Capítulo 24
2493palabras
2023-03-31 07:52
Harry tomaba muy en serio el hecho de que Eva se fuera sin avisarle por las mañanas, así que la chica tuvo que despertarlo cuando se había duchado. Al muchacho pareció no caerle muy en gracia el que Eva se despertase tan temprano, gruñía y arrugaba su rostro entre las almohadas.
—Me dijiste que te despertara cuando me fuera —comentó ella—, así que lo hago para que después no te des de ofendido.
—¿Qué hora es? —preguntó Harry aún con el rostro arrugado, hablando ronco y buscando en la mesita de noche la hora en el despertador.

—Son las cinco y media —respondió Eva con tono casual.
—¿Qué?, ¿qué haces despierta a esta hora? —Ahora la veía como si se tratara de un bicho extraño. Soltó un quejido y echó todo su cuerpo pesado entre las sábanas—. Ven a dormir, ni siquiera a salido el sol.
Eva se terminaba de colocar la falda y se sentó en el bordillo de la cama para colocarse los zapatos marrones.
—No, debo volver a mi casa, necesito estudiar y tengo otras cosas que hacer —explicó Eva con tono decisivo para que no quedaran paréntesis abiertos.
Parecía que Harry ya había vuelto al sueño profundo, por lo mismo Eva dedujo que se marcharía sin ningún problema a casa. Tenía hambre, hizo un estudio mental de cuánto dinero traía en la cartera para pasar a una panadería a comprar algo que pudiera comer mientras fuera en el bus. No tenía ánimos de hacer ejercicio, volvería a su casa, dormiría un poco y después se daría una ducha fría que le quitara el cansancio acumulado en los hombros.
Recordó la pomada para dolores musculares que su padre le había traído un día después del trabajo, una vez la usó y sintió que le relajó mucho la tensión en el cuello.

Sintió que Harry se removió en la cama, volteó para verlo y descubrió que se encontraba sentado.
—¿De verdad te vas a ir a esta hora? —preguntó.
Eva no tuvo una buena noche, ella no era capaz de dormir bien cuando estaba por fuera de su casa, así que, si a lo mucho logró descansar una hora, del resto, estuvo dando vueltas en la cama. A eso debía agregarle el hecho de Harry ser una persona que no sabía dar espacio personal al momento de dormir, le echaba el brazo alrededor de la cintura y zambullía su rostro en el cuello de Eva. Por lo mismo, la chica si a lo mucho pudo moverse unos centímetros. Claramente intentó quitárselo de encima, pero él volvía al acecho y terminaban igual que al principio.
—Sí, te dije que tengo cosas que hacer —respondió Eva con tono serio.

—No… no te vayas, sé que tienes clases a las cuatro de la tarde, toda la mañana estás libre.
—¿Cómo sabes que mi clase es a las cuatro? —preguntó Eva un tanto sorprendida y al mismo tiempo asustada.
—Me lo dijo Sebastián, tengo tu horario —contestó él.
—¿Por qué tienes mi horario?
—Lo necesito para saber cuándo los dos tenemos tiempo libre —adujo Harry.
—El hecho de que tenga clases algunos días en las tardes no significa que yo esté libre —replicó Eva.
—¿Qué son esas cosas que debes hacer? —cuestionó Harry sin mucho ánimo, aún con los ojos medio caídos por el sueño.
—¿Por qué tengo que decirte? No es de tu incumbencia.
Harry soltó un suspiro.
—¿Por qué eres así?
—¿Así cómo? —Se levantó de la cama y peinó el cabello con sus manos.
—Así de… —Harry soltó otro suspiro, ahora para poder tenerle paciencia a la chica—. Quédate a desayunar, descansa, ayer nos dormimos casi a la una, seguro no has dormido nada.
—No pude dormir porque no me dejabas de abrazar.
—¿Y eso es malo?
—Sí, no me gusta que me abracen cuando duermo, de hecho, eso no sucede.
—Bueno, no volveré a abrazarte, pero vuelve a la cama.
—No, no tengo sueño, ya me bañé, quiero irme a mi casa, intentaré dormir cuando llegue.
El rostro de Harry ahora era de espasmo.
—¿Y por qué no puedes dormir aquí?, ¿qué es lo malo?
—No me siento cómoda —confesó Eva, empezaba a colmarse su paciencia—. Lo estaré cuando llegue a mi casa, dormiré allí y se acabó.
—¿Esto es por lo que hablamos anoche de tu miedo a enamorarte?
—No tengo miedo a enamorarme —replicó Eva ya a la defensiva.
—Bueno, a evitar tener una relación con alguien —replanteó el joven.
—No tanto, pero sí prefiero colocar límites. —Eva se cruzó de brazos y sentía la ansiedad acumularse en sus manos y pies.
—Por el hecho de que duermas un rato más en mi cama, no cambiarán las cosas entre los dos —aclaró Harry—, te despertarás, desayunarás y podrás irte. No necesitas hacer esto, no hay necesidad de marcharte tan temprano, nadie te está corriendo, por favor.
