Capítulo 6
1587palabras
2022-12-08 14:13
A la mañana siguiente, me tomé cierto tiempo y elegí un vestido negro. Aunque me hacer lucir como un enorme tamal al vapor, es el traje más costoso y él que me hace ver más delgada.
Como era de esperarse, al entrar a la oficina mis colegas empezaron a burlarse de mí, pero le resté importancia porque sólo me importaba la opinión de Hayden.
Pasé todo el día emocionada sin poder controlar los latidos acelerados del corazón, cada vez que pensaba que esa noche me encontraría con Hayden en un hotel.
Para ser sincera, ésta era la primera vez que había hecho algo así.
Sólo Dios sabía cuánta determinación necesitaba para haberlo hecho.
Me dije a mí misma una y otra vez que me relajara porque se trataba de Hayden, y él era un chico gentil y muy amable.
De hecho, tenía muchas ganas de que llegara la hora de la cita, pero aún me sentía un poco aprehensiva porque me preocupaba que me rechazara si veía mi feo rostro.
Deliberadamente, me quedé un rato más en la oficina para evitar encontrarme con él.
Cuando tomé el taxi para ir al hotel VI ya era las 8 p.m. Llegué a la puerta de la habitación 1008, bajo las miradas inquisitivas del personal del hotel. Esa misma mañana, Hayden me había enviado un mensaje para decirme que me estaría esperando en ese cuarto.
Una vez en la puerta de la habitación, el corazón comenzó desbocarse por lo nerviosa que estaba, las mejillas se encendieron de la pena y todo mi cuerpo se puso tenso por la exc*t*ción que sentía.
¡Todavía no podía creer que estaba a punto vivir la tan deseada experiencia de pasar la noche con Hayden!
Al parecer el ruido que hice al caminar de un lado a otro, llamó la atención de mi amado y éste abrió la puerta tomándome por sorpresa.
Apenas la abrió, ¡casi pegué un grito del susto y me volteé lo más rápido que pude para que no me viera!
Tenía pánico de que supiera que era yo.
"¡Oh Eustoma!...", exclamó con un tono de voz un poco extraño, o por lo menos así lo sentí yo.
Luego me extendió la mano y me haló hacia adentro, cerrando rápidamente la puerta con fuerza.
Cuando me agarró del brazo, me quedé paralizada al percatarme de que había hecho una breve pausa, y me pregunté si él se había dado cuenta de que yo era gorda.
Incluso llegué a pensar si él me odiaría por eso.
Pero no parecía que Hayden me rechazara porque muy por el contrario, él empezó a acercarse a mí.
La habitación estaba a oscuras y no podía ver nada, sólo sentía su aliento cálido y húmedo bañando mi rostro.
En ese instante me dijo con voz ronca y llena de deseo: "¡Oh Eustoma, aunque estás un poco gordita, igual me gustas mucho!"
Sus palabras encendieron de inmediato mi fuego interior.
Evidentemente Hayden era especial porque se diferenciaba de los demás chicos. De hecho, ¡a él no le importaba mi sobrepeso!
¡Justo cuando iba a decirle algo, él me estampilló contra la pared y me besó en la boca!
¡Ésta era la primera vez que un hombre me daba un beso! Por ello, ¡estaba tan emocionada que deslicé cautelosamente mis brazos alrededor de su cuello!
Pero al parecer Hayden prefería la rudeza, porque me quitó las manos del cuello bruscamente y me sujetó por las muñecas. ¡Luego me dio un beso francés! En ese momento, el olor a testosterona invadió la habitación, mientras yo sentía cómo él frotaba la parte inferior de su cuerpo contra mi fuente. Acto seguido, él deslizó lentamente la mano hacia abajo y trató de abrir la cremallera del vestido.
Todo estaba sucediendo como lo había imaginado. A cada segundo, el ambiente se iba tornando más intenso y yo me exc*t*b* cada vez más al sentir las manos de Hayden sobre mi cuerpo. En ese momento, una gran ola de placer invadió mi ser y no pude contener un gemido.
Ese quejido reveló inesperadamente mi identidad y Hayden se detuvo al instante, como si alguien hubiese pulsado un botón de pausa.
Él encendió la luz con rapidez, y por un momento el resplandor me encegueció e inconscientemente me cubrí el rostro con las manos.
"¿Meita? ¿En serio eres tú?", preguntó él con un tono de voz que hirió mis tímpanos, pues noté cierto enfado en las pocas palabras que pronunció.
Entré en pánico y mi mente se quedó en blanco por un instante.
"Sí, soy yo", respondí e instintivamente bajé la cabeza cubriéndome el rostro con el cabello. Sin embargo, no pude evitar seguir mirándolo con disimulo.
"¡Dios!", exclamó Hayden mientras se limpiaba la boca y arqueaba como si acabara de comerse una comida en mal estado.
