Capítulo 38
1968palabras
2023-04-13 06:10
Eva y Harry primero llegaron al departamento del joven para que pudiera cambiarse de ropa. Después se dirigieron al centro de la ciudad, donde Harry había reservado toda una discoteca de dos pisos para su fiesta.
Estaba tan lleno de personas que Eva no podía creer que todos se trataran de estudiantes de la universidad que conocían a Harry.
Cuando sus amigas la vieron llegar, gritaron emocionadas y corrieron a recibirla.
—¡No puede ser, de verdad estás aquí! —gritó Mariana eufórica.
La noche pasó tan fugaz y llena de euforia que Eva nunca en su vida había disfrutado tanto. Bailó con amigos y conocidos, bebió shots hasta que la cabeza le empezó a dar vueltas y Harry tuvo que sostenerla.
—Estás muy tomada, debes sentarte —le dijo el joven muy cerca del oído.
Hizo que se sentara en un mueble, cerca de un rincón y le dio de beber agua. Desde aquel ángulo, Eva podía ver las siluetas de todos bailando y saltando al ritmo de la música. Sus oídos se aturdían por tanto ruido y le pareció tan hermoso, se sentía completamente libre.
—Podría hacer esto todos los fines de semana —dijo Eva.
—¡¿Qué?! —preguntó Harry, acercándose a ella para escucharla.
—¡Que podría hacer esto todos los fines de semana! —gritó la joven.
Harry desplegó una sonrisa de satisfacción y después le dio un gran beso en los labios.
—¡Necesito ir al baño! —informó Eva.
Necesitaba sostenerse del hombro derecho de Harry para poder caminar y no perder el equilibrio.
—¡¿Cómo le haces para estar bien después de tomar tanto?! —preguntó Eva.
Harry fue uno de los que había encabezado el reto de tomar diez shots en el que participaron varios jóvenes, entre ellos, Eva. Obviamente el ganador fue él, tenía una destreza para hacer ver que pasaba tan fácil como el agua.
—¡El alcohol hace parte de mí! —respondió Harry.
Llegaron a los baños, Harry le abrió la puerta a Eva para que entrara, pero, sorpresivamente, ella lo tomó de una mano y lo arrastró con ella al interior del baño, echando seguro a la puerta para que nadie los fuese a molestar.
Eva recostó a Harry a la pared, besándolo con tanta ansiedad y pasión, dejándolo deslumbrado por aquel actuar tan repentino. Pero, ahora que veía lo que la chica quería, la cargó, recostándola a la pared, besándole todo el cuerpo.
Por momentos llegaban a tocar la puerta, intentaban forzar el cerrojo, pero a la pareja nada de esto le importaba, seguían comiéndose y teniendo sexo como dos gatos salvajes.
A Harry le gustaba verla con aquella sexy lencería negra, colocándose de rodillas para hacerle un oral. Era justamente la imagen que tenía en su mente cuando compró aquella ropa interior. Valía todo el dinero del mundo ver a Eva lamiendo su pene como si se tratase de un bombón que le encantaba comer.
Eva sentía que Harry le destapaba todas las fantasías que por años tuvo encerradas en su cuerpo, le daba tanta libertad para hacer lo que más quería, sin sentir algún miedo o inseguridad.
Y por esa misma razón, cuando salió del baño, completamente sudada y satisfecha, tomó a Harry de la mano, lo arrastró hasta la pista de baile y se unió a la música, como si fueran una misma. El joven estaba fascinado, simplemente seguía a Eva, esa noche se convirtió en su súbdito, porque quería verla brillar en su máximo esplendor.
Después llegaron sus amigos más cercanos, eufóricos por todo el alcohol en sus cabezas y bailaron con la pareja, gritando y brincando. Entre las luces, la música y tantas personas, Eva no pensaba en nada más, simplemente existía y dejaba que todas las penas salieran de su cuerpo.
02: 15 P.M:
Eva se despertó por el sonido del celular al recibir la llamada. Su cabeza estaba palpitando del dolor y su estómago le advertía que con solo un movimiento repentino y expulsaría todo lo que hubiera en su interior.
