Capítulo 42
2573palabras
2023-04-17 06:14
—¡BASTA! —grité con mucha fuerza. Pero nadie me escuchó, mis palabras eran mudas ante la situación.
Hasta que vi como el rostro de Harry empezaba a sangrar y los profesores los separaron, por un momento todas aquellas miradas llenas de furia se enfocaron en mí, los profesores me gritaban y pronto volví a la oficina de la directora. Ella se cruzó de brazos y dejó salir un suspiro lleno de furia.
—Así que ahora fomentaste la riña entre los estudiantes, Leanor, ¿esto fue por lo que pasó en la mañana? —dijo.
—No… Déjeme explicarle directora. Lo que sucedió fue… —traté de explicar, pero mi voz sonaba muy quebrada. De pronto se escuchó un manotón que azotó el escritorio.
—Basta, me tienes cansada hoy, pero ¿qué es esto, por Dios?, primero llega un profesor diciéndome que te burlaste de él en su clase y ahora eres la causante de una pelea, por seis meses, seis meses llevábamos sin una pelea en este plantel y ahora vienes tú a dañarlo todo ¿es que acaso crees que tienes corona?, lo siento Leanor, pero no voy a permitir esta falta de respeto y esta horrenda disciplina que tienes. Estarás suspendida por una semana y tus padres tendrán que pagar una multa. Había acabado de hablar con tu madre, y ahora tener que volverla a llamar, ¿crees que tus padres estarán muy orgullosos de tus actos?
Tragué en seco, ya me imaginaba el gran problema que iba a tener en mi casa, tantas cosas para un solo día, ¿era eso posible? ¿O acaso solo era un mal día?, ¿uno que dentro de poco iba a acabar y que seguramente todo después volvería a la normalidad?
Salí de la oficina de la directora, afuera estaba Harry que terminaba de quitarse la sangre de su nariz con una mota de algodón. Pasé de largo, no es que no quisiera hablar con él, era porque allí estaba ese grupo de chicas, varios profesores y el joven con el cual había peleado el pobre de Harry.
No quería estar un segundo más en el colegio, así fue como tomé mis cosas y me fui. Debía calmarme y pensar con tranquilidad las cosas; no podía seguir en ese estado.
Tomé el bus público para llegar a casa, me gustaba mirar por las ventanas y poder ver a las personas caminar, era muy reconfortante el poder estar rodeada de unas personas que me ignoraban por completo y dejaban que pudiera llenar de tranquilidad mi cabeza. A mi derecha podía escuchar la risa de un bebé, era muy hermosa y por un momento dejé escapar una sonrisa, la primera en todo el día.
Después de bajarme del bus tuve que caminar dos cuadras para poder llegar a mi casa, pero al abrir la puerta volví a mi realidad, una que no me estaba gustando en lo absoluto.
De pronto mi madre se acercó a mí muy enfurecida, no dejó que ni terminara de cerrar la puerta cuando me dio un golpe en uno de mis brazos.
—¿Cómo es posible? ¿Por qué lo hiciste? —empezó el interrogatorio.
—Mamá, déjame explicarte —pedí.
—¿Qué te hice yo, Leanor? ¿Por qué me haces esto? —Retrocedió y puso sus manos en la cintura y dio una vuelta por la sala de estar—. Me llaman en la mañana diciéndome que vaya al colegio y me dicen que mi hija anda envuelta en unas peleas, agrediendo verbalmente a los estudiantes, después me llaman y me dicen que vieron a tu padre con una vieja, después vuelven y me llaman para decirme que provocaste una pelea, que ahora tengo que ir al colegio porque debo ver cómo arreglo ese estúpido problema, ahora debo sacar dinero, ¡¿qué rayos te está pasando?! —Me mira fijamente, sus ojos están llenos de lágrimas. No soy capaz de mencionar palabra alguna, es la primera vez que la veo de esa manera, ¿dónde ha quedado mi dulce y tranquila madre?
