Capítulo 28
1228palabras
2023-01-13 14:08
Después de que se resolvió el asunto, Elissa recibió numerosos halagos de la gente y sus obras volvieron a recibir la apreciación que merecían. Además, la noticia también llegó a los oídos de Harold Raymond.
Por eso, y con el fin de saber si aún conservaba su postura de despedir a la joven, Benjamin lo llamó: "Papá".
"¿Qué ocurre, Benjamin?".
“Supongo que ya viste el video de Elissa en donde queda claro que no es una impostora y que además es una excelente diseñadora. Papá, si la dejamos ir, será una gran pérdida para la empresa”.
“Sí, soy consciente de eso... Está bien, puede conservar su trabajo”, respondió Harold, pues aunque no estaba completamente de acuerdo con que ella estuviera cerca de su hijo, no tenía más razones para despedirla. Es más, la presencia de la chica era beneficiosa para la compañía, y eso no era algo que podía ignorar.
"Gracias Papá", agradeció Benjamin, aliviado porque este lo había comprendido y porque se las había arreglado para salvar a Elissa, ya que no importaba cuan grande fuera el problema, él siempre estaría ahí para resolverlo. Cuando terminó la llamada, el joven pensó una vez más en el abrazo que ella le dió y una amplia sonrisa se dibujó en su rostro a la vez que se sonrojaba. Aquella era la primera vez que la chica tomaba la iniciativa y se acercaba a él, así que él esperaba poder ganarse su corazón quedándose a su lado.
Harold Raymond estaba sumido en sus pensamientos, puesto que no quería que Elissa estuviera cerca de su hijo, pero, ¿qué podía hacer? Ya no le atraía el hecho de que tuvieran una hija, así que decidió revisar el expediente de la mujer, pero al hacerlo, su desprecio por ella creció aún más; ella venía de una familia pobre, y aunque no había más información sobre su infancia, sus padres o sobre los cinco años que vivió antes de llegar a B city, su estatus social era problema suficiente.
De pronto, el hombre tuvo la repentina idea de llamar a Georgina, que era la supuesta prometida de su hijo, mas su unión había quedado pospuesta. Ahora ella llevaba cuatro años viviendo en Italia, y Harold se mantenía en contacto con ella de vez en cuando, pero cada vez que hablaban no podía evitar sentirse culpable.
Georgina estaba perdidamente enamorada de Benjamin, pero este solo la veía como a una amiga. Ambas familias eran amigos cercanos desde que ambos muchachos eran pequeños, por lo que habían pensado en hacer que los niños se comprometieran, ya que les venía como anillo al dedo tanto a ellos como a los hijos. Sin embargo, Benjamin fue el único que no quiso aceptar a Georgina como su prometida, y cada vez que surgía el tema del compromiso, él huía, impulsado por la rabia que le hacía sentir el no poder elegir ni siquiera a su compañera amorosa.
Debido a que surgió un trabajo importante, la joven tuvo que irse a Italia y el compromiso se pospuso, pero ahora Harold creía que era el momento para traerla de vuelta.
Así, la llamó con la esperanza de que ella le contestara, y en cuestión de segundos, escuchó a la joven decir desde el otro lado de la línea: "¡Tío! ¿Cómo va?". Al escuchar su voz, el hombre sonrió ampliamente, dado que ella siempre había sido su favorita.
“Yo estoy bien, cariño, ¿y tú? Espero no haberte molestado en medio del trabajo".
“Venga, tío, no digas eso; tu llamada siempre me hace feliz”, le aseguró, y luego agregó: "¿Y cómo están todos por allá?".
“Sí, todos están bien, todo bien. Eh, Gina, hay algo de lo que quiero hablar contigo...”, le dijo mientras se acomodaba en su silla acolchada, y finalmente remató: “... Se trata de Benjamin”.
"¿Qué pasa con él? ¿Está bien? ¿Le pasó algo?", preguntó la joven con un tono lleno preocupación y pánico.
“No, no, él está bien. Es solo que… no estoy seguro de cómo decirte esto”, le dijo, intentando parecer inocente, y justo en ese momento una criada entró en su habitación, pero él le hizo un gesto para que se fuera.
“Tío, me estás asustando. Dímelo, por favor".
“Hay una mujer rondando a Benjamin, y aunque ella es su secretaría y es entendible que esté todo el día junto a él dado su trabajo, su relación parece ir incluso más allá".
Un silencio se formó al otro lado del teléfono, así que Harold continuó hablando: “Y parece que a mi hijo también le gusta ella”, pero cuando no escuchó ninguna respuesta, preguntó: "Gina, ¿estás bien?".
"¿A él realmente le gusta ella?", inquirió la joven, y esta pregunta sorprendió al hombre, sin mencionar que la dijo con un tono muy calmado.
"Así parece", respondió él.
"Ya veo", dijo secamente la muchacha, haciendo que el semblante de Harold se transformara y entrará en pánico. ¿Eso era todo? ¿Acaso no pensaba hacer nada al respecto? No podía ser; tenía que obligarla a venir como fuese.
“Gina, tú eres su prometida y la única mujer para él; no puedes dejar que una cualquiera te lo robe. Tú lo amas, ¿verdad?".
Al escuchar al hombre, ella tomó una profunda bocanada de aire y, casi a punto de llorar, dijo: “Siempre lo he amado. ¡Siempre! Tienes razón, tío; no puedo dejar que esto suceda, así que lelgaré a A city mañana mismo”.
“Esa es mi nuera. Todos estarán muy contentos de verte”, respondió Harold con una sonrisa de autosuficiencia al ver que su plan funcionó.
"Gracias por avisarme, tío".
“Ni lo menciones. ¿Cómo podría dejar que tal cosa sucediera frente a mis ojos? Tú eres mi hija, Gina".
“Te amo, tío. Hablamos luego. Nos vemos", se despidió la joven. El hombre suspiró satisfecho luego de terminar la llamada, ya que ahora Elissa finalmente quedaría fuera de la vida de su hijo.
~
Elissa estaba ocupada haciendo los deberes del hogar, así que estaba tarareando mientras lavaba los platos y lavaba la ropa para después colgarla. Anoche había tenido una charla con su hermano, el cual sabía sobre los problemas que estaban ocurriendo. Sin embargo, él se culpaba en parte por todo, por lo que no podía evitar sentirse enfadado con todo esto. No obstante, su hermana le había asegurado que no era su culpa, pero una cosa llevó a la otra y él decidió ir a visitarla.
Elissa también lo extrañaba mucho y lo quería tener a su lado, mas el temor de que él se encontrara con Lia la preocupaba. ¿Pero por cuánto tiempo iba a esconderla? No podía seguir ocultándola solo por Carson.
Lia también le pidió visitarla, y después de negarse un poco, no le quedó más que aceptar, y como su hermano también vendría mañana, eso la tenía muy emocionada. En unas pocas horas, su hija estaría en sus brazos e incluso ya tenía planeado todo lo que haría junto a ella, pues no podía contener la alegría.
A Carson y a Lia les encantaba la tarta de queso, y Elissa ya creía que se trataba de una especie de ironía del destino el que fueran ambos tan parecidos, ya que las cosas que les gustaban y que no, eran prácticamente las mismas, y hasta tenían los ojos del mismo tono encantador tono azul.
Con esto en mente, Elissa dejó escapar un suspiro y continuó con su trabajo.