Capítulo 55
1159palabras
2023-01-12 00:01
"¡Ay lo siento!", exclamé presa de pánico, apartando la mano y levantándome de inmediato. Sin embargo, estábamos demasiado cerca el uno del otro, y al incorporarme le pegué en la barbilla con mi cabeza.
"Ay..."
Escuché un quejido de dolor, y de inmediato se disipó la atmósfera romántica.

Sintiéndome un poco culpable, volteé a mirar a Tony, quien se estaba sobando la barbilla con el ceño fruncido, dejando escapar un hondo suspiro.
"Ay... lo siento. ¿Te sientes bien?", dije levantando la mano con impotencia pero con la intención de sobarle la barbilla. Sin embargo, me detuve al instante porque sentí que era un inadecuado.
"Tranquila, estoy bien", contestó él bajando la mano, mientras me miraba con el ceño fruncido: "Por suerte, no sangré porque mi piel es dura como una roca".
Parecía que estaba bromeando, pero creo que en realidad estaba tratando de aligerar la atmósfera tensa entre nosotros.
Pienso que Dios no creía que mi situación ya era lo suficientemente incómoda, y justo cuando ya nos íbamos, ambos escuchamos mi estómago rugir del hambre.
Parecía que tenía una bestia feroz en el estómago.

Cuando ya estaba cerca de la puerta sosteniendo con torpeza la lonchera, le dije tartamudeando: "Creo que tengo un par de fieras voraces en el estómago".
"Me da la impresión de que me estás invitando a cenar", respondió Tony serio.
Me quedé estupefacta con esa respuesta sin saber qué decir. Acto seguido, él inclinó la cabeza, me miró un momento y luego dijo riéndose: "Tranquila, sólo estoy bromeando. Si no quieres cenar conmigo, no hay problema".
"Er... yo.yo..", balbuceé acariciando mi lonchera con el pulgar sin poder hacer nada.

"¿Hmm? ¿Qué es eso que tienes en la mano?", me interrumpió él de repente y preguntó: "¿Llevas un emparedado ahí por casualidad?"
Antes de que pudiera decir algo, él me arrebató la lonchera y la abrió.
"Carne de res, queso, tocineta y huevos. ¡Éstos son mis ingredientes preferidos", exclamó como un niño emocionado al descubrir un gran tesoro.
Honestamente, me sentí un poco avergonzada porque había preparado ese emparedado especialmente para él, pero al parecer lo había olvidado.
"¿Puedo comérmelo? Lo que pasa es que yo también tengo hambre?", volvió a preguntar Tony.
"¿Eh?", respondí aturdida y añadí: "Pero es que tiene casi 48 horas en el refrigerador".
"No me importa", contestó llevándose la lonchera hacia el microondas y agregó: "Ésa es precisamente la función de la heladera ¿verdad?, porque se ve fresco y delicioso".
Vi cuando él metió la lonchera en el microondas y levanté las cejas con impotencia.
Bueno, ese emparedado estaba cumpliendo su misión porque había terminado en manos de su dueño original. En fin, estaba destinado a Tony desde un principio, y el resultado sería el mismo, es decir que él se lo comiera, aunque fuese dos días después.
Me puse las manos sobre mi estómago hambriento y me senté en una silla a esperar que el emparedado se calentara. Después saqué mi celular para revisarlo porque Astepon aún debía mandarme un mensaje de texto con los lineamientos de lo que debía hacer ese día. En cierta forma, me sentía un poco perdida.
"Meita, tienes algo en la boca".
"¿Vaya?", me pregunté recuperándome de la decepción y volteé en su dirección. Luego sentí el sabor de un emparedado en la boca. 
Como un cachorrito que estaba siendo alimentado por su dueño, mordí el emparedado mientras lo veía como una tonta.
¿Me está dando de comer mientras estoy distraída? ¡Ay Dios mío! ¿Acaso eso no lo hacen sólo las parejas de enamorados?
"¿Te asuste?", me preguntó él sentándose a un lado y colocando la lonchera en frente. "Te vi sentada aquí agarrándote el estómago como un mapache hambriento, y no pude evitar venir a darte un poco de comida".
Lo miré con los ojos desorbitados y demoré un rato masticando el trozo de emparedado.
A decir verdad, incluso después del impacto inicial, aún me sentía un poco intimidada porque después de todo era la primera vez que un hombre me daba de comer.
"Vamos a compartirlo", dijo Tony agarrando una mitad y dejando la otra en la lonchera para que yo me la comiera, y luego añadió: "¡Bueno! ¡Está tan delicioso como lo había imaginado!"
Suspiró de admiración y mientras hablaba, cerró los ojos lleno de satisfacción. Al ver su reacción un poco exagerada, en realidad me pareció muy tierna.
Miré al piso y me sonreí, y después agarré la otra mitad del pan y empecé a comer en silencio.
Para ser sincera, su expresión de satisfacción mientras degustaba el emparedado, me hacía sentir muy dichosa. De hecho, al terminar de comer no cabía dentro de mí de lo contenta que estaba.
"Tony...", susurré y añadí: "¿Te gustó el emparedado?"
De hecho, lo que quería decir era que si gustaba, yo podría cocinarle todos los días. Sin embargo, en cierta forma decidí tragarme esas palabras sin siquiera intentar decirlas.
Me volteé hacia él y vi que estaba recostado en la silla con mirada de satisfacción. Luego me vio y me dijo con seriedad: "Gracias por el emparedado que me hiciste. Realmente me gustó mucho".
"¡Vaya!", respondí sorprendida y añadí: ¿Cómo sabías que era para ti?"
"Lo siento, pero he estado demasiado ocupado estos dos días", dijo disculpándose y agregó: "Si no hubiese sido por este inconveniente, quizá no habría tenido la oportunidad de comerme este emparedado que tú habías preparado especialmente para mí".
"¡Está bien! No tienes que disculparte por nada", le contesté agitando mi mano presa de pánico, y luego le dije: "¡Si quieres, puedo prepararte uno todos los días!"
Tras decir eso, me quedé totalmente impávida porque me había dejado llevar por la emoción.
Todo estaba en silencio y Tony no respondió nada. Lo miré preocupada y él me vio fijamente a la cara, como si estuviese inmerso en sus pensamientos.
"¿Qué, qué pasó?", dije levantando la mano para tocarme la cara, y le pregunté: ¿Por qué me estás viendo de esa manera?"
Tony tenía una mirada extraña, y me sentí un poco incómoda porque ningún hombre me había visto antes así.
Después de unos segundos, él negó con la cabeza y me respondió: "Meita, ¿alguien te ha dicho alguna vez que te ves muy bonita?".
Me quedé sin palabras, ya que hacía muchos años que no había escuchado una frase parecida. Antes de llegar a la pubertad, la gente solía decir que yo era una niña hermosa, e incluso pensaban que me convertiría en una celebridad cuando fuese grande. No obstante, creo que en este momento no estoy a la altura de sus expectativas. 
"Tus facciones son muy delicadas, y además tienes una nariz linda y unos ojos hermosos, donde puedo apreciar el universo entero".
Su voz se tornaba cada vez más suave, mientras él iba acercándose poco a poco a mi rostro y los labios".
Me puse tensa tratando de esquivar la mirada de Tony, pero pude sentir que estaba mirando mis labios con los ojos encendidos de pasión.