Capítulo 14
2134palabras
2023-03-21 07:40
Harry buscaba en el clóset mientras musitaba cosas inaudibles para Eva. Mientras, la chica permanecía con los brazos cruzados, observándolo a un metro de distancia.
Él se volvió para verla.
—Estoy buscando las pijamas, pero no están aquí. Voy a mi habitación a buscarte algo para que puedas cambiarte de ropa.
—Vale, está bien —aceptó Eva con voz tímida.
Harry iba adelante, caminando por el pasillo hacia la habitación principal, Eva sabía que lo mejor era esperarlo en el que por esa noche sería su cuarto, pero tenía curiosidad de conocer el lugar más íntimo para él. Sorpresivamente, todo estaba desorganizado, la cama tenía ropa regada, también las mesas de noche se encontraban con arrumes de cosas, hasta vasos de vidrio.
Pero le daba la impresión de que esto no le preocupaba a Harry, mucho menos le avergonzaba. Eva logró percibir en el ambiente un olor a perfume cítrico con talco de pies que le desagradó hasta hacerla llevar una mano a su nariz.
Harry era un desorganizado por naturaleza, iba muy de la mano con la personalidad que ella logró percibirle desde el principio y que se unía a todo el análisis que por años construyó mentalmente. Así podía saber cómo actuaría aquel joven en ciertas situaciones: adelantarse a sus actos.
Lo veía de espaldas, buscando en el interior del vestidor que de lejos se veía igual de desorganizado como todo a su alrededor. Harry tenía la espalda ancha, con unos brazos fuertes y un trasero redondeado, sumamente sexy.
Eva entornó su mirada, relamió sus labios y tragó saliva: quería comérselo. Recordó las palabras que le dijo la primera vez que conversaron: “Fuerza bruta, es lo único que podría conseguir de alguien como tú. Tal vez ni eres bueno en la cama, dicen que los hombres con grandes músculos se les empequeñece el pene”. Aún seguía pensando que era cierto, de hecho, ¿por qué razón le insistió para quedarse a dormir en su apartamento si no era para tener sexo con ella? Le había tendido una emboscada, eso era más que evidente, no era boba, sabía perfectamente en dónde se estaba metiendo, el juego que comenzaba a jugar, eran el gato y el ratón; pero esta ratoncita sabía morder fuerte y tenía más experiencia de la que Harry creía imaginar.
El joven volvió a ella con un camisón gris.
—No encontré las pijamas para invitados, pero te presto una de mis camisas —dijo y le ofreció esta.
A Eva no le impresionó, con tanto desorden, cualquier cosa se podía perder; hasta la vida misma.
—Está bien, gracias —respondió ella.
Un silencio lleno de tensión sexual los comenzó a atrapar y Eva percibió que el momento que tanto le asustaba y al mismo tiempo la emocionaba estaba a la espera, en el marco de la puerta de la habitación.
—Tu habitación está desorganizada —comentó Eva, necesitaba decirlo, por más que estuviera fuera de lugar y le hubiera salido sin filtros—. Apesta a talco de pies. Es curioso, todo el apartamento está impecable, menos la sala de televisión y esta habitación.
—Ah, sí, es que no me gusta que entren a mi habitación y mucho menos toquen mis cosas —contestó mientras sacaba su celular del bolsillo derecho de su sudadera y empezaba a andarlo—. Tengo dos empleadas que mantienen el departamento limpio, pero yo soy quien organiza mi habitación.
—¿Cada mes lo haces?
—Sí, algo así, ahora no está tan desorganizado como otras veces…
—Ah, sí, imagino que esto es lo limpio para ti —soltó Eva, echó una hojeada a la guitarra eléctrica de color negro recostada en la esquina, cerca de la cabecera de la cama, tenía un bóxer encima, se preguntaba cómo llegó a parar allí.
Una canción comenzó a sonar en la habitación y Eva no sabía de dónde provenía, después entendió que debían haberse instalado parlantes en alguna pared o en el techo empotrado. Reconocía la canción, era Beggin de Maneskin. No era de su gusto, pero a su hermano que le encantaba escuchar música a todo volumen, en ocasiones la colocaba.
—Esa canción… —trató de decir, pero Harry la interrumpió estampándole un beso intenso que le quitó el aliento.
