Capítulo 34
2235palabras
2023-04-09 06:05
Harry observó fijamente a la señora, tenía grandes ojeras. Supo que tuvieron que mudarse de casa y aun así la sociedad los seguía odiando. Por eso se irían del país y hasta sus nombres y apellidos cambiaron.
Harry después de unos minutos quedó solo y frente a él estaba el libro reposando sobre la mesa redonda de cristal. Todo en él se revolvió al recordar esos días. Le daba miedo saber lo que contenía ese libro.
Sus manos estaban temblorosas, trataba de abrir el libro, respiró hondo e intentó calmarse. Lentamente empezó a hojear lo que allí había, recordó los días en que la vio escribiendo aquel libro. Ella tomaba mucha concentración y dedicación a su historia. Nunca creyó que ahí estaba planeando la estrategia perfecta para acabar con su gran problema de raíz.

Le sorprendió cuando encontró una frase “los buenos suicidas son los que mueren con sus atacantes”, cerró el libro de un golpe. No sería capaz de leer semejante atrocidad.
Cerró los ojos fuertemente mientras dejaba salir las lágrimas, a su mente llegó la imagen de la sonriente Leanor, así la recordaba.
Leanor era una joven que le encantaba sonreír, era muy buena escuchando y dando consejos, tenía una hermana menor, un padre y una madre que siempre fueron buenos con ella. Casi siempre llegaba a clases con las mejores marcas de ropa, los celulares más modernos y todos la envidiaban, los profesores le tenían buena fama y muchos estudiantes se peleaban por ser sus amigos.
¿Quién era Leanor Dood? Nada más ni nada menos que la chica popular del Liceo del Norte y la que los profesores catalogaban como la mejor, la chica que todos los jóvenes deseaban tener como novia.
Tenía un coeficiente intelectual muy alto, su primaria la estudió en un colegio para superdotados, aunque ella decidió estudiar en un colegio promedio su secundaria en la capital para así aprender a socializar, no quería sentirse rara cuando ya fuera mayor de edad. El estudio para Leanor nunca fue un problema y siempre tenía la respuesta para todo, podía pasar días enteros devorando libros de ciencia, amaba ir a conferencias y tenía una fascinación por los programas de investigaciones y sagas de terror. Su juego favorito era el ajedrez, su papá pasaba tardes enteras intentando ganarle, pero le era imposible, ni cuando le enseñó a su hija el cómo jugarlo pudo ganarle, Leanor aprendió estrategias de juego en un santiamén, solo dijo “juguemos” y desde ese día siempre venció a su padre; solo tenía siete años cuando eso.
Con el solo verla se sabía que era una joven con un destino muy prometedor y sus padres la estaban moldeando para que ella dejara huella en la historia de la humanidad.

Pero… Leanor decidió dejar una huella imborrable de la manera más sangrienta posible.
Harry abrió el libro al inicio y empezó a leer:
“Mis problemas comenzaron cuando estaba iniciando décimo grado, me encontraba frente a la directora en rectoría, ella como siempre escarbaba en mi mirada tratando de encontrar la respuesta a sus muchas dudas. Me daba cuenta de que esa mujer era tan predecible, sus ojos me decían “¿por qué mi hija no puede ser como tú?”, sabía que no podía contestar a su pregunta; tenía muy claro que su hija Carolina solo le importaba verse bien y tener un novio lindo, por lo mismo estaba perdiendo muchas materias, si su madre no fuera la directora del colegio ella habría dejado de estudiar desde hace muchos años.
—No entiendo el por qué sigues estudiando en un colegio que ya no tiene nada que enseñarte Leanor, los profesores dicen que deberías estar en la universidad, podemos entregarte tu diploma si así lo quieres, nuestros profesores no tienen un tema que ya tú no te sepas de memoria —me dijo la directora con una sonrisa desplegada.

—No lo hago por estudiar, mi misión aquí es socializar. Además, pienso graduarme con mis amigos, ese es el sueño de todo adolescente —expliqué. La directora hacía pequeños sí con su cabeza, sus ojos cansados recorrían la habitación gris un tanto indignada.
—A tu edad yo estaba muy estresada porque no sabía qué estudiar y hasta pasaba noches enteras haciendo trabajos que tú haces en unos minutos —soltó la directora mientras se recostaba a su negro sillón y cruzaba los brazos.
