Capítulo 8
1517palabras
2023-01-09 14:26
No le apetecía nada tener que ir a cenar a un restaurante que no conocía con Amanda, y menos todavía si se tenía en cuenta el humor de perros que se le había quedado por la discusión que tuvo con Elissa esa misma mañana. Sin embargo, no pudo decirle que no a los designios de su madre, y allí se espetó. Para su asombro, se encontró con Benjamin y Elissa conpartiendo mesa, y esta última exhibía una sonrisa de libre alegría que contrastaba notablemente con la expresión que le mostró a él. Se puso bastante celoso, ardiente tan solo de verla. Ella, por su parte, pensó con una mueca tediosa: '¿Por qué siempre me sigue a todas partes?'
Amanda tampoco quería comer en aquel sitio, y por supuesto que no tenía ningún interés en que Carson tuviera el menor contacto con su ex-mujer. Para cuando iba a sugerirle irse a otro lugar, él ya estaba caminando hacia la mesa de ellos como un toro desbocado. Amanda apretó los dientes y maldijo a Elissa por arruinarle su noche con Carson.
Rabiosa por dentro, se acercó a su prometido y se quedó quieta a su lado. Cuando sus ojos se encontraron con los de Elissa, por poco se le volvieron púrpuras de toda la inquina venenosa que le rezumó de ellos. Benjamin, sin embargo, les dio una calurosa bienvenida para que se les unieran y, al no tener otra opción en vista de la cabezonería de Waverly, Havells se sentó frente a Elissa.
La tensión flotaba en el aire, como una densa nube de cuchillos que pendía del techo por finos hilillos. Sin darse cuenta de esto, Benjamin comenzó a charlar animadamente con Carson. “Haces bien en venir a este restaurante, tienen una comida de calidad suprema, ¿verdad, Elissa?", trató de corroborar Benjamin, girando su rostro hacia Elissa, y esta asintió con una sonrisa tensa. Cuando miró a Carson, rechinó los dientes al ver el brazo de Amanda envuelto alrededor del suyo.
Esta ya no pudo evitar mantener la boca cerrada, deseosa de escarnecer a la otra. “Elissa, ¿por qué no haces los honores de servir el vino?” El tono que usó fue deliberadamente burlón, así que Carson la agarró del brazo por debajo de la mesa para mandarla a callar de manera no verbal.
"No quiero.", replicó Elissa, lanzando una mirada despiadada a Amanda.
La otra se enojó, y con una mueca de suficiencia exclamó: “¡Qué grosera que eres, Elissa! Te das demasiados aires para ser una secretaria, ¿no crees? Sobre todo cuando se te paga por servir a tus superiores..." Amanda pensó que con ese comentario conseguiría aplastar la altivez de Elissa, pero comprendió su error cuando a continuación habló Benjamin.
Con el ceño inesperadamente fruncido, habló así en defensa de Elissa: “Creo que ha entendido usted mal a qué se dedica mi secretaria, Srta. Havells. Elissa no me trae el café ni me hace reverencias al pasar, sino que su trabajo radica en trabajar conmigo como compañera, y lo hace muy bien, todo sea dicho." Se notó que el agravio de Amanda no pasó inadvertido ante el empresario, dado que además de este argumento, también agregó con sorna: “La verdad es que me decepciona una actitud tan inmadura por su parte, Dña. Amanda, sobre todo viniendo de la hija del ilustre alcalde."
Amanda se agarró con fuerza la tela de su falda, sonrojada de la vergüenza, para luego girar el cuello hacia Carson en señal de auxilio... y no encontró más que una muda pasividad. De hecho, ni siquiera se molestó en mirarla o defenderla, tal y como acababa de hacer el otro con Elissa. Amanda se mordió el labio con fuerza, odiando crecientemente a Elissa y a su sucio atractivo que manipulaba el honor de los hombres en su favor.
Durante unos minutos, se instauró de nuevo un incómodo silencio. Amanda se levantó de su asiento, fingiendo que estaba avergonzada de las palabras que había dicho antes, así que le sirvió el vino a la otra mujer a modo de disculpa. Mientras vertía el líquido rojo en el interior de su copa, pero como era de esperar, movió el codo hacia el lado adrede, con tal de empaparla todo lo posible. “¡Ay, no! Lo siento mucho..."
