Capítulo 19
2551palabras
2023-03-25 07:45
—No puedo creer que terminaras haciéndole una propuesta de negocios a Harry Andersson —soltó Sebastián.
Todos estaban con grandes ojeras, recostados y sentados con las piernas cruzadas encima de la cama de un cuerpo de Vanesa. Todos sabían que era la peor habitación para trasnochar haciendo trabajos pagados por otras personas, pero era lo que había en el momento.
—Eso se llama malgastar tiempo y saliva —opinó Mariana.
—Me dijo que lo iba a pensar —replicó Eva sin mucho ánimo, tecleaba a toda velocidad en su laptop, así como también lo estaban haciendo sus amigos.
—A Harry solamente le gustan dos cosas: las fiestas y las mujeres —comentó Mariana—, nunca se lo ha visto interesado en nada, a veces me pregunto cómo hace para no reprobar los semestres.
—Su padre ha dado grandes donaciones a la universidad, obviamente ningún profesor lo hará perder —intervino Vanesa—, eso se llama poder.
—Bueno, de todos modos, al menos lo intenté —finalizó Eva.
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Decidió volver a su casa con la primera ruta que pasó a eso de las cinco de la mañana. Eva rara vez lograba dormir bien cuando estaba por fuera de su casa, sus hombros entumecidos le avisaban que estaba en su límite. Sus párpados pesaban mucho y un fuerte dolor de cabeza amenazaba con volverse en migraña.
A esa hora, a las cinco, antes de volver a su casa, envió por correo electrónico los trabajos que con sus compañeros terminaron esa noche. Y no le importó que sus clientes estuvieran durmiendo, envió mensajes avisando que ya estaban listos y, como era bastante famosa por escribir a estas horas, le contestaron en seguida, transfiriendo el otro porcentaje del pago. Tuvo que llamar a una de sus clientas, la jovencita que había presenciado cuando Harry se acercó a ella. Al parecer estaba en una fiesta, porque se escuchaba de fondo una música.
Eva se miró con sus amigos, entendiendo todos la clara diferencia de cómo viven los ricos el final de semestre y lo que deben soportar los pobres, sobre todo los que están becados en una universidad privada.
Eva casi se pasa de parada, pero afortunadamente logró reaccionar de su ensoñación y bajó a tiempo. Estaba pálida, casi arrastrando los pies.
Su padre fue quien le abrió y le preguntó si estaba bien, porque su cara era casi:
—La de un zombi, te ves como uno —dijo el hombre mientras la veía avanzar hasta las escaleras.
—Ay, no estoy para bromas, voy a dormir —masculló Eva.
Cayó como una piedra en su cama, ni siquiera se quitó los zapatos, prácticamente se desmayó.
Por el curioso hábito reglamentado que llevaba Eva, su cuerpo se despertó a las nueve de la mañana, era lo más tarde que lograba su cuerpo soportar durmiendo. Masculló una maldición porque ese día tenía clases a las tres de la tarde, así que podría pasar toda la mañana en la casa. Pero no, su cuerpo le informó que ese era el máximo descansar que podría ofrecerle.
Se sentó en la cama, notando que tenía encima una sábana y los zapatos se encontraban en el piso y su bolso estaba perfectamente acomodado en la silla de escritorio, dedujo que todo sería obra de sus padres.
Tenía un gran dolor de hombros, casi no los podía mover, así también el cuello. Bajó a la cocina y tomó las compresas frías del congelador que ya sus padres le guardaban para esos momentos. Encontró un papel también pegado con imanes en la nevera:
“Eva, en la nevera está guardada la comida, no te vayas sin almorzar a la universidad. Te dejamos dinero en la mesa de comedor por si necesitas comprar algo extra”.
Sus padres no solían regañarla por estudiar tanto, mucho menos sabían que ella hacía trabajos extra en la universidad, creían que todo era producto de una exigente carrera; claro, era de esperar viniendo de la mejor universidad del país. Pero Eva ahorraba todo lo que trabajaba para poder algún día contratar una empresa de programación para crear su aplicación. Sus amigos intentaban apoyarla, pero decían que necesitaban el dinero, así que no lograban ahorrar cuando les ayudaban asistiéndola con los trabajos, eran unos consumidores empedernidos.
