Capítulo 10
1486palabras
2023-01-09 14:27
Elissa dejó escapar un gritito de horror cuando una mano le asió la nalga bruscamente. "Shh... Tranquila, cariño, soy yo.", le susurró Carson al al oído para calmarla, pero el corazón de la chica todavía iba a mil. Se giró hacia él y le golpeó ligeramente en el brazo, ante lo cual Carson se rio.
"Me has asustado...", protestó Elissa, poniendo expresión triste y cruzándose de brazos. Luego apartó la cara de él y fingió estar enfadada. Carson sonrió antes de atraerla hacia sí cogiéndola por la cintura, y aunque Elissa trató de mantener una cara seria, no pudo evitar sonreír al ver la forma en que los ojos de Carson la miraban con amor. Él se inclinó más cerca para darle un suave beso en sus labios rosados, tras lo cual Elissa sonrió y le correspondió. ¿Cómo iba a enfadarse con alguien que la colmaba de tanto amor?
Se apartó entonces un momento para preguntarle: "Oye, has vuelto muy temprano, ¿no? ¿Ya has terminado con el trabajo?" Carson le colocó un mechón de su cabello detrás de la oreja y asintió. "Pues yo todavía no he acabado con lo mío.", aclaró ella con una sonrisa pícara.
Después, Carson le dio un beso en la nariz y respondió: "Lo sé. Voy a esperarte pacientemente mientras te observo, porque tengo una sorpresa para ti." Los ojos de Elissa brillaron ante la mención de esa última palabra. Le encantaban las sorpresas, y si encima venía por parte de Carson, la ilusión aumentaba aun más.
"Vale, no tardaré nada.", aseguró, y tras darle un besa en la mejilla, se desenredó de su abrazo para incorporarse, pero se detuvo un instante. "Voy a traeré tu café y un muffin entonces.", murmuró, al tiempo que le guiñaba un ojo y se iba para finiquitar sus quehaceres. Elissa trabajaba de camarera en una cafetería bastante popular en Ciudad A, situada en la periferia.
Carson se sentó cerca de la ventana para observarla trabajar, admirando cada gesto y rasgo desde la lejanía, llena de encanto ante sus ojos. Hacía ya un año y medio desde aquella vez que pasó por esa cafetería y la vio por primera vez. Desde luego, aquello fue un flechazo en toda regla, y desde entonces empezó a frecuentar el local prácticamente a diario. Le resultó algo difícil dirigirse a ella en primer lugar, dado que en su momento no tenía demasiada experiencia socializando con el sexo opuesto; sin embargo, utilizó la excusa del arte para empezar a intimar con ella, pue se dio cuenta de que era un tema que le interesaba a la chica. Tuvieron durante ese período desde discusiones sobre diversas formas de arte hasta bromas y chanzas acerca de obras y anécdotas de artistas, pero lo importante es que cada vez se conocieron más y más sobre la marcha. El día que le confesó lo que sentía por ella, Carson estaba nervioso como un flan, totalmente inseguro al respecto de si la mujer le correspondería o no. Experimentó entonces la felicidad pura y extrema cuando la camarera aceptó ser su novia, y de ese momento en adelante había estado viviendo en un mundo de ensueño y amor del que nunca quería salir.
Elissa, por su parte, era muy consciente de la atenta mirada de su pareja desde la ventana mientras ella tomaba nota a los clientes, y de vez en cuando se reía cuando le alzaba los ojos para ver que él le estaba guiñando un ojo, goloso. A veces pensaba en lo increíblemente afortunada que era por tener un novio como aquel... Al haberse criado en un entorno social muy humilde, Elissa tuvo que ganarse todas las ínfimas ganancias que podía reunir gracias a diversos trabajos a tiempo parcial, para luego gastarse el dinero en la matrícula de sus estudios y en medicinas para sus padres. Nunca se planteó estar en una relación seria, y menos con un hombre como Carson. Era guapo, amable y cariñoso, y encima pertenecía a un estatus social sumamente adinerado. Antes de empezar a salir, recordaba cómo su corazón empezaba a latir de manera rebelde al intercambiar la menor palabra con el hombre, pese a que ella trataba de evitar reaccionar así. No quería engañarse a sí misma pensando que un príncipe azul como aquel podría interesarse por una donnadie como ella. Sin embargo, así acabaron, juntos y comiendo perdices, básicamente.
