Capítulo 5
1853palabras
2023-01-09 14:23
(Tres años después)
“Aquí están los documentos que me ha pedido.” Elissa sostuvo los papeles sobre el escritorio, a la espera de la respuesta de su jefe. Y aunque la mujer tenía en mente retirarse hasta que el hombre zanjase la llamada telefónica en la que estaba inmerso, este le indicó por gestos que aguardase ahí.
"Entiendo, allí estaré entonces.", concretó Benjamin justo antes de colgar, y luego dirigió su atención a Elissa, sonriente. "Adivina."

"Ya sabe usted que las adivinanzas no son mi punto fuerte.", respondió Elissa con exacerbada diligencia, lo cual le arrancó un par de carcajadas al otro.
“Nos vamos a Ciudad A.”, reveló. Elissa casi se atragantó con su propia saliva al escuchar el nombre de donde había vivido antes de mudarse allí, a Ciudad B. Preocupado por su reacción, Benjamin le entregó un vaso de agua, y tras bebérselo rápidamente, recuperó la compostura. Lo último que quería era que descubriese la tragedia que le ocurrió en aquel lugar.
"¿Estás bien?", preguntó con consternación, y Elissa le mintió con un cabeceo afirmativo.
"Bueno, ¿y con qué fin quiere ir a Ciudad B?"
"Para expandir mi territorio.", dijo con denuedo, mientras se apoyaba en la silla de cuero y exhibía una leve sonrisa en su hermoso rostro cuadrado. dijo: Elissa negó con la cabeza con otra leve mueca de cariño sonrisa ante la excesiva confianza que rebosaban las palabras del hombre. Era uno de los rasgos por los que lo admiraba, y también era la razón por la que Benjamin era el director ejecutivo de la inmobiliaria más grande de Ciudad B.
"¿Cuándo se marcha?"

Él negó con la cabeza, lo cual la extrañó. "No voy yo solo, tú también vienes conmigo.” La cara de Elissa se tensó, así como el interior de su pecho.
Pues claro que no quería volver a aquel lugar, esa ciudad solo le recordaba a su doloroso pasado y a aquel hombre de cuya cara ni nombre deseaba acordarse.
Benjamin frunció el ceño y le preguntó por el motivo. “No me... gusta mucho viajar, y hay mucho trabajo pendiente aquí. Si no le importa, será mejor que vaya usted solo.", dijo.
“No puedo ir sin mi secretaría, Elissa."