Aquellas manos rodearon su cintura y la atrajeron a él de forma tan contundente que no le dio tiempo de pensar. No tenía oportunidad de retractarse, ya había sido atrapada por el juego mental que poco a poco la estaba consumiendo.
Y ese beso era tan húmedo, hacía que su piel se erizara. Harry introducía su lengua y escarbaba en su boca como un ladrón. Podía sentir el sabor del vino, lo cítrico de su paladar y lo demandante de sus labios que la obligaban a seguirlo como un amo.
No supo cómo pasó, pero cuando reaccionó, estaba sentada al bordillo de la cama medio forrada con sábanas azules. Fue allí donde comenzó a asustarse: ¡de verdad iba a tener sexo con Harry Andersson!
Pensó en que no se había preparado para el momento, hasta sus piernas tenían una semana sin haberlas depilado. También meditó en las consecuencias de acostarse con él, podrían correr rumores por la universidad y era lo que menos necesitaba. Estaba dañando el plan de vida que había construido.
—No, Harry, espera —dijo al intentar apartarse de él.
—Espera, espera, relájate —susurró Harry, la empujó suavemente hasta hacerla caer de espaldas al colchón—. No pienses en nada, solo disfruta —susurró a su oído.
Eva soltó un jadeo tembloroso y cerró los ojos cuando las grandes manos rasposas de Harry se pasearon debajo de su vestido rosa pálido.
Las puntas de sus narices se rozaron y sus labios volvieron a unirse, haciéndola fundir en un placentero beso.
A la mente de Eva llegó el recuerdo de la tarde en que vio por primera vez a Harry Andersson, sus ojos llorosos y la pregunta de cómo un hombre tan adinerado como él podría tener emociones tan comunes de las personas mortales.
Sintió que la abofetearon, sacándola de todos sus penSebastiánientos. Harry la tomó del cuello.
—Quédate en el presente, quiero que disfrutes de todo lo que voy a hacerte —gruñó.
Tenía su vestido alzado y podía sentir el miembro de Harry pasearse por su entrepierna.
—Voy a hacerte lo que ningún hombre te ha logrado hacer sentir —le susurró al oído, después paseó su lengua por el cuello de la chica, haciéndola erizar por completo.
Eva nunca lo había hecho con ropa, mucho menos en un lujoso apartamento de alguien que si a lo mucho conocía. Sabía que estaba tanteando un terreno prohibido, pero eso era lo que más le excitaba en el momento.
Todo en la mente de Eva era caos. Una parte de su cuerpo quería volverse hielo derretido, pero otra estaba gritando que apartara a ese hombre y se fuera a casa para terminar el taller que debía entregar al día siguiente.
Pero Harry tomó la decisión de quitarle el vestido, coloMariana en cuatro y sujetarla del cabello. Eva sintió cómo le mordisqueaba la nuca, sus ojos se colocaron en blanco y fue cuando su mente dejó de pensar por primera vez y se entregó al placer que estaba sintiendo.
Las embestidas de Harry la hacían morder una de las almohadas, pero las nalgueadas la hacían gritar. Estaba completamente a merced de él, a sus condiciones, sin embargo, su mente ya no reaccionaba, su cuerpo se entregó por completo al placer.
—Estás muy húmeda —dijo Harry mientras la sujetaba con fuerza del cabello—. Te gusta que te haga mi sumisa, eres una pervertida. —Volvió a nalguearla.
La música cambió a la canción Adán y Eva de Paulo Londra, un cambio bastante abrupto pasar de la música en inglés al español. Había estado sonando mucha música de rock, creía que Harry era de un gusto específico, pero ahora notaba que acertó al creer anteriormente que tenía gustos bastante variados y muy opuestos.
Por el lado de Harry, estaba sorprendido del hermoso cuerpo de Eva, cuando la había visto en la fiesta de su amigo lo que llamó su atención fue la impresión de verla tan bien arreglada y mostrando sus esbeltas piernas. Normalmente Eva usaba jeans anchos, rara vez se la veía maquillada. Era como si quisiera pasar desapercibida, así que se llevó una impresión al notar su belleza. Sobre todo, cuando la vio bailar cerca a la piscina, dejando a libertad su cabello perfectamente arreglado que acrecentaba la belleza de su piel bronceada y cintura pequeña. Le dio la impresión de que Eva bailaba para seducirlo, aunque sabía que, la personalidad de la chica nunca se tomaría la molestia de llamar su atención, además que ya le había dejado en claro lo que pensaba de él. Así que entendía que lo que en verdad sucedía era que le estaba gustando, la catalogó como una chica guapa, de cuerpo reloj de arena, que sabía modelar sus anchas caderas entre el grupo que la rodeaba mientras bailaba.
