Capítulo 29
2582palabras
2023-04-04 06:01
—Sí… es perfecto para nosotros —dijo la señora Mirella con una gran sonrisa, emocionada porque su hija aceptara la idea.
Sus padres comenzaron a hablarle también sobre la idea de crear un ahorro para la universidad de Yair, aprovechando que tendrían bastante tiempo, ya que él apenas estaba en la primaria. Su padre participaba activamente en las propuestas que daba la mujer, casi como obviando que él ya tenía la capacidad suficiente de dar la mayoría del dinero que necesitaban para esas metas.
Eva, cansada de tanta felicidad en el ambiente, abrió la nevera, sacó una cajita de yogurt y subió a su habitación.
Fue esa noche que se dio cuenta que su familia ya estaba bien económicamente, la crisis por la que ella tanto tiempo fue precavida en no colocarle problemas a sus padres era cosa del pasado.
Revisó su cuenta de ahorros bancaria y la cifra que por años estuvo creciendo, meditó en la posibilidad de comprarse algo de ropa, recordando las muchas críticas de sus amigas por cuidarse más. Y ahora que le parecía que estas vacaciones podrían ser un poco diferente, atribuyó que tal vez le tocara ir a unas cuantas salidas, tal vez a cenar o esa supuesta fiesta que sus amigas pretendían ir para celebrar el cierre del primer semestre del año.
Por dentro Eva le emocionaba la idea por descansar un rato y sentirse como adolescente, sin embargo… ¿dónde quedaba su estricta vida y las metas que se había propuesto?
Observó fijamente la cajita violeta reposando en una esquina del escritorio. Decidió tomarla y abrirla después de mucho tiempo. Dejó salir un suspiro y empezó a sacar todos los sobres, así como el libro marrón que usó a modo de diario por años, hojeándolo con un gran sentimiento de nostalgia. Le llamó la atención un título: Mi mayor fantasía. Era uno de los escritos finales, cuando tenía catorce años y estaba en el punto más crítico de los problemas familiares. Sin duda alguna, esos meses la marcaron mucho, una jovencita que había estado acostumbrada a un estilo de vida, de un momento a otro le arrancaron todo y la dejaron en blanco, vulnerable y sin ayuda.
Mi mayor fantasía.
Eva: catorce años de edad.
Soy una chica muy simple, mi vida es más aburrida de lo que me gustaría. Ahora mis padres tendrán a su segundo hijo y yo deberé cuidarlo, creo que lo bueno de todo esto es que aprenderé a ser madre antes de tiempo; tal vez y así termine esterilizándome cuando cumpla veinte.
Mi rutina es estar en el colegio y cuando llego a mi casa, me encierro en mi cuarto; si a lo mucho apenas veo a mis padres cuando llegan de terminar su jornada laboral, un término muy lindo para decir que son esclavos de empresas. Mi papá habla sobre montar su propia empresa y así ser su propio jefe, mi mamá dice que lo hace como un pretexto para no aceptar que en ninguna parte le quieren dar trabajo.
Mi puesto en la mesa es en la esquina inferior donde cuento mentalmente hasta cien, que es lo que dura la conversación y después mamá dice:
—¿Quién quiere postre? Hoy es de chocolate —cuando en realidad es el único que hace, se supone que todos debemos gritar ´´¡yo…!” Como la absurda familia feliz que desea aparentar tener.
Antes fingía ser una niña normal y obediente, pero ahora no sé qué pensar, creo, creo… que estoy empezando a mostrar mi verdadera personalidad. O tal vez lo que debería hacer es crear mi personalidad.
Estoy en un nuevo colegio, donde todos me parecen desconocidos, lo bueno es que puedo crear toda una trama de cómo será mi vida para cuando me gradúe y así por fin pueda tener por completo el control de mi vida. Irme a un lugar muy lejano donde nadie me conozca y empezar de cero. Pero por ahora debo ser paciente y mantener todo bajo control.
Aparentar ser una chica feliz que es un poco callada y reservada pero demuestra ser transparente; en el colegio ser amiga de todo el curso pero sin contar mi vida íntima, solo cosas del colegio; por fuera del salón escoger diez estudiantes que sean un poco divertidos pero solo deben ser diez; siempre tener puestos audífonos en los oídos para que crean que me gusta la música y no pregunten mucho sobre mi vida; tener un cuaderno de dibujo en la mano con un lápiz y en el descanso dibujar una y otra vez; eso me hará interesante y muy inocente, todos los supuestos amigos que tendré me amarán y tratarán de cuidarme.
Así que, cuando llegué al colegio hice todo de acuerdo lo planeado: no hablaba mucho y eso hacía producir en los compañeros de clase mucha curiosidad. Imagino que es producto de ser la nueva, la que se cuestionan de dónde viene, cómo será su personalidad: todas esas cosas clichés de principio de mes.
