Capítulo 21
1503palabras
2023-01-12 15:35
Gabriel Havells tiene 54 años y es el alcalde de Ciudad A desde hace bastante tiempo. La gente lo respeta mucho; es un hombre humilde y amable, pero estricto e intimidante. Ayer, regresó de ciudad Falcon, donde estuvo cinco meses. Tenía varias responsabilidades, entre ellas, asistir a banquetes e inspecciones. Justamente esta noche, tenía que ir a la corporación Raymond.
La empresa estaba bien preparada, y Benjamin había puesto especial atención sabiendo que vendría el alcalde. Elissa, junto con Benjamin y los demás, estaba ocupada con la planificación.
“Su saco, señor”, dijo Elissa al entrar en su oficina con el blazer negro.

Lo ayudó a ponérselo, y él la retuvo antes de que saliera. “Elissa, por favor, dile a Yvette que se reúna conmigo”.
“Enseguida", asintió, y salió de la oficina para buscar a Yvette, la jefa de diseño. Supuso que debía de estar en el departamento, pero no estaba allí. Elissa trabajaba en la empresa desde hacía tres años, y se había dado cuenta de que Yvette no era de las que seguían las reglas. Se había atrevido a rechazar el plan sugerido por Benjamin, y ambos eran ahora amienemigos. Él no podía despedirla porque era la hija de un amigo de su padre y, aunque era insoportable, era excelente en su trabajo.
Elissa revisó las otras estancias, pero tampoco estaba allí. Por último, revisó el baño, donde finalmente la encontró. "Señorita Moore, la he estado buscando".
Yvette inhaló una bocanada de humo que luego soltó con parsimonia. Miró despreocupadamente a Elissa y se encogió de hombros. “El señor pregunta por usted, dice que es importante”, le informa.
"Estoy ocupada", rechazó sin pensarlo ni un segundo. Elissa casi esperaba que fuera tan terca, por eso evitaba encontrarse con ella muy seguido.
“Señorita Moore, el alcalde va a llegar en cualquier momento... ¿quiere que vea a la estrella de nuestra empresa fumando aquí? Debe prepararse y reunirse con el señor en la oficina”, dijo Elissa con una pequeña sonrisa.

Yvette puso los ojos en blanco y exhaló frustrada. "Bueno, ahora vete". Misión cumplida. Elissa se retiró con una gran sonrisa.
Entró al otro baño, apoyó su bolso sobre la superficie de granito blanco y se miró en el espejo rectangular. Sacudió ligeramente su cabello ondulado para lucir presentable.
Cinco minutos después, estaban todos reunidos en el amplio vestíbulo principal, esperando al alcalde. La recepcionista les había informado que el auto ya había llegado, por lo que vendría en cualquier momento.
Elissa miraba con curiosidad hacia la puerta y, justo en ese momento, Gabriel Havells ingresó seguido por dos guardaespaldas. Algo en él agitó su corazón, por lo que Elissa solo pudo mirarlo fijamente. Luego meneó la cabeza, regañándose a sí misma por ser tan ridícula.