Es entonces en ese momento en el que quedo en completo silencio y ella se enoja aún más, empieza a darme golpes y yo solo me resumo a esconderme entre mis brazos.
—¡Eres una mala hija! ¡¿Por qué me haces esto?! —grita.
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Estaba encerrada en mi cuarto tratando de conciliar el sueño, pero me era imposible estando en medio de esa situación. Todas las ventanas de mi cuarto estaban cerradas y las cortinas corridas, aunque era como las cinco de la tarde, mi cuarto se encontraba a oscuras.
—Leanor —escuché que llamaron a la puerta. Después se abrió y mi padre entró al cuarto—. ¿Estás dormida?
—No… —me recosté en la cama y él corrió la cortina de la ventana para que entrara algo de luz—, ¿qué te ha pasado en la cara?
—Mi mamá perdió la cordura por un momento al enterarse de varias cosas en el medio día y me golpeó —respondí. No era capaz de levantar la mirada por mucho tiempo para ver a mi padre.
—Ay, hija… —se acercó y se sentó en la cama, después me dio un abrazo. En ese momento me di cuenta que quien me entendía mejor era mi padre, siempre me llevé mejor con él que con mi madre.
—Necesitaba ese abrazo papá, hoy he tenido un horrible día —mi voz sonó muy quebrada, tanto que no pude explicar con detalles como las cosas sucedieron en realidad.
—Ay, hija, a veces se tienen días buenos y unos muy malos. A mí tampoco me ha ido muy bien en estos días y creo que te has podido dar cuenta de ello.
—Mi madre afirma que tienes una amante.
—¿Y tú crees que es así?
—No… Porque sé que no eres capaz de serle infiel a nuestra familia, no eres este tipo de hombre.
—Mi niña… tú sí que entiendes esta situación —me abrazó aún más fuerte—. Ojalá tu madre lo entendiera.
—Ella está cegada por los celos —expliqué.
Harry estaba tan sumido en su lectura que no se dio cuenta que su madre se acercaba con dos detectives a la mesa debajo del kiosco. Harry alzó su mirada y quedó bastante confuso cuando se presentaron como detectives de la policía secreta, los cuales estaban de forma muy cautelosa llevando a cabo una investigación formal por causa de esta penosa masacre que había cobrado la vida de estudiantes y profesores, la cual se rumoraba que era una estudiante que se había suicidado después de haber cometido el macabro hecho, pero los detectives tenían sus dudas de que esa niña hubiera cometido tan bochornoso acto sola sin que alguien la ayudara; pues todo estaba planeado tan perfectamente que el veneno con el que se hizo el grave atentado era de difícil mercadeo y tan fino, tan efectivo, que una niña no podría haber tenido acceso, pues no tenía cédula de ciudadanía, y es uno de los requisitos fundamentales para tener acceso a su comercialización.
—Buenas tardes, me presento, soy el detective Henrique Mayas y él es el detective Alejandro León. Estamos investigando el caso de Leanor Doop. Tenemos entendido que usted fue su mejor amigo y queremos hacerles unas preguntas.
La madre de Harry les ofreció asiento a los detectives. Cuando ya estuvieron solos empezó el interrogatorio.
—¿Dónde estaba usted el día 14 de mayo del 2016 a las siete y cuarenta de la mañana? —preguntó el detective Henrique.
—¿Yo?, este… Estaba en una parada de bus —respondió Harry.
—¿Por qué estaba allí?, se supone que usted es estudiante de secundaria y a esa hora debía estar en clase —interrogó el detective León.
—Se supone que me iba a escapar con Leanor de la ciudad —contestó Harry un tanto incómodo y nervioso.
—¿Por qué se iba a ir de su casa?, alejarse del lado de sus padres no es fácil, es un tema muy serio. Si ella tenía la intención de suicidarse, ¿cómo es que le dijo que se iba a escapar con usted de la ciudad? —interrogó el detective Henrique.
