Capítulo 6
1455palabras
2023-03-15 00:34
5 de febrero del 2018:
Faltaba una hora para que Eva supiera que Davison existía. Para ella, una hora antes, era injusto el tener que pasar las vacaciones después de la graduación con cólicos y postrada en la cama.
Llevaba toda la mañana llorando y retorciéndose en la cama, sola, sin alguien que le comprara un medicamento para el dolor.

Su frente estaba perlada en sudor y sus ojos hinchados por las lágrimas. Por su mente pasaba el concepto del por qué se tuvo que crear la menstruación y debatía la injusticia de que solamente las mujeres tuvieran que menstruar.
Entonces, se acomodó a medio lado y cerró sus ojos, intentando evadir el dolor con el sueño.
Al despertarse, después de un muy corto sueño, tomó el celular a su derecha de la cama y entró a Facebook.
Encontró la solicitud de amistad.
Ella pudo ignorar la solicitud, pero ya sus ojos estaban puestos en la pequeña foto que aparecía al lado del nombre de la solicitud.
Eva todavía tenía tiempo para que su vida siguiera siendo la misma. Pero la curiosidad le ganó.

Entonces, cuando entró a revisar el perfil y, en esos pocos segundos que le quedaban para decidirse, su vida empezó a cambiar.
Ella aceptó, curiosa por saber si la persona al otro lado de dicha red social se aventaría a enviarle un mensaje. Después, mientras pensaba en ello, pudo dormirse de verdad.
Un día atrás:
A Davison le faltaba media hora para saber que Eva existía. Él pudo en todo el grupo de compañeros de clase escoger a otra persona, pero decidió hacer el trabajo en clase con Brian: el chico de contextura robusta de delante de su puesto, porque le parecía una persona bastante agradable.