—No es porque sienta que me estás corriendo de tu apartamento… —insistió Eva—. Es que yo no me siento cómoda, no sé dormir con alguien, por eso no logro descansar, lo que quiero es volver a mi casa, ¿sí?
—¿Por qué no te sientes cómoda? ¿Qué debo hacer para que no te sientas así?
—Ay, Harry, no es un tema de ti, ¿sí?
—Ven, siéntate, parece que estuviéramos discutiendo y es demasiado temprano —pidió con tono cansado, después suspiró.
Eva, para no volver el momento más incómodo, decidió aceptar el sentarse en el bordillo de la cama. Era la primera vez que un hombre le colocaba reparos para dejarla marchar, por lo cual no sabía cómo reaccionar.
—¿Normalmente qué haces en un día como hoy? —preguntó Harry.
Eva no entendía a qué venía la pregunta, pero agradecía que Harry no quisiera seguir insistiendo en el tema del por qué ella evitaba intimar por mucho tiempo con una persona.
—Estudio, tengo que estudiar mucho, soy becada —respondió la joven.
—¿Es muy difícil ser becado en el Andes? —inquirió el muchacho. Se acomodó en las almohadas, al lado de Eva.
—Claro que sí, debes mantener un promedio alto, no tienes el lujo que otros estudiantes poseen —contestó—. Además, los trabajos que envían, el mantenerme adentro, necesito mucho dinero, por eso debo hacer trabajos extras para no incomodar a mis padres con tantas responsabilidades.
—¿Por eso haces tantos trabajos?
—Sí, en parte —explicó Eva—, pero no gasto tanto el dinero, sino que lo ahorro para la creación de Gaba.
—Eso ya no es necesario, ahora nos tienes a nosotros, daremos la inversión para la creación de la aplicación, además que buscaremos inversores. Para eso están las relaciones, para no ser quien saque el dinero.
Eva sonrió con alivio.
—¿De verdad?
—Claro que sí, necesitamos una buena inversión para poder crear la mejor aplicación de compras —soltó Harry con tanta seguridad que Eva pudo verlo hecho realidad—. Y para eso necesitamos a los empresarios más grandes apostando por nosotros. Y así será, muy pronto comenzaremos a crearlo, así que créelo.
—Sí, lo creo —aceptó Eva.
Harry se acercó a la chica y le dio un suave beso en los labios.
—Eva, ¿siempre fuiste así? —preguntó el chico con curiosidad, se acomodó en la cama, acostado a medio lado, observándola fijamente.
—¿Así cómo? —inquirió Eva con gracia.
—Toda estudiosa, tan rígida —explicó Harry—. ¿Cómo eras de niña?
—No… lo soy porque necesito ser la mejor estudiante, cuando me dieron la beca, me impuse el hacer realidad esa meta.
—¿Y cómo eras en el colegio?
—También era buena estudiante, pero sí tenía más tiempo para hacer otras cosas —comentó Eva—. Pero era muy tímida, no me daba mucho con mis compañeros.
—No puedo imaginarte siendo tímida.
—Pero sí tuve una larga racha siendo tímida —relató Eva—. Era la típica niña estudiosa y tímida del salón, la que rara vez veías conversando.
—En mi clase había un chico así —soltó Harry—. Lo molestaba cada vez que podía, pero él no era un tonto, se iba a golpes conmigo. Después nos volvimos amigos porque me di cuenta de que sería bueno si me hacía los trabajos. Era un tema de conveniencia, yo le regalaba juguetes, también dejaba que fuera a mi casa a jugar videojuegos y viera películas. En el colegio todos querían ser amigos míos, ya sabes, porque tenían muchos beneficios y solamente ese niño yo le permitía que se quedara en mi casa, te hablo de Paulo. —Harry soltó una gran carcajada.
—Oh, claro, imaginé que serías ese niño y Paulo al que molestabas —soltó Eva pasmada.
—Sí, mis padres nunca escatimaron cuando se trataba de mí, además que por muchos años fui hijo único —explicó Harry.
—¿Eras el chico bullying del colegio?
—No, nunca he sido tan violento, todo lo contrario, era el típico chico amigo de todos, el que termina siendo representante estudiantil en el último año. Ya sabes, el cool. —Harry subió las cejas con suficiencia, pero a Eva le pareció gracioso—. En la graduación hice una gran fiesta donde todos estuvieron invitados. Terminó siendo la mejor de todas, aunque hubo una pelea donde un tipejo se subió a uno de mis autos y lo lanzó a la piscina.
—¿Por qué hizo eso?
—Porque se enteró que me estaba acostando con su novia —respondió Harry.
Eva abrió la boca con impresión, después negó dos veces.
—Así que desde el inicio fuiste problemático.
—No, no lo soy, solamente… No sé cómo pasa, cuando quiero ver, pasan algunas cosas —explicó Harry, no pudo soportar la carcajada que también acompañó Eva.
—Eres tan diferente a mí, yo en el colegio era casi invisible.
—Cuéntame una historia de cuando estabas en el colegio —pidió Harry, su rostro estaba tan tranquilo y a Eva le pareció la conversación tan amena que decidió aceptar su petición.
