Capítulo 12
1163palabras
2023-03-19 07:38
El celular de Eva comenzó a timbrar a las diez y media de la noche, era su madre Mirella quien estaba preocupada porque su hija no respondía los mensajes. Fue en ese momento que Eva aterrizó en la realidad. Parpadeó dos veces cuando aceleradamente contestó la llamada y se alejó hasta el corredor que conectaba con el recibidor.
—Hola, mami —dijo casi a susurro, intentaba arreglar su voz y no arrastrar las palabras con su lengua, ya que el alcohol comenzaba a subir a su cabeza.
—¿Dónde estás? ¿Por qué no contestas mis llamadas? —preguntó su madre por medio de la línea.
—Ah, es que… estoy estudiando, tenía el celular en silencio —se excusó, intentando pensar en que parte de su mentira tenía algo de verdad, porque era cierto que hasta ese momento se acordó que su celular estaba en modo silencio.
—¿Te vas a quedar en casa de una amiga?
Eva no sabía qué responder, normalmente cuando se quedaba a estudiar con alguna compañera, nunca llegaba a su casa hasta la tarde del día siguiente, cuando regresaba de la universidad.
—No lo sé… —respondió, se sentía acorralada, no era buena diciendo mentiras.
—¿Con qué amiga estás?
Eva volteó para ver en dirección a donde se encontraba Harry tomando otro sorbo de vino. Él la observaba con curiosidad.
—Estoy con Mariana y otras compañeras —contestó.
—Bueno, ¿y por qué no te vas a quedar con ella? Sabes que me pongo muy nerviosa cuando sé que debes volver muy tarde en la noche. Si tuviéramos un auto iríamos a buscarte, pero sabes que no tenemos cómo ir a recogerte. No me gusta que estés por fuera tan de noche…
—No te preocupes, sí me voy a quedar aquí, así que deja de pensar en cosas malas… —Intentó calmarla.
—Bueno, me envías un mensaje cuando te vayas a dormir, no trasnochen tanto, mira que estás teniendo esas fuertes migrañas…
—Sí, mami, tranquila…
Cuando Eva colgó la llamada se preguntó cómo haría para dormir esa noche, debería enviarle un mensaje a Mariana y avisarle que tendría que darle refugio en su habitación. Pero no quería confesar que se dejó llevar por la emoción y terminó cayendo en la persuasión de Harry Andersson.
Cerró los ojos y soltó un suspiro. Comenzaba a decepcionarse por su ingenuo entusiasmo y ahora le estaba mintiendo a su propia madre.
—¿Sucede algo? —escuchó la voz de Harry desde la sala.
—Es que… —Caminó hasta la sala con paso dudoso—. Debo irme ya a mi casa, está muy de noche y tengo cosas que hacer. —Se acercó hasta el mueble oscuro y tomó su bolso de mano.
—¿Qué? ¿Ya? —preguntó Harry con repentina preocupación.
—Sí… debo estudiar.
—Estás casi borracha, ¿cómo vas a estudiar? De hecho, ¿quién estudia en la noche después de haber tomado vino?
—Bueno, yo soy de esas personas.
—Espera, espera, no te vayas —pidió el joven al ver que Eva hablaba muy en serio—. Ya es tarde, esta zona suele ser muy sola y peligrosa para irte caminando hasta la avenida.
—Tú no me puedes llevar a mi casa, estás algo ebrio —replicó ella.
—No estaba pensando en llevarte —comentó él, sus mejillas estaban rojas y sus color miel se mostraban con un brillo intenso—. No quiero que te vayas esta noche —confesó.
Los ojos de Eva se abrieron en gran manera al ver lo directo que estaba siendo.
—Harry, yo no… —intentó oponerse.
—Logré escuchar que le dijiste a tu madre que dormirías por fuera —interrumpió él—. Así que tus padres no te están esperando en casa. ¿Por qué entonces no te quedas a dormir aquí? —La tomó de una mano—. Prometo no hacer nada que no quieras.
Por más que Eva estaba algo ebria, pensar en quedarse en el apartamento de Harry Andersson le parecía una completa locura, además de una terrible tentación.
—No, no puedo aceptarlo… —respondió entre una risita nerviosa. Sus manos poco a poco se volvían frías y sudorosas, temía que Harry se diera cuenta, pero, por más que intentaba quitar su agarre, él se aferraba a ella.
—Por favor, hay una habitación para invitados, no dormiremos en la misma habitación —insistió—. Además, puedes cambiarte con una pijama y poner a lavar tu vestido para mañana llevar ropa limpia a la universidad. También te prestaré mi computador si necesitas terminar algún trabajo, así no deberás preocuparte de nada mientras te estés quedando aquí, es lo menos que puedo hacer por ti, fuiste muy amable por haberme traído la llave del auto.
La forma de hablar de Harry tenía un tono perfecto para convencer, era amable y al mismo tiempo aferrado a su insistente capricho de no permitir que se marchase.
—Y al momento de dormir le puedes echar seguro a la puerta —chistó el joven y mostró una sonrisita.
Eva no pudo evitar que su tonta risa la contagiara. Saber que podría pasar la noche al lado de Harry la emocionaba internamente, sobre todo porque sería su primer secreto, uno bastante travieso. Aunque también podía quedarse a dormir allí y que no sucediera nada, sería algo que la Eva organizada y centrada haría, justamente lo que esperarían o imaginarían sus amigos más cercanos.
—Vale, pero solamente porque se está haciendo bastante tarde… —aceptó, intentaba mostrarse seria y un tanto preocupada, pero por dentro la emoción comenzaba a consumirla.
Harry mostró una gran sonrisa y le dio un beso en su mano, algo que la sorprendió en gran manera. Rápidamente apartó su mano con miedo y él se levantó del mueble, generando que sus cuerpos estuvieran mucho más cerca, algo que intimidaba a Eva en gran manera.
—No seas tan arisca, te dije que no haré nada que no desees hacer —susurró— y yo cumplo mi palabra.
Después, como para romper el momento incómodo, Harry la invitó a pasar al segundo piso del apartamento, donde quedaban las habitaciones.
La sala que conectaba con el segundo nivel del apartamento tenía ventanales de piso a techo, estaba diseñada en forma de caracol, con barandales en vidrio y desde aquellos gigantescos ventanales podía observar el paisaje nocturno de la ciudad, aquellos pequeños foquitos parecían estrellas desde aquel alto lugar.
Se encontró con un pequeño espacio ambientado como una sala de televisión, le daba la impresión que Harry lo usaba mucho, sobre todo porque estaba tan bien equipado con un enorme televisor, teatro en casa y había pequeñas bolsas de papas fritas abiertas y casi a medio comer regadas por los muebles negros de cuero. Pensó que tal vez estaba jugando algún videojuego allí antes de ella llegar, ya que había cerca de las bolsas de papitas fritas un control de videojuegos.
Harry la condujo directamente por el pasillo de las habitaciones hasta al fondo y abrió la puerta de la que creyó, era el cuarto de invitados.
—Tienes un apartamento bastante grande para vivir tú solo —comentó Eva al ingresar a la habitación.
—Sí, necesito algo de compañía —dijo él a sus espaldas, casi hablándole al oído.