Capítulo 11
1312palabras
2022-12-08 14:54
El aire en la habitación pareció relajarse un poco y yo tragué saliva un poco incómoda, mientras esperaba qué iba a decirme.
"Te queda bien", dijo amigablemente Astepon.
Pensé que estaba tratando de consolarme o que quizá sentía lástima de mí.

Después de todo, independientemente de la ropa que me pusiera, ningún diseño me quedaría bien.
Sin embargo, Astepon era en realidad un buen hombre que me había ayudado mucho, y por eso le respondí con gran seriedad: "Gracias por ocuparte y preocuparte por mí".
"De nada. La verdad es que acabo de mudarme y no conozco muy bien esta zona. Sin embargo, ayer te vi bajando las escaleras de prisa y por eso sabía que vivías aquí arriba", contestó con una sonrisa amigable.
¡Ahora entendía por qué me había ayudado!
Al caer en cuenta de eso, recordé lo que había hecho la noche anterior y me sentí aún más avergonzada.
"Tengo bastante tiempo viviendo aquí, así que llámame si necesitas algo".

Tengo que hacer algo para enmendar mi comportamiento de la noche anterior.
De hecho, me gustaría invitarlo a cenar para demostrarle mi agradecimiento.
Pero sé que soy demasiado fea y estoy segura de que las personas lo miraran extraño al verlo conmigo. En verdad, es un buen hombre y no quisiera causarle ningún problema.
"Gracias", respondió cortésmente Astepon y luego sacó una tarjeta de presentación del bolsillo del traje y dijo: "Toma aquí tienes mis números de contacto".

