Capítulo 7
1257palabras
2022-12-08 14:22
Desde la ventana se apreciaba que había empezado a oscurecer. No sabía cuánto tiempo había estado sentada en el piso de la habitación, pero finalmente volví a la realidad cuando intenté mover una pierna por impulso y me percaté de que tenía la pantorrilla entumecida.
Me levanté del piso con cierta torpeza y me apoyé en la pared. Según mi reloj de pulsera, ya era las 11 de la noche en punto.
Con la mente ausente, me dije que ya era hora de irme a casa.

Pero cuando estaba a punto de salir de la habitación, percibí un hedor agrio y caí en cuenta de que mi vestido tenía vómito de Hayden.
Me di un baño rápido y después traté de meter mi voluminoso cuerpo dentro de la bata de baño del hotel.
Quizá la gerencia del Hotel VI no esperaba que una chica tan gorda como yo reservara una habitación ahí, porque el diseño de la bata era terrible y no se ajustaba para nada a mi figura de 120 kilos y 1 metro 74 cm de estatura.
Por ello, no me quedó otro remedio que taparme a duras penas los s*nos con el vestido empapado de agua de tanto lavarlo. Después traté de moverme un poco mientras me veía en el espejo y me dije que esa idea no iba a funcionar, porque se veían mis pálidos y gruesos muslos y mis exageradamente desarrolladas n*lgas metidas dentro de mis pequeños calzones rosados.
No se me ocurrió nada mejor que hacer, y terminé enrollándome en una sábana como si fuese un abrigo y coloqué un billete de cincuenta sobre la mesita de noche a manera de compensación. Después para evitar malentendidos, escribí una nota en una hoja blanca para disculparme, con la esperanza de que el personal de limpieza del hotel no se sorprendiera demasiado al ver que faltaba una hoja.
Tras redactar la nota, agarré mi bolso, tomé el vestido empapado de agua y salí cuidadosamente de la habitación como una ladrona.

Me fui por el estacionamiento del sótano del hotel porque no quería que me vieran así, pero desafortunadamente cuando salí a la calle empezó a llover. Ahora tendría que caminar bajo el agua luciendo como un verdadero desastre.
Pueden imaginarse a una mujer obesa envuelta en una sábana y caminando de prisa por la calle, con el cabello totalmente mojado y pegado a la cara como una goma de mascar, y la tez llena de granos rojos y enconados como si tuviese una enfermedad eruptiva.
Sí, ¡ésa era mi viva imagen en ese momento!
Empecé a correr con torpeza y cierta tristeza, tratando de evitar las miradas de extrañeza de la gente en la calle.

Todos me miraban como si fuese un payaso. Realmente detesto tener unos oídos tan afinados, pues podía escuchar claramente la risa mezquina de los transeúntes.
"¡Quizá su pareja la rechazó porque es demasiado fea!"
"¡Por supuesto que sí! ¡Incluso se quitó la ropa pero de todas maneras la echaron a la calle! ¡Qué imagen tan patética!"
"Se ve ridícula, pero ella es la única culpable de lo que pasó. Si tú sabes que pareces un pedazo de mi*rd*, ¿por qué aceptaste una llamada para tener s*x* con un desconocido?"
"Tienen razón porque si yo fuese hombre, sin duda me iría en vómito al verla. ¡Mira su cara, es sencillamente asquerosa!
Aceleré el paso para huir de esos comentarios tan desagradables. Después de tantos años de haber sido acosado, había aprendido a olvidar el sentimiento que produce el llanto.
Pero en ese momento, las palabras de los transeúntes parecían unos cuchillos afilados y llenos de veneno que se clavaban en el fondo de mi corazón. De pronto, sentí que las lágrimas empezaban a brotar descontroladamente, desapareciendo rápidamente al mezclarse con la lluvia.
Ese llanto reprimido parecía no tener mayor importancia bajo la lluvia, pero yo sentía un dolor tan grande que creía que me faltaba el aire. Asimismo, las innumerables miradas maliciosas atravesaban mi cuerpo como flechas afiladas que me hacían temblar de pies a cabeza.
Mi andar se hacía más lento a medida que el intenso dolor que sentía en el pecho devoraba todas mis fuerzas. Ya no tenía ánimo para seguir corriendo.
La lluvia y el viento azotaban mi rostro y en esa noche de verano, mi cuerpo no sentía frío pero tenía el corazón helado como si lo hubiesen metido en un congelador.
Luego pensé con tristeza si realmente era tan mala persona como para que todo el mundo me odiara.
Nunca había lastimado a nadie. Era una persona transparente y responsable en todo lo que hacía, amaba mi trabajo, y con frecuencia rescataba animales callejeros y le llevaba comida a las personas que no tenían un hogar donde vivir.
Aunque había vivido en la oscuridad, nunca había abandonado la búsqueda de la luz ni la meta de tener confianza en mí misma y brillar.
Esa noche finalmente había encontrado la fuerza para ir en busca de mi amor y dar el primer paso a la vista de todos, pero una vez más la realidad me estalló en la cara.
Me puse la mano en el pecho para contener el llanto atorado en mi garganta.
¡Pensé que ya no me dolería pero al escuchar los gemidos de mi corazón, no pude evitar sentirme totalmente destrozada! 
Esa noche, todas esas maravillosas fantasías que había guardado en mi pecho se habían esfumado, y todo el amor se había extinguido sin siquiera comenzar a florecer.
En ese momento, me pregunté con tristeza si la apariencia física era realmente tan importante.
¡Miré toda esa grasa horrorosa que había en mi cuerpo y sentí ganas de quitármela con un cuchillo! ¡En lo que respecta a mi cara, también me la arrancaría si pudiera hacerlo! ¡Creo que unas cicatrices lucirían mejor que todos esos granos rojos enconados que cubren mi rostro!
Levanté mis robustas piernas y crucé la calle como si estuviera en trance.
¡Estaba tan absorta en mi dolor que no me di cuenta de que un auto negro venía hacia mí!
Volví en sí al escuchar el fuerte sonido de los neumáticos e instintivamente di un paso atrás. No obstante, ¡no pude evitar caerme estrepitosamente en plena calle! 
De pronto, empecé a escuchar una mezcla de chirridos de neumáticos, maldiciones y groserías de conductores y gritos de transeúntes atemorizados.
Sentí un dolor tan fuerte en el coxis que arrugué la cara. Me acosté en la calle mojada y la sábana que me cubría se deslizó completamente, exponiendo mi feo cuerpo a la vista de todos.
De ambos lados de la calle se escuchaba un estallido de ruido y burlas, porque debía verme graciosamente ridícula. De inmediato entré en pánico e intenté levantarme rápidamente y agarrar la sábana para cubrirme, pero los comentarios de burla parecían ser más fuertes. ¡Sólo deseaba que la tierra se abriera y me tragara en ese momento!
Traté de pararme e irme lo más rápido posible, pero me caí estrepitosamente sobre mi tr*s*ro. Desesperada, intenté levantarme otra vez luciendo aún más patética.
Efectivamente, las sutiles burlas se intensificaron e incluso escuché que alguien gritó que me fuese a trabajar a un circo.
En ese momento vi a una chica que al parecer quería ayudarme, pero su amiga la detuvo.
Justo cuando empezaba a sentirme completamente indefensa y desesperada, apareció de pronto una sombra frente a mí. Ya había cesado la lluvia y parecía que algo se había tragado toda la risa que había a mi alrededor, e incluso se dejó de escuchar el sonido del aire.