Capítulo 40
2248palabras
2023-04-15 06:11
Todas las personas deben lidiar con un pasado, en algún momento de su vida pasarán por situaciones que les marcarán un antes y un después.
Ahora Eva entendía el por qué Harry lograba conversar fácilmente de temas profundos, él sabía lo que significaba el sufrimiento, lo aprendió de la forma más desgarradora posible. Ahora entendía que aquel joven no era ni un milímetro lo que ella una vez creyó y lo estigmatizó de dicha forma.
—Me da miedo que la historia se repita —confesó Harry—. Tener una persona que quiero que pase por una situación difícil y no poder ayudarla. No soporto cuando veo que a alguien le están haciendo daño alguien que se cree superior.

—¿Por eso te metes en tantos problemas? —preguntó Eva.
—Bueno, acepto que mis amigos me llaman abogado —respondió Harry y desplegó una sonrisita—. Soy el primero que sale a defender a un amigo cuando lo veo en medio de una pelea. De hecho, cuando hablamos por primera vez y me encontraste peleando, defendía a un amigo que querían golpearlo unos tipos, todo porque según él se estaba acostando con la novia de uno de ellos. No sé qué tan cierto haya sido, pero… eran muchos para él solo, por eso, con varios amigos, lo defendimos. Al día siguiente volvieron a buscarnos, pero no nos dejamos intimidar. —Enarcó una sonrisa de suficiencia—. Puede que me muelan a golpes, pero no soy cobarde. Está bien, tengo fama de ser problemático, pero es porque me gusta hacerle frente a la injusticia.
—Serías buen político —soltó Eva con una sonrisita, encantada por la hermosa personalidad que descubría en Harry—. Creo que podrías llegar a ser presidente.
—Sí, todos me han dicho que me iría bien si me lanzara a la política —aceptó Harry y se sentó en la butaca de madera al lado de Eva—. De hecho, por esa misma razón fui representante estudiantil en undécimo. Deseaba hacer algo en mi nuevo colegio, no permitir que volviera a ver abusos hacia los estudiantes más vulnerables y de esa forma, creo que pude sentirme mejor conmigo mismo, con esa culpa que sentía por no haber ayudado de una mejor manera a Leanor. Y me siento tan aliviado cuando recuerdo que ese último año en el colegio fue bastante tranquilo, cuando había una pelea yo pude investigar a fondo la verdad y se pudo resolver varios problemas de abuso, hasta a un estudiante pude hacer que lo expulsaran, era un bullying completo.
—Oh, ¿y no te metiste en problemas por eso? —preguntó Eva fascinada.
—Sí, sí, me amenazó de muerte y todo —respondió Harry encantado con su historia—. Su papá era un político importante… bueno, lo es aún, es senador. Hasta su papá me amenazó, ¿puedes creerlo? Si mi familia no fuera importante también, me habrían hecho trizas. Es en momentos como ese que adoro a mi papá… —Los dos chicos soltaron risitas traviesas—. Pero al final prevaleció la justicia. Después que lo sacamos del colegio hubo tanta paz…

—Vaya, creía que eras un problemático por naturaleza —esbozó Eva—, quién iba a creer que el chico más popular y problemático en el Andes realmente tiene tendencias de superhéroe… Me recuerdas a Gaitán.
Harry soltó una gran carcajada y se sirvió un vaso de jugo de naranja, notó que Eva lo observaba fijamente.
—¿Quieres más jugo? —preguntó, pero se adelantó a llenarle el vaso.
—Me hubiera gustado haber estudiado el bachillerato contigo —confesó Eva.

Harry se impresionó por las palabras de Eva y estuvo a punto de derramar jugo.
—¿Por qué dices eso? —inquirió el muchacho.
—Yo… me sentía sumamente sola cuando tenía catorce, quince años… —Los ojos de Eva se llenaron de lágrimas—. Llegué a pensar en suicidarme. Estaba al fondo del salón, pensando… que… si dejara de existir a nadie le importaría.
Harry entreabrió los labios con impresión, incapaz de creer lo que estaba escuchando.
—Llegaba a mi casa después del colegio, me encerraba en mi habitación y comenzaba a llorar hasta que me quedaba dormida —confesó Eva—. Una vez, cuando mis padres y yo fuimos a la finca de mi abuela materna, en la tarde, me quedé sola cerca de uno de los pozos. Esa finca se llama Los Coquitos, cerca de las Cabañas de Buritaca.
—Sí, sí —aceptó Harry para que Eva siguiera su relato.
