Capítulo 33
1597palabras
2023-01-13 14:51
Corporación Raymond:
"¿Qué demonios es esto?", gritó Georgina con una mueca de odio en su hermoso rostro. Luego, tiró los papeles con ira a la basura y miró a Elissa con la mirada más afilada que jamás había tenido, y entonces le dijo con sorna: “¿Siquiera sabes hacer tu trabajo? ¿Realmente conseguiste el trabajo gracias a tu talento?". Esto claramente la acusaba indirectamente de haberse acostado con sus superiores.
Elissa no le respondió de inmediato, y solo apretó los dientes mientras controlaba su enojo. No podía perder la paciencia, pues si lo hacía, ponía en peligro una posición que no se podía costear perder. En consecuencia, después de un instante, la chia dijo: “Por favor, dime lo que no te gustó de mis diseños y los corregiré de acuerdo a lo que me digas".

"¡Nada! No me gusta nada".
Elissa ya llevaba desde la mañana dando vueltas y este ya era su cuarto intento, y no entendía por qué esta mujer la odiaba. Eso sí, sabía que lo estaba haciendo a propósito, pero no tenía idea de por qué.
Elissa rehizo los diseños una y otra vez, pero la otra mujer le rechazó todos y cada uno, y eso ya le estaba agotando la paciencia.
“Ve y haz algo que sea adecuado", dijo Georgina, cruzando sus brazos sobre el pecho.
“¿Puedo preguntarte por qué estás haciendo esto? ¿Acaso te he ofendido de alguna manera?", preguntó Elissa, pero esta vez su tono comenzaba a tornarse feroz.
Georgina no pudo evitar reír sarcásticamente cuando creyó que la otra trataba de hacerse la inocente, y luego espetó: "¡Simplemente no me gusta la gente como tú que está dispuesta a hacer cualquier cosa para llegar a la cima!".

Sin embargo, Elissa siempre había sido esforzada y fiel a su trabajo, y cuando alguien que ni siquiera la conocía le decía que no servía en lo que hacía, la rabia le llegaba hasta la médula, pero de todas formas, guardó la calma y dijo: "Señorita Georgina, ¿podría decirme claramente a qué se refiere?".
“Qué mujer tan desvergonzada eres. Tú sabes lo que hiciste. ¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres que te lo diga a la cara?".
"¡Suficiente, señorita Georgina! ¡Lleva los últimos días ocasionándome problemas sin ninguna razón! No sé qué le hizo pensar que no merezco este puesto, pero se lo digo claramente, ¡me lo he ganado! ¡Si no le gustan mis diseños, por favor, modifique sus ojos!”, replicó Elissa con una vozarrón que tronó por todo el piso, y ni siquiera le importó que su voz llegará a Benjamin y todos los demás empleados que estaban afuera.
Georgina abrió los ojos completamente cuando escuchó tal respuesta, y enseguida se levantó de la silla y, mirando a la otra mujer, alegó: "¿Cómo te atreves? ¡Tenía razón al pensar que no eras más que una zo*ra! Tú-".