Llevaba apenas unas semanas de iniciado el primer semestre en la universidad, así que quería relacionarse hasta encontrar el grupo perfecto de compañeros en los que pudiera encajar.
Así que, una vez estando al lado de Brian, comenzaron a desarrollar el trabajo. Brian encendió su laptop y conversaron del tema.
Entonces, cuando Brian abrió la carpeta de descargas del computador, Davison vio una pequeña foto al comienzo de la larga galería y documentos que se proyectaba en pequeños cuadros.
Entonces, en esos cortos segundos, la curiosidad le ganó.
—¿Es tu novia? —preguntó.
Brian alzó la mirada de la hoja de papel frente a él.
—¿Quién? —inquirió.
—La chica de la primera foto.
—Ah… no, es una amiga —Brian abrió la foto y se proyectó en toda la pantalla—. Es bonita, ¿verdad?
Eva aparecía en la foto recostada a una estantería de libros, leyendo un libro en el suelo con unos enormes lentes morados oscuros, que, aunque mucha gente creía que los usaba por lujo, realmente no veía nada sin ellos.
—Sí, es muy bonita, ¿te gusta? —preguntó Davison.
—Ay, no —Brian soltó una pequeña risita y cerró la ventana de la foto—. Apenas llevo unos meses hablando con ella, no la conozco en persona y solo hablamos de libros.
La curiosidad puede ser una fuerza que te impulsa a hacer cosas inimaginables si es juntada con un momento de aburrimiento. Como hacer que, en un receso de clases, Davison entrara al perfil de Facebook de Brian para ver si podría encontrar a la joven de la foto.
Fue muy fácil, porque estaba al comienzo de la lista de amigos. Así que, solo costó un clic para que sus vidas se conectaran.
Después, al día siguiente, al llegar de la universidad a su habitación en la residencia de estudiantes, ya estaba conformado el inicio de una historia.
Davison sonrió al ver que Eva le había aceptado la solicitud. Se acostó boca arriba en la cama y escribió un “hola”.
Eva se despertó por el sonido que hizo su celular. Perezosamente, bostezó y encendió la pantalla de su celular.
Soltó una sonrisita al ver que era un mensaje de Davison. Se acomodó de tal manera que quedó recostada a la cabecera de la cama.
Y así comenzó a tejerse una historia lejana, pero a la misma vez, tan cerca que podían palparse.
Hola. Envió Eva.
¿Cómo estás? Contestó Devinson.
Uff… horrible, hoy no es mi día.
¿Por qué?
Te lo contaría, pero no soy capaz, es algo privado. Emoticón de cara boca abajo.
¿De dónde eres?
De la costa norte, ¿y tú?
Uff… estás lejísimo —emoticón sorprendido—, yo soy del sur, estoy en el interior del país.
Wao, sí que estamos lejos, por eso me pareció que tu físico no se parece de aquí. —Emoticones riendo—. Era mucha maravilla para ser verdad.
Bueno, algún día que vengas de visita, podemos conocernos en persona.
O cuando tú vengas a la costa, podemos conocernos, yo te doy un tour, hay unas playas lindísimas.
Sería estupendo, yo no conozco el mar.
Bueno, para mí, es mi diario vivir. Me encanta practicar natación, bueno, no en la playa, pero sí voy muy seguido a bucear, por eso es que practico natación, para poder ver los peces. Cuando vengas, puedo llevarte.
¡¡Genial!!!!
Oye, sería un bonito plan. Siempre he querido ver los peces, así, como dices. —Emoticones de corazones.
Bueno, entonces, ahorra y ven, yo te llevo.
Ojalá pudiera, bueno, algún día que pueda hacerlo, me verás por allá.
Eva rodó en la cama, emocionada por la conversación. Habían tenido un gran comienzo, se sentía que había conexión.
Se quedaron hablando por horas. Davison tenía la noche libre y Eva, bueno, ella estaba de vacaciones, así que no estaba haciendo absolutamente nada.
En la noche, después de haber hablado de todo un poco, quedaron en hacer una llamada para hablar de forma más natural.
Cuando el celular comenzó a sonar, Eva salió disparada de la cama de un salto y no sabía qué hacer. Calmó la emoción para poder contestar y respondió.
—Hola —saludó con una ancha sonrisa.
—Hola, señorita.
Eva quedó con la boca entreabierta. Su voz era dulce, pero gruesa y algo ronca: le gustaba.
Ese era el problema, le estaba comenzando a gustar bastante, desde que vio su foto, le atrajo muchísimo.
Lástima que estuviera tan lejos…
—Bueno, ¿y qué tal te parece mi voz? —le preguntó. Habían quedado en que verían qué tal era la voz del otro.
—Es muy bonita —respondió Davison— no entiendo por qué dices que es fea y no te gusta.
Eva llevó una mano a su boca para reprimir un grito de emoción. Ella era así, le encantaba vivir las emociones a tope, lo que llaman ser un enamorado empedernido.
—Tú también es muy bonita —dijo.
—¿Cómo? —Davison dejó salir una carcajada.
Ella llevó una mano a su frente por la vergüenza.
—Digo, que tienes una voz muy bonita —corrigió.
—Ah… tú también es muy bonita —chistó el joven.
—Ja, ja, ja, qué gracioso eres —soltó Eva con sarcasmo.
Salió al balcón de la casa y observó el anochecer costero y el parque que había cerca, donde los niños jugaban en columpios y resbaladeros.
Se sentó en un sillón largo que estaba recostado al barandal de vidrio y se quedó apreciando la ciudad que parecía un mar de estrellas por los muchos foquitos.
—¿Y qué piensas estudiar al ingresar a la universidad? —preguntó Davison.
—Bueno… he querido apostar por ingeniería, como mi mamá y mi papá —comentó.
—En todo este tiempo me estuviste hablando de crear tu propia empresa, pensaba que me hablarías sobre algo referente a ello.
—Bueno… —Eva lo meditó—, mi mamá dice que un ingeniero nunca se quedará varado. Tú estás estudiando una ingeniería, sabes que las carreras de números en el país tienen más salida. Si viviera en un país primermundista, elegiría por irme a crear mi propia empresa o una carrera de idiomas a ciegas. Quiero ser mi propia jefe, pero mis papás dicen que seré una fracasada si lo hago.
Se escuchó por la línea la carcajada por parte de Davison.
—Pero a mí me gustan los números, por eso la escogí —explicó—. A ti te transpira la empresaria revolucionaria que eres.
—¿Cómo sabes eso si no me has visto en persona?
—No necesito verte en persona para saber que eres una chica del mundo de los negocios. Desde que vi tu foto, lo noté.
—Verdad, ahora que hablas de eso, ¿estudias con Brian?
—Sí, damos varias materias juntos.
—Oh… genial. La Nacional es una muy buena universidad, los dos deben ser cerebritos si estudian allí —soltó una carcajada—. Sería fascinante estudiar allá, por lo que sé, tienen Administración de Empresas acreditada en alta calidad.
—Bueno, la universidad sí es buena, lo de alta calidad en administración, no sé, debería averiguarte.
—No te preocupes, no me quiero seguir ilusionando, sé que jamás podría pasar allí, además, mis padres nunca me dejarían mudar al otro lado del país.