Capítulo 69
1417palabras
2023-01-26 00:01
A la mañana siguiente, observé que ya no tenía la erupción en la cara. Sin embargo, un círculo oscuro enmarcaba mis ojos.
¡Sí, adivinaste! ¡No había podido dormir en toda la noche!
En ese momento, empecé a reflexionar con detenimiento si Tony era el tipo adecuado para mí. Aunque anhelaba tener una relación sentimental con alguien, también quería sentirme respetada y llevarme bien con esa persona s*xual o emocionalmente.

Durante la mañana, todo transcurrió con normalidad en la oficina. El editor en jefe de Black White Media había revisado sin objeciones el borrador de "Love in New York", y el mismo ya había sido enviado a los patrocinantes, quienes sugirieron que realizara unos cambios en ciertos diálogos.
Durante el descanso del almuerzo, Tony me envió un mensaje de texto para invitarme a cenar esa noche, pero honestamente debo admitir que mi primer impulso fue decirle que no.
Debido a la desagradable experiencia de la noche anterior, empecé a reflexionar sobre mí misma y me percaté de que tenía a Tony en muy alta estima. Por ende, si no podía tolerar sus defectos, no podríamos seguir juntos para consolidar nuestra relación.
Sin embargo,... A excepción de su carácter posesivo, él era un hombre casi perfecto.
Estuve luchando conmigo misma un rato y finalmente llamé a Astepon para pedirle su opinión.
Su voz al teléfono seguía siendo encantadora. Tras escucharme, él permaneció un rato en silencio para luego decir suavemente: "¿Te sentiste incómoda con él en la intimidad?"

"No, en realidad él es bastante complaciente", respondí, sonrojándome toda aunque estaba sola en una de las rutas de escape en caso de incendios. Luego añadí: "Sencillamente creo que él siempre arruina nuestros momentos juntos. En realidad lo destruyó cuando me dijo todas esas cosas".
"Pero también te ha proporcionado momentos gratos, ¿no?", preguntó Astepon.
Me quedé atónita porque de hecho, Tony me había proporcionado el placer de haber sido tocada por un hombre, y la noche anterior habría sido inolvidable, si no él no le hubiese dado tanta importancia al m*ld*to v*br*dor.
"Pero le puedes decir abiertamente que no te agradó lo que hizo", sugirió su confidente y añadió: "Tú también te equivocaste anoche porque guardaste silencio cuando en realidad estabas molesta. Creo que muy por el contrario, debiste expresarle tu malestar y estoy seguro de que Tony se habría dado cuenta de su error".