Dos horas más tarde, Elissa al fin terminó su turno de trabajo y salió del establecimiento con ropa de calle para luego montarse en el coche con su novio. La chica ni siquiera se molestó en preguntarle adónde iban, ya que se trataba de una sorpresa. Cuando el hombre aparcó el vehículo frente al teatro, ella se sintió bastante confundida. ¿Por qué allí? Ambos de bajaron del coche, y Elissa le preguntó con curiosidad: "¿Cuál es la sorpresa, Carson?"
"¿Recuerdas que dijiste que querías ver la película 'Amor del de verdad'?", inquirió él sonriendo. Elissa todavía estaba confundida, pero entonces cayó en la cuenta.
Sus ojos se abrieron súbitamente. "¡No te creo!" Carson se sacó las entradas del bolsillo, luciéndolos con orgullo y ternura. "Dije eso hace como un año...", murmuró ella, anonadada, pero a la vez silenciosamente eufórica de que se hubiese acordado de eso. "Gracias...", fue todo lo que fue capaz de farfullar.
Carson se aproximó hacia su carita para mirarla a los ojos e insistió: "¿Así es como me lo vas a agradecer?"
Elissa soltó una risita y, arropándole el cuello con los brazos, le plantó un besazo en los labios. Lo amaba, y con locura. Lo único que deseaba en esta vida era estar con él para siempre.
...
Elissa parpadeó varias veces y abrió los ojos, fatigados por el llanto. Suspiró y fue a por un vaso de agua para despejarse y tratar de olvidar el pasado. Mientras bebía el agua, reflexionó sobre los viejos tiempos, cuando ella y Carson estaban profundamente enamorados y pensaba que siempre se amarían, bajo cualquier circunstancia... Sin embargo, se hacía unos años se llevó un buen golpe de realidad al respecto. Le dolía como si la herida fuese reciente cada vez que pensaba en él y su adulterio.
En lugar de irse al dormitorio a acostarse, se desplomó en el sofá, con los párpados pesados y su corazón maltrecho, desencajado, fuera de lugar y encasquillado. Aunque se decía a sí misma que era fuerte, en realidad no creía en su propio consuelo, al ver que era incapaz de desapegarse de los felices momentos que vivió en el pasado con él. Así mismo y como consecuencia de esa parte positiva, la tragedia era todavía mucho más contundente en cuanto a lo negativo... La traición de aquel día, brutal y sádica, la perseguía en sueños y despierta. Todavía no podía superar la agonía que le causaba. Cerró los ojos entonces lentamente, hasta que al final se quedó dormida pensando en él.
Eran alrededor de las ocho de la noche cuando se despertó. Soltó un gemido de disconformidad y revisó su teléfono para comprobar por qué zumbaba tanto. Parpadeó varias veces con el objetivo de ajustar la nitidez de su borrosa vista y vio un mensaje de parte de su hermano. Le dijo a Jonathan que descansara y le dejara el resto del trabajo a ella. Acto seguido abrió el chat y leyó que un cliente pedía un boceto para un diseño que estuviese basado en la temática 'fantasía'. Elissa revisó la solicitud detalladamente, y decidió ponerse a ello.
Se hizo un moño desordenado y fue a buscar su cuaderno de bocetos y lápices. Una vez reunió todas las herramientas necesarias, comenzó a dibujar. Se sumergió tanto en el proceso que no se dio cuenta de que se le hizo muy tarde, cerca de las dos de la mañana; pero no le importaba. Predijo que terminaría en media hora más, pero al final tardó como una hora completar el diseño. Satisfecha después de revisarlo de pe a pa varias veces, le envió el boceto al cliente y dejó escapar un bostezo. Al relajarse, cayó presa de un extremado cansancio acumulado, y a los pocos minutos ya había caído derrotada, respirando pesadamente y con los párpados pegados.
A la mañana siguiente, Elissa se despertó medio muerta, con los ojos aún fatigados y el cuello dolorido como consecuencia de la extraña postura que adoptaba al dormir. No tenía ganas de ir a trabajar, pero no le quedaba más remedio, así que se arregló y fue a prepararse el almuerzo para llevárselo en un envase al trabajo. Como no se sentía bien y la noche anterior no cenó nada, decidió llevarse las sobras de comidas de días anteriores para no llenarse demasiado. Mientras embutía las sobras en los recipientes y se disponía a meter estos en el bolso, de pronto sintió que su cabeza dejaba de funcionar a marchas forzadas, y acabó cayendo al suelo desmayada, con los alimentos desparramados a su alrededor.