Capítulo 50
1151palabras
2023-01-17 09:30
Elissa no había dormido nada en toda la noche, no pudo. Cada vez que intentaba cerrar los ojos, se aparecían ante ella esos rostros inquietantes y luego la repugnante sensación de que ser tocada. Tenía rasguños en los brazos y en las piernas cubiertos con antiséptico.
Eran las nueve de la mañana y seguía en el sofá de la sala, acurrucada con una manta sobre los hombros. Ayer había caído en la sala de estar y lloró durante casi tres horas hasta que sus ojos se sintieron pesados. Había perdido su teléfono, pero había otro en su casa. Tenía dos mensajes de Jonathan preguntando cuándo vendría. Su voz no era alegre, y se preguntó si era por Lia. Él dijo que le contaría todo cuando llegara al hospital.
Se apresuró a acicalarse tratando de no pensar en lo sucedido.
*
Llegó al hospital a los veinte minutos. Cuando se acercó, le preguntó a Jonathan si todo estaba bien.
Pero su rostro no mostraba señales de que todo estuviera bien. “Hermano, ¿qué pasó? ¿Lia está bien?", preguntó Elissa, con apremio en la voz.
"Temprano en la mañana, el Dr. Travis me informó sobre el estado de Lia", dijo Jonathan, haciendo una pausa para comprobar la expresión de su hermana. “La operación fue exitosa, sin embargo, Lia no está fuera de peligro aún”.
Los ojos de Elissa se abrieron con horror, la inundó el pánico. "¿Qué quieres decir?"
“Necesitan volver a operarla. Solo después de esta segunda cirugía, Lia estará fuera de peligro”.
Otra operación. Elissa no podía entender qué diablos estaba pasando. ¿El doctor jugaba con ella? Se lo deberían haber dicho antes. “¿Están locos? ¿Por qué no lo dijeron antes?", resopló Elissa.
“Se lo pregunté al Dr. Travis, pero dijo que ellos tampoco sabían que Lia tenía un tumor que, si no se trata, será peligroso”.
Elissa se derrumbó en el asiento con tristeza. Otra operación significaba que necesitaban más dinero. Se mordió el labio para no llorar. Carson ya le había dado mucho dinero, ¿le volvería a prestar si se lo pedía?
“Me dijo cuánto sale la cirugía”, dijo Jonathan, colocando su mano sobre el hombro de ella. "Un millón de dólares".
Era incluso mucho más que antes, era una suma descomunal. "Hermano... ¿por qué tenemos tan mala suerte?", murmuró Elissa mirándolo.
“No tenemos mala suerte, Eli. Así es la vida. Habrá dificultades, pero en vez de llorar debemos dar pelea”, aseguró Jonathan, acariciándole la cabeza.
Elissa, después de un momento, se levantó secándose las lágrimas y dijo: “Voy a ver a Lia”. Luego entró en la habitación donde dormía su hija. Se le apretó el pecho al verla dormir tan plácidamente. A tan corta edad, su hija se enfrentaba a dificultades y luchaba por su vida. ¡Deseaba poder quitarle ese peso de encima! ¡Deseaba proporcionarle una vida mejor!, pensaba Elissa mirando a su hija desde lejos.
~
Carson no había dormido nada en toda la noche, no pudo. Estaba tan preocupado por Elissa, como por la verdad sobre Kimberly. Ahora quería saber la razón por la que Kimberly lo había hecho.
Por la mañana, Hera le pidió a su hijo que fuera a visitar la residencia del alcalde porque lo habían invitado. Carson se habría negado, pero pensó que era la oportunidad para averiguar algo sobre Kimberly. Llegó antes de tiempo y, cuando estaba llegando a la residencia, vio el auto del alcalde estacionado afuera. Frenó apenas vio a Kimberly entrar al auto con el chofer. Lo arrastraba consigo empujándolo adentro. Carson se preguntó qué estarían haciendo juntos, parecían estar teniendo una aventura. ¿Y si la tienen? Carson se desabrochó el cinturón de seguridad y salió del coche. Caminó con cuidado hacia el auto estacionado, para no ser visto. Se las arregló para llegar agachándose y escondiéndose en la parte trasera. Se deslizó más cerca de la puerta del pasajero donde podía oírlos.
"...lo sé, y tienes que hacer algo”, escuchó decir al chofer. “Kim, nadie lo sabe, solo nosotros. Desde hace años que vienes despejando el camino, también solucionarás esto".
"No es tan fácil. Los hombres aún no se reportaron”, dijo Kimberly chasqueando la lengua.
Carson supuso que estaba hablando de los secuestradores y se inclinó para escuchar más atentamente. Kimberly continuó: “Y no entren a reunirse con Amanda si el alcalde está cerca. Las paredes tienen ojos y oídos". Carson no entendió lo que quiso decir con eso.
"Ok, ok".
Se sintió un intruso por escuchar la conversación a escondidas, pero no le quedaba otra. Ahora estaba bastante seguro de que tenían algo entre ellos y pensó en investigar más a fondo.
Antes de que lo vieran, se dirigió furtivamente a su vehículo que estaba estacionado a una distancia prudencial. Una vez que entró, suspiró mientras se aflojaba la corbata. Se secó el sudor de la frente con pañuelo sin dejar de mirarlos.
Esperó allí hasta que, diez minutos más tarde, Kimberly salió del auto, Carson notó que miraba con cautela a ambos lados mientras se arreglaba el vestido. Cuando ella entró, el chofer salió del auto, actuando de manera casual y también entró.
Carson no se dio cuenta de que estaba agarrando el volante con tanta fuerza que tenía los nudillos blancos. Kimberly tenía una aventura con el chofer. ¡Qué ridiculez! Carson se preguntó cuánto tiempo llevaba Kimberly engañando al alcalde, pero también se preguntó si Amanda lo sabría. Estaba casi seguro de que sí, pero necesitaba pruebas.
Estacionó frente a la casa, salió, se arregló el saco y la corbata y se dirigió al interior.
Cuando llegó a la sala de estar, Amanda salió de la nada y lo abrazó por la espalda. Carson se tensó, despreciando su cercanía. Se desembarazó de ella y, sin sonreir, la miró. ¿Quién hubiera adivinado que con un rostro tan inocente, era capaz de hacer tanto mal? No se imaginó que Amanda fuera una persona tan astuta, pero, no siempre se prejuzga bien a las personas.
“¡Buenos días, Carson! Estoy muy contenta de que hayas venido”. Amanda sonrió con encanto. Carson no dijo nada, así que ella continuó. "Ven, vamos a desayunar. ¡Todos te esperan!”, chilló y tomando su mano, lo condujo al jardín trasero donde estaban sentados el alcalde y Kimberly.
Carson estrechó la mano del alcalde y lo saludó cortésmente. Con Kimberly, Carson se puso tenso. No podía mirarla igual sabiendo quién era en realidad. Kimberly abrió los brazos y lo estrechó con calidez diciendo: “¡Qué placer tener a nuestro yerno desayunando con nosotros!”
Carson sonrió rígido y se ubicó frente al alcalde. Amanda se sentó a su lado, y Kimberly estaba frente a él.
Kimberly habría sido una actriz de primera por la forma en que charlaba con el alcalde, como si nada hubiera pasado. Carson no prestaba atención a lo que le decía Amanda, solo miraba a Kimberly.
Ella notó que él la miraba fijamente y preguntó con voz dulce y falsa: "¿Todo bien, Carson?"