Capítulo 36
1486palabras
2023-01-13 15:00
Al no tener otra opción, Elissa se vio obligada a firmar el documento y a mudarse a la casa que Carson le había asignado y en la que viviría. Todavía no había pensado en una excusa válida para decirle a su hija y su hermano, pero de ninguna manera pensaba contarles sobre el contrato.
"¿Cuánto tiempo tengo que quedarme aquí?", preguntó ella, desviando su atención de la carretera para mirar a Carson.
Él, sin siquiera quitarse las gafas ni girar la cabeza, dijo con un tono burlón impresionante: “Por el tiempo que me plazca”. A pesar de que ella intentaba entender sus acciones, nada le hacía sentido.
“No sé por qué estás haciendo esto. No es como si fuera la primera vez que dormíamos juntos", dijo ella, mirando los dedos entrelazados sobre su regazo.
Carson la escuchó y, con una sonrisa, respondió: “Oh, pero esta es la primera vez que alguien se aprovecha de mí. No puedo dejarlo pasar tan fácil".
A pesar de que lo que estaba haciendo se veía bastante retorcido, Carson estaba preocupado por la seguridad de ella, por lo que mandó a algunas personas a investigar qué le pasó a Elissa y cómo la dr*garon, pero como todavía no habían encontrado nada, creía que ella no estaba a salvo en ninguna parte, y tampoco confiaba en nadie a su alrededor. Por eso, a pesar de estar consciente que esto era algo que no debía hacer, no se le ocurrió nada más para mantenerla protegida y a salvo donde sus ojos la vieran.
No le importaba si Elissa pensaba que él era un diablo, pues eso era lo que quería proyectar de todas formas, y era mejor que las cosas fueran así.
Así, entró por el portón de la granja que había comprado hace dos años pero que nunca usó. Sin embargo, algunos trabajadores mantenían la casa limpia e higiénica a la vez que se encargaban del jardín. Finalmente, estacionó el auto, descendió de él y se dirigió a la puerta de entrada.
Elissa también bajó del vehículo, lanzándole una mirada de odio a su captor, pero a este le pareció tan tierna que no pudo evitar sonreír. A continuación, ella miró a su alrededor, y se dio cuenta de que el escenario frente a ella se mezclaba perfectamente con la casa.
Luego, él metió una mano dentro del bolsillo de sus jeans y, comenzando a caminar hacia la casa, dijo: “Ven, entremos”.
El jardinero se sorprendió al verlos, pero también se sintió feliz, pues finalmente alguien viviría aquí. Ya se había acostumbrado a la idea de mantener el jardín cuidado durante toda su vida sin que nadie jamás viviera en la casa.
"¡Hola, buenos días!", dijo el jardinero, dirigiendo una resplandeciente sonrisa a ambos. Carson lo saludó escuetamente mientras que Elissa le dedicó una amplia sonrisa y lo saludó con candidez.
"¿Se van a quedar aquí?", preguntó el jardinero.
"Sí, por un tiempo", respondió Carson, mirando a Elissa con autosuficiencia. Después, ambos entraron a la casa por la puerta principal, y el hombre se sintió satisfecho al notar que no había ni una mota de polvo ni ninguna telaraña en los bordes de los muebles. Todo parecía limpiado recientemente.
Carson fue a la cocina a buscar un poco de agua mientras que Elissa se dirigió a la sala de estar, asombrada por el ambiente acogedor de esta casa de campo, la cual era cálida y hermosa. Además, el tono terroso de los muebles y la madera rústica le daban un toque vintage, el cual se veía reforzado por la chimenea que tenía en frente, junto a la televisión y los sillones.
Carson se dio cuenta de cómo ella miraba a su alrededor como si fuera una niña y no pudo evitar sonreír. Elissa amaba las cosas simples que guardaban un significado, y verla así hizo que el corazón de él se hinchara y que todos los pensamientos amargos del pasado se borraran de su mente.
Destapando su botella de agua, Carson se acercó a ella y le dijo: “Me alegro de que te guste. Ven, déjame mostrarte tu habitación".
Ella asintió sin oponer resistencia, lo cual él encontró sorprendente. "¿Cuándo compraste este lugar?", preguntó la chica con curiosidad.
"Hace dos años, pero nunca lo he usado. Esta es la primera vez que vengo aquí después de la renovación".