El vestido de Elissa quedó para el arrastre. Benjamin, furioso, entrecerró los ojos mientras encañonaba a Amanda aviesa y furibundamente. "¿Se puede saber cuál es su problema, señorita?", le espetó mientras le ofrecía unos pañuelos de papel a Elissa. “Mire el estropicio que le acaba de hacer así, de la nada…” Pero Elissa interpuso el brazo frente a él para detenerle, negando con la cabeza para darle a entender que no merecía la pena. Él se quedó mirándola en silencio un momento y, tras un hondo suspiro, se resignó. A Elissa le preocupaba que las cosas se torcieran más de lo necesario si Benjamin acababa por ofender a Amanda más de lo razonable. Al final y al cabo y como él acababa de mencionar hacía unos segundos, se trataba de la hija del alcalde, así que la reacción que pudiese tener al verse insultada sin duda era de temer.
"No pasa nada. Disculpadme un momento.” Elissa se levantó de la silla y fue al baño para tratar de limpiarse como pudiese.
Amanda fingió sentirse afligida por la supuesta ignominia por parte de Raymond contra ella, así que hizo una serie ridículos gemidos hacia Carson, implorando su ayuda o apoyo. Esta vez, aunque a Carson no quería tener nada que ver con Amanda, sí que tuvo que pronunciarse de alguna manera, dado que la mujer era su prometida de cara a la galería. A regañadientes, le secó a Havells sus lágrimas de cocodrilo para luego dirigirse al otro hombre allí presente: "Sabes que no ha sido su intención, ¿verdad, Benjamin?"
El susodicho exhaló otro suspiro más, mientras se atusó hacia atrás su rubio cabello. "Me disculpo por mi salida de tono, Srta. Havells."
Amanda inspiró por la nariz torpemente con una pequeña sonrisa. "Bueno, yo también he metido la pata con el vino." Como no quería dejar el tema así como así, acto seguido salió con la siguiente jugada: “Por cierto, D. Benjamin, me parece a mí que tiene usted un trato excelente con su secretaria. ¿Son ustedes dos simples colegas? ¿O va la relación más allá de lo meramente profesional?" Enfadada ante la actitud indiferente de Carson, Amanda acababa de gastar su as en la manga de la manera más burda. Carson la fulminó con la mirada por la pregunta que acababa de formular.
Pero para su sorpresa, Benjamin no hizo el menor ademán de ocultar sus sentimientos por Elissa. “Sí, Elissa es especial para mí, tal y como sospecha usted.”, esas palabras no solo fueron hirientes para el otro hombre, sino que la punzada que le atenazó el pecho le restó un par de años de vida. Se le llenó la garganta de fuego y sus puños palidecieron de tanto apretarlos.
Justo en ese momento, Elissa regresó del aseo, y Benjamín se levantó para ofrecerle su abrigo. Elissa aceptó su detalle con una sonrisa. “Bien pues, nosotros nos despedimos ya; que les aproveche su comida.", dijo Raymond, y ambos salieron del restaurante. Carson les contempló mientras se marchaban, y le sobrevino el tentador impulso de seguirla. Amanda, por otro lado, se sintió aliviada ahora que Elissa se había ido, anhelante ante la idea de pasar tiempo a solas con su prometido.
Las rodillas de Carson temblaron de la fuerza que les estaba imprimiendo para retenerlas en el sitio. Quería ir a ver a Elissa, pero tenía claro que no debía hacerlo por nada del mundo, sobre todo si consideraba el motivo de su ruptura con la mujer. Acudir a ella solo lo haría más complicado para ambos, aparte de mancillar su honor de hombre para siempre. Sin embargo, su corazón no hallaba la calma de conciencia, por el motivo que fuese...
Cenó junto a Amanda, para luego pedirle al chofer que la llevase a casa. "¿Adónde vas?", le preguntó ella, estupefacta.
Carson le respondió desde lejos, mientras se montaba en su otro coche: “Tengo ciertos asuntos que atender. No te preocupes, Walter te llevará hasta casa sana y salva." Luego arrancó y se perdió de su vista en cuestión de segundos. Amanda dejó escapar un grito de enojo, con la cabeza que parecía que le iba a explotar. Seguro que había ido a ver a Elissa. ¿Por qué seguiría aún prendado de ella? ¿No tenía suficiente con lo que le hizo? Su ira se intensificó ante estas preguntas cuya respuestas temía. Pese a haber hecho todo lo posible por intimar con él, Carson se cerraba en banda a abrirse a ella, y no hallaba la forma de penetrar sus defensas. Cuando la otra estaba cerca, el hombre se mostraba frío e indiferente con ella. Sí, tenía que ser culpa de Elissa. De no haber sido por su reciente e intempestivo retorno a la ciudad, Carson no la estaría tratando como a un trapo sucio. La odiaba, la despreciaba hasta el punto de desearle la peor de las muertes.