—Yo tampoco entiendo eso, el día anterior estaba muy animada diciéndome que era la mejor solución a lo que estaba pasando —explicó Harry.
—¿Y qué es lo que estaba pasando? —preguntó el detective León.
—En… el colegio todos la molestaban, hasta la directora estaba en su contra. Llegó a un punto en que Leanor estaba muy deprimida con su situación —confesó Harry.
—¿Hasta la directora? ¿Entiende usted que esa es una grave acusación? —preguntó el detective Henrique.
—Lo tengo muy en claro, pero es la verdad. En el Liceo todos la odiaban, llegaron hasta a agredirla gravemente —explicó Harry.
—¿Cómo así que la agredieron gravemente y qué hizo la directiva del colegio?, se supone que hay una junta directiva, ¿qué dijo la directora del plantel? —preguntaron los agentes.
—Aunque usted no lo crea no hay una investigación dentro del plantel educativo —respondió Harry.
—¿Qué tan grave fue lo que le hicieron? —preguntó el detective León.
—¿Aparte del bullying? —inquirió Harry.
Los agentes algo sorprendidos se dieron cuenta que la investigación tomaba otro rumbo:
—Entonces esta jovencita no tenía alguien que la defendiera dentro del plantel —dijo el detective León.
—No, nadie. De hecho, ella no dejaba que yo me entrometiera en ese problema, si lo hacía seguramente también me agredirían y ella no aceptaba que eso pasara. Leanor estaba sola, todos la veían como una amenaza. Aunque era envidia, Leanor siempre fue muy inteligente, y a ellos eso les fastidiaba —explicó Harry. Miró el libro que seguía abierto y sus manos reposaban sobre las hojas llenas de letras—. Si alguien hubiera interferido seguramente no estaríamos hablando ahora, ella estaría a mi lado resolviendo problemas de matemáticas con su sonrisa alegre, no habrían más de quince personas muertas ahora.
Los detectives tragaron en seco, fueron palabras profundas. Nadie hasta el momento había mencionado ese problema:
—¿Alguna vez Leanor le habló del atentado? —preguntó el detective Henrique.
—No, nunca. De hecho, Leanor solía ser muy tranquila y hasta esquivaba el tema del problema de bullying. Por eso me sorprendí mucho, sigo creyendo que ella no lo hizo. Su mamá me trajo este libro, Leanor lo escribió, cuenta a detalle su vida, yo algunas veces la vi escribiéndolo, pero… nunca creí que fuera esto. Seguramente si ella fue quien hizo este atentado lo dirá aquí —confesó Harry.
—¿Ella escribió su vida allí? —preguntó el detective León.
—Sí, narra a detalle todo, aunque no he llegado a la parte del atentado, apenas he comenzado a leer, y es cierto, todo pasó tal y como lo recuerdo, no miente, ella nunca mentía —dijo Harry.
Leanor:
Estaba sentada en las escaleras que daban al segundo piso mientras veía a mis padres discutir, mi hermana se asomó al escuchar los gritos, voltee a mirar y después la volví a llevar a su cuarto; no era bueno que ella tan pequeña estuviera en medio de esa situación. Solo era yo y sentía todo revuelto en mi pecho, mi hermana podría adquirir algún trastorno psicológico que afectara su conducta más adelante si todos los días estaba en una casa llena de gritos.
—¿Quieres ir a dar un paseo? —le pregunté cuando me di cuenta que en su cuarto se podían escuchar los gritos.
Salimos a dar un paseo, nuestros padres si a lo mucho lo notaron, no, en realidad no lo hicieron. Ella agarraba mi mano con fuerza mientras caminábamos, por un momento me di cuenta que sus ojos amenazaban con llorar.
Llegamos a un parque, no había mucha gente allí, el día estaba un poco nublado y amenazaba con llover; nosotras nos sentamos en una banca que al tacto se sentía un poco fría. Era despiadada aquella banca pálida y fría, en esos momentos las dos queríamos algo que nos acurrucara, pero no, estábamos las dos ahí, viendo como las personas pasaban de un lado a otro.