—La primera vez que me gustó un niño fue cuando entré al bachillerato. Recuerdo que fue a principio de año, cuando me pasaron a un salón nuevo donde no conocía a prácticamente a nadie, y eso que desde muy pequeña estudié en ese instituto, ya te podrás imaginar lo tímida que era. Este muchachito se llamaba Jesús. Recuerdo que me gustaba porque era como uno de niña se pintaba a un enamorado: era alto, blanco, rubio (muy rubio) y tenía los ojos verdes azulados.
—¿Es que las niñas fantasean es con los rubios? —preguntó Harry—. ¿Por qué tiene que ser precisamente rubio?
—No lo sé, yo nada más recuerdo que todas describíamos al niño que nos gustaba como alguien rubio de ojos azules —soltó Eva entre una risita—. No sé qué obsesión teníamos con los rubios. Recuerdo bien que en esa época algunos de mis compañeros se burlaban de mí por usar la falda más larga entre las niñas, pero él nunca lo hizo, no que yo recuerde, pero nunca hablábamos porque yo era muy tímida y él siempre estaba con su grupo de amigos. Ya sabes, niños con niños y las niñas con las niñas. En ese tiempo yo era bastante cercana a un compañerito llamado Gustavo, lo llamábamos Gos de cariño, y Jesús y él eran muy amigos. Yo tenía también en ese tiempo una amiga llamada Tatiana. Nosotras éramos muy cercanas porque a Tatiana le gustaban mis dibujos porque yo contaba historias por medio de mis dibujos, dibujaba siempre al mismo personaje, que obviamente era una chica tímida que logró enamorar al niño más popular de la clase. Así que vivíamos nuestra fantasía por medio de esos dibujos.
Eva soltó una gran carcajada y sus mejillas se volvieron rojas. Harry no entendía mucho el por qué de su emoción.
—Eras muy inocente en esa época —comentó el muchacho.
—Claro que sí, debía tener unos once años cuando eso —soltó Eva con tono obvio.
—Y el niño este, Goes, ¿qué tenía que ver en todo esto? —preguntó Harry.
—Se llamaba Gos —corrigió Eva—. Pues ellos eran muy amigos y se contaban secretos.
—¿Y qué pasó? —preguntó Harry, ladeando una sonrisita de encanto.
—De un momento a otro, Gos comenzó a hablarme muchas veces —prosiguió Eva—, me molestaba, como lo hacen los niños a esa edad, con cosas tontas para llamar mi atención, y en las clases de informática le tocaba sentarse a mi lado y a mí no me gustaba porque siempre estaba hablándome y no me dejaba concentrar. A mí me gustaba esa clase de informática porque Jesús (el niño que me gustaba) se sentaba a mi otro lado y podía tenerlo cerquita. Varias veces me dije que sería lindo si él me hablara como lo hacía Gos que casi nunca se callaba. Y un día, en el descanso, Tatiana me contaba sobre su novio y lo emocionante que fue que él le pidiera que fuera su novia. Entonces, como nunca, yo le dije que había un chico que me gustaba, y ella, como típica amiga alcahueta, comenzó a preguntarme quién era. Recuerdo que en esos tiempos estaba de moda el ir a los cafés internet, literal, en las noches los jóvenes se reunían en los cafés internet a hablar. Bueno, yo no era de las que intentaba estar en esa moda; no, mentira, me gustaba ir, pero decía que era para hacer tarea. Es que mis papás no me dejaban tener computador en casa, decían que me volvería holgazana, además que era más práctico que fuera al café internet de la esquina —Soltó una carcajada avergonzada—. Y sí, era de las que iba estrictamente a tomar hora en el internet y hacía mis tareas, porque nunca hablaba con nadie. ¿Alguna vez fuiste a un café internet?
—No… —respondió Harry—, en mi casa tenía toda una sala audiovisual, hasta pedí tener un cine, podía ver las películas en mi casa el mismo día del estreno.
Eva descompuso el rostro. Harry desplegó una sonrisita.
—Crecimos en mundos diferentes —comentó el muchacho—. No te ofendas, por favor. —Acostó su cabeza sobre las piernas de la chica y le dio un beso en su muslo derecho—. Sígueme contando.
—Bueno, entonces, una tarde me fui al café internet; esa vez no fue para hacer tarea, lo que hice fue abrir Facebook y al momento de entrar, Tatiana comenzó a preguntarme que quién era el chico que me gustaba, que hablara de una vez por todas. Así que tuve que contarle que era Jesús, el chico que estudiaba con nosotras. ¡Tatiana se quería morir, de seguro se fue de bruces cuando le dije el nombre! —Volvió a carcajear de la emoción, le encantaba el recordar su inocente pasado—. Al día siguiente, yo llegué nerviosísima porque sabía que ella correría a preguntarle a él si yo le gustaba. Me acerqué a su puesto y ella estaba demasiado emocionada para disimular y me preguntaba una y otra vez que si ya había intentado hablar con él. Yo le dije que no, que ni loca le hablaría, que, por favor, me guardara el secreto. Ella no con muchas ganas aceptó y ahí quedó el tema.
Harry hizo un puchero, después soltó la carcajada.
—¿En serio esa es la gran historia? —cuestionó.