Capítulo 67
755palabras
2023-01-24 00:01
"¡Tony!", exclamé. "¿Qué haces aquí? Se suponía que estabas en un viaje de negocios", me sorprendí.
Llevaba mucha cosas en las manos y parecía nervioso.
Súbitamente pensé en la erupción de mi rostro y sentí el impulso de cubrirlo con las manos. Sin embargo, él no estaba prestando atención a las marcas de mi rostro. Me miraba, pero todo lo que percibí en su mirada fue prevención y culpa.
Entonces recobré la serenidad gradualmente.
"Quiero disculparme por mi actitud de ayer", se excusó en tono serio.
Me quedé atónita por un momento, "¿Acaso anticipaste tu regreso del viaje de negocios solo para disculparte conmigo?", le pregunté.
"Sí, así es", admitió. Luego, bajó la cabeza y esbozó una sonrisa tímida. "Compré una gran cantidad de tu comida favorita", comentó al tiempo que me pedía permiso para entrar.
"¡Por supuesto!", acepté sin vacilación.
Aquella era la primera vez que iba a mi casa. A decir verdad me sentía un poco nerviosa, pero al parecer no tanto como él.
Advertí que su postura no era natural; su cuerpo se veía tenso.
Contemplé su figura alta y de repente pensé que aquello era extraño. Había ido a mi casa con la intención de ofrecerme una disculpa sincera, pero a decir verdad lo perdoné en cuanto lo vi de pie en el umbral.
Me había traído mi bistec favorito, sopa de calabaza y ensalada de vegetales. Nos sentamos a la mesa y comenzamos a degustar aquellos alimentos.
Reinaba una atmósfera un tanto extraña; quizás fuese debido a nuestra riña de la noche anterior. Guardaba silencio mientras yo trataba de pensar en un tema de conversación.
Tras un largo silencio, cuando yo estaba a punto de terminar el bistec, me preguntó de golpe: "Estás sonrojada. ¿Estabas haciendo ejercicio?"
Me ruboricé al recordar cómo acababa de satisfacer mis instintos sexuales en mi habitación.
"En efecto", mentí. Giré la cabeza para mirarlo rápidamente, sentado a mi lado. "Estaba haciendo algunos ejercicios para adelgazar", proseguí.
"Espero no haberte importunado", me dijo con seriedad.
"¡Oh...!", respondí sonrojándome intensamente. "Claro que no; no te preocupes".
Me hallaba en una situación embarazosa, pues él hablaba con circunspección mientras yo evocaba escenas subidas de tono.
Degusté desmañadamente la sopa de calabaza, pero volvió a dirigirse a mí.
"Meita", dijo en un tono que anticipaba una declaración sincera. Aparté de mi mente aquella vorágine de pensamientos y emociones, y lo miré.
Tony me lanzó una mirada sincera. Estábamos muy cerca el uno del otro. Yo observaba el destello brillante que se advertía en sus ojos, incapaz de apartar la mirada.
Comenzó a hablar. "Escúchame, Meita", dijo al tiempo que me agarraba con fuerza por el hombro. "Anoche medité mucho acerca de ti y llegué a la conclusión de que verdaderamente me importas. Cuando escuché que había un hombre en tu habitación, perdí los estribos; no tomé tus sentimientos en consideración. Lamento mucho haberme comportado así", declaró.
Lo miré a los ojos. Una corriente cálida pareció fluir por todo mi cuerpo. Entonces me planteé algunas reflexiones sobre mí misma. ¿Había yo hecho un aspaviento la noche anterior?
"Está bien, Tony", dije bajando la voz . "Pero... no soy tan atractiva", agregué.
"¡Pues para mí eres la mujer más atractiva que existe y la más cara a mi corazón!", exclamó desbordante de entusiasmo.
¡Vaya! Aquellas palabras eran realmente conmovedoras. Todos deseamos ser especiales para los demás, y yo no soy la excepción, así que mi corazón saltaba de alegría.
Lo observé en silencio, transmitiéndole sin palabras la idea de que comprendía sus sentimientos.
Todo estaba saliendo a la perfección. Me miraba fijamente mientras acercaba lentamente su rostro al mío. Sabía qué pretendía hacer pero no iba a rechazarlo de ninguna manera.
Pero cuando estaba a punto de besarme, de repente se produjo un apagón. ¡Vaya mala suerte! Ahora mi casa estaba oscura como boca de lobo y la magia se había extinguido.
Por unos instantes me sentí confundida, pero de repente comprendí cuál era la causa de aquel apagón: ¡Había olvidado pagar la factura de la luz!
Aquello definitivamente era una broma cruel del destino.
Solté un ligero suspiro en medio de la oscuridad y cuando estaba a punto de tomar una linterna, una mano ancha me agarró por la muñeca; de inmediato sentí que una fuerza incontenible me atraía.
Todo estaba sucediendo vertiginosamente. De repente advertí que mis labios ya estaban sellados.
Con su mano en mi nuca, me besó apasionadamente en medio de la oscuridad. Cerré los ojos y me dejé llevar, reaccionando con ardor a aquel contacto íntimo.