—Ya no quiero estar allí, Leanor… No me interesa si mis padres se separen, mi madre se volvió loca y a cada momento vive golpeándome, solo quiero que dejen de gritar —soltó el llanto.
—Lucy… —mascullé. Ella me abrazó con fuerza.
—No me importa si se separan, solo no quiero oír más gritos, quiero estar contigo, solo eso, no me importan ellos —sollozó—. Mi mamá siempre me pega cuando llego a casa, dice que nunca hago las cosas bien y papá nunca está en casa. Los dos son malos conmigo, tú eres la única que siempre está a mi lado. No me dejes nunca.
—Tranquila, nunca me voy a ir de tu lado, estaré aquí, siempre, te lo prometo —la consolé.
En aquellos momentos era muy sincera, Lucy y yo siempre fuimos muy apegadas, yo la cuidaba bien, trataba de enseñarle lo más que podía para que así… no le pasara como a mí, que pudiera crear una personalidad fuerte y aprendiera a defenderse de la sociedad tóxica. Lucy es bastante inteligente, se podría decir que es hasta mejor que yo.
Llegamos a casa, todo estaba en completo silencio y a oscuras. Fuimos directo al dormitorio de Lucy y dormimos juntas. Fue una noche bastante calmada, solo mi pequeña hermana y yo.
Al día siguiente nos enteramos que papá se fue de la casa, recuerdo bien que esa mañana las ventanas tenían hilos de agua corriendo por ellas, la lluvia caía sin piedad alguna en la ciudad, aunque estaba llena de un silencio que lo vi bastante gris, como la sensación de estar en medio de un cementerio. Mi mamá tenía puesta su pijama aún y tomaba una taza de café, sus ojeras se estiraban en su rostro pálido y desarreglado.
—Niñas… ahora solo somos nosotras —dijo en un momento inesperado. Estábamos en el comedor y nadie probaba bocado alguno de los platos.
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Se acababa la semana, en ese tiempo tuve apagado el celular y no me conectaba en las redes sociales, tenía muy en claro que allí se burlaban de mí y no quería mortificarme la vida; era como meterle más leña al fuego. Pero en ese tiempo Harry trataba de comunicarse conmigo, así que la tarde del viernes pude verlo frente a mi casa, aún llevaba el uniforme y se notaba que caminó todo ese trayecto, tenía sudor en su frente.
—¿Qué haces aquí? —pregunté.
—Es que no contestabas mis llamadas, tenías el celular apagado y nunca te conectaste. Quería saber cómo estabas —explicó, seguía teniendo una sonrisa desplegada en su rostro.
—Estoy bien… ¿por qué no lo estaría? —pregunté. Vi cómo sus ojos dejaron de brillar al recordar eso que no quería decirme.
—Es que… No es nada, ¿quieres ir a dar un paseo? —Volvió a desplegar aquella sonrisa fingida que empezaba a incomodarme.
—Bueno —volteé a ver a la casa, estaba sola, así que no había impedimento alguno, solo tomé las llaves y salí a caminar con Harry.
Recuerdo bien esa tarde, caminábamos por el andén, detrás de nosotros el sol caía lentamente y podía apreciar nuestras sombras crecer lentamente en el pavimento. Harry me contaba la monotonía de siempre en el colegio y que el profesor de economía ese día tuvo dolor de estómago, soltaba grandes carcajadas las cuales yo no entendía. Harry nunca ha sido bueno para fingir, ¿por qué quería ocultarme la verdadera realidad?, la iba a saber al llegar a clases, así que si la conocía en ese momento no habría ningún problema. Tenía claro que allí no era bien recibida, por eso estaba pensando en transferirme a otro instituto y acabar ese problema de raíz, no soportaría un abuso más.