Capítulo 29
1577palabras
2023-01-13 14:19
"¡Lia!", gritó Elissa, tomando a su hija entre sus brazos para abrazarla efusivamente y besarle la mejilla, la frente y todo el rostro. Estaba tan feliz de poder ver a su niña que las lágrimas se acumularon en el borde de sus ojos y amenazaban con desbordarse.
Entonces, Lia le pellizcó las mejillas con sus pequeñas manitas y, acercándose un poco, rozó su nariz contra la de su madre, y esta última no pudo evitar amarla aún más, ya que ese gesto era algo que le había enseñado cuando su muchacha apenas tenía un año.
"¿Será que también hay espacio para mí?", intervino Jonathan, sintiéndose excluido al ver aquella reunión entre madre e hija. Cuando Elissa lo escuchó, soltó a Lia de sus brazos con una sonrisa y lo fue a abrazar a él también.

“Los extrañé mucho a los dos”, dijo la mujer.
“Nosotros también te extrañamos. De hecho, Lia estaba de mal humor cuando tú no estabas”, replicó Jonathan, sonriendo a la vez que intercambiaba miradas con su sobrina. Tras escuchar su comentario, Elissa aflojó su abrazo, se secó las lágrimas de felicidad que había derramado y ayudó a ambos a refrescarse, pues el avión había aterrizado a las siete de la mañana y les había tomado dos horas y media llegar al departamento.
Seguidamente, Elissa ayudó a Jonathan a ordenar su ropa en la habitación desocupada que le había asignado. "Ostia, realmente necesito una ducha veloz", gimió este mientras estiraba los brazos por el cansancio.
“Te prepararé unas crepas para que te sientas mejor”, contestó ella a sus espaldas mientras él caminaba al baño, pero cuando la escuchó, se detuvo y se giró para mirarla con sus brillantes ojos y una amplia sonrisa en el rostro. Su hermana no pudo evitar reír entre dientes, pues sabía cuanto él amaba las crepas.
Cuando Jonathan ya estaba dentro de la ducha, Elissa sentó a su hija en su regazo y la nena, haciendo pucheros, alegó: “¡Mami, yo también quiero crepas!”.
La mujer volvió a reír entre dientes y, tomando a su niña en brazos, se dirigió a la cocina. Allí había instalado una pequeña mesa de madera ligera para cuatro personas y encima había colocado una bandeja. Entonces, mandó a Lia a sentarse en una de las sillas, y estaba a punto de darle la comida cuando escuchó que su hermano la llamaba. "Mami volverá pronto", le dijo la mujer a su hija y enseguida fue a echar un vistazo.

"¿Qué sucede?", preguntó Elissa, pero enseguida notó el cuaderno de bocetos en la mano de Jonathan, y ahí recordó que se había olvidado de quitarlo del cajón cuando ordenó el cuarto.
“Eli, estos bocetos… ¡son increíbles!”, dijo él, realmente impresionado por los diseños que había visto, pero enseguida sus hombros se tensaron y, suspirando, agregó: "Si no fuera por mí, no te habrías metido en problemas".
Elissa esbozó una leve sonrisa y se acercó a él; luego, apoyó la mano en su hombro y le dijo: “Esto no es tu culpa, hermano. Nada de esto es tu culpa. Además, ahora el problema está resuelto y yo también me volví popular”. Al escucharla, Jonathan dejó escapar una sonrisa entrecortada y le pellizcó la nariz cariñosamente. A pesar de que ella se había enfrentado a problemas de los que nunca le había contado, él, como hermano mayor, siempre quiso proteger a su hermanita a toda costa, por eso cada vez que ocurría algo similar, no podía evitar sentir un gran disgusto.
“Lia te está esperando; ven rápido”, dijo de pronto Elissa, y enseguida fue junto a su hija.