Me temblaban las manos de lo nerviosa que estaba y para ocultar la pena que tenía, agarré la tarjeta y la guardé rápidamente en el bolsillo sin siquiera verla.
El reloj de pared marcaba las 8.00 a. m. en punto, y en ese momento me percaté de que tenía sólo una hora para llegar a la oficina.
Mi auto estaba en el taller y por ello, debía pasar un buen tiempo apretujada en un autobús como sardina en lata, y ese trayecto de una hora para llegar al trabajo me parecía estresante.
"Gracias de nuevo Astepon. Pero creo que yo... tengo que arreglarme para irme a la oficina", susurré yo.
Astepon me dijo que entendía perfectamente y me dijo con amabilidad que en el baño de visitas había cepillos de dientes y toallitas desechables. De igual manera, me sugirió que me los llevara a la oficina, si de verdad tenía poco tiempo.
¡Me dio mucha pena haber estado hablando con él sin haberme lavado los dientes ni la cara. ¡Qué situación tan humillante!
Corrí lo más rápido que pude al baño de invitados, agarré los artículos de tocador y salí de prisa hacia la puerta. Mi bolso y mis zapatos estaban totalmente secos en la entrada, y estaba segura de que Astepon también se había encargado de eso.
Era consciente de que él me había ayudado por lástima y porque le tenía fobia a los gérmenes, pero aun así, me sentía sumamente agradecida por hacerme sentir respetada de una manera que no había experimentado en mucho tiempo.
Después de despedirme de Astepon, me fui corriendo a la oficina.
El ascensor estaba tan lleno, que sentí el calor que irradiaba mi cuerpo y las miradas de extrañeza de los demás.
Imaginé que al verme pensaban en una mujer gorda, fea y desaseada. ¡Evidentemente en esta oportunidad, esas miradas escrutadoras debieron ser muchas más de lo habitual!
Por eso, me mantuve con la cabeza gacha diciéndome a mí misma que le restara importancia a esas miradas.
Cuando el ascensor llegó al noveno piso, salí apresuradamente con la cabeza baja ignorando las miradas inquisidoras que se me clavaban como cuchillos en la espalda, y me dirigí de prisa la oficina.
Aún faltaban cinco minutos para que comenzara la jornada laboral, y por eso me senté en el escritorio y suspiré aliviada.
Luego me dije para animarme a mí misma que ¡el día había comenzado bien, y que ya era hora de ponerse a trabajar!
Oh, por poco olvido hablar de mi trabajo. Soy guionista y como tal, me encargo de hacer libretos para compañías de cine y televisión. He elaborado un gran número de ellos en ambos renglones, pero nunca he aparecido como la autora de los mismos.
Muchas veces, nuestros escritores deben asistir a conferencias de prensa, pero mi jefe cree que mi fea apariencia tendría un impacto negativo en la compañía y por eso no quieren que participe en dichos eventos. Es más, Amelie es quien recibe los créditos por mi trabajo de guionista porque es una mujer bella, y cuando ella va a esas reuniones, la empresa siempre recibe muchos reconocimientos.
Mi jefe me paga un mayor sueldo para calmarme, y yo acepto esa situación por el dinero que recibo.
No puedo hacer nada al respecto porque el mundo siempre favorecerá a las personas que tienen una mejor apariencia física. Por ende, no tengo otra opción sino aceptar lo que me ofrecen.
Mientras pensaba en todas las frustraciones que he vivido y sacaba los artículos de tocador para ir al baño, Amelie se acercó con todo su encanto, calzando unos tacones de cuatro pulgadas y contoneando su diminuta cintura.
Ni siquiera tenía que abrir la boca porque yo sabía que era ella, ya que siempre olía mal. ¡En realidad quise decir que Amelie usaba un perfume tan fuerte, que me provocaba ganas de vomitar! Por supuesto, yo lo disimulaba tan bien, que ella nunca sabría que yo le decía para mis adentros "p*t* asquerosa".
"Buenos días Meita", me dijo colocando su tr*s*r* redondo y atrevido sobre mi escritorio, mientras cruzaba sus largas y esbeltas piernas envueltas en unas medias de nailon negras y adoptaba una pose coqueta. Después añadió: "El próximo lunes, necesito presentar una sinopsis y un análisis de los personajes para el libreto que hiciste de la serie "My Lover" (Mi amante), en la reunión de nuestro departamento. Nos reuniremos a las 4 pm y como hoy es viernes, debes hacer esa presentación hoy y enviármela cuando la tengas lista".
Mientras hablaba conmigo, Amelie jugueteaba con su cabello, y con los ojos verdes jugaba a seducir a los hombres que pasaban por su lado.
Amelie siempre se comportaba de esa manera porque estaba ansiosa por mostrar sus encantos.
Por supuesto, admito que es encantadora, pero me parece una mujer demasiado frívola.
"Está bien", respondí en voz baja, y luego me alisté para irme al baño y no seguir hablando con ella.
Amelie ya tenía la respuesta que quería y por ello me miró como si estuviera satisfecha. Sentí la sensación de beneplácito emanando por sus poros, y en ese momento pensé que ella debería experimentar el mismo sentimiento de logro ante mí, como si yo fuese una esclava a la entera disposición de su amo.
Pero justo cuando me iba a levantar, Amelie gritó como si hubiese descubierto un nuevo continente.
"¡Ay Dios mío! ¡Meita estás usando la última colección de otoño de Chanel que lanzaron la semana pasada! ¿Cómo la conseguiste?"
Estaba tan sorprendida por su reacción, que como de costumbre bajé la cabeza y apreté una punta de la chaqueta por lo incómoda que me sentía.
Después me pregunté si ella en realidad había dicho que yo llevaba puesta la última colección de otoño de Chanel.
Era un regalo de Astepon, y aunque sabía que era una prenda costosa, ¡no me había percatado de que era un traje de Chanel muy difícil de encontrar!
"¿Por qué te sorprendes Amelie? Sin duda, ella debió haber comprado una imitación", escuché la voz de Galilea Bauer a mi derecha.
"Bueno... supongo que sí, pero debo decir que el estilo de esa nueva colección es tan bueno, que hasta las imitaciones hacen ver más estilizada una silueta tan voluminosa como la de Meita", dijo Amelie mirándome de arriba a abajo, para finalmente fijar la vista en mi cara como si yo fuese una mercancía en venta.
"¡Oye Galilea!, ¿a qué no adivinas?"