"¡Gina!", la interrumpió Benjamin con un grito a la vez que entraba a la habitación mirándola de muerte. Luego, se acercó a Elissa, pues no pudo evitar venir al rescate al escuchar su voz, y notó cómo su pecho se inflaba constantemente a causa de la rabia contenida. 
"¿Qué diablos estás diciendo?", dijo entonces mirando a Gina con el ceño fruncido.
La mujer hizo una mueca de disgusto en los labios y, apuntando a la otra con el dedo, dijo: “¡Ella me insultó primero!”.
“Disculpe, usted era la que me estaba insultando a mí”, replicó Elissa sin mostrarse alterada.
Benjamin ya sabía que la recién llegada había estado actuando de manera extraña con Elissa, causándole problemas innecesarios, pero esta vez se pasó de la raya, pues Georgina perdió el control y gritó: “¡Ella no sabe cómo hacer su trabajo! No se merece trabajar aquí! ¡Estás despedida!".
Sin embargo, Benjamin entró en su defensa y dijo con un tono bajo pero letal: “¿Quién eres tú para despedirla? Yo soy el jefe aquí y yo decido quién se queda y quién se va".
¿Por qué Benjamin la defendía? ¿Se sentía también atraído por Elissa ahora? ¿Será que iba a dejarlo? Estos pensamientos se acumularon en la cabeza de Georgina y la enfadaron y asustaron, mas antes de que pudiera darse cuenta, dejó escapar un gruñido y gritó: "¿Qué te hizo para que te pongas de su lado, Ben? ¿Te gusta esa mujer ahora? Ella ya te sedujo, ¿verdad?". Sus palabras eran veneno y cada una de ellas las dijo mirando a Elissa.
“¡Gina, eso es suficiente! Creo que deberías irte a casa y pensar en lo que has hecho”.
"¡Respóndeme! ¡Dime que ella te sedujo y que ya no me amas!”, le exigió saber la mujer mientras las lágrimas le brotaban por las comisuras de los ojos.
"Vete a casa ahora mismo", respondió Benjamin, dando un paso adelante a la vez que suspiraba frustrado.
Georgina apretó los dientes con tanta fuerza que le empezó a doler la mandíbula, así que arrojándoles una última mirada de odio a ambos, salió corriendo de la oficina y de la empresa.
Elissa parecía molesta por todo lo ocurrido, y no pudo evitar desplomarse mientras pensaba en qué podría haber pasado por la mente de esa mujer para que pensara que estaba tratando de seducir a Benjamin, por el amor de Dios.
“Elissa, ¿estás bien? Me disculpo por su comportamiento. Es solo que a veces actúa como una niña, pero no te tomes sus palabras en serio”, le dijo el jefe mientras le tocaba el hombro en un intento por consolarla.
"¿Cómo voy a estar bien? ¡Ella es tu prometida y me acusó de que te estoy seduciendo!", replicó la joven.
“Elissa, no dejes que te afecten sus palabras. Ya te he dicho antes que no debería importarte lo que otros digan de ti; si tú sabes que tienes razón, entonces la tienes”, afirmó Benjamin, mirándola en esos ojos marrones que siempre lo hipnotizaban.
"Pero ella es tu prometida y está segura de que estoy tratando de seducirte, lo cual no es para nada cierto”.
“En primer lugar, ella no es mi prometida, así que deja de llamarla así. En segundo lugar, estás haciendo tu trabajo bien y obtuviste este puesto gracias a tu talento, así que déjala que diga lo que quiera”, respondió él con tono enfadado.
Elissa frunció el entrecejo aún más, pues esa revelación la había dejado un tanto confundida y anonadada, así que, sin poder contenerse a pesar de intentarlo, preguntó: "¿Ustedes dos no están comprometidos?".
Al escuchar la pregunta, Benjamin puso las manos sobre las caderas y sacudió la cabeza. Entonces, dijo suspirando: "Jamás lo hemos estado. Ella cree que sí, pero eso es una invención. Ni siquiera sé por qué papá la alienta a decir tal cosa.
Esta noticia dejó a Elissa indecisa, pues antes había pensado en mantener su distancia y no aceptar la propuesta de su jefe. Sin embargo, ahora que sabía cuál era la verdad, ya no sabía qué decisión tomar.
Después de un instante de silencio, Benjamin le pidió que lo mirara, así que ella inclinó la cabeza y lo miró a los ojos, que ahora se mostraban relajados. “Ya te confesé que me gustas, y tenlo presente porque eso nunca va a cambiar”.
Elissa casi se queda sin aire ante esa confesión tan repentina, pues no estaba preparada para algo así en medio del caos. Realmente apreciaba su franqueza, mas no sentía que fuera lo correcto alentarlo, ya que no estaba segura de si lo que él decía era verdad. Después de todo, Georgina había dicho con toda confianza que era la prometida de Benjamin, y Elissa no la creía tan estúpida como para decir algo así sin una base.
Con esto en mente, la joven tomó presurosamente sus papeles y salió de la oficina a toda prisa.
~
Sinister Club:
Con el corazón roto, furiosa y molesta, Georgina condujo por la ciudad hasta que se calmó. Seguidamente, decidió ir al club nocturno, y mientras conducía gritó toda clase de improperios en contra de Elissa, tanto así era su escándalo que incluso otros conductores le reclamaron por su comportamiento. Estaba demasiado enojada y lloró montones, tanto en el auto como aquí en el club. Allí estaba sentada en la barra, acariciando el borde de su copa de vino con la yema del dedo y ojos cansados. Ya se había tomado dos vasos de tequila, pero, por suerte, su tolerancia al alcohol no era nada despreciable.
Mientras murmuraba para sus adentros sobre cuánto amaba a Benjamin y cuánto odiaba a la otra mujer, un tipo fornido con barba le dio un golpecito en el hombro, y ella, con cara de enojada, se dio vuelta para ver de quién se trataba, pero eso solo la hizo enfadar más. “Hola belleza, ¿cómo estás?”, le preguntó el sujeto guiñando un ojo en un claro intento de coqueteo.
"Desaparece", exclamó ella.
“No seas grosera, nena. ¿Qué tal si te invito otro trago?", insistió el sujeto, pero esto solo hizo que Georgina quisiera golpearlo en la cara y cortarle todo el pelo que tenía.
"Dije que desaparecieras", gruñó ella con una mirada de muerte que le borró la sonrisa de la cara al hombre, y este, con una expresión de disgusto, la dejó tranquila.
Entonces, Georgina se cogió el cabello por las raíces y, tras soltar un alarido de frustración, exclamó: "¿Por qué? ¿Por qué, Ben? ¡Te odio, Elissa! ¡Te odio tanto! ¡M*ldita pe*ra, te odio!". No siquiera le importó donde estaba, ya que apenas y podía contener las lágrimas.
En ese momento, alguien comenzó a aplaudir tras ver su espectáculo, y una mujer dijo con una sonrisa en los labios: "Bravo. Me gusta cómo suena eso”.