~
Por la noche, madre e hija estaban jugando alegremente fuera del departamento, y Jonathan estaba en su habitación trabajando, aunque había dicho que se uniría a ellas más tarde. Lia correteaba alrededor del patio sonriendo mientras que su madre le arrojaba la pelota para que la atrapara. Por fin la mujer sentía que volvía a la vida, porque cuando compartía junto a su hija, siempre estaba feliz.
Mientras jugaba, Elissa vio a alguien acercarse que le hizo soltar la pelota de las manos. Enseguida, sus ojos se abrieron de par en par y el horror se apoderó de ella. Se trataba de Carson, que caminaba directamente hacia ella. Por eso, la joven entró en pánico al pensar en lo que pasaría si él se enteraba de Lia. Debido a esto, el miedo le hizo preguntarse a la chica si el hombre ya llevaba mucho rato viéndolas o acababa de llegar.
Antes de que él pudiera acercarse del todo, ella llamó a su hija y le dijo que fuera a buscar a su tío. De seguro que a la niña le tomaría un tiempo llegar a donde estaba su hermano, pero era el suficiente para mantenerla alejada de la mirada intrusa de Carson. Así, Lia entró al edificio saltando, sin ninguna preocupación en el mundo.  
De pronto, Carson se detuvo frente a ella y se quitó las gafas de sol, solo para encontrarse con los ojos aterrados de Elissa. "¿Ella... es mi hija?", preguntó él, haciendo que la mujer casi se atragantara con su propia saliva, y luego este agregó: “Su edad calza perfectamente con el tiempo en el que estabas embarazada, y sus ojos… son muy similares a los míos". La madre no pudo evitar notar la ternura en el rostro de su exesposo cuando hablaba de Lia.  
De inmediato, Elissa apretó los dientes y sintió cómo el corazón le latía a mil por hora dentro del pecho, pensando que si le hablaba de su hija, este se la quitaría. Esta idea realmente la atormentaba, por lo que estaba determinada a no confesarlo nunca.
"Dime, ¿ella es mi hija?", preguntó él con un matiz de esperanza en la voz.
Elissa trató de controlar sus emociones, así que mirándolo directo a la cara, le mintió y dijo: “No es tu hija. ¿Acaso no lo recuerdas, Carson? ¡Tú mataste a nuestro hija!”.
Escuchar tal verdad lo hizo perder el equilibrio, ya que si él no era el padre, ¿entonces quién? La idea de que ella hubiese estado con otros hombres le hizo hervir la sangre, así que dio un paso adelante y, con el semblante ensombrecido, exigió saber: "Entonces, ¿quién es el padre?".
"No tienes derecho a preguntarme nada sobre mi vida privada, Carson", respondió ella, plantada en su sitio y sin ceder ni un centímetro.
“Elissa, dime quién es su padre”, preguntó él de nuevo con un tono más firme que antes, ya casi a punto de perder los estribos. 
“¡No tengo ningún contacto con su padre! Y tampoco quiero tenerlo nunca", espetó ella, haciendo una mueca con los labios.
Una vez más, Elissa había logrado engañar a Carson, pues ahora él pensaba que ella había tenido una aventura de una noche con alguien y que el resultado de eso era esa hija... y él también creía que esto había sucedido justo después del divorcio y de que ella se escapara del hospital, ya que la edad de la niña coincidía más o menos con ese lapso de tiempo. “Eres repugnante, Elissa. ¿Justo después de que abortaste a nuestra hija te fugaste con otro sujeto? ¡Decidiste tener a ese bebé, pero desechaste el mío sin pensarlo dos veces!", gritó entonces él, sintiéndose dolido, traicionado y enfurecido, y lo único que eso conseguía era hacer el malentendido más y más profundo.
A la mujer no le importaba que él lo malinterpretara todo, pero jamás le contaría de Lia, y tampoco le preocupaba que él pensara lo peor, pues todo lo que tenía en mente en ese momento era a su hija. Por lo mismo, Elissa espetó enfurecida: “No pedí tu opinión, y si estás aquí solo para humillarme, es mejor que te largues”.
Esa actitud tan fría y cortante hizo que Carson apretara fuertemente la mandíbula, pero luego alegó: "¿Cómo pudiste hace—", mas no terminó su frase, y solo concluyó con un "no importa". A continuación, hizo una mueca de desprecio, se puso las gafas, y se marchó por donde vino.
Carson había encontrado la nueva dirección de Elissa gracias a Benjamin, pero cuando llegó y se disponía a acercarse a su exesposa, la vio feliz riendo y jugando junto a una niña. La pequeña se veía adorable y, por algún motivo, él no podía evitar sonreír cuando la veía. No sabía realmente por qué, pero cuando la miraba, sentía que su corazón se hinchaba y le daban ganas de ir a jugar con ella. Sintiendo esto, decidió pararse cerca de la entrada y verlas jugar, y ahí se dio cuenta de que la niña tenía unos ojos azules similares a los suyos y que su cabello era del mismo tono castaño que el de Elissa. Esto lo hizo pensar que la niña podía ser su hija, por lo que su corazón comenzó a latir rápido.  
Pero Elissa había ab*rtado al niño, ¿verdad? Entonces, ¿cómo podía ser esto? Aunque, por otra parte, ¿y si ella no hubiese ab*rtado realmente? ¿Y si la niña realmente fuera su hija? Con todas estas interrogantes en mente, la esperanza creció en el pecho de Carson, así que decidió ir a comprobarlo.
No obstante, todas sus expectativas se desmoronaron cruelmente cuando supo la verdad: la niña no era suya. De todas formas, sí era la hija de Elissa, solo que él no era el padre. Así, el malentendido que él se formaba en su cabeza se hacía más profundo y ya no sabía qué más hacer.