Esa era la situación más incómoda en la que podía estar, muchas personas cuando me conocen siempre de dicen lo que hacían a mi edad y me comparan de tal manera que yo quede en un nivel muy alto, siempre he dicho que es la peor cosa que un ser humano puede hacer. De esa manera su autoestima recae y es cuando el cerebro empieza a hacer ideas erróneas o en el peor de los casos, caer en la envidia tóxica. Y eso fue lo que me pasó, la sociedad que me rodeaba empezó a verme con ojos de envidia tóxica.
—¿Es cierto que tu padre tiene un amigo que es director de una universidad y allí ya te tienen un trabajo para cuando termines tu carrera universitaria? —me preguntó. No sabía si responderle, la directora estaba bastante disgustada en ese momento.
—Sí —respondí. Ella dejó salir un suspiro y me mostró una sonrisa que tenía un trasfondo bastante triste.
—Disfruta tu vida, tienes un gran futuro por delante —me aconsejó. Podía predecir que estaba pensando “si mi hija fuera así como ella…”
Salí de la rectoría lo más pronto posible, mientras caminaba por los pasillos los estudiantes volteaban a verme y muchos me saludaban alegres. Solo hay una persona en la que confío plenamente, Harry, doy mi voto de confianza en él porque sé sobre sus sentimientos. Él no los ha confesado aún, pero todas sus expresiones faciales lo demuestran, hasta cuando les miente a sus amigos. Es fácil leer a las personas.
Era el primer día de clase, me rodeaba un gran grupo de estudiantes preguntándome cosas y yo estaba en modo automático respondiendo todas sus preguntas, el compaginar con la sociedad es muy difícil, si una persona es inteligente es malo para ellos, se sienten intimidados y si tienes un coeficiente intelectual bajo también es malo, te tratan de idiota. Lo más recomendable es estar en el punto intermedio; pero yo no quería ser falsa, estaba tratando de encajar tal y como soy.
El problema era cuando los profesores empezaban a elogiarme, siempre me ponen de ejemplo y yo sé que cada vez que todos voltean a verme lo hacen con recelo. A mi lado siempre se sienta Diana, una joven que desde que llegué al colegio no se separa de mi lado, dice que somos mejores amigas, aunque la he visto hablar de mí a mis espaldas y este año ella cambió mucho cuando entró una joven nueva llamada Loisa, no deja de hablar de sus padres adinerados.
—Dime, Leanor ¿a cuántos países has viajado? —me preguntó el primer día de clases. Ahí comenzaron mis problemas a florecer.
—¿Por qué tengo que hablarte de mi vida privada? —le pregunté. Ella hizo un gesto de desagrado, las demás chicas nos miraron expectantes, sabían que no nos agradábamos para nada.
— Ay, chica, solo lo hago para poder conocerte mejor. Me dicen que eres la más inteligente del colegio, ¿es cierto? Debe ser increíble nacer siendo una genio…. —dijo desplegando una sonrisa hipócrita. Sabía que solo lo hacía para sacarme información con la cual me podía dejar en ridículo.
Loisa es ese tipo de personas a las cuales yo les llamo sombras, son personas que construyen sus vidas encima de las personas más débiles, tratan de sentirse superiores a la sociedad que los rodea, pero eso solo demuestra que tienen grandes problemas y una autoestima muy baja, intentan demostrarse así mismas que pueden derribar a los que ellos creen que son sus competidores. Ella me veía como una amenaza que debía derribar por completo. Sería un gran problema para mí el tener que lidiar con alguien así.
—Claro que Leanor es la chica más inteligente del colegio, los profesores dicen que ella nació teniendo un alto coeficiente intelectual. Lo más seguro es que será la presidenta estudiantil —dijo una compañera a Loisa.
—Pero si eres una superdotada, ¿qué haces estudiando aquí? —soltó Loisa con un tono burlón.
—No me considero superdotada, soy igual que los demás —respondí.
—Eso se escucha como todo lo contrario, de seguro eres una presumida total —dijo Loisa y respingó una ceja.
Ella iba a ser mi peor pesadilla.
Quedé bastante pensativa con lo que había dicho Loisa, no contesté nada a su comentario. Regularmente solía ser bastante callada cuando las personas trataban de sumergirme en una conversación tan molesta como esas. Ese fue mi peor error, yo no me preocupaba por defenderme ante los insultos de las personas y eso les dio la confianza para seguir haciéndolo.
Yo estaba atrapada en mi propio mundo y solía verme distante de los demás, por mucho tiempo ellos respetaban ese espacio que yo hacía, pero los tiempos pasan, las personas cambian y yo no me di cuenta de eso.