—¿Hola? —escuchó a lo lejos—. Ah, hola, señora Mirella, sí, ella está bien, se encuentra dormida, como todos los demás. Sí, llegamos a las cinco a la casa. ¿Mariana? Bueno, ella está con nosotros, dormida. No, no estamos en la casa de Mariana, estamos en la mía, pero no se preocupe, Eva está bien. Imagino que regresará cuando esté mejor. Bueno, no sé qué tan recomendable sería despertarla, está bastante dormida y creo que no le está sentando bien la resaca.
Eva dio media vuelta y lentamente se fue levantando de la cama, sintiendo su cabeza querer explotar del dolor. Vio de lejos, al fondo, a Harry caminando de un lado a otro, sosteniendo el celular que podía reconocer, era suyo.
—Ah, ya despertó —informó Harry—. Como le dije, creo que le costará un rato sobreponerse de la resaca. Claro, le daré algo para el malestar, no se preocupe, cuidaré bien de su hija. Saludos a su esposo y a Yair.
Harry se acercó a Eva, le acarició las mejillas y apartó varios mechones de cabello del rostro demacrado de la joven.
—¿Tienes ganas de vomitar? —le preguntó.
—Sí… —respondió Eva con voz ronca y maltratada.
—Ven, vamos al baño para que vomites y te laves el rostro —pidió Harry.
Eva vomitó hasta su alma, sentía que estaba muriendo lentamente y juraba que nunca más iba a volver a mezclar tantos tragos.
Después, con la cara lavada y sintiéndose calmada por el malestar, salió del baño y notó que Mariana estaba acostada boca arriba en la cama y tenía todo el maquillaje corrido.
Eva salió con Harry hasta la cocina, donde la chica tomó asiento en un banquito en frente de la isla.
—Una noche bastante alocada —comentó el muchacho mientras le servía un vaso de jugo de naranja.
—Sí… —contestó Eva.
Harry le ofreció el jugo a la chica, la cual empezó a beberlo como si fuera lo más delicioso que hubiera probado en su vida.
Eva notó que el rostro de Harry estaba un poco pensante y a la vez triste. Le pareció inusual, sobre todo porque la noche anterior estuvo tan feliz que era poco común que una persona que pasó un gran momento tuviera semejante rostro lánguido.
—¿Te dijo algo mi mamá? —preguntó Eva—. Vi que contestaste la llamada.
—No, no, tu mamá quedó tranquila después de saber que estabas bien —respondió Harry—. Es solo que… anoche soñé con Leanor, creo que fue porque te hablé sobre ella ayer.
—¿Sientes que hablarlo te removió tu pasado?
—Tal vez. Soñé que Leanor era acusada por todos, la golpeaban y le lanzaban basura y yo no hacía nada, estaba allí, observando todo… No hice absolutamente nada.
—Pero fue un sueño, no es como si en la vida real hubiera sucedido algo parecido —replicó Eva—. ¿O sí viste algo que le hicieron a ella y tú no hiciste nada?
Harry, dieciséis años de edad:
Esa tarde el grupo se reunió como nunca para quejarse de Leanor, hablaron muy mal de ella. Aunque Harry no lo hizo, estuvo atento de las críticas que todos lanzaban.
—Los profesores dejan que ella haga lo que quiera, no es justo —se quejó un estudiante—. Yo quiero graduarme con honores y por eso estoy estudiando mucho, pero el solo verla a ella tan fresca hace que me hierva la sangre, siempre ha sido así.
—¿En serio han dejado que todos estos años Leanor los trate como brutos? —preguntó Loisa.
—Es que los profesores siempre ponen la excusa de que ella es más inteligente que nosotros —explicó Diana.
—¿Y eso qué tiene? No deben dejar que ella los trate así, solo miren como nos habló —insistió Loisa, encendiendo más el enojo en todo el grupo—. Lo siento mucho, pero yo no voy a dejar que esa chica ocupe el primer lugar sabiendo que no hace absolutamente nada, miren como se pasa tan fresca leyendo su libro y se burla de nosotros, ¿eso es justo? —Todos aceptaron las palabras de Loisa con aplausos y silbidos.