El alcalde caminó hacia Benjamin con una sonrisa orgullosa. Benjamin avanzó un paso y adelantó el brazo derecho para saludarlo con un apretón de manos. "Es un placer tenerlo aquí, señor Havells".
"Mucho gusto, señor Raymond".
Benjamin presentó a los miembros importantes de la empresa e incluyó a Elissa, que dio un paso adelante con una sonrisa profesional. Cuando fue a estrechar su mano, notó el cambio en la expresión del alcalde, pero creyó estar equivocada.
El alcalde se quedó atónito cuando vio a Elissa. Al ver su rostro, sintió en su pecho un dolor insoportable. Se asemejaba mucho a su exmujer, ¿cómo era posible? Su sonrisa era tan parecida a la de su difunta esposa que casi se emocionó. Gabriel sostuvo su mano un poco más de lo debido, y eso hizo que Elissa se sintiera incómoda. Cuando la soltó, Elissa se ubicó detrás de Benjamin con los otros empleados.
Gabriel escuchaba a medias lo que decía Benjamin y asentía cada vez que hacía una pausa.
Benjamin llamó a Elissa para que lo ayudara, y ella hizo su intervención con confianza. Había preparado su discurso tiempo atrás y, mientras explicaba al alcalde, esperaba que le gustara. "Impresionante", dijo el alcalde, y el alivio la inundó. Él hizo algunas preguntas que ella contestó correctamente, mirando a Benjamin para asegurarse de que lo estaba haciendo bien.
Cuando finalizó la inspección, llegó el momento de la despedida. El alcalde se mostraba reacio porque quería hablar más con Elissa, por lo que la llamó y la invitó a cenar. "Señorita Elissa, ¿me acompañaría a cenar?"
Elissa se quedó muda. ¿Debería aceptar? No podía entender por qué el alcalde la invitaba a cenar solamente a ella. Inclinó la cabeza hacia la izquierda esperando la aprobación de Benjamin, que asintió con un gesto, entonces, suspiró y accedió.
El alcalde sonrió tan ampliamente que sus pupilas marrones brillaron y sus arrugas se hicieron visibles alrededor de sus ojos. "Espero que no le importe acompañarme, señorita Elissa. Estoy impresionado y me gustaría que me cuente más sobre la empresa”, dijo el alcalde abriéndole la puerta de la limusina.
“Gracias, señor Havells. Es un honor cenar con usted”. Elissa sonrió y entró en la limusina.
"Entonces, señorita Elissa, ¿usted es de aquí?"
"Sí".
"Es muy talentosa. ¿Dónde se ha graduado?"
“En la Universidad Trinity, aunque demoré un año más en graduarme debido a algunos problemas”.
Hubiera sido inapropiado indagar, por lo que Gabriel no lo hizo. No pudo evitar mirarla, se parecía mucho a Rune, su exesposa. Se dice que hay siete personas con el mismo rostro, y él se preguntó si sería cierto.
Llegaron al lugar de la cena a los pocos minutos. Cortésmente, el alcalde la ayudó a salir del auto y entraron al lujoso restaurante. Ella quedó asombrada por su fastuosidad. Se acercó uno de los gerentes y saludó al alcalde. “Buenas noches, señor alcalde", y agregó mirando a Elissa: "Buenas noches, señora”.
“Su lugar está en el primer piso, señor. Por aquí, por favor”, dijo con frescura dirigiéndose al primer piso.
"Que la pase muy bien, señor", se inclinó levemente haciéndoles un gesto para que entraran.
La gente VIP puede reservar salones privados y cenar en silencio; su nivel es diferente.
Elissa tiró de la silla y se sentó frente al alcalde. Era consciente de su mirada, pero no le dio importancia.
Un minuto después, llegó un camarero para tomar su orden, después de servirles vino tinto, ensaladas y pan de ajo. “No sea tímida, señorita Elissa. Invito yo”, bromeó el alcalde, pero lo decía en serio.
“Una sopa de verduras, por favor”, ordenó Elissa cerrando el menú.
"¿No tiene hambre?", preguntó levantando ligeramente las cejas. Elissa sacudió la cabeza, pero no pudo decir la verdad.
“Mousse de calabaza con garbanzos fritos y torre de berenjena”, ordenó el alcalde. "Para compartir, por favor", agregó.
“No es necesario, señor alcalde”, graznó Elissa avergonzada. "La sopa estará bien".
"¿Me está desafiando, señorita Elissa?", preguntó, manteniendo su tono ligero.
Eso la hizo ceder. Elissa tomó un sorbo de agua del vaso y miró alrededor.
"Si me lo permites, quisiera compartir algo contigo", dijo el alcalde después de una pausa.
"Por supuesto, señor alcalde".
"Te pareces mucho a mi esposa", su voz se quebró al mencionarla, "...a mi exesposa, en realidad". La declaración tomó a Elissa por sorpresa y no supo qué decir. Se revolvió en su asiento y se rascó detrás de la oreja con el dedo índice. "Tenía los mismos ojos marrones... esa sonrisa tan encantadora", continuó. Elissa estaba confundida: primero pensó que el alcalde debía de haber amado mucho a su esposa, pero luego consideró que él tenía una esposa. ¿Sería su segunda esposa? ¿La madre de Amanda?
Ella estaba sumida en sus pensamientos cuando el alcalde, involuntariamente, estiró su mano para tocarle el rostro. Se dejó llevar por sus emociones sin darse cuenta de la cara de espanto que ella puso.
Elissa jadeó y se levantó a toda prisa. Asustada, preguntó: "¿Qué hace, señor alcalde?"
Él también se levantó y caminó hacia ella, pero Elissa intentó detenerlo. Supuso que tenía malas intenciones y quería hacerla su amante. Cuando él avanzó un paso, ella retrocedió. Se le erizó el vello, y su corazón latía con fuerza. Se dio vuelta, empujó la puerta para abrirla y corrió.
El alcalde entró en pánico, estaba preocupado por ella. No debería haber hecho eso, se dijo, y corrió para detenerla y aclarar el malentendido. Por suerte, no había ido muy lejos y logró agarrar su mano. "Realmente lo lamento, señorita Elissa, no fue mi intención asustarla".
A ella le repugnó tanto que la tocara que intentó liberarse. Estaba tan asustada que comenzó a gritar pidiendo ayuda y, pensando que el alcalde intentaría lastimarla, se asustó aún más. "¡Déjeme! ¡Suélteme, cretino!", gritó mientras se resistía violentamente.
“Déjeme explicarle, señorita Elissa. No es lo que piensa”, articuló el alcalde con voz tensa.
"¡Dije que me suelte!", gritó Elissa, y sus lágrimas comenzaron a brotar. El alcalde la vio palidecer y con lágrimas en los ojos, por lo que la soltó para no asustarla más de lo que ya estaba.
Elissa estaba a punto de correr de nuevo cuando vio a Carson parado unos metros frente a ella. Se congeló en el lugar y lo miró con sus ojos aterrados.