Eva podría comprarse muchas cosas si utilizara el dinero ahorrado, como buena ropa, una nueva computadora y hasta podría hacer algún viaje con sus amigos. Pero para ella, todo esto eran cosas que no eran necesarias, sus padres le daban lo básico para transportarse y no morir de hambre, así que con eso bastaba.
El gran beneficio que tenía el no importarle los hombres era ese, le daba igual cómo se veía físicamente, si no usaba la ropa de moda o no… Ella vivía para sus estudios, necesitaba graduarse con honores y ser la mejor, era la única forma de tener una mejor vida cuando entrara en el mercado laboral. Allí… podría preocuparse por viajar, disfrutar y vivir lo que no pudo experimentar en la universidad.
Practicó un poco de yoga para relajar sus músculos y sus ánimos. Era la única forma de no perder la cordura ante tanta presión. Y bueno, con una taza de café y un baño frío, estaría como nueva.
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—Juro que voy a matar a Eva si vuelve a pedirme que la ayude a hacer otro trabajo de esos —comentó Sebastián cuando salían de la clase de la tarde—. Miren, miren, hasta aquí puedo torcer el cuello, si intento moverlo un poco más, me entra un calambre terrible.
—Deja de chillar, eso con una compresa de hielo se quita —regañó Eva.
—¡Ya lo hice, también me tomé un relajante muscular y no se quita! —chilló Sebastián.
—Eva nació para ser inmune a la presión, mira lo bien que se ve, aunque casi no hemos podido dormir —observó Vanesa.
—Este es mi diario vivir, estoy acostumbrada —admitió Eva.
Salían del edificio, comenzando a surcar un camino de piedra cuando se encontraron con Harry y Paulo.
—¡Se necesitan videos! —dijo de repente Harry con una sonrisa de satisfacción.
—¿Qué? —preguntaron los chicos—. ¿De qué hablas?
—Para Gaba, se debe dejar que se suban videos —explicó Harry—. Tenemos que agregar un espacio para historias, así como lo hace Meta, de esta forma nuestros usuarios pasarán más tiempo dentro de nuestra App. Así como también debemos incluir una actualización posterior de videos en vivo. Hay que dar todas las herramientas para que promocionen sus productos y que se creen comunidades.
A Eva le impresionó que Harry se expresara de tal forma que se incluyera dentro del grupo.
—Es buena idea, de esa forma acumularemos más horas de interacción en la aplicación —aceptó Eva—. Pero… ¿eso quiere decir que aceptarás trabajar con nosotros.
—Claro que sí, les acabo de regalar mi idea —obvió Harry—. Y Paulo también está dentro. ¡Nos haremos millonarios con esta aplicación!
—¿En qué momento acepté estar dentro de Gaba? —preguntó Paulo mientras arrugaba el entrecejo.
—¿Serás tan idiota de no trabajar con la próxima gran aplicación de ventas online? —cuestionó Vanesa.
Paulo sonrió mientras se ruborizaba.
—No, claro que no —soltó—. Claro que estoy dentro.
Eva y su grupo no lo podían creer, acababan de atrapar a dos peces enormes y aún no comenzaban a construir la aplicación. En ese momento, mientras el cielo poco a poco palidecía por la tarde, en el justo instante que observó fijamente a Harry, pudo visualizar el gran imperio que iba a crear: era casi palpable, lograba contemplarlo a detalle.
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Harry había aceptado su propuesta, ahora estaba dentro del proyecto, pero eso implicaba que Eva debía cumplir con su parte. El joven no esperó mucho tiempo para pedirle a Eva que fuera a pasar la noche con él en su apartamento, además de especificarle que no llevara sus pantalones anchos.
Eva sabía lo que le esperaría al momento que cruzara la puerta y se encontrara cara a cara con Harry Andersson.