A Harry no le gustaba el rumbo que estaba tomando la situación. Veía cómo todos decían que se esforzaban por estudiar, que pasaban noches haciendo trabajos, cuando Leanor no se esforzaba. Le sorprendió la hipocresía de sus compañeros, personas como Loisa, Diana y Carolina ocupaban más tiempo en el baño maquillándose, chateando en sus celulares y rara vez la vio preocupadas por entregar un trabajo. No entendía el por qué ahora se estaban quejando y hablando sobre igualdad.
No eran las únicas, todos estaban en la misma sintonía, limpiándose de culpas y quejándose de Leanor.
Entonces, pasó lo que más temía en el momento.
—¡Vamos a pasar una carta a la rectoría para que pongan a esa Leanor en su lugar! —sugirió Carolina.
Así fue como Diana, que era la que mejor tenía buena letra y ortografía, creó una carta donde cada uno aportó ideas justificando su enojo hacia Leanor. Después en otra hoja pusieron sus firmas.
Cuando llegó el turno de Harry de firmar la petición, se negó por completo, sorprendiendo a todos.
—No… Yo no voy a meterme en este problema —dijo—, no me parece justo lo que están haciendo.
—¿Qué? —Loisa puso las manos en su cintura y dejó salir un resoplido—. Lo que no me parece justo es que Leanor siga burlándose de nosotros. ¿Acaso no quieres que se haga justicia y a todos nos traten por igual?
—Tú no conoces a Leanor, no debes tratarla así —protestó Harry—. No tengo ningún problema con que ella desee leer su libro o no quiera entrar a clase. Todos aquí nos hemos volado de alguna clase y nunca nadie se ha quejado, ¿por qué ahora que lo hace Leanor tienen el cinismo de reclamar? Ella nació con un alto coeficiente intelectual y aunque no entra a clase podría resolver uno de esos ejercicios a la perfección, cosa que a ninguno de nosotros se nos facilitaría, ¿y eso qué? Cada quien que se preocupe de lo suyo y deje de meterse en la vida de los demás.
Por un momento todos estuvieron en silencio, Loisa permanecía cruzada de brazos y casi gruñéndole al joven.
—¿Estás escuchándote, Harry? —inquirió Diana molesta—. ¿Es que acaso ella te gusta o qué? Es justo lo que estás diciendo que no queremos que siga repitiéndose, si ella no quiere entrar al salón, es su problema, pero que tenga consecuencias como todos nosotros, que nos bajan la nota por no entrar. Pero eso no pasa con Leanor, la excusan solo porque es superdotada y sigue ocupando el primer lugar, como si se esforzara en conseguirlo, la muy cínica.
Todos apoyaron el discurso de Diana, gritando y aplaudiendo.
—¿Y no se suponía que tú eras su mejor amiga? —cuestionó Harry—, si así son las mejores amigas para qué enemigas. —Rodó su mirada a Loisa y Carolina—. Ustedes lo que tienen es envidia, si de verdad se esforzaran como dicen que hacen, ¿entonces por qué están perdiendo tantas materias? Mejor pónganse a estudiar y dejen de meterse en la vida de los demás. Porque tampoco hacen nada en clase, así que no armen tanto escándalo. Déjense de estupideces.
Harry tomó su bolso y salió del salón de clases. No le gustaba el presentimiento que estaba teniendo, era la primera vez que veía a todo un grupo ponerse de acuerdo para hacer algo, lamentablemente lo estaban haciendo para destruir a una persona. En total todos eran veinte y si le caían encima a Leanor le iban a hacer mucho daño. Sabía que la responsable de todo esto era Loisa y Carolina, ellas eran muy buenas para encender la disputa en las personas, arrastrando con ellas a Diana, que siempre buscaba lo que más le convenía.
Carolina llevó la carta a la dirección, como era su madre la directora, se le haría fácil convencerla para poder lograr su objetivo.