Capítulo 35
1808palabras
2022-12-14 10:23
Realmente me sentía confundida, jamás imaginé que Richard seguiría el consejo de Amelie y me sacaría del proyecto.
¿Por qué no habría querido escucharme? Me hubiera llevado tan solo unos minutos decirle la verdad, pero él no dejaba de interrumpirme y nunca me dio la oportunidad de explicarme.
¿Por qué? Solo porque Amelie era hermosa. No importaba lo que ella le dijera, Richard siempre le creía.
—No... No... —Negué con la cabeza, mientras lágrimas de frustración comenzaban a deslizarse de mis ojos—. Richard, por favor escúchame, este guión es mi corazón y mi alma, no puedo...
—¡Meita! —me volvió a interrumpir severamente—. Si no quieres que te despida, sal de aquí ahora mismo y ve a hacer tu trabajo.
De hecho, estaba tan sorprendida por su tono áspero que me detuve por un segundo para respirar.
—Vamos, Meita. —Amelie se acercó, fingiendo ser amable, y luego me recordó—. No molestes al editor en jefe, ya está bastante ocupado.
Por lo cierto, ella estaba de espaldas a Richard, por lo que él no podía observar la expresión de su rostro.
Si no hubiera sido por la sonrisa burlona en sus labios, habría pensado que realmente deseaba recordármelo, pero la conocía demasiado bien, solo estaba fingiendo ser amable y considerada frente a Richard.
Inevitablemente, me reí de mí misma, al darme cuenta de que era tan patética y ridícula, que incluso aunque hubiera tratado de ser una persona diferente, nunca habría podido cambiar absolutamente nada.
En efecto, la cobardía que estaba arraigada en mis huesos nunca desaparecería. Amelie me había calumniado y Richard me había sacado de mi puesto sin escuchar mis explicaciones, aun así tuve miedo de luchar por mí misma, y lo único que hice fue esconderme y llorar.
Ojalá podría haberme emborrachado en ese momento, porque quizás de esa manera habría tenido el coraje para defenderme. Pero la verdad es que no podía hacer nada, tan solo ocultarme dentro de mi caparazón, e irme en silencio.
Luego de retirarme de la oficina de Richard, escuché el sonido de un par de tacones altos detrás de mío, por lo que estaba segura de que era Amelie quien venía a refregarme su victoria en la cara.
Efectivamente, era ella, quien luego se me acercó y me dijo al oído con un aire de soberbia —Te advertí que te iba a pagar por todo lo que me has hecho, Meita. ¡Siempre estarás bajo mis pies! ¡Tarde o temprano, te haré desaparecer de la compañía!
Y aunque su voz sonaba suave como un susurro, las palabras que salían de su boca parecían como un látigo de hierro azotando mi cuerpo.
Inmediatamente, me tragué mi orgullo, contuve las lágrimas que estaban a punto de caer, y en silencio regresé a mi asiento.
Pero Amelie no me iba a dejar en paz tan fácilmente. Enseguida, comenzó a presumir ante el resto de mis compañeros que se había convertido en coguionista del proyecto Love in New York, a medida que les describía en un tono exagerado cómo me habían destituido de mi cargo.
Mientras tanto, podía escuchar algunas risas alegres en la oficina, probablemente debían encontrar divertido la manera en que Amelie acababa de humillar a un pequeño retoño que acababa de brotar para defenderse.
Por lo tanto, no tuve más remedio que admitir mi derrota, por lo que me sentía como agua estancada, ya nada podía agitar mi corazón.
Eso era todo, pensé desesperada, todos mis esfuerzos habían sido inútiles. Estaba condenada a ser una perdedora, mi propia existencia estaba destinada a que fuera humillada y torturada.
Durante el resto del día, me senté en mi puesto de trabajo como una marioneta sin alma. Finalmente, entregué mi trabajo a Amelie, que estaba totalmente emocionada por escribir el guión, y a continuación permanecí en mi asiento mirando al vacío.
Ni siquiera yo valoraba mi propia existencia. Peor aún me había convertido en una persona insignificante en la oficina. Solo me buscaban cuando querían desahogar sus emociones, y luego me humillaban colectivamente.
Pronto Amelie lograría su objetivo, ¿no? Sabía que en cualquier momento tendría que dejar la empresa en un estado realmente indignante, y debería abandonar el puesto que tanto amaba.
Me las arreglé para pasar el día, luego llegué a casa y recibí un mensaje de mi casera, la Señora Lellar, quien me recordaba que la renta vencía pronto.
De inmediato, arrojé mi teléfono en el sofá completamente furiosa. Poco después, llegó otro mensaje de texto a mi teléfono, y de prisa advertí que era un mensaje de la empresa de Astepon que me recordaba que solo quedaban 20 días para el proyecto de cambio de imagen, y que podía iniciar el proceso de renovación antes si así lo deseaba.
En ese momento, me sentí confundida, eso significa que a Astepon y a mí tan solo nos quedaban 20 días juntos.
En verdad, la aparición de Astepon fue como un rayo de luz en mi vida, que me apartó de tanta oscuridad. Pero si quería continuar interactuando con él, tenía que pagar tarifas altas. Desafortunadamente, había arruinado mi trabajo, y con mi salario actual no podía pagarlas. Además, probablemente en cualquier momento me despedirían de la empresa si Amelie decía algo al respecto...
Peor aún, lo que provocó que Amelie intentara sacarme de la empresa había sido el hecho de que me había resistido frente a ella en el bar el sábado anterior, por lo que estaba haciendo todo eso para vengarse de mí, lo que demostraba que mi resistencia no solo era ineficaz, ¡sino que estaba empeorando mi vida!