Recuerdo bien que en esos días empecé a leerme un libro que mi madre me había regalado y pasaba horas enteras fuera del salón de clase. Esa tarde nublada tuve mi primer reclamo por parte de mis compañeros:
—Hey, Leanor —llamó Diana, estaba con un grupo pequeño de alumnos, yo quedé inmóvil en el marco de la puerta—, ¿en serio vas a estar por fuera todo el día? Si es así mejor no vengas a clase, mientras todos estamos aquí estudiando, tú solo lo que haces es estar por fuera leyendo ese estúpido libro, ¿te estás burlando de nosotros? —Se cruzó de brazos.
—Yo no necesito estudiar, entiendo los temas que estamos dando a la perfección. Y para la próxima elije mejor las palabras antes de dirigirte a una persona, el tono que usas es muy agresivo. —Entré y dejé el libro sobre mi pupitre.
—¿Es en serio? —soltó Loisa con un tono sarcástico—, ¿quién te crees que eres? ¡Qué haremos con la más inteligente!, no es justo que mientras todos estamos haciendo evaluaciones tú estés tan tranquilota por fuera y aun así ocupes el primer lugar, ¿es que aquí manejan jerarquías?, qué discriminación, te crees la más inteligente y nos tratas como unos brutos completos.
Aquel grupo se puso del lado de Loisa y empezaron a hablar todos a la vez, por lo mismo no les entendí a ninguno. Dejé salir un suspiro, mi mente trataba de encontrar una salida a aquel momento incómodo.
—Escúchame, superdotada, desde ahora si no entras a clase voy a hacer que pierdas todas las materias —amenazó Carolina (la hija de la directora).
—¿Sólo porque no entro a clase? —pregunté.
—Claro… Si no lo haces, no es justo que sigas teniendo la nota máxima en las materias cuando en realidad no haces más que estar leyendo ese estúpido libro por fuera mientras todos estamos aquí matándonos con los profesores. Vas a perder por inasistencia —respondió.
—¿A eso le llamas justicia?
—¡Claro! ¡La ley es para todos! —vociferó con altivez.
—Pero si la ley es para todos entonces tú también debes cumplirla, solo entraré a clase si la directora te deja de pasar las materias. Tú no estudias, todos aquí lo saben. —Llevé mi mirada a todos los estudiantes que ahora estaban concentrados en mí—. Si no existen las jerarquías en este instituto, ¿por qué entonces te pasan los años solo por ser la hija de la directora? —respingué una ceja.
—¿Qué estás diciendo? —inquirió Carolina con la boca entreabierta y los brazos cruzados, no sabía cómo contraatacarme.
—Mejor no sigas hablando, lo único que harás es hundirte más en el lodo —le dije. En ese momento sonó el timbre tres veces, avisando la finalización del día escolar. Tomé mis cosas y salí del salón.
Harry dejó de leer el libro, recordaba muy bien ese día, todos los de su clase se ofendieron mucho por la actitud que tuvo Leanor frente a los reclamos. Tenía que ser franco, a él también le ofendió el que Leanor les hablara a todos de esa manera tan arrogante; en cierta parte hirió el orgullo de todos los allí presentes.
Actualidad:
—No justifico los actos de Leanor —confesó Harry a Eva—. Fue la víctima, pero también la victimaria. Por las noches, cuando no puedo dormir y me atacan los recuerdos de cuando estaba en décimo grado, me pregunto qué hubiera hecho yo en el caso de Leanor. ¿Acaso ya no tenía una buena salida? Irse del país y comenzar de cero en la casa de su abuela, con la que ya habíamos hablado y estaba de acuerdo en ayudarla. Pero no, Leanor decidió tomar venganza, sin detenerse a pensar que no solo iba a destruir la vida de los que le hicieron daño, sino también la vida de personas inocentes, de gente que ni ella conocía.
—Oh, vaya, era una chica tan inteligente, pero en sus últimos momentos de vida no supo escoger con asertividad —comentó Eva.
—Sí, ahora que soy más maduro pienso en ello y noto que Leanor le hacía falta desarrollo emocional —explicó el muchacho—. Ella se dejaba llevar mucho de sus sentimientos y emociones impulsivas.
Eva estaba impresionada, entre más pasaba el tiempo, Harry le mostraba nuevas facetas de su vida y personalidad.
—Vaya, mírate tan reflexivo —soltó la chica y no pudo retener una sonrisita.