Los profesores solo tenían una hermosa cortina en sus rostros cuando en realidad por dentro solo gritaban:
—¡Váyanse todos al infierno partida de brutos! —Eso era lo que yo pensaba, pero para que no te llamen extraña, te toca fingir ser igual a ellos…
En el descanso se me acercó una compañera en la banca donde estaba sentada pintando un ángel.
—Hola… me llamo Lola, estoy en tu mismo salón de clases. —Creo que eso fue lo que dijo, porque no le presté mucha atención.
Quería que se largara y me dejara en paz, pero en ese momento reflexioné que todos deben tener una mejor amiga, eso me convenía, así que mostré una linda sonrisa y empecé a hablar con ella.
Lola, al principio me pareció un chiste, ¿quién rayos se llama Lola? Es como los nombres que escogen en las novelas que pasan al medio día y que solo las viejas sin nada que hacer ven.
Lola ríe demasiado, habla hasta por los codos. Cuando la observo hablar por minutos, imagino que le cubro la boca y las palabras se le acumulan, haciendo que flote hasta llegar a lo más alto del cielo.
Los días pasaban y todo estaba saliendo bajo lo planeado, ahora solo me quedaba ser la mejor del salón para alegrar a mis padres y así no estuvieran dándome sermones todo el día.
Estudiaba todo el tiempo e hice una cartelera y la pegué en mi cuarto con mi rutina diaria para que no se me olvide nada.
En navidad mi abuela me había regalado una agenda, en ese momento me pareció el regalo más absurdo posible. Pero ahora lo tomo para anotar todos mis pendientes, así, curiosamente, me he vuelto mucho más eficiente.
Y los meses han pasado muy rápido, Yair nació y no deja de llorar, haciendo que mis padres se despierten en las noches; creo que ya me estoy acostumbrando a escuchar ruidos por la noche. También, por estudiar en la mañana, debo despertarme a las cinco, viajar en autobús porque mis papás se les ocurrió la gran idea de vender los dos autos que tenían.
Lola se sienta a mi lado de la clase, siempre hablando sobre hombres. Y yo lo único que hago es pensar en que a los quince años debo perder la virginidad, sobre todo ahora que me he dado cuenta de que tengo catorce y no he besado a ningún hombre.
¿Qué se sentirá besar?
Lo he anotado en mi lista de pendientes: besar a un hombre y perder la virginidad.
—¿Con cuántos hombres has tenido sexo? —le pregunté a Lola en un descanso.
Ella abrió los ojos como dos platos grandes y después se ruborizó.
—Pues me he acostado con muchos —respondió.
Es una mentirosa, allí descubrí que lo único que sabe decirme cuando habla son puras mentiras, me pregunto si se las creerá.
Lo peor de hacer una lista de cómo será tu comportamiento disque para volverte más interesante es que termina siendo de verdad tu personalidad. Es como si se adhiriera. Hablé con la psicóloga del colegio porque tenía un tic con la uña del pulgar derecho, quería quitarme una carnita de la uña, hasta que se convirtió en un tic, así que me empezó a sangrar.
Ella dice que tengo depresión, yo creo que está loca, ¿cómo puedo tener depresión por querer quitarme una carnita de la uña? Nada más le dije que mi vida es aburrida y que por momentos, cuando veo a Yair ser atendido por mis padres, me gustaría tomarlo, subir al balcón y lanzarlo lejos, a ver si así deja de molestarnos.
Al principio creí que me gustaría que mis padres tuvieran a su hijo y dejaran de molestarme, pero ahora se han enfocado tanto en él que me han dejado en segundo plano. De hecho, me compraron el computador como para que dejara de hartarlos.
He visto porno desde que tengo el computador, uso una almohada para simular que estoy encima de un hombre, hago los movimientos iguales que en el video, creo que seré una gran perra cuando por fin consiga al hombre con el que perderé mi virginidad. Espero que llegue pronto, así mi vida será más interesante.
Después de leer, Eva tenía amontonadas lágrimas en los ojos, que, al parpadear, se dejaron correr por sus mejillas.
Esa niña de catorce años lo único que buscaba era aceptación, no estar sola. Sus últimos años de colegio los recordó así, con esa soledad.
Iba a guardar el diario en la caja, pero un sobre de carta se resbaló entre las páginas, mostrándole una fecha: 28 de julio de 2020.
Eva tomó el sobre, lo abrió y sacó un papel rosado con olor a fresas que le hizo dibujar una sonrisa, era su papel favorito para escribir las cartas.
28 de junio de 2020 Santa Marta - Colombia
Querido, Davison.
Espero que al recibir esta carta te encuentres bien de salud. Por favor, no vayas a creer que mis palabras esta vez vienen con intensiones ocultas, que mi objetivo es hacerte sentir mal, porque no es así, es todo lo contrario, así que, te pido encarecidamente que leas hasta el final.