¿Qué podría significar eso? ¡Significaba que mis esfuerzos había sido en vanos! ¡Había nacido para ser hostigada! ¡Realmente era débil!
Verdaderamente, estaba tan deprimida que caminé como un zombi a una tienda afuera de mi vecindario, y compré una docena de cervezas, y dos libras de mi comida favorita, patitas de pollo y papas fritas.
Durante el camino de regreso, recibí un mensaje de texto de mi hermano, quejándose de que no tenía dinero y en un tono autoritario me pedía que transfiera 1000 a la tarjeta bancaria de mi padre para su mesada del próximo mes.
Parecía como si el destino se estuviera divirtiendo conmigo, permitiendo que sucedieran tantas cosas malas en un instante.
Y a pesar de que estaba absolutamente molesta y quería ignorar los mensajes, cada uno tenía algo que ver con mi vida actual.
Por consiguiente, no respondí a ninguno de los mensajes, y volví a mi pequeño apartamento de alquiler con una sensación de frustración y pérdida. Definitivamente, ese era el único lugar donde podía sentirme segura y protegida, y donde podía apreciar que, después de todo, la vida no era tan mala.
En realidad, mi salario mensual no era bajo, casi 5000, pero apenas tenía ahorros porque mis padres me privaban de mi dinero. Lo que quedaba después de mis gastos diarios generalmente era para sus gastos personales, y el resto lo derrochaban en juegos de azar o en viajes.
Mi hermano, siempre me sacaba lo que quería, pero nunca me devolvía nada, ni siquiera una simple palabra de preocupación, por el contrario, me trataba con un tono autoritario y una actitud superficial e impaciente .
Y mientras bebía y pensaba en todo eso, me sentía aún más triste de que mi vida fuera así.
Ciertamente, mi estado de ánimo era tan deplorable que el alcohol poco a poco había comenzado a paralizar mi cerebro, haciéndome olvidar de mis problemas.
Pero no pasó demasiado tiempo antes de que recibiera una llamada de mi madre.
Probablemente, al no haber respondido el mensaje de mi hermano, él se enojó conmigo y se lo contó a mi madre. Lo sabía, porque lo había hecho antes. De lo contrario, mi madre no me estaría llamando, ya que solo lo hacía para pedirme dinero.
—¿Meita? ¿Qué estás haciendo?
Cuando escuché la voz de mi madre del otro lado de la línea, casi no pude contener las lágrimas. Aquellos que están en su punto más débil siempre confían en las personas que más quieren y con las que verdaderamente son cercanas, y aunque mis padres no sentían demasiado aprecio por mí, yo realmente los quería.
—Mamá —De pronto me sentí sofocada, aunque traté de contener mi llanto para que no me escuchara—. Estoy cenando, ¿y tú?, cómo están tú y papa?
—Si tienes tiempo para cenar, ¿por qué no vas al banco y transfieres dinero a la tarjeta bancaria de tu padre? ¡Tu hermano no tiene dinero y está enojado conmigo! ¡Dios sabe por qué tengo que soportar su maldito resentimiento!
En verdad, sonaba irritada. Como era de esperar, no quería hablar conmigo, solo me llamaba porque mi hermano estaba enojado con ella, aunque se olvidaba de que a esa hora el banco estaba cerrado.
Y aunque estaba acostumbrada a su actitud, en ese momento me sentí totalmente vulnerable, por lo que intenté taparme la boca, y comencé a llorar en medio de sus quejas.
Seguramente, debió haberme escuchado, porque hizo una pausa de unos segundos, y luego me preguntó —¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
Al instante, abrí los ojos con incredulidad.
¿Mi madre se estaba preocupando por mí? ¿Estaría dispuesta a escuchar mi corazón y calmar mi tristeza?
¡En este momento, su preocupación fue como una píldora de rescate para mí!
No obstante, traté de contener mis gritos, aunque no podía esperar para contarle todos los agravios que había sufrido ese día —Yo... Hoy yo...
—¿Me estás culpando por regañarte? —Mi madre me interrumpió de repente— ¿Por qué estás tan sentimental? ¿Lloras cuando te menosprecian? Dios mío, ¿cómo podría tener una hija tan despiadada como tú? En primer lugar, nunca debí haberte tenido...
En consecuencia, me paralicé. ¡Sus palabras me causaron el mismo efecto que un cuchillo afilado clavándose sin piedad en mi frágil corazón, provocando que volviera a sangrar una vez más!
Pensé que ella podría ser mi salvación, pero terminó siendo la última gota que colmó mis emociones, ¡y en ese momento sentía frío por todas partes!
Como podía ser que mi madre ni siquiera se había dado cuenta de que mis emociones habían tocado fondo. Por el contario, ella continuaba regañándome, llamándome egoísta e ingrata, y diciendo que tenía poca capacidad mental.
Finalmente, me colgó enojada, por lo que la única opción que me quedaba en ese momento, era perderme lentamente en un dolor sin fin.
¿Por qué? ¿Por qué no había nadie en el mundo que pudiera amarme? A todos les caía mal, mis compañeros de trabajo me ignoraban, mi familia me explotaba y nunca se preocupaba por mí, ¿realmente era tan mala?
Lo curioso es que ni siquiera podía encontrar a alguien con quien hablar, y que me ayudara a controlar mis emociones.
Inevitablemente, estaba consumida por la desesperación. Nunca antes había sido tan pesimista, pero en ese momento, sentía que mi vida ya no tenía sentido...