Capítulo 71
1056palabras
2023-01-28 00:01
En medio de mi sorpresa, Amelie me haló de nuevo por el cuello y se acercó para agarrar el collar, y luego me preguntó: "¿Dime de dónde lo sacaste?"
Su actitud era realmente ordinaria y grosera, y a mí no me agradaba en lo absoluto sentir que estaba a punto de estrangularme con el collar. Por ello, la empujé al instante.
"Eso no es asunto tuyo. ¡No tengo por qué responderte!", le dije en voz baja y con mirada iracunda.
"Amelie ¿qué pasó?, preguntó Galilea caminando rápidamente hacia su amiga, viéndome con rabia y añadió:"¿Sucede algo con el collar de Meita?"
"Ése es el corazón de diamantes. ¡Lleva puesta una joya carísima!", susurró Amelie.
"¿El corazón de diamantes? ¡Dios mío! ¡Ella no puede pagarse ese lujo!", exclamó Galilea alzando la voz y añadió: "¿Es falso?"
Amelie me vio con un brillo indescifrable en la mirada, mientras movía la cabeza lentamente.
Al parecer ella no se atrevía a calumniarme, después de lo que había sucedido la última vez.
"¿De verdad es el corazón de diamantes? Yo lo vi en una joyería", dijo en voz alta Evie, quien había presenciado nuestra dramática escena, y añadió: "Amelie ese collar vale muchísimo más de lo que costó el vestido que te obsequió tu pretendiente. Por ello, es más que evidente la razón por la que Meita no está interesada en esa prenda vieja y rota que le regalaste".
"¡Cállate la boca!", gritó Amelie con el corazón acelerado tratando de ocultar la rabia. De pronto, la expresión de su rostro se tornó sombría y yo sentí como si una nube negra se hubiese posado sobre ella.
El ambiente de la oficina se había enrarecido, porque Amelie y yo nos estábamos viendo con ira, mientras que los demás permanecían en silencio.
Miré a Amelie sin la menor intención de retroceder, porque mi paciencia se había agotado y ya había terminado el horario de trabajo. Si ella seguía molestándome, ¡sin duda alguna, la iba a agarrar por los cabellos y la tiraría al piso!
Quizá Amelie estaba sorprendida ante la rabia que observaba en mis ojos y por ello, su actitud estoica fue desapareciendo gradualmente. Al final ella simplemente se burló de mí y salió de la oficina enfadada.
Galilea salió tras ella, y el resto hizo lo mismo, al ver que Amelie se había retirado.
Me quedé sola un buen rato en la oficina, hasta que recibí una llamada de Tony.
Tony me dijo que iba a trabajar horas extras y que no podía llevarme a casa. Aunque él estaba contrariado, yo me sentí aliviada por el cambio de planes.
Mi estado de ánimo había cambiado mucho durante el día y si me veía en esas condiciones, sin duda me iba a preguntar qué había pasado.
"Está bien, porque estaba pensando en ir a hacer ejercicios más tarde", le dije y añadí: "También quería darte las gracias por el collar".
"Ya me agradeciste anoche. ¿Por qué me estás dando las gracias de nuevo?", dijo Tony bromeando y agregó: ¿No crees que decir gracias suena muy banal? ¿No te parece mejor darme una recompensa más... significativa?"
Acaricié el dije en forma de corazón, mientras analizaba mis complicados sentimientos y le dije: "Apenas hoy me enteré de que era una joya muy valiosa".
Tony guardó silencio unos segundos y luego respondió con seriedad: "Te mereces sólo lo mejor".
Una sensación cálida como un manantial subterráneo invadió de pronto mi pecho.
"Gracias", dije en voz baja.
"Meita no tienes nada que agradecer", respondió Tony.
"De acuerdo", contesté bajando la cabeza y sonriendo dulcemente, mientras me subía al ascensor.
"Bueno Meita, tengo que seguir trabajando, así que voy a colgar, pero recuerda que mañana es el banquete. Descansa mucho esta noche que yo paso mañana a recogerte a tu casa".
"Dulces sueños", dijo antes de colgar. Al instante me sentí mejor y empecé a esperar con ansias la noche siguiente.
Cuando estaba en casa justo después de cenar, recibí una llamada de Astepon diciendo sólo 4 palabras: "Ven a mi casa".
Llamé a la puerta de su casa perpleja porque él me invitó a entrar sin decir una palabra, y luego puso delicadamente una caja de regalo frente a mí.
"¿Qué?... ¿Qué es esto?", pregunté confundida.
"Ábrelo y echa un vistazo", me dijo mientras sostenía la casa con ambas manos mirándome con ternura, y luego añadió: "¡Quizá sea una sorpresa!"
"No tengo ningún problema con las sorpresas, pero sí me incomoda sentir miedo o temor", le advertí con el ceño fruncido mirándolo a la cara, y luego agarré la caja.
No me creé muchas expectativas con el obsequio porque pensaba que él me estaba regalando algún material de estudio o un plan mejorado para perder peso. Sin embargo, ¡me sorprendí al abrir la caja!
¡Era un vestido de noche negro!
Estaba confeccionado en un terciopelo tan suave como la seda o el satén y la textura era sencillamente divina. El diseño dejaba los hombros al desnudo, pero cubría los brazos gruesos, y el atrevido corte bajo resaltaba a la perfección mis curvas, mientras que el dobladillo vaporoso ocultaba la voluminosa parte inferior de mi cuerpo.
El escote era lo más peculiar del diseño, porque tenía una hilera de perlas que dirigían las miradas hacia el busto.
Definitivamente, Astepon tenía muy buen gusto, pues conocía bien mi figura y sabía qué tipo de vestido de noche me asentaba mejor, a la vez que resaltaba mis atributos.
Para ser sincera, el vestido era lindo y me gustaba mucho, y por eso cuando me pidió que me lo midiera, acepté al instante.
Sin embargo, aún sobrestimaba mi figura porque aunque hice mi mayor esfuerzo para ponerme el traje, éste me quedaba muy ajustado. De hecho, tuve que ceñir la barriga para que me subiera, y aun así no podía subirme la cremallera. Por ello le pedí ayuda a Astepon.
Sin salir de la habitación, abrí un poco la puerta y lo llamé para que entrara.
Cuando Astepon se paró en la puerta, le di la espalda y le pregunté: "Por favor me ayudas a subirla? No me llega la mano".
Él respondió yendo directamente hacia mí, y mientras subía la cremallera, sus fríos dedos rozaron sin que se diera cuenta mi espalda, provocando un leve placer a su paso.
¡No pude evitar sentir un escalofrío en todo el cuerpo!