Capítulo 52
717palabras
2023-01-17 09:30
Costa sureste de Ciudad A
Jackal y Mason gemían de dolor, hacía dos días que no tenían comida ni agua. Querían morirse o escapar, pero el hombre de traje oscuro los vigilaba todo el tiempo.
De repente, la puerta chirrió y vieron que Carson se acercaba. Jackal pensó que no lo volvería a ver, pero aquí estaba, caminando hacia él con los ojos entrecerrados.

Intercambió algunas palabras con el otro hombre y luego volvió su atención hacia ellos. El hombre de traje oscuro se fue, y solo quedó Carson mirándolos intensamente.
“Tengo algunas preguntas para ustedes”, dijo tomando asiento frente a ellos en una silla de metal gastada.
Jackal y Mason se rieron como si fuera un chiste. “¿Crees que te responderemos? Maldito hijo de p*ta".
"Sí, si quieren vivir, lo harán”, dijo Carson tranquilo y confiado.
Ambos lo miraron. “¡Maldito mentiroso! Aunque te respondamos, tampoco nos soltarás...”
Carson sonrió, y eso los enfureció. "¿De qué m*erda te ríes?", ladró Mason con la voz entrecortada debido al ardor en la garganta seca.

"No estoy aquí para charlar con ustedes", afirmó Carson, poniéndose serio. “Quiero saber sobre Kimberly Davis y me van a responder”.
"¿Y qué obtendremos a cambio, eh?"
“Recursos para subsistir”.
"¿Qué significa eso?", preguntó Jackal molesto por las respuestas cortantes de Carson.

“Tienen hambre y sed, ¿o no?” Carson sonrió. Los dos se miraron y no dijeron nada, así que estaba claro que tenía razón. “Les daré una oportunidad. Si responden a mi pregunta, obtendrán recursos para subsistir".
"¿Por qué deberíamos creerte?", preguntó Mason con el ceño fruncido.
"No miento, tienen mi palabra".
Ambos se miraron, considerando si creerle o no. Ya los había engañado y no estaban seguros de volver a confiar en él, pero tenían hambre y sed, sin comida ni agua morirían en pocos días.
Vieron que Carson llamaba por teléfono. "¿Me escuchas? Bien, éntralo". Cortó y los miró. "¿Ya decidieron?"
"¿Vendrá alguien?"
"Sus recursos", dijo Carson, recostándose en la silla mugrienta.
El hombre de traje oscuro llegó con algunos paquetes de alimentos y agua.
Carson le pidió que los desenvolviera y colocara todo frente a ellos. "Si responden a mis preguntas, esto será suyo".
Tragaron saliva mientras miraban boquiabiertos la comida. "Bueno, pero si no sabemos algo, no es culpa nuestra. No puedes retractarte”.
"Ok. Díganme todo lo que sepan sobre Kimberly".
Jackal comenzó a hablar: “Nos contactó cuando trabajábamos en un bar de mala muerte en Slum, que es la zona donde ella nació. Habrá sido hace cinco años. Queríamos efectivo, y estaba dispuesta a pagarnos bien, así que aceptamos trabajar para ella. Creímos que nos iba a pedir que matáramos a alguien o que robáramos, pero nos pidió obtener un legajo del orfanato. No lo conseguimos. Después nos pedía estupideces sin relación con nuestro trabajo, así que nos cortamos. Un año después, nos pidió que matáramos a alguien... era la misma mujer de esta vez, pero luego canceló el encargo. No sé qué pasó”.
"¿Qué? ¿Elissa?", preguntó  Carson conmocionado hasta la médula.
Asintieron al unísono. Jackal continuó: “Luego nos dijo que no nos necesitaría, así que nos separamos. Hace unos meses, nos contactó nuevamente y nos volvió a pedir que matáramos a esta mujer, Elissa”.
A Carson lo consumía la ira al escuchar esto, no podía creer que Kimberly ya hubiera intentado dañar a Elissa en el pasado. ¿Por qué? Lo carcomía saber el motivo. "¿La acompañaba alguien?"
“No sabemos, ya te lo dijimos”.
"¿Qué más saben? ¿Les ha dicho por qué quiere hacerle daño a Elissa?"
“Solo nos contratan para hacer el trabajo sucio, no sabemos nada más que lo que ya dijimos”, respondió Jackal con un gruñido.
A Carson le temblaba la mandíbula pensando en quién era Kimberly realmente
“Ya te contamos lo que querías saber. Ahora cumple tu promesa".
Carson cuadró los hombros y se levantó del asiento. Agarró la mitad de la comida, dejó solamente dos pizzas pequeñas y una botella de agua. Le dio el resto al otro hombre. "¡Ey! ¿Qué m*erda estás haciendo?", protestó Mason tironeando la cuerda con la que estaba atado.
Carson lo miró con indiferencia y metió las manos en los bolsillos. "He cumplido mi palabra".
"¿Por qué te llevas la mitad?"
"Porque no estoy conforme con sus respuestas". Carson salió del depósito, ignorando los gritos enojados de los hombres.