"Es realmente bello; perfecto para pasar algo de tiempo de calidad”, dijo ella con una sonrisa, pero de inmediato se dio cuenta de lo que había dicho, así que borró la sonrisa de su rostro, pero cuando miró a su exesposo notó que él también estaba sonriendo. Esto la hizo sonrojarse, pues le había dado una idea equivocada, así que agregó apresuradamente: "Me refiero a las parejas enamoradas. No quise decir nada sobre nosotros, ¿de acuerdo?".
"Como tú digas", respondió él, subiendo las escaleras y doblando a la izquierda, seguido por Elissa.
En el pasillo, él se saltó todas las habitaciones hasta detenerse en la última. En total, había cuatro cuartos en el segundo piso y dos abajo. Entonces, él le quitó la traba a la puerta y la abrió. Luego, le hizo un gesto a su exesposa para que entrara, y esta lo hizo, pasando junto a él.
“Esta será tu habitación. Los artículos que necesites estarán aquí pronto, así que no tienes que preocuparte por eso".
Después de decir estom Carson estaba a punto de irse, pero ella lo detuvo y le preguntó: "No es que sea de mi incumbencia, pero ¿no se pondrá celosa tu prometida cuando sepa que estoy contigo?".
Al escuchar esto, la mandíbula del hombre se tensionó, pues no quería hablar de Amanda, por lo que dijo secamente: "Ella no lo hará, no a menos que alguien se lo diga".
Al escuchar esta respuesta, Elissa apretó el entrecejo fuertemente y lanzó un suspiro intenso, y con una mano en la cadera y unos ojos que exigían respuesta, dijo: “¿Qué estás haciendo, Carson? Tienes a tu prometida a quien amas, así que ¿por qué me molestas?: Te divorciaste de mí porque la amabas a ella, pero mira dónde estamos”.
Cuando él escuchó la palabra 'amor', no pudo evitar ponerse tenso, pues nunca amó a Amanda, ni siquiera le gustaba. Su divorcio no era lo que ella pensaba. No, él solo la amaba a ella y Amanda no significaba nada para él, pero cuando Hera le dijo que Elissa era su "media hermana", quedó totalmente sorprendido. Sin más, le creyó a su madre, por lo que la idea de estar casado con su hermana le disgustaba, así que decidió no mantener una relación tan inapropiada con ella. Por eso, planeó hacer que pareciera como que él la estaba engañando, mas todo lo que pasó ese fatídico día era falso. Desde las fotografías acusadoras, su revolcón con Amanda (pues no hicieron nada, solo durmieron uno al lado del otro), y su enojo. Carson se arrepentía completamente, pero era la única opción que le quedaba.
Entonces, él tragó aire copiosamente y, con un tono firme, dijo: “Ya firmaste el acuerdo, así que no sirve de nada hacer esas preguntas".
Sin embargo, antes de que ella pudiera decir algo más, él se dio la vuelta y salió de la habitación, haciendo resonar sus pasos mientras bajaba las escaleras.
Elissa suspiró profundamente y se dejó caer en la cama, mentalmente exhausta. De pronto, le llegó un mensaje de texto que la hizo despertar de sus cavilaciones; era de Georgina. Al ver el mensaje, entrecerró los ojos y trató de recordar el día de ayer. Primero, fue al club para encontrarse con Georgina, pero luego tomó un trago y lo siguiente que recordó fue que estaba en una habitación de hotel con Carson. Entre esos dos incidentes había una gran brecha que no importaba cuánto intentara recordar, no podía. ¿Será que ella le había hecho algo? ¿Quizás le había puesto algo en su bebida? La joven definitivamente tenía sus dudas, y tenía muy buenas razones para hacerlo.
Ya lo averiguaría a su tiempo, pero primero necesitaba darse una ducha e irse al trabajo. Benjamín tenía una reunión hoy alrededor de las once, por lo que le había dicho que viniera a esa hora. Aún le quedaba una hora, pero estaba a punto de meterse al baño para ducharse cuando se dio cuenta de que no tenía ninguna de sus ropas... nada en absoluto.
Entonces, dejó escapar un feroz gruñido y salió de la habitación hecha una furia. Enseguida, se paró cerca de la barandilla de madera del segundo piso y mirando a Carson, quien estaba parado abajo hablando con alguien por teléfono, le gritó: “¡No tengo ropa! ¿Cómo se supone que voy a ir a trabajar?".
Carson terminó la llamada y, con el rostro serio, dijo: “Espera quince minutos; iré a buscar algunos atuendos para ti". Al escucharlo, Elissa parpadeó sin poder creerlo, ¿Había escuchado bien?
“Carso–”, intentó llamarlo, pero él ya se había ido.