Capítulo 36
1262palabras
2022-12-14 10:35
Entonces, decidí encerrarme, aislándome del mundo exterior.
Por la noche, comencé a disfrutar de otra manera. No hice ejercicio, ni tampoco tomé un baño para el cuidado de la piel, en cambio, bebí mucha cerveza y comí demasiado pollo frito y papas fritas. De ese modo intentaba complacer a mi corazón, y luego saqué esos 'juguetes eléctricos' que habían estado sin usar durante tanto tiempo y acaricié mi cuerpo.
De hecho, el alcohol me permitía adormecer mi cerebro y aliviar mi dolor interior por dejar escapar mis deseos.
Al menos, en el mundo virtual de Internet, era valorada. Lo único que tenía que hacer era enviar un mensaje de texto, e inmediatamente había innumerables hombres que me respondían y trataban de impresionarme.
Definitivamente, comencé a escapar de la realidad, buscando un poco de consuelo en el mundo virtual, como si fuera la única forma en que podía olvidar temporalmente todas mis preocupaciones y dolores.
No obstante, después de las 10 de la noche, de repente tocaron a mi puerta y escuché la voz de Astepon.
—Meita, ¿estás en casa?
Al instante, negué con la cabeza con cierta dificultad, tratando de recuperar un poco de cordura.
Era Astepon... ¿Por qué había venido hasta aquí? ¿Me habría escuchado cuando me estaba complaciendo antes?
No, no podía permitir que él pensara que había sido yo la que había hecho esos ruidos.
Absolutamente confundida, se me escapó un hipo, y luego le respondí en voz alta —No... no estoy aquí. Meita no está en casa.
De pronto, se oyó un silencio repentino del otro lado de la puerta, por lo que pensé que Astepon había escuchado mi respuesta y se preparaba para irse.
Justo cuando estaba a punto de continuar bebiendo, escuché su voz nuevamente —Si Meita no está en casa, ¿quién eres y por qué estás en su casa?
Sí, ¿por qué no había pensado en eso? Debí haber bebido demasiado, estaba totalmente loca.
En tanto, lo único que se me cruzó por la cabeza en ese momento, fue inventarme una identidad falsa.
—Soy su hermana. Mi nombre es Vives.
—¿Vives? —Astepon hizo un sonido de interrogación—. Recuerdo que el apellido de Meita es Vives.
¡Ay! ¡Estaba siendo demasiado molesto! ¡No había nada atractivo en Astepon aquella noche!
Rápidamente, tiré la lata en mi mano con fuerza, luego me giré hacia la puerta y la abrí.
A continuación, vi a Astepon parado frente a mi apartamento. Llevaba ropa informal, olía a gel de baño y su cabello estaba cubierto de gotas de agua, parecía que recién acababa de salir del baño.
De inmediato, le sonreí. —Buenas noches, Astepon.
Sin embargo, la única respuesta que obtuve fue su seño fruncido, y la sensación de que algo parpadeaba tan rápido en sus ojos que no tuve tiempo de captarlo.
—Meita, ¿qué estás haciendo? —Caminó a mi alrededor y se dirigió directamente a la sala de estar— ¿Bebiste cerveza y comiste pollo frito con papas fritas?
Al instante, su voz se volvió fría.
En consecuencia, me volteé confundida y lo vi de pie en medio de la sala de estar, observando los bocadillos y las latas de cerveza en el sofá, mientras sentía la ira que emanaba de su cuerpo.
¿Astepon estaría enojado? Rápidamente, comencé a entrar en pánico, pero de repente mi mente nublada se aclaró por un momento.
En realidad, la cerveza no me emborrachaba, solo me volvía más estúpida.
—Uh... yo... —traté de explicarle—. Estas cosas son las que verdaderamente me hacen feliz.
—¿Por qué? —Astepon se giró hacia mí y me miró serio—. Tan solo te brindan un breve momento de placer. ¿Has decidido renunciar a todos tus esfuerzos de estos últimos días?
¿Esfuerzos? ¿Realmente habían funcionado mis esfuerzos? No podía cambiar nada, mi debilidad y baja autoestima estaban profundamente arraigadas en mi alma, y nunca podría deshacerme de ellas, ni jamás podría volverme segura y valiente.