La chica apostó por llevarse una falda de tela jean, una camisa rosada y unos zapatos marrones. Pero a Harry pareció no gustarle mucho cómo iba vestida, y siendo justamente Harry Andersson…
—¿Por qué te vistes tan fea…? —preguntó con solo abrir la puerta—. ¿Cómo serás la CEO de Gaba vistiendo de una manera tan…?
—¿Tan qué? —espetó Eva.
—Tan pobre… —Negó varias veces—. No es lo pobre, es lo poco estético, no tienes nada de gusto por la moda… Eres tan diferente a Vanesa, ella no usa ropa de marca, pero sí que tiene buen gusto.
Eva colocó los ojos en blanco, soltó un gruñido y después entró al apartamento.
—Bueno, esto es lo que hay, no tengo ropa que pueda satisfacer tus ojos —refunfuñó—. Tengo sed, ¿qué tienes en tu nevera?
—Pues, te puedo dar una cerveza —comentó Harry mientras la seguía con una sonrisa de agrado, le gustaba ver que Eva comenzaba a mostrarse más confiada a su lado.
Al entrar a la cocina, Eva se impactó al ver lo grande que era, además de moderna, con una gran isla de centro hecha en mármol que brillaba y le advertía que una persona promedio nunca podría tener una cocina tan lujosa.
—Oh, wao… —soltó Eva—. ¿Cómo haces para no ensuciar esta cocina? —preguntó mientras se acercaba a tocar el mármol de la isla—. No mereces algo tan hermoso, eres demasiado desorganizado.
—Por eso no cocino aquí, prefiero pedir pizza —comentó Harry mientras abría la nevera y sacaba una lata de cerveza.
—Es justo como tú te comportarías —soltó Eva mientras apreciaba la cerveza que ahora Harry le colocaba en frente—. Eres el típico estudiante soltero que vive a base de cerveza y pizza.
—¿Qué más increíble que eso? —preguntó con tono irónico el joven.
—Bueno, no sé, tal vez la anemia te lo explique.
Harry soltó una risita y después se abalanzó a ella para darle un apasionante beso con lengua. Los movimientos de la lengua de Harry hicieron que la entrepierna de Eva se dilatara y su cuerpo comenzara a hervir en placer.
Pero el joven se apartó y tomó la cerveza que antes le ofreció a Eva, le dio un largo sorbo para después dejarla reposando encima del mesón de mármol.
—¿Qué te gustaría que pidiéramos esta noche? —le preguntó.
Eva si apenas se recuperaba del beso, avergonzada porque no hace mucho tiempo había llegado y ya estaba excitada.
—Bueno… me antojaste cuando hablaste de pizza —respondió.
—Vale, vale —aceptó el muchacho.
Salió de la cocina mientras tecleaba en su celular.
Eva llevó una mano a su pecho, intentando calmar su cuerpo. Puso las manos sobre el mesón, observando la cerveza y las gotas que escurrían por la lata. Le animaba tanto el escabullirse hasta allí, era como su parte rebelde manifestándose.
Tomó un largo trago de la cerveza, después otro y otro, hasta acabarla por completo. Harry entró a la cocina.
—¿Ya pediste la pizza? —preguntó Eva.
—No, aún no, no me gustaría que nos interrumpieran —respondió.
—¿Por qué? —preguntó ella.
Harry la tomó por la espalda, recogió su cabello con sus manos y le dio un beso húmedo en la nuca. La piel de Eva reaccionó tan rápido como la espuma, erizándose por completo y sacando de su garganta un jadeo.
—Harry, estamos en la cocina —dijo Eva.
—¿Nunca lo has hecho en la cocina? —preguntó él en un susurro.
—No… Mejor vamos a la habitación —pidió la chica.
—Tú no ordenas aquí, lo sabes, te lo haré donde yo quiera —enfatizó él.