—Cuando me quedé sola, yo subí a una piedra grande, sabía que ese pozo era profundo, es ese tipo de agua que es tan cristalina que crees que está bajita, pero no… me traspasaba muchísimo, así que mis papás no dejaban que me lanzara, porque podría ahogarme. Y yo me lancé cuando estuve sola, me dije… que no importaba si me ahogaba, de hecho, caí profundo y me dejé llevar por un rato, sinceramente no pensé en nada…
A la mente de Eva llegó el recuerdo del momento en que saltó y la fría agua la arrastró hasta sus profundidades, como un animal que la tragaba por completo. El oxígeno saliendo de sus pulmones, sus ojos cerrados y todo el cuerpo dejándose llevar, sin colocar resistencia.
—Pero, por un momento a mi mente llegó la pregunta, ¿voy a morir así? —prosiguió Eva después de una leve pausa—. Me pareció que sería una muerte insignificante, que nadie me iba a recordar. Entonces, supe que lo que yo quería era hacerme notar, dejar algo con lo que las personas me pudieran recordar, no deseaba morir para que mi nombre, lo que yo soy, dejara de existir…
—Gaba, ¿tu idea de crear una empresa es porque deseas dejar un legado? —preguntó Harry.
—Sí, quiero ser una visionaria que deje una huella en la humanidad —respondió Eva—. Sé que estoy hecha para cosas grandes, no debo limitarme a construir metas pequeñas.
Aunque Eva hablaba de cosas muy buenas, su mirada se veía sumamente triste.
—Me parece que he tenido una vida sumamente triste —confesó la chica—. Estoy cansada de vivir con tanta tristeza… Es… como lo que hablamos ayer sobre el pasado, de… —soltó un suspiro—. Por más cosas malas que te pasen, por más dificultades por las que debes pasar, la única elección que tienes es levantarte y seguir adelante. Mira lo que a ti te tocó vivir, de ello sacaste una lección de vida de proteger a los que más quieres, no permitir que personas pasen por encima de otras, de las más débiles. Eso es de admirar —confesó con lágrimas en los ojos—. Y yo de verdad quiero dejar todo mi pasado atrás, al igual como tú lo has hecho.
—Pero lo estás logrando, ayer enviaste las cartas —recordó Harry—. ¿Cuándo la Eva de antes habría hecho eso? ¿De enviar todas sus confesiones a Davison y después irse a una discoteca a beber y bailar toda una noche?
—¿Cómo te sabes el nombre de él?
—Estaba escrito como destinatario en todas las cartas, por favor, Eva… —chistó Harry—. No puedo olvidarme de quien me has contado toda una historia de deSebastiánor…
Eva soltó una risita y negó dos veces, para después tomar un trago de su jugo de naranja.
—Ah… está delicioso, este jugo cura mi alma —esbozó—. Naranja pura.
—Sí, pedí que hicieran varias jarras, ahorita todos se despiertan y es lo que van a buscar —dijo Harry.
Eva sentía que ahora veía a Harry de diferente forma, notaba que su sonrisa rosada le parecía hermosa; sus ojos color miel a veces parecían colocarse verdosos, era una mezcla extraña; le gustaba la manía que tenía de levantar la ceja izquierda, donde la cicatriz parecía tener vida propia; además, ahora que conocía su verdadera personalidad, por lo que había tenido que pasar, lograba empatizar con él. Verlo hablar animado de lo que quería hacer en las vacaciones, sobre pasar unos días en la hacienda de su padre a las afueras de la ciudad, le producía pensar que tenía una linda voz masculina.
Sí, Harry comenzaba a gustarle, era un joven con muchos gustos opuestos a los de ella, pero… le encantaba que sabían encajar bien sus personalidades. Además, era una amistad real la que creaban, se contaban sobre sus problemas, el pasado que los marcó y esas inseguridades que tenían. Pero…
—¿Eva? —preguntó Harry.
—¿Hum?
—¿Vas a ir con nosotros? —inquirió el joven.
—¿Al paseo a la hacienda?
—Sí, sí, tú más que nadie necesita salir a descansar —respondió Harry—. Podemos viajar en el yate, practicar buceo. ¿Has buceado?
—No, nunca —contestó Eva.
—Bueno, siempre hay una primera vez —dijo Harry con esa sonrisita que a Eva ya le empezaba a fascinar.
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—Y después se presentaron estos bailarines, hubo una chica que se abrió de piernas de un momento a otro —relataba Mariana a los padres de Eva—. Todos gritaron como locos. Una chica salió a competir con una de las bailarinas; ¡ira… ilusa! Fue a pasar pena.
Los señores soltaron las carcajadas, Yair también carcajeó, aunque no entendía muy bien el por qué era gracioso.
Mariana decidió pasar la noche en casa de Eva, sus padres no estaban en la casa y le daba miedo dormir en un lugar tan grande completamente sola. No era la primera vez que lo hacía, por lo mismo, para los padres de Eva no era una novedad.
