Capítulo 13
796palabras
2022-12-08 15:07
¡Sólo Dios sabe cuántas ganas tenía de marcar el número telefónico indicado en esa tarjeta de presentación!
Pero honestamente, no tenía mucha destreza social y ya había utilizado todo mi valor para hablar con Astepo esa mañana. Tras pensarlo mucho, decidí guardar la tarjeta de nuevo en mi bolsillo, me lavé la cara para disimular un poco y regresé a la oficina en silencio para no llamar la atención.
Los compañeros que hacía un rato se habían burlado de mí parecían estar concentrados en sus actividades diarias, y a ninguno le pasó por la mente pedirme disculpas. De hecho, ¡nadie lo hizo!
Mientras caminaba hacia el escritorio suspiré y bajé la cabeza frustrada. Una vez que me senté, lo primero que se me ocurrió fue revisar el perfil de la empresa de Astepon.
Quedé más que satisfecha con la información que conseguí en internet. "Beauty Project Image Management" era una empresa dedicada a crear una imagen exclusiva para determinados clientes que necesitaban mejorar su apariencia física y la manera de conducirse en público. Asimismo, me enteré de que la compañía contaba con asesores de alto nivel que acompañaban a la persona durante todo el proceso de elaboración de un plan exclusivo de transformación, el cual contemplaba la elección del estilo y colores más apropiados para el guarda ropa, y como si fuese poco también formulaban recomendaciones para el cuidado de la piel y uso de maquillaje, y para mantener la figura.
Me encantó la página web porque pude apreciar cómo gente común y corriente con baja autoestima había dado un giro de 360 grados para convertirse en personas bellas y seguras de sí mismas.
Realmente yo necesitaba un cambio en mi vida. Después de la montaña rusa de emociones que había vivido el día anterior, en donde pasé de una experiencia dolorosa a esa sorprendente transformación de mi apariencia del día de hoy, estaba ansiosa por dar ese paso.
Sin embargo, al ver el costo de los servicios, toda esa determinación se esfumó como el viento.
Por ejemplo, un curso de tratamientos costaba 5000, suma que estaba totalmente fuera de mi alcance y ¡a decir verdad, yo no disponía de ese dinero!
Tras enfrentarme a esa cruda realidad, miré con tristeza la pantalla de la computadora y suspiré mientras cerraba la página.
Deseaba que el percance de ese día se convirtiera en un hermoso recuerdo, porque creía que había tenido mucha suerte, aun cuando sólo sería bella por un día.
Estuve deprimida el resto de la mañana, lo que afectó incluso mi desempeño en el trabajo.
A las 2 pm., mi supervisor Richard Smith salió de su oficina con el ceño fruncido, como si estuviera pasando algo grave.
Mis colegas, quienes antes habían estado chateando y navegando en internet a escondidas, empezaron a escribir en sus equipos haciendo más ruido que el baterista de una banda musical al ver que se abría la puerta de la oficina de Richard.
Yo sabía que actuaba así porque todos querían lucirse delante de él, y esperaban tener un poco de la suerte que había tenido Amelie.
Pero para mi gran sorpresa, Richard miró detenidamente a su alrededor y luego fijó la vista en mí.
Justo cuando ya me estaba poniendo nerviosa, lo escuché decir: "Meita, tenemos que hablar urgentemente sobre un trabajo que hay que hacer. Tú eres la única que está disponible en este momento y como además te ves muy bien hoy, creo que puedes ir a la conferencia de prensa a conversar con el gerente del proyecto".
Me quedé viéndolo asombrada por lo que acababa de decir, pues era la primera vez que él me ordenaba que hiciera algo diferente a escribir un libreto.
Nerviosa y emocionada al mismo tiempo, contesté asintiendo con la cabeza: "Por supuesto, enseguida voy".
Cuando iba camino a la sala de conferencias, sentía que no podía controlar los nervios y me estaban sudando las manos.
Me sorprendió el hecho de que Richard me hubiese felicitado y designado para que me encargara de ese proyecto.
¡Y todo estaba sucediendo gracias a Astepon!, porque él tuvo la amabilidad de ayudarme, algo que es común, pero además se compadeció de mí. Ahora ese acto de bondad había tenido consecuencias positivas, ¡ya que para mi asombro obtuve la aprobación de Richard!
Cuando llegué a la puerta de la sala de conferencias, aún no podía creer lo que estaba pasando porque me parecía un sueño.
De repente caí en cuenta de que no tenía ninguna experiencia en esas lides y me pregunté que pasaría si me iba mal.
Estaba muy nerviosa, así que respiré profundo y me dije a mí misma que debía calmarme.
Finalmente me di fuerzas exclamando: "¡Vamos Meita! ¡Nada o nadie podrá detenerte! ¡Ésta es tu gran oportunidad y debes aprovecharla al máximo!"