Capítulo 54
1133palabras
2022-12-24 00:01
Punto de vista de Jake
Cuando Cassidy se fue de la manada, me sumergí en un lugar muy oscuro. Incluso pensé en quitarme la vida cuando me enteré de su muerte. Había sido mi culpa por completo. Ese día, debería haberme puesto de su lado sin pensarlo; en cambio, había elegido mi est*pida reputación por encima de mi hermana y la vida me había hecho pagar por mis malas decisiones. Nadie lo sabía, pero había encontrado a mi compañera unos tres meses antes de que Cassidy volviera. Era todo lo que podría haber pedido y más. Tenía el cabello castaño rizado que le llegaba a los hombros, los ojos color avellana con manchas doradas en el centro y la nariz de botón más bonita que jamás había visto. Sus deliciosos labios parecían ser el complemento perfecto para los míos, sin mencionar lo increíble que era su cuerpo. Sin embargo, nada de esto importaba porque nunca podríamos estar juntos.
¿Por qué? Porque ella ya estaba con otro.

Recordaba el momento en que la había visto. Estaba en el supermercado comprando suministros para la manada cuando percibí su aroma. Me apresuré a seguir el olor a flores recién cortadas y canela por los pasillos de la tienda con la esperanza de encontrarla.
Entonces la vi. Llevaba un vestido blanco veraniego que contrastaba con su impecable piel bronceada. Además, tenía su cabello rizado y castaño recogido en una especie de moño torcido. Estaba tratando de alcanzar el estante más alto para bajar una lata de algo. Iba a ofrecerle mi ayuda cuando, de repente, un humano intervino. No pude evitar gruñir.
“Aquí tienes, cariño”, dijo el hombre, sonriéndole con amor. Parecía que se conocían.
“Gracias, amor”, respondió ella, poniéndose de puntillas y dándole un beso rápido en los labios… Mi corazón se rompió. Ella ya había encontrado a alguien, se había enamorado de un humano. No se había molestado en esperar a encontrar a su compañero.
Giré sobre mis talones a toda prisa y volví a mi carrito de compras. Terminé de comprar todo lo que necesitaba la manada tan rápido como pude para no encontrarme con ella, pero el destino no fue tan amable conmigo. Como si la vida se estuviera burlando de mí, se encargó de que me encontrara con ella y con ese humano.
Mi carrito chocó contra el suyo cuando ambos doblamos una esquina sin fijarnos por dónde íbamos.

“¡Ay! ¡Madre mía, lo siento mucho!”, exclamó sin saber quién era yo, pero pronto se dio cuenta. Olfateó el aire, levantó la cabeza y su mirada se encontró con la mía. Sus ojos color avellana me atrajeron al instante y me perdí en ellos. Tenía pequeñas manchas doradas alrededor de la pupila y un rastro de adorables pecas sobre su nariz. Salí de mi trance en el momento en que habló. “Esperaba no llegar a conocerte nunca”. Su voz sonaba angelical, pero sus palabras me cortaron el corazón como un cuchillo. “No podemos estar juntos”.
“¿Por qué? ¿Porque estás con ese humano asqueroso?”, pregunté sin controlar mis emociones.
“Resulta que ese humano es mi prometido, así que, sí, te rechazo por él”. Sus palabras me golpearon como un tren. Toda mi vida había esperado encontrar a mi compañera y me había guardado para ella, pero todo había sido para nada. No me quería, yo no significaba nada para ella. ¡Bien!
“Acepto tu rechazo. Adiós”, dije entre dientes. Vi que sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Tuve que contenerme para no abrazarla y consolarla, aunque sabía que ella nunca lo aceptaría. Mi lobo aulló por la pérdida de su compañera, estaba destruido. Volví a girar sobre mis talones y me alejé de ella tan rápido como pude.

“Espera, ¿cuál es tu nombre?”, preguntó detrás de mí.
¡Al diablo! Al menos podía saber el nombre de la persona cuyo corazón acababa de romper, ¿verdad? “Jake, Jake Knightlock”, respondí sin mirarla. Me dirigí a la caja para pagar y salí de la tienda lo más veloz que me permitieron mis pies.
Ni siquiera sabía su nombre. Nunca sabría el nombre de mi compañera, ni su color favorito o el color de su loba. Nunca llegaría a sentir sus suaves labios contra los míos, ni encontraría consuelo en su cálido abrazo. Mi lobo no había dejado que me transformara desde ese día, pero nadie se había dado cuenta. Entre la muerte de la Luna y la de Cassidy, nadie me había prestado atención. Todos pensaban que tan solo estaba afligido. Sí lo estaba, pero por algo más que ellos no sabían. Había llorado la pérdida de mi Luna, de mi hermana, pero sobre todo de mi compañera. Después de todo, junto a ella se habían ido mi corazón y mi lobo.
Todo a mi alrededor era oscuro y no tenía sentido. Fue entonces cuando estuve en el punto más bajo de vida y pensé en quitarme la vida. No obstante, todavía no podía darle esa satisfacción al destino.
Justo cuando en el peor momento, un rayo de luz llegó a mi mundo. Cassidy estaba viva.
Mi madre me lo había dicho el día que volvió de verla. Fue como ver a mi mamá volver a la vida, la luz que se había apagado en ella con la partida de Cassidy se había vuelto a encender. Ella había olvidado todo el dolor y había visto una luz brillante al final del túnel. Sin embargo, tuvo que retenerme para que no corriera hacia mi hermana en ese momento. Me contó el plan que ella, Cassidy y un tipo llamado Riley, que más tarde descubrí que era el Beta de la manada Redwoods, habían ideado.
Mi hermana volvería el día de su funeral, cuando nadie lo esperara. Bueno, hubiera sido inesperado en cualquier momento, pero ese día sorprendería mucho más a todos. Iba a ser toda una entrada. Mi madre y yo íbamos a encontrarnos con ellos en la parte delantera de la casa de la manada justo antes del funeral para que nadie supiera ni sospechara nada. Todo había salido como estaba previsto. Lo único de lo que no me habían informado fue de su hija, pero se me pasó la sorpresa muy rápido. Sin embargo, tenía mis dudas sobre quién era el padre, si es que Cassidy era la verdadera madre. No creía que hubiera quedado embarazada tan pronto en su vida porque siempre había sido muy cuidadosa.
En fin, todo el mundo ya sabía cómo había resultado ese día. Mi hermana le había dado una paliza al Alfa. ¿Cómo? No tenía ni idea. Tal vez tuvo algo que ver con el hecho de que ella era la siguiente y legítima Luna de la manada. Nadie había visto al antiguo Alfa desde ese día. Me preguntaba qué estaba haciendo, tal vez se estaba escondiendo por la vergüenza.