Me tranquilicé al escuchar las palabras de Astepon y al final caí en cuenta de que la comunicación en una pareja es fundamental. Aunque Tony y yo aún no habíamos llegado a esa instancia, yo debía entender que era así.
Después de hablar por teléfono con mi confidente, al instante me sentí más tranquila y le respondí de inmediato a Tony para decirle que sí cenaría con él.
Al salir de la oficina, seguí los consejos para una cita exitosa del folleto que me había dado Astepon. Me fui a la tienda de atención las 24 horas y me compré un perfume y un enjuague bucal. Después me subí al auto a arreglarme y a maquillarme, y al terminar me dirigí al restaurante hawaiano donde Tony había reservado.
Cuando llegué, él ya me estaba esperando. Llevaba puesto un traje formal a la medida que resaltaba su figura firme y atractiva, y aunque estaba sentado era muy difícil que pasara desapercibido.
Mientras el mesero me conducía hacia la mesa, sentí que mucha gente me veía e incluso me percaté de dos mujeres que observaban a Tony tratando de seducirlo con una ardiente mirada. Sin embargo, él las estaba ignorando, pues estaba concentrado en mí, observándome con expresión de ternura y sinceridad.
Su actitud me hacía sentir un poco en las nubes, porque aunque era una sensación que ni en sueños había podido imaginarme, la estaba experimentando en ese momento.
El ambiente del restaurante era maravilloso, y la música elegante y la iluminación tenue creaban una atmósfera increíble.
Tony haló la silla para que me sentara con expresión pensativa en el rostro, y de inmediato le hizo una seña al mesero para que tomara nota de nuestro pedido.
Yo ordené solamente una ensalada con carne de res porque estaba a dieta. Sin embargo, Tony me dijo que me veía linda rellenita y pidió un churrasco, camarones fritos y una sopa de "gumbo" para mí.
"De vez en cuando es bueno comer hasta saciar el apetito", me dijo sonriente.
Bueno para ser honesta, había sido muy difícil para mí controlar el apetito en todo momento, y por ello sus palabras fueron la excusa perfecta para salirme de la dieta y darme un gusto.
Bebimos vino y charlamos animadamente, pero tácitamente evitamos conversar de lo que había sucedido la noche anterior.
De hecho, Tony tiene mucha conversación. Siempre hablamos mucho de trabajo, pero cuando él sale de la oficina, se transforma en una persona completamente distinta porque es serio pero tiene una mirada alegre.
Poco a poco me fui sintiendo atraída por el encanto de su madurez. En ese momento, mientras él bajaba la cabeza para sacar algo del bolsillo, no pude evitar pensar que en realidad se necesita cierto tiempo para llevarse bien con una persona. Nosotros apenas estamos comenzando a salir, y sin duda iremos conociéndonos poco a poco y descubriendo nuestros defectos. Una vez que logremos tolerar esos aspectos negativos de ambos, nos convertiremos formalmente en una pareja.
"Meita", dijo él sacándome de mis pensamientos.
Levanté la cabeza y vi que Tony tenía en la mano una cajita de terciopelo negro justo frente a mí.
Me quedé paralizada durante un momento y luego lo miré. Estaba serio, sus ojos reflejaban la luz de la mesa, y la expresión de su rostro era amable.
"Te traje un regalo para disculparme por la imprudencia de anoche", dijo en voz baja".
Me quedé un poco sorprendida porque me estaba pidiendo disculpas, y eso quería decir que se había dado cuenta de que yo me había molestado, y que por ende estaba reconociendo su error.
Contuve la respiración intrigada mientras lo veía abrir la cajita lentamente frente a mí.
De pronto apareció ante mí un elegante collar de oro blanco con un dije en forma de corazón, con muchos diamantes pequeños y uno de mayor tamaño incrustado en el centro.
No sé mucho de joyas pero creo que es una pieza sencillamente hermosa, y por eso quedé prendada de ella al instante.
Tony se levantó de la silla y se paró detrás de mí para ponerme él mismo el collar. Yo no rechacé su obsequio, porque de hecho lo había aceptado como prueba de que lo había perdonado.
"Gracias", le dije mientras tocaba la joya colgada en mi cuello y luego le dije con expresión seria en el rostro: "Me encanta".
Tony se inclinó y me abrazó por la espalda por un instante, y luego apoyó cariñosamente su barbilla sobre mi cabeza.
"Meita, ¿podemos seguir saliendo en muchas otras oportunidades?", preguntó suavemente y añadió: "En realidad, eres muy especial para mí".
Sus palabras me conmovieron porque me sentí valorada.
Él se preocupaba por mí y me respetaba, y eso era algo que no había experimentado en muchos años.
Después me abrazó con fuerza y sentí su aliento cerca de mí. Debo admitir que a diferencia de Astepon, Tony huele a colonia, es decir, también tiene un olor agradable.
Cerré los ojos y coloqué mi mano sobre la suya, y le contesté en voz baja: "Claro que sí".
"¿Estás hablando en serio?, preguntó él emocionándose al instante.
Me levanté del asiento y lo miré a la cara. Su expresión de felicidad se hizo más evidente bajo la luz tenue del restaurante, y yo sentí que me estaba contagiando de esa misma alegría.
No pude evitar reírme mientras le decía: "Sí estoy hablando en serio, es más, voy a usar este collar en el banquete de este fin de semana al que iré contigo".
Tony respondió con un ardiente beso en la boca.
Acto seguido, levanté la cabeza y coloqué mis brazos alrededor de su cuello. En ese momento, sentí que se abría una pequeña grieta en mi corazón, y que Tony había aprovechado esa fisura para colarse un poco dentro de mí.
La noche era perfecta y él había planeado llevarme a su casa. Sin embargo, en el camino de pronto recibió una llamada. Al parecer había un problema con la grabación y debía solucionarlo de inmediato.
Por consiguiente, esa noche no sucedería nada entre los dos, y yo debía despedirme de la idea de perder mi virginidad en sus brazos.