“Pero, ¿de verdad es una necesidad ir allí? ¿Y si...?"
“Si no voy allí, me suplantará otro director ejecutivo, y si a este no le agradas por cualquier motivo..., es probable que tu puesto de trabajo peligre, ¿entiendes?" Elissa reflexionó por un minuto. No, desde luego que no podía permitirse el lujo de perder su trabajo.
Con gran pesar en el corazón, accedió a ir con él. "Iré con usted pues."
"Estupendo, salimos mañana entonces.", apostilló, a lo cual Elissa asintió, guardándose sus amargos recuerdos para ella misma.
...
Después del trabajo, Elissa se fue a su piso.
Usando la llave de repuesto, abrió la puerta y dejó todo lo que trajo en la mesa al lado del zapatero de la entrada. "¡Estoy en casa!"
"Lia, ¿dónde estás, cariño?", llamó Elissa cariñosamente y en menos de un minuto apareció su hija de dos años y medio, saltando de su habitación. La madre sonrió brillantemente y tomó a su hija en brazos. "¿Me has echado mucho de menos, hija mía?"
La niña se carcajeó suavemente y acarició los pómulos de su mamá con sus pequeñas manitas. “¡Sí, mami!” Elissa se rio y le dio un beso en la mejilla.
Justo en ese momento, su hermano apareció desde la cocina, cosa que la sobresaltó. "¡Hola, Jonathan! Creía que ya te habías ido."
El joven sonrió mientras se apoyaba contra el marco de la puerta, y Elissa se percató de que tenía una mancha de curry en la camisa "¿Qué estás cocinando?", inquirió.
Jonathan dejó escapar una risilla nerviosa. “Bueno, he estado intentando hacer una cosa, pero no me ha salido muy bien que digamos, así que he pedido a domicilio. De hecho, la comida estará al llegar, así que ponte cómoda que vamos a comer ya."
Elissa sonrió y posó a Lia en el suelo, tras lo cual Jontahan la llamó para acudiese a él, mientras su madre de iba al baño para lavarse las manos antes de sentarse a la mesa.
Los tres disfrutaron después de una cena caliente de no poca exquisitez, pese a que la pidieron a domicilio. "Por cierto, voy a necesitar que me eches un cable otra vez para cuidar de Lia mañana, porque ahora resulta que tengo que irme a Ciudad A en el trabajo.", informó Elissa, mientras se comía una tenedorada de patatas frita.
Jonathan estaba perfectamente al tanto de lo que le había o que le sucedió a su hermana en aquella ciudad, y no pudo evitar preocuparse. “¿Y no te importa volver allí? Con todo lo mal que lo pasaste..."
“Lo sé, pero si no voy es probable que pierda el puesto de secretaria. Además, soy más fuerte que antes, estoy preparada para afrontarlo." La sonrisa seguridad de Elissa no coincidía para nada con el miedo de sus ojos. Jonathan exhaló una sonrisa, confiando levemente en su hermana pero aun así, sin dejar de encontrarse consternado.
Después de cenar, Jonathan se fue rápidamente porque tenía una reunión a la que tenía que acudir sí o sí, así que Elissa se quedó jugando un rato a sola con Lia, hasta que se puso a hacer la maleta para el viaje del día siguiente. “¿Adónde vas, mami?”, preguntó con sus ojazos llenos de pureza. Daba igual lo mucho que intentase olvidarlo, que nunca obviaba la semejanza de esos ojazos cian con los de su padre.
Suspiró mentalmente, mientras doblaba su vestido y lo metía en la maleta. "Sí, mami se tiene que ir, cariño, pero pronto volverá, ¿vale? Hasta entonces, te quedarás con el tito Jonny.
Con cara triste, Lia frunció los labios y comenzó a sollozar. Elissa dejó de ocuparse del equipaje y se fue directamente hacia su hija para abrazarla con fuerza.
“No llores, amor mío. Mi Lia es muy valiente, ¿verdad? Volveré antes de que te des cuenta siquiera, ya verás." Por suerte, Lia se detuvo paulatinamente y se quedó en silencio, sin dejar de abrazar a su madre. Estuvieron así un rato, y cuando por fin se quedó dormida, Elissa llevó a la niña su habitación para acostarla en su camita.
“Te quiero.", le susurró la madre, al tiempo que le daba un beso en la frente. Ella misma era la que más iba a echar de menos a su hija, dado que nunca se había alejado tanto de ella y le preocupaba que Jonathan supiese qué hacer en caso de que ocurriese algo inesperado. Pero no le quedaba otra, tenía que ir a Ciudad A por más que todo en su vida actual le dictase evitar volver a aquel sitio.
...
Ciudad A
“Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí; me da un poco de nostalgia...”, articuló Benjamin, caminando hacia la puerta del aeropuerto con Elissa a su lado.
Sorprendida, la secretaría preguntó: "¿Había estado aquí antes?" No sabía mucho del pasado de su jefe, ni de su vida privada en general.
“Fui a la universidad aquí.”, respondió. Elissa no sabía que él también contaba con un pasado relevante en Ciudad A. Sin embargo, al poner el pie en el exterior del aeropuerto, su cerebro se olvidó de esta coincidencia y fue dominado por una oleada de pinchazos nostálgicos y lúgubres recuerdos incipientes de su propia cosecha.
Para Benjamin esa nostalgia le suponía estar emocionado y feliz, mientras que Elissa se encontraba cada vez más temerosa y nerviosa. Estaba preocupada por Lia. Todavía tenía en la mente el hecho de que cuando se iba a ir esa misma mañana, su hija no hizo siquiera el además de llorar o ponerse triste. Esto la alivió un poco en parte, pero le extrañaba que actuase así con tan solo tres años de edad. Aparte, había otra cosa más que le preocupaba: toparse con Carson.
Aunque se había dicho a sí misma muchas veces que se lo quitaría de la cabeza para los restos, lo cierto era que jamás consiguió cumplir con esa promesa. De hecho, esta segunda preocupación estaba relacionada con la primera, ya que si las Waverly descubrían la existencia de la niña que supuestamente abortó en su momento, podría ir a por ella de alguna macabra forma. En vista de tanto peligro, Elissa deseó fervientemente poder regresar a Ciudad B lo antes posible. 
Dos horas más tarde, Benjamin la acompañó hasta dejarla en su piso. Antes de eso le había pedido varias veces que se fuera con él a su casa, pero Elissa fue bastante testaruda con su decisión de quedarse en el piso. No quería ser una carga para él, y tampoco quería que se generasen malentendidos. Después de tomarse un té juntos, Benjamin se despidió de ella y Elissa se quedó sola. El sitio tenía muy buena pinta en general; estaba decentemente amueblado, con muebles modernos y bien puestos, y cada rincón y pared exudaba limpieza.
Después de sacar su ropa y doblarla, se dejó caer en el sofá del salón para descansar un poco. Unos segundos después, abrió los ojos al caer en la cuenta de que aún no había llamado a Lia. Sacó el teléfono y marcó el número de su hermano para una videollamada, el cual cogió en cuestión de segundos.
Elissa se puso radiante al ver que la pequeña le sonreía desde la pantalla. “Hola, cariño. ¿Cómo va todo por allí?”, preguntó dulcemente, al tiempo que terminaba de encuadrar la cámara para los otros dos le vieran bien la cara. Jonathan tomó a Lia en su regazo y se enfocó a sí mismo y a la niña.
"¡Mami!", chilló Lia. El corazón de Elissa se ablandó al instante, y se sintió aliviada de que Lia no estuviera molesta por su ausencia. Aun así, no pudo evitar preocuparse por ella.
Jonathan tosió entonces un par de veces, y la expresión de su hermana dio un cambio brusco. "¿Te has tomado la medicina?", le recordó con preocupación. Desde hacía unos meses, el joven no se encontraba demasiado bien, pero ahora asintió con la cabeza, de nuevo para fingir que gozaba de buena salud. “Te dije que contratases a una canguro, Jonathan..."
“Estoy bien, Eli, sobre todo ahora que estoy aquí con Lia.”, sonrió mientras le daba un beso a su sobrina. Elisa suspiró, totalmente incrédula, pero al final se resignó y se puso a hablar un rato con la pequeña, hasta que la llamaron de la empresa de manera inesperada y tuvo que colgar.
Terminó sus asuntos del trabajo, y pensó entonces en ponerse ver la tele para desconectar. En el momento en que encendió el aparato televisión, escuchó su nombre de repente y se puso totalmente tensa. Era un anuncio de un refresco, pero aun así cambio atropelladamente de canal, en pánico. Ya se le habían quitado las ganas de entretenerse. Se preguntó entonces cuánto tiempo tardaría su cuerpo en dejar de sentir por ese hombre, pero a los pocos segundos dejó escapar una risa amarga a modo de respuesta. Nunca pasaría página, nunca se olvidaría de Carson.