La última vez que te escribí una carta no fue esa tarde en la playa que leíste mis palabras en voz alta y me hiciste avergonzar en gran manera. No, la última vez que te escribí una carta fue después de ello, cuando sentí un nudo en la garganta al no lograr decirte mis penSebastiánientos, pero como muchas cartas que van dirigidas a ti, nunca lograste leerlas. Esta es la última vez que en verdad que te escribiré una carta, así que trataré de escoger las palabras perfectas para cerrar este ciclo.
Lo que me aventuró a sentarme en frente de este escritorio fue el hecho de darme cuenta que tenía palabras guardadas y que no podría cerrar del todo este ciclo de mi vida donde la depresión, ansiedad y momentos cruciales definieron mi personalidad. Deseo que después de esto pueda voltear atrás y hablar de mi pasado como lo que es, pasado; que no me lastime o me haga llorar porque la llaga sigue abierta. Haces parte de ese pasado, pero no como imaginas que sucedió, no, es todo lo contrario y esas son mis razones para que estés recibiendo esta carta.
Cuando pienso en ti y en lo que sucedió… no lo recuerdo como una relación tóxica, mucho menos como alguien que me rompió el corazón. Lo que llega a mi mente es: playa, cartas, una conversación en el muelle a la luz de las estrellas y… mi primer amor que despedí con un fuerte abrazo y un beso una tarde de enero. Para mí es un lindo recuerdo de algo que, por alguna razón que quiso la vida, no funcionó y que tuvo que quedarse en eso, un hermoso recuerdo de una semana perfecta. Aun así, pienso que para ti no es lo mismo.
Una mañana te escribí enfurecida diciéndote que me habías lastimado en gran manera, que eras alguien que jugaba con los sentimientos de las mujeres y era mejor que pensaras bien tus acciones para que no volvieras a hacerle lo mismo a otras chicas. Todavía es el momento que me arrepiento de haberte dicho eso, porque… de cierta forma te culpé de todos mis males cuando no era así, lo mío… es algo bastante externo a lo que sucedió entre tú y yo. Vengo con un historial de depresión mucho antes de conocerte y que, desgraciadamente, desencadenó cuadros de ansiedad que se agudizaron después de nuestra ruptura, pero no fue por tu culpa, cuando nos vimos en persona ya yo los estaba sufriendo, no tan fuertes como lo fue en un futuro, pero sí los tenía, simplemente que nunca te conté de mis problemas en ese momento.
Todo este tiempo he creído que tal vez sientes algo de culpa por lo que sucedió e intentas ayudarme en algunos aspectos como para tratar de arreglar ese daño que me hiciste. Eso me hace sentir mal, porque yo nunca tuve que haberte dicho eso. Davison, creo que escogí a la persona perfecta para vivir mi primer amor y fue hermoso, todo lo que vivimos fue sumamente maravilloso; no pudo haber sido más perfecto. Así que, si sientes alguna culpa por creer que me hiciste daño, esta es mi respuesta: no es cierto, no hiciste nada malo, las cosas entre los dos no funcionaron, ya, eso es todo.
Fuimos dos personas que se encontraron en una parte del camino y, afortunadamente, aprendí mucho de ti, los pocos consejos que me diste en su momento me ayudaron muchísimo. Así como cometiste errores, yo también los cometí y ahora los veo claramente y eso me ayudará para un futuro, para mejorar y no volver a cometerlos.
Me alegro de que hayas podido seguir tu vida y estés tan enfocado en lograr tus metas. Yo también lo estoy haciendo y me gusta que no nos hayamos apartado del todo porque siempre he querido que me veas progresar y convertirme en una chica segura de sí misma. Ante todo, entre nosotros siempre ha habido una amistad y espero que nunca se acabe, deseo que me sigas dando consejos y que nos ayudemos mutuamente si es necesario.
Quiero verte siendo feliz, cumplir tus metas y que encuentres al amor de tu vida y crees esa familia de la que muchas veces me hablaste ilusionado. Sé que para ti eso es muy importante.
Te deseo mucha felicidad y prosperidad. Porque, ante todo, en mí siempre habrá por ti un cariño y agradecimiento; creo que ya antes te lo había dicho, pero quiero volver a repetírtelo y espero que nunca lo olvides: no soy capaz de odiarte, porque cuando se llegó a amar de verdad, el odio es un capítulo aparte que no se escribirá en esta historia.
Le pido a Dios mil bendiciones para ti y tu familia. Muchas gracias por haber sido un hermoso capítulo en mi vida.
Con amor, Eva.
Eva soltó una gran carcajada al dejar de leer la carta, la dobló y la guardó en el sobre, para después echarla en la cajita. Recordaba que, para esos meses, Davison le había vuelto a escribir y supuestamente, serían amigos. Pero como toda historia que intenta ser forzada, todo se dañó. De hecho, sabía que por allí debía estar la carta que escribió después de eso, porque, como toda persona sumamente enamorada, había dicho “es la última vez que te escribo”, pero no fue así.