueño profundo. Se había dormido junto con sus amigas a eso de la una de la mañana y tenía previsto descansar hasta que su cuerpo no pudiera más. Sin embargo, la llamada que estaba entrando la despertó por completo.
Tomó el celular con una mano perezosa, gruñendo hacia sus adentros cuando revisó que eran las cinco y media de la mañana. Sin embargo, se sorprendió cuando vio que se trataba de Harry.
—¿Hola? —preguntó Eva extrañada, aún saliendo de la ensoñación—, ¿Harry?
—Eva, hola ¿te desperté? —saludó el joven—. Creía que eras de las que a esta hora ya están despiertas, ¿cómo estás?
—Humm… bien… —respondió ella con voz ronca—, ¿y eso?
—No he podido dormir en toda la noche —informó, después procedió un silencio—. ¿Será que nos podemos ver?
—¿Qué? —Eva notó que Harry hablaba muy en serio y no se encontraba bien, algo le sucedía—. Harry, ¿estás bien? ¿Dónde estás?
—Estoy en la playa del Rodadero, terminé aquí en medio de la noche, no quería estar en mi casa, necesitaba salir. No me siento bien, tenía mucho tiempo que no me sentía de esta forma.
—Ah… espérame, llego en unos minutos. No te vayas a mover de allí, ya llego.
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Era la primera vez que Eva pagaba una ruta de taxi tan costosa y se desplazaba a primera hora del día a la otra punta de la ciudad. Pero no le interesaba, su preocupación estaba en Harry. Para llegar lo más pronto posible, solo se cambió con un vestido blanco de tiras, unas sandalias y mientras salía de su casa, iba amarrando su cabello en una coleta alta.
Caminó a largos pasos apresurados por toda la playa, hasta que logró dar con él, sentado a orillas del mar, cubierto por una manta gris, sentado sobre un mantel desplegado en la arena y sosteniendo en una mano una botella de vino.
—¡Harry! —gritó Eva mientras corría hasta él.
Cuando lo tuvo en frente, notó que tenía los ojos rojos: había estado llorando.
—¿Qué tienes? ¿Estás bien? —preguntó Eva mientras se sentaba a su lado.
Apenas el sol estaba saliendo, comenzando a calentar la ciudad costera.
Harry rodeó la cintura de Eva con sus manos y hundió su rostro en el pecho de la muchacha.
—Estoy cansado de todo esto —confesó Harry—. Estoy cansado de mi vida…
—Harry… —esbozó Eva, acariciando el cabello del joven con los dedos de sus manos suavemente.
Y de pronto, Harry comenzó a llorar con tantas fuerzas que Eva empezó a temer por el estado mental del joven. La abrazaba con tantas fuerzas, temblando y gruñendo. Dentro de Harry había un dolor tan grande que lo torturaba en gran manera. Con el paso de los minutos, Eva entendió que necesitaba dejarlo desahogarse, justo para eso la había llamado. Tenía una corazonada, comenzaba a imaginarse que aquel intenso dolor se trataba de ese pasado oscuro que debía ocultar para que su presente no se desestabilizara: Leanor, el fantasma de aquella chica lo estaba visitando, derrumbándolo justo como sucedía en ese momento.
Eva entendió en ese momento que, aunque se pueda seguir el camino de la vida, por momentos se podía tropezar y recordar el pasado, porque, por más que intentase olvidarse, estaba allí, como una sombra. En el caso de Harry, ese pasado terminaba siendo tan doloroso y agonizante que lo desmoronaba por completo. Lograba que Eva se cuestionara qué habría hecho ella en el lugar de Harry, haber presenciado una masacre, que su mejor amiga se suicidara y ella no hubiera podido hacer nada para impedirlo todo.
Recordó, mientras consolaba a Harry con pequeñas palmaditas en su espalda, su último año en el colegio, los últimos meses donde todos la ignoraban y se sentía tan sola, hasta llegar a preguntarse si podría tratarse de un fantasma. Una mañana, cuando Eva iba en el bus rumbo al instituto, se preguntó “¿será que estoy muerta y creo que aún sigo con vida?” Porque nadie hablaba con ella, ni siquiera sus padres.
Ahora sabía que en ese mismo tiempo, Harry se encontraba al otro lado del país, viviendo un mismísimo infierno, porque ese mismo día en que ella se preguntó si podría ser un fantasma que penaba en este mundo, en el instituto Liceo del Norte, más de quince personas estaban muriendo y Harry se enteraba que la responsable de esas muertes era su mejor amiga.
Eran dos adolescentes al borde de la muerte, comenzando a vivir los peores meses de sus vidas. Fue justo ese día que se crearía en ellos un antes y después.
Harry terminó acostándose en las piernas de Eva, calmándose de a poco. Veían cómo poco a poco iba saliendo el sol, el mar se veía hermoso y cielo azul informaba que tendrían un bello día.
Eva se dijo esa mañana que quería ayudar a Harry, justo como él lo hacía con ella. Quería ser ese apoyo que una vez deseó tener en esos momentos en que creyó ser un alma en pena, porque nadie le ofreció su apoyo. Ahora Harry necesitaba una persona que le devolviera la felicidad que lo caracterizaba, ella lo sería, como un rayo de sol que muestra la salida dentro del laberinto oscuro en que se encontraba.