Su actitud me dolió mucho y por eso lo vi fijamente a la cara y le dije:"¡Tú me pediste que viniera!"
"¡Dios! ¿Entonces eras tú quien me ha dado las buenas noches todo este tiempo?" dijo con expresión de miedo y repugnancia y añadió: "¿Así que esa chica linda y tímida con la que he estado soñando hasta ahora en realidad es una mujer gorda y fea, es decir, tú?"
"¡¿Hayden?!", le dije levantando la voz, mirándolo incrédula ante lo que acababa de decir y le pregunté: "¿Qué estás diciendo?"
"¡Y para colmo acabo de darte un beso! ¡Te besé e incluso utilicé mi lengua para..! ¡Qué cosa tan repugnante!..", exclamó él.
¡Y antes de terminar la frase, Hayden se vomitó!
¡Incluso manchó todo mi vestido porque estábamos muy cerca el uno del otro!
¡Un desagradable hedor agrio hirió mi olfato, y por poco yo también me voy en vómito!
Luego me pregunté a mí misma si en realidad él había sentido tanto asco al besarme, que se había vomitado. Con sólo pensar en eso sentí que se me destrozaba el alma.
"¡Hayden!", le dije levantando nuevamente la voz y reuní fuerzas para mirarlo a la cara, pero me percaté de que no estaba sonriendo. Por el contrario, sus ojos estaban llenos de desagrado y desprecio hacia mí.
Me sentí tan ridícula que me dolía el alma y mi voz se apagó completamente. Luego susurré: ¿Acaso no me dijiste que no te importaba ni mi cuerpo ni mi apariencia porque sólo te interesaban mis sentimientos?"
"¡Sí, pero tú eres una excepción!", dijo Hayden limpiándose la boca con la mano y después agregó: "Eres la antítesis de un ser humano. ¡Dios te creó solo para disgustar a la humanidad! Meita, ¿quieres saber lo que pasa por mi mente cada vez que te sonrío? "
Me dijo con tono de burla: "¡Digo lárgate de aquí porque verte es una profanación para la vista!"
Me quedé paralizada e incluso dejé de respirar, pero después le contesté: "Así que todo este tiempo has estado ocultando esos horribles pensamientos detrás de una amable sonrisa..."
"¡Mis pensamientos nunca serán tan horrorosos como tu cara! ¡Ni siquiera un vagabundo querría tocar a una mujer como tú, Meita! ¡Tú eres un error de la naturaleza!", vociferó con el rostro enrojecido por la rabia y añadió: "¡Me dan ganas de abofetearme, con sólo recordar que besé esa boca tan fea!"
Estaba tan molesto que estrelló el puño contra la pared que estaba justo detrás de mí y me dijo: "Destruiste por completo la hermosa noche con la que había soñado durante tanto tiempo. ¡Lárgate porque no quiero volver a ver tu cara, Meita! ¡Es más, si te vuelvo a ver, no te sorprendas si te dejo en ridículo frente a todos en la oficina!"
Al finalizar la frase, abrió y salió rápidamente y la puerta se cerró de golpe apenas se marchó. En ese instante, ya no me quedaban fuerzas ni para molestarme.
No podía evitar sentirme así porque nunca antes había experimentado ese dolor. Tenía el corazón destrozado en mil pedazos y me faltaba el aire. De pronto, una fuerte sensación de sofoco me invadió dificultando mi respiración.
Hayden... ¿Por qué? ¿Por qué tú también me trataste de esa manera? ¿Acaso es tan difícil sentir algo por mí?
Siempre había creído que él era especial, pero en realidad él también detestaba mi apariencia al igual que los demás.
Siempre aparentaba ser amable mostrando una sonrisa, pero para sus adentros pensaba que mi cara era una profanación a sus ojos.
¿Acaso no soy digna de ser amada porque soy fea y un poco gordita?
¿Ser fea es un pecado? ¿Las personas feas y que se consideran inferiores no merecen respeto?
¡Qué tristeza! De hecho, yo pensaba que ya había sufrido bastante pero ahora sentía un dolor tan grande que no podía respirar.
Como de costumbre bajé la cabeza cubriéndome el rostro con mi larga cabellera que parecía algas marinas. En ese momento, empecé a temblar de rabia y vergüenza.
Luego, me vi los senos súper separados y mi vientre tan prominente como un pez globo a la defensiva, que era imposible mirarme los pies.
Sin duda, mis pensamientos también estaban minando mi autoestima, porque efectivamente yo era gorda y fea y nunca le iba a gustar a nadie.
Unos segundos después, me desplomé en el gélido piso de la habitación, sintiendo que me faltaba un pedazo de corazón. El aire acondicionado soplaba directamente sobre mí, y en ese instante pensé que la sangre había dejado de circular por mi cuerpo, experimentado un frío cada vez mayor.
Me abracé a mí misma lo más fuerte que pude, como si quisiera darle calor a mi helado y destrozado corazón.