Eva apoyó las manos en el mármol de la isla, estaba frío, pero su cuerpo ya estaba hirviendo para ese momento. Pudo sentir cómo Harry alzaba su falda, corriendo la tanga brasilera de encaje a un lado.
De repente, la tomó del cabello y le susurró al oído:
—Hoy no vas a poder dormir. Por más que me pidas que pare, no lo voy a hacer.
Comenzó embistiéndola con fuerza y decisión, arrancándole un grito.
—Sí, grita todo lo que quieras, nadie podrá escucharte y mucho menos ayudarte a escapar —gruñó Harry.
El corazón de Eva se agitó, así como su piel estaba erizada y electrizada.
Este Harry no lo conocía, no fue el mismo de la primera vez. La trataba rudo, como una bestia que quería desgarrar a su presa.
La hacía gritar y retorcerse por las penetraciones fuertes. No sabía si le estaban gustando o su cuerpo les temía, se mezclaban, formando un nudo irreversible. Aunque quería escapar, Harry la tenía sujeta por su cabello, casi inmovilizándola.
—¡Harry, Harry, para, para! —suplicó.
Pero él no lo hacía, todo lo contrario, esto lo animaba a seguir. La tomó de los brazos, haciendo que el rostro de la chica quedara pegado al frío mármol.
Eva cerró los ojos con fuerza, por su mente pasaron recuerdos del beso que se dieron anteriormente, cómo la lengua de Harry recorrió su boca y la hizo dilatarse. Esto produjo que su cuerpo se relajara y aceptara el momento, así sus músculos comenzaron a recibirlo.
—Mírate, tan húmeda —dijo Harry y volvió a tomarla del cabello, obligándola a levantar el rostro—. La mejor estudiante del Andes, tan aplicada, se moja cuando la tratan rudo… Eres una maldita pervertida. —La embistió con fuerza y la tomó del cuello—. Tan dominante que te muestras, pero mírate, siendo tan sumisa, dejando que te haga lo que se me plazca.
El agarre de Harry producía que casi no pudiera respirar, tampoco quejarse y… esto le estaba gustando mucho. Lograba escuchar sus pieles encontrarse y golpetear, la sensación de sus glúteos rebotar la excitaban en gran manera. Era un ritmo perfecto… El calor de la piel de Harry, las embestidas decisivas, su mano bajando hasta su vagina y comenzándola a estimular.
Desde sus piernas y brazos se desencadenó una electricidad que se encapsuló en su entrepierna, haciendo una explosión.
Eva comenzó a gritar y retorcerse como una serpiente, encorvándose, perdiendo la debilidad. Tuvo que apoyar sus brazos sobre el mesón.
—Ah… pero qué fácil fue hacer que te corrieras —dijo Harry cerca de su oído derecho y le pasó la lengua por su oreja—. Comienzo a conocer tus puntos débiles.
Harry no la dejó tomar fuerzas, siguió penetrándola con el mismo ritmo que ya le encantaba a Eva, casi volviendo sobre sus pasos para así llevarla nuevamente al orgasmo.
La mordía y dominaba a tal punto que la chica estaba completamente sometida a él. Y esto le gustaba al límite que sus piernas empezaban a humedecerse por completo.
No tomaron el tiempo en que comenzaron, pero llegó un punto en que Eva estaba tan cansada que sus piernas temblaban y le avergonzaba ver el piso lleno de líquido, casi como si se hubiera hecho sobre su ropa, como una niña pequeña. La noche se encontraba adentrada, tal vez el reloj marcara las nueve o diez, ninguno estaba pensando en el tiempo, porque para ellos hace mucho que se había congelado.
Eva estaba borracha de placer, los orgasmos le habían arrancado la energía y su rostro lo manifestaba.
Harry enrojeció los glúteos de la chica con todas las veces que la golpeó y mordisqueó, cuando sentía que iba a terminar, sacaba su miembro e intentaba equilibrarse para así dilatar más el tiempo que durara. Pero terminó llegándose dentro de la chica, aunque, eran tantas sus ganas de seguir devorándola que en cuestión de segundos volvió a la carga.