Capítulo 77
618palabras
2023-02-03 00:01
Su furibunda reacción me sorprendió un poco.
"En efecto", respondí mirándolo a los ojos. “Decidió cuál vestido debería lucir y fui a su casa a probármelo”.
"¿Y no pasó nada más?", me preguntó echándose hacia atrás. Sus manos estaban cruzadas sobre el regazo, en actitud interrogativa.
Me quedé estupefacta por un momento. Luego, respondí: "Su hermana fue a visitarlo mientras estaba allí. La saludé y cuando ella se marchó regresé a casa".
Me miró sin decir palabra durante un largo rato. Era evidente que se hallaba de mal humor. La ira ardía en sus ojos; parecía que algo desagradable estaba a punto de suceder.
A decir verdad, su expresión me infundía temor; me sentía confundida.
Cuando me disponía a hacer una declaración que lo tranquilizara, me preguntó de repente: "¿No te parece que lo mencionas con demasiada frecuencia delante de mí?"
Sus palabras me habían tomado por sorpresa, de manera que no sabía qué responder. Solo acerté a decir: "No... no es así".
"¿No crees que es injusto que siempre menciones a otro hombre cuando estamos juntos?", me reprochó bajando la voz. "Quiero que cortes todos tus vínculos con Astepon. Espero que te mantengas lejos de él. ¿Está claro?"
A decir verdad no comprendía su animadversión hacia Astepon, pues este no era más que mi mentor. Todos los cambios positivos que había tenido en mi vida eran el fruto de sus orientaciones.
"Ustedes dos se conocen hace más tiempo que tú y yo. Debes saber que solo soy su protegida, nada más", le expliqué en tono serio.
Tras haber escuchado mi declaración, se inclinó, me tomó por los hombros y, observándome atentamente, espetó: "¡Pero pasas demasiado tiempo con él! Ponte en mi lugar. Es un hombre encantador, mucho mejor y más apuesto que yo, así que me inquieta el hecho de que siempre estén juntos".
"Pues, yo...", comencé a decir.
"Te propongo que te vayas a vivir conmigo", me interrumpió con brusquedad. "Me intranquiliza el hecho de que sea tu vecino".
Su ruda actitud me hizo sentir incómoda; empezaba a sentirme molesta.
No lograba entender la razón de su conducta. Se caracterizaba por ser un hombre muy posesivo, lo cual me disgustaba mucho.
A mi modo de ver, para que una relación romántica prospere es esencial que ambas personas se sientan a gusto.
Pero en más de una ocasión se había mostrado posesivo hasta un grado verdaderamente intolerable.
"Tómate las cosas con calma", repuse, tratando de tranquilizarlo. "Te repito que él simplemente es mi mentor y yo solo soy su protegida. Debes saber que no hay la menor probabilidad de que albergue sentimientos románticos hacia mí...", declaré.
"¡No! Veo que no comprendes la mentalidad masculina. Sé lo que te digo. Si quieres que sigamos saliendo deberás prestar atención a mis palabras, ¿está claro?", comentó en tono de enfado.
Comenzaba a alterarse, comportándose como un niño inseguro que trata de conseguir que los demás satisfagan sus caprichos armando un alboroto.
Me sentí ofendida, pues me pedía que comprendiera su punto de vista, pero no le preocupaban mis sentimientos.
"No, no quiero mudarme contigo", repuse de forma tajante.
Había llegado el momento de marcharme; si permanecía allí un segundo más sin duda comenzaríamos a discutir acaloradamente.
Pensé que lo mejor sería que nos separáramos durante un rato, pues así ambos recobraríamos la serenidad. Entonces me dispuse a partir, pero de repente me agarró por la muñeca. Acto seguido, me empujó contra la pared y, bajando la cabeza, me besó, mordiendo con fuerza mi labio inferior.
En ese momento sentí un dolor intenso y el sabor de la sangre en mi lengua. Me quedé estupefacta por unos instantes y luego lo aparté con brusquedad.
"¡Me mordiste; no seas tan rudo!", protesté.