Esa noche su boca se hizo agua mientras la apreciaba de lejos. La comparó con una diosa que era intocable. Sobre todo, con su personalidad seria, reservada y de temperamento fuerte.
Pero ahora que la tenía desnuda sobre su cama, observándola de frente, con aquellas mejillas rojas y ojos inocentes, hacía que tocara la gloria.
Eva tenía un cuerpo esbelto que solamente se daría a base de años de ejercicio. Y curioSebastiánente no lo presumía, así que lo debía tomar más como una cuestión de salud que una cuestión física. Definitivamente ella era mucho más de lo que él una vez imaginó, entre más la conocía, le generaba una curiosidad insaciable.
Quería sentir que era únicamente de suya, que nadie más la iba a poseer. Así que llenó el interior de Eva con él.
Le hubiera gustado que el sexo durara más tiempo, pero le tenía tantas ganas a Eva que su cuerpo no resistió lo que normalmente solía demorar. Aunque le gustaba que el rostro de ella se veía exhausto y respiraba agitadamente.
Volvió a besarla y quedó encima de ella, abrazándola por un rato.
El corazón de Eva latía con fuerza, aceptó el abrazo de Harry y quedaron tan pegados por un momento que podían sentir cada parte del otro, cada fibra, cada célula.
Eran de mundos diferentes, pero se habían encontrado dentro de toda la inmensidad del espacio exterior, haciendo colisión y creando un gran desastre a su paso.
—Por favor, quédate a dormir aquí, conmigo —pidió Harry.
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Usar una camisa de Harry, estar entre sus sábanas, abrazada con él, recostada a su pecho… era como si por un instante pudiera imaginar que era su novia. Pero decidió pensar en cuántas mujeres habían experimentado lo mismo y no quería ser la bobalicona que se lo creyera, cuando era una sensación tan efímera que la haría vivir en un castillo de humo. Necesitaba estar completamente aterrizada en la realidad.
—Se siente tan tranquilo… —susurró Harry.
—¿Qué se siente tranquilo? —preguntó Eva.
—Estar así contigo, me da paz —confesó él.
A Eva le pareció curioso, parecía que Harry sí se estaba tomando en serio la sensación de parecer novios. Esperaba que reflexionara y comenzara a tomarlo como lo era, una cuestión del momento.
Eva se despertó al día siguiente con el sonido de la alarma de su celular, logró reconocerla, por más que su dispositivo se encontrara en la primera planta. Ella solía tener un oído bastante desarrollado para escuchar los sonidos importantes.
Eran las cinco de la mañana y Harry estaba tan dormilote como una roca. Aprovechó el momento para darse una ducha rápida y colocarse su vestido que, afortunadamente, el día anterior había lavado, así que estaba limpio para usarlo.
Mientras se cambiaba en el baño observó el jacuzzi y se preguntó cuántas mujeres Harry las habría impresionado con sus detalles en ese lugar, como traer vino y ofrecerles conversaciones profundas como la que tuvieron la noche anterior.
Dejó de pensar en tantas cosas y se apresuró a cepillarse el cabello, haciéndose una coleta alta. Después buscó sus sandalias en la habitación, observando por última vez a Harry. Debía aceptar que era un joven bastante guapo y hacer ejercicio lo beneficiaba mucho más. Y ni qué decir el hecho de haber nacido en una cuna de oro, lo volvía el paquete completo que cualquier mujer desearía tener. Bueno, todas menos ella.
Sí, le gustó haber tenido un buen sexo, aceptaba que Harry estaba dotado de un buen paquete y no era malo en el sexo, sabía moverse. Pero era lo único que podía ofrecerle que fuera bueno, porque fuera del contexto, estaba segura que terminaría siendo un dolor de cabeza que no quería lidiar. Por esa misma razón bajó al primer piso, tomó su celular y salió del apartamento sin avisarle.
—Muy rico y todo, pero ya se terminó —se dijo cuando entró al ascensor.