Por lo tanto, bajé la cabeza y me reí de mí misma —¿Vale la pena tanto esfuerzo? No quiero mentirme más, Astepon, quiero rendirme.
Sin embargo, no me respondió, pero su vibra me hizo sentir como si me estuviera asfixiando.
Por consiguiente, respiré hondo y lo observé —Sabes, justo hoy, arruiné mi trabajo porque me rebelé contra mi compañera en el bar el sábado pasado, así que ella tomó mi lugar. Mi arrendador me está presionando para que pague el alquiler, mi hermano exige gastos de manutención exorbitantes, ¡y mi madre me llamó para acusarme de ser egoísta! ¡Incluso tú solo viniste hasta aquí porque pagué una tarifa, y en poco tiempo me dejarás!
Mi voz se volvía cada vez más fuerte y, al final, prácticamente terminé gritando —Dime, ¿mi persistencia ha funcionado? ¿Qué puedo cambiar? ¿Tengo otra opción aparte de rendirme?
Luego de sentirme un poco más aliviada por haber podido expresar mis emociones, recuperé el aliento, mientras esperaba la respuesta de Astepon.
Pero él tan solo me contempló en silencio, y cuando notó que me había calmado, me dijo en voz baja —¿Son estas las razones por las que decidiste rendirte?
En tanto, me paralicé por un momento antes de responderle. —Sí.
Realmente, había decidido hacer un cambio porque quería mejorar el acoso laboral, quería ser respetada y reconocida por mi jefe, quería hacer amigos y encontrar el amor.
Pero todo seguía exactamente igual que antes, entonces, ¿de qué servía insistir tanto en cambiar?
Peor aún, la llamada telefónica de mi madre había sido la última gota que había destrozado mi determinación.
En ese preciso instante, observé los ojos de Astepon y vi algo parecido a la angustia en ellos. Me detuve por un momento y pensé, que seguramente debía estar exagerando, ¿cómo él podría cuidar de mí?
De prisa, incliné la cabeza y dejé escapar una pequeña risa.
"No te halagues, Meita, nadie sentirá lástima por ti y nadie se preocupará por ti."
—Meita —Astepon se dirigió repentinamente hacia mí— ¿De verdad crees que has hecho un esfuerzo considerable para cambiar tu vida?
Ciertamente, sus palabras me confundieron, por lo que lentamente levanté la cabeza, y cuando estaba a punto de responderle, él tomó mi mano y me sacó por la puerta.
—¡Espera! Astepon, ¿adónde me llevas? —le pregunté, mientras luchaba por soltarme.
—A un lugar donde puedas obtener las respuestas a tus preguntas —respondió con calma, y luego me llevó hasta su Mercedes.
Media hora después, llegamos al Hospital Eshela.
Cada vez que hacía algo así verdaderamente me sorprendía, y esta vez no era la excepción. Rápidamente, estacionó el coche en el parking y sacó el móvil para hacer una llamada. Enseguida, un oficial de seguridad se acercó hacia nosotros y respetuosamente nos invitó a Astepon y a mí a bajar del auto, y luego nos acompañó al área de emergencia.
De pronto, me encontré de pie en el pasillo del hospital, contemplando la escena que tenía frente a mis ojos.
Había innumerables pacientes, junto con sus familias, hacinados como un enjambre de hormigas en los estrechos pasillos del lugar. Algunos estaban sentados en sillas, otros en el suelo y resto dormía contra las paredes.
Todos y cada uno de los rostros estaban llenos de ansiedad y tristeza.
Entonces, observé a Astepon con impotencia y cuando estaba a punto de preguntarle qué quería, de pronto escuché un grito que provenía ascensor —¡Fuera del camino! ¡Fuera del camino!
Al instante, me sentí absolutamente sorprendida, por lo que intenté voltearme, pero Astepon me tomó del brazo rápidamente y tiró mi cuerpo hacia él. Entretanto, podía observar varios paramédicos corriendo junto a nosotros, mientras empujaban una cama de emergencia con un hombre completamente cubierto de sangre.