Mariana ya se había colocado una de las cómodas pijamas de Eva de pantalón corto y ahora bebía un plato de sopa en la sala, porque allí podría recostarse como le gustaba en el mueble y conversar alegremente con los señores, a quienes estimaba en gran manera.
Vanesa también estaba presente, terminaron planeando hacer una pijamada. Ya se había devorado un plato de sopa e iba por la mitad del segundo. No intervenía mucho en el relato de Mariana, prefería comer en silencio. Al igual que Eva, quien aún no se recuperaba de la resaca, no era tan buena tolerando el alcohol como sus amigas.
—Lanzaron espuma, también polvo fosforescente… —intervino Eva—, y la música estuvo muy buena. Había retos de quién tomaba más shots.
—Eva participó en los shots —dijo Mariana—. Por eso está así de mal.
—Entonces la pasaron de maravilla —comentó la señora Mirella con una gran sonrisa.
Eva recordó cómo tuvo sexo en el baño de la discoteca, también la cantidad de alcohol que bebió, los gritos que la dejaron afónica toda la mañana y los saltos que dio en la pista de baile.
—Sí, no estuvo mal —soltó.
—Ahora vamos a ir de viaje a la hacienda de Harry Andersson —informó Mariana.
Los padres de Eva se colocaron alerta, impresionados por la noticia.
—Mariana… —regañó Eva.
—¿Qué? ¿Es que acaso no piensas ir? —cuestionó Vanesa, interviniendo por primera vez.
—Es que… —Eva no sabía qué decir.
—Imagínense que la hacienda queda cerca de las Cabañas de Buritaca, se llama Los Cocos —explicó Mariana.
—Ah… Los Cocos, sé cuál es —informó el señor Miguel—. Por allí está la finca de la mamá de Mirella.
—Sí, le colocaron el nombre Los Coquitos porque está cerca de la hacienda —comentó la señora.
—Ah, de ahí el nombre —soltó Eva.
—Esa hacienda es muy bonita —opinó Mirella y observó fijamente a Eva—. Eres una gran boba si no vas a conocerla.
—Harry dijo que iríamos a pasear en su yate, para practicar buceo —dijo Vanesa emocionada—. Yo nunca he buceado.
—Y esas playas que son tan hermosas —agregó el señor Miguel—. Dicen que tiene unos arrecifes hermosos.
Eva escuchaba todo en silencio, bebiendo cucharadas de su taza de sopa de pollo. Se sentía hacerse pequeña entre más escuchaba de la magnificencia de lo que todos sabían del lugar. Por la mente de Eva pasaban pensamientos del mucho dinero que tendría la familia de Harry para que su hacienda quedara en uno de los lugares más prestigiosos y turísticos de la Costa Caribe.
—Pues sí, como Harry ahora hace parte de Gaba, debe quedarse a hacer el diplomado con nosotros —explicó Vanesa—, por eso no puede irse de viaje, porque, según me comentó Paulo, su mejor amigo, tenían planes de pasar las vacaciones en Ibiza.
Los padres de Eva escuchaban todo con impresión, al igual como las chicas procesaban la información, aún sin poder creérselo.
—Harry Andersson está podrido en dinero —comentó Mariana, expresando así lo que todos pensaban.
—Y Harry gusta muchísimo de Eva —dijo Vanesa.
—Eso no es cierto —replicó Eva con seriedad.
—Claro que sí, hasta Paulo lo acepta —insistió Vanesa.
—No es así, él no gusta de mí —protestó Eva, pero su mente le recordaba que sí era cierto, que hasta el mismo Harry Andersson se lo dijo.
—Pensábamos que éramos los únicos que lo notaron —comentó la señora Mirella—. Cuando vino ayer, fue tan amable con todos, se llevó a Eva a comprarle ropa y después se fueron a esa fiesta. Es tan obvio que intenta enamorarla…
—¡Ah… así que fue él quien te compró ese vestido y esos tacones…! —soltó Mariana emocionada, casi derramando su sopa.
—Somos amigos, nada más —insistió Eva—, además, Harry es amable con todo el mundo… —Miró a su madre—, hasta fue representante estudiantil cuando estuvo en el colegio, obviamente tiene dotes de político. No hay que confiarse mucho de él.
—Ay, a mí me parece que Harry es muy honesto cuando habla —opinó el señor Miguel—, además, Eva, sería una gran oportunidad para ti si te vuelves novia de ese muchacho.
Eva abrió la boca con impresión al ver que ya empezaban a hablar de una relación amorosa.
—Uno nunca sabe, ¿quién quita y esa es tu alma